EL
AMANECER
Si
pudieran resucitar los artistas, si las chicas fueran afectuosas y no besaran
por besar, si los dragones volvieran a pelear con los humanos. Que hermosa vida
nos esperaría, si viviera Charlot fuera
contemporáneo de Dalí, y que Onamuno discutiera con Aristóteles, juntos todos
en un café parisino.
Amanecería
de nuevo en el mundo, ahora solo transcurre un día tras otro, con absurda
monotonía. Si pudiéramos participar en la revolución francesa, correr por las
calles y participar con el pueblo La Bastilla, ¡oh… sería glorioso ese
amanecer!
Sería
precioso contemplar cada día la aurora boreal en occidente, quedarnos pasmados
ante la hermosura de sus colores, de su aparición y su propósito. Si pudiéramos
asistir al Areópago griego, para ver a los sabios, concordar o discrepar de los
razonamientos del filósofo de turno… Si solo pudiéramos hacer algo de todo
esto, si pudiéramos cerrar los cuarteles, hacer que los soldados volvieran a la
escuela, que las becarias de las oficinas, pudieran tener oportunidades
válidas, que no tuvieran que depender de jefes con ojos lustrosos para ganarse
el pan.
Si
los matrimonios que ya no se quieren, se abandonaran cada uno a su suerte, y no
siguieran unidos por intereses materiales, el dinero. Si las campanas callaran y
dieran paso a otras voces, si el terror de la guerra acabara, para aterrorizar
a los que las proponen. Si los que te quieren no lo dijeran y dejaran saber su
cariño con besos y amores.
¡Que
amaneceres nos procuraría esto… que gozo, cuantas flores! En todas las esquinas
esperaríamos, en cada bulevar, bajo cada puente valdría la pena esperar, hasta
que llegara el amanecer que esperas. Deseo universal, sano y puro, que implica
cada frase y cada beso, que nos involucra a todos independientemente de edades,
de culturas y caracteres.
Si pudiéramos
estar parados, para ver pasar al lama y a Buda, paseando con Jesús cogidos del
brazo. Que Mahoma predicara la paz sin ser torticero, como estos pregoneros
modernos, presidentes de repúblicas, golpistas de medio pelo que aceptan armas,
a cambio de petróleo o piedras preciosas. Orgía de vanidades, del yo soy más
fuerte que tú, aunque tú seas más astuto imbécil.
En
mitad de la noche espero, clamo porque nazca el día, pero no otro día
cualquiera, uno de verdad, que el amanecer manifieste que este día va a ser
mejor, único, permanente.
Si
levantaran la cabeza, aquellos de nuestros muertos, que perdieron la vida sin
saber porqué ni como, que tuvieran la oportunidad de nuevo, de recibir atención
cuidadosa, de aquellos que los desahuciaron sin ninguna oportunidad, que los
alejaron con el terror dibujado en sus rostros. A los verdugos se les distingue
entre la muchedumbre, porque tienen cara de miedo, son cobardes, te vomitan de
su estómago como si fueras una digestión amarga.
Si
fueran capaces de no establecer comparaciones siempre, como recita la copla,
tanto tienes, tanto vales. La vida no es una ciencia exacta, solo es vida y
basta, no se le puede requerir más, si no somos capaces de dar de nosotros
mismos… ¿de que vale?
El
mundo entero se ha llenado del rocío de la noche, la humedad, la falta de aire
puro, ha viciado nuestros intereses. Si no estuviéramos tan llenos de rabias
injustificadas, de salidas de tono cualquiera que sea, este amanecer será
dorado, no lo marcará la indiferencia. Un poeta, un gran pensador, Tagore, dejó
dicha una frase célebre “Cuanto más miramos cerca nuestro, más distantes
estamos del mundo que nos rodea, hace falta tener perspectiva y levantar la
cabeza, para ser capaces de mirar lejos, donde se pierde el horizonte. Es allí
donde debe mirar el hombre, nuestra vida es, una candela que arde, nos
preocupamos porque se mantenga encendida, pero nunca miramos el candelero que
la sujeta y la alza”.
Él y
otros muchos grandes hombres, murieron solos, solos aunque acompañados de su
soledad, también puede ser una gran amiga, unos murieron en guerras que
eligieron, otros en batallas del pensamiento, aun otros, desarrollando
pensamientos matemáticos, para que en el futuro, nuestro amanecer fuera
exactamente eso, hermoso y sabio.
Si
las fuentes volvieran a manar agua dulce, nuestras lenguas derramarían también,
las cualidades que cada uno de nosotros tenemos, ha menudo escondidas. Pero a
veces, el animal político que todos llevamos dentro nos ciega, queremos dominar
a otros, y hasta cavilamos años enteros para lograrlo. No hay amanecer para
estos, si nos negamos a sostener que esto puede ser así, nunca amanecerá en
nuestros corazones, siempre nos querremos convencer, que no nos hace falta
nadie más, que aquellos que tenemos cerca nuestro.
Estúpidos
haraganes, ni siquiera tienes eso, solo estás mirando a tú propio ombligo, pero
hay todo un mundo ahí afuera, que con el tiempo, también pasará de ti, a ese
mundo no le haces falta alguna, hasta la familia llegará a odiar lo que no
recibe de ti, un futuro.
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