viernes, 4 de julio de 2014

EL AMANECER.


                                        EL AMANECER


Si pudieran resucitar los artistas, si las chicas fueran afectuosas y no besaran por besar, si los dragones volvieran a pelear con los humanos. Que hermosa vida nos esperaría, si viviera Charlot  fuera contemporáneo de Dalí, y que Onamuno discutiera con Aristóteles, juntos todos en un café parisino.
Amanecería de nuevo en el mundo, ahora solo transcurre un día tras otro, con absurda monotonía. Si pudiéramos participar en la revolución francesa, correr por las calles y participar con el pueblo La Bastilla, ¡oh… sería glorioso ese amanecer!
Sería precioso contemplar cada día la aurora boreal en occidente, quedarnos pasmados ante la hermosura de sus colores, de su aparición y su propósito. Si pudiéramos asistir al Areópago griego, para ver a los sabios, concordar o discrepar de los razonamientos del filósofo de turno… Si solo pudiéramos hacer algo de todo esto, si pudiéramos cerrar los cuarteles, hacer que los soldados volvieran a la escuela, que las becarias de las oficinas, pudieran tener oportunidades válidas, que no tuvieran que depender de jefes con ojos lustrosos para ganarse el pan.
Si los matrimonios que ya no se quieren, se abandonaran cada uno a su suerte, y no siguieran unidos por intereses materiales, el dinero. Si las campanas callaran y dieran paso a otras voces, si el terror de la guerra acabara, para aterrorizar a los que las proponen. Si los que te quieren no lo dijeran y dejaran saber su cariño con besos y amores.
¡Que amaneceres nos procuraría esto… que gozo, cuantas flores! En todas las esquinas esperaríamos, en cada bulevar, bajo cada puente valdría la pena esperar, hasta que llegara el amanecer que esperas. Deseo universal, sano y puro, que implica cada frase y cada beso, que nos involucra a todos independientemente de edades, de culturas y caracteres.
Si pudiéramos estar parados, para ver pasar al lama y a Buda, paseando con Jesús cogidos del brazo. Que Mahoma predicara la paz sin ser torticero, como estos pregoneros modernos, presidentes de repúblicas, golpistas de medio pelo que aceptan armas, a cambio de petróleo o piedras preciosas. Orgía de vanidades, del yo soy más fuerte que tú, aunque tú seas más astuto imbécil.
En mitad de la noche espero, clamo porque nazca el día, pero no otro día cualquiera, uno de verdad, que el amanecer manifieste que este día va a ser mejor, único, permanente.
Si levantaran la cabeza, aquellos de nuestros muertos, que perdieron la vida sin saber porqué ni como, que tuvieran la oportunidad de nuevo, de recibir atención cuidadosa, de aquellos que los desahuciaron sin ninguna oportunidad, que los alejaron con el terror dibujado en sus rostros. A los verdugos se les distingue entre la muchedumbre, porque tienen cara de miedo, son cobardes, te vomitan de su estómago como si fueras una digestión amarga.
Si fueran capaces de no establecer comparaciones siempre, como recita la copla, tanto tienes, tanto vales. La vida no es una ciencia exacta, solo es vida y basta, no se le puede requerir más, si no somos capaces de dar de nosotros mismos… ¿de que vale?
El mundo entero se ha llenado del rocío de la noche, la humedad, la falta de aire puro, ha viciado nuestros intereses. Si no estuviéramos tan llenos de rabias injustificadas, de salidas de tono cualquiera que sea, este amanecer será dorado, no lo marcará la indiferencia. Un poeta, un gran pensador, Tagore, dejó dicha una frase célebre “Cuanto más miramos cerca nuestro, más distantes estamos del mundo que nos rodea, hace falta tener perspectiva y levantar la cabeza, para ser capaces de mirar lejos, donde se pierde el horizonte. Es allí donde debe mirar el hombre, nuestra vida es, una candela que arde, nos preocupamos porque se mantenga encendida, pero nunca miramos el candelero que la sujeta y la alza”.   
Él y otros muchos grandes hombres, murieron solos, solos aunque acompañados de su soledad, también puede ser una gran amiga, unos murieron en guerras que eligieron, otros en batallas del pensamiento, aun otros, desarrollando pensamientos matemáticos, para que en el futuro, nuestro amanecer fuera exactamente eso, hermoso y sabio.
Si las fuentes volvieran a manar agua dulce, nuestras lenguas derramarían también, las cualidades que cada uno de nosotros tenemos, ha menudo escondidas. Pero a veces, el animal político que todos llevamos dentro nos ciega, queremos dominar a otros, y hasta cavilamos años enteros para lograrlo. No hay amanecer para estos, si nos negamos a sostener que esto puede ser así, nunca amanecerá en nuestros corazones, siempre nos querremos convencer, que no nos hace falta nadie más, que aquellos que tenemos cerca nuestro.
Estúpidos haraganes, ni siquiera tienes eso, solo estás mirando a tú propio ombligo, pero hay todo un mundo ahí afuera, que con el tiempo, también pasará de ti, a ese mundo no le haces falta alguna, hasta la familia llegará a odiar lo que no recibe de ti, un futuro.


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