IMAGINA
Que
todos los prados del mundo, estuvieran plantados de rosas en lugar de hierba.
Que los arrozales estuvieran plantados de lavanda. Que los caminos fueran todos
ellos autopistas de peaje.
No
hace falta imaginar estas cosas tan raras, son imposibles.
Que
bajo todas las ciudades, en lugar de ratas, hubiera leones con sus manadas. Que
el cielo fuera solo para los pájaros en lugar de ver volar aviones.
Hay
quién pueda haberlo soñado, pero los sueños no valen. Son irreales, pasajeros,
etéreos como el aire.
Que
no existiera el trabajo, solo gente que deambula por espacios abiertos,
buscando algún sustento fácil, cazando, o cultivando algún árbol que sirviera
de alimento.
¡Que
tontería…! eso es imposible, deseos frustrados de algún ecologista radical y
sórdido.
Imagina
por un instante que no existiera el dinero, solo el trueque de lo que a ti te
sobra, y que a otros les falta, trocado por vestiduras, o un techo bajo el que
vivir. Hay que tener imaginación, para ser sinceros, esto no puede ser, sería
el fin del sistema al que estamos acostumbrados.
Hay
que organizar las vacaciones de verano, ¿cómo podría hacerse eso si la
imaginación fuera cierta?
Imagina
por un momento, prescindir del coche, de combustibles fósiles, de contaminación
fatal para el hombre. Del humo asqueroso que arrojan por las chimeneas, las
grandes fábricas de todo tipo, de papel, de refinerías, de complementos
plásticos, de todo eso.
No,
no, no se podría vivir así, sería fraudulento, nos sentiríamos engañados por
los gobiernos que abogan por el progreso.
Que
en todas las ciudades, las casas más grandes, solo tuvieran dos pisos de
altura, que las familias que se formaran, tuvieran que ir expandiéndose a lo
ancho. Invadirían las fronteras de
vecinos árabes o franceses, y estos a su vez, de alemanes, holandeses y
belgas.
Vaya
tontería esta, imposible imaginar un caos así. En cambio… ¿no es lo que está
sucediendo ahora? De forma taimada, con recelos y cuidados extremos, los
gobiernos refuerzan fronteras, puede que no sea preciso pasaporte para viajar a
determinados lugares, pero las fronteras existen, y están bien vigiladas.
Nos
agolpamos cada vez más, más apiñados, no nos dejan expandirnos, nos obligan a
dejarnos espiar, esto no es imaginación, es la realidad.
La
imaginación se muere, no vale la pena descubrir ni pensar, para qué si ya lo
hacen otros por nosotros, y languidecemos en un mundo que aunque nos pertenece
a todos, solo es de algunos.
Imagínate,
ya no podemos ni caminar libres por las calles, antes, hace muchos años de
esto, la tecnología no estaba desarrollada como ahora, en cambio, por donde
quiera que vayamos, dejamos nuestro rastro, nuestra imagen queda reflejada en
una gran computadora, que le dice a quién convenga, cuando salimos de casa, por donde hemos
caminado, con quién hemos hablado y a que hora, donde compramos, que comemos, y
hasta cuando vamos al lavabo.
Conviene
que seamos imaginativos, no perder de vista estas generalidades que contiene
esta pequeña reflexión. Si dejamos de ser imaginativos… ya estamos medio
muertos, no somos capaces de reaccionar a nuestras propias inquietudes, nos
abandonamos a los leones que están a la espera de devorarnos. Imagínate…, morir
así, sin hacer nada, es poco menos que pedir ser echados al circo, para que nos
devoren, o caer en manos de gladiadores, siempre sedientos de sangre.
Bueno…
queda en nuestra mano ser imaginativos, o unos pobres desgraciados en manos de
alguien, de quién ni siquiera sabemos su nombre. Sigamos soñando, sigamos dando
paso a nuestras inquietudes, progresemos, no nos quedemos estáticos como esos
muñecos tente tieso, que por mucho que se les zarandee siempre acaban parando
en el mismo lugar de partida.
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