NO ESTÁ MUY LEJOS
Mire
usted, vaya por este camino hasta que encuentre el paso a nivel sin barreras,
ándese con ojo que por aquí pasa el tren a toda leche… se lo advierto. Gracias señor, ¿podría ser un poco más
concreto, cuantos kilómetros hay desde el paso a nivel? Ah, yo eso no lo he contado nunca mire
usted, lo que si le puedo decir, es que yo he ido a esta ermita en la romería y
he tardado más o menos, tres cuartos de hora.
¡Yo creía que estaba más lejos…! bueno pues gracias. De nada, vayan ustedes con dios que falta
les hará. ¿Cómo dice? No nada,nada que tengan una buena excursión
y eso…
El
matrimonio desde jóvenes han sido buenos senderistas, con sus modestas mochilas
van a buen paso, pero Julieta, su hija de catorce años, lleva rato quejándose
de que la hayan obligado a ir con ellos.
Papa paremos un poco, déjame que coma algo, estoy muerta de hambre, solo
he comido los cereales en casa, y ahora un cruasán con un cortado en el pueblo
ese. Venga venga, que ya falta poco,
esfuérzate un poco hija, ¡ya verás que cosa guapa nos espera allí arriba! Modesto el padre, marca el paso, Julia su
mujer le sigue sin problema, está acostumbrada a andar, van todos bien calzados
con zapatos de montaña, suela dura para que no se les claven las piedras.
Nena,
¿tú ves el paso del tren sin barreras?
Que coño voy a ver…, tú vas delante, lo tendrías que ver antes que
nadie. No, yo lo decía por si acaso lo
habías visto, por nada más. Papa, para
un poco hombre, déjame comerme el bocadillo, sino no voy a poder seguir te lo
advierto. ¡Mira allí está, ya lo veo! Menos mal, cuando lleguemos al paso paramos
¿vale? Bueno vale.
Pues
no ha sido tan difícil la caminata, lo que pasa que la última bajada es un
rompepiernas. Si chico y que lo digas,
¡joder estoy medio entumecida!, tengo los gemelos que no me los siento. ¡Venga, levantad este ánimo…! Se paran al lado de la vía, la han cruzado y
se protegen del sol debajo de un pino hermosísimo, cada cual saca su bocadillo
y comen, el padre de pie, doblando y estirando las piernas, da pequeños
saltitos para no enfriarse demasiado.
Bueno venga, que a lo tonto a lo tonto, llevamos aquí media hora larga
ya. ¿Sabes que te digo mama? que ojalá
me hubierais dejado quedarme en casa de Carmen, seguro que ahora se está
bañando en la piscina de la urbanización comiéndose un helado. Y rodeada de moscardones, anda que las compañías
de la golfilla esa que tienes de amiga…
Ya está, ya lo ha dicho ella.
Pues claro que sí, lo digo porque es la verdad, y no me hagas hablar…
que sabes que tengo razón.
Reanudan
la marcha, uno tras otro, sin prisa pero sin pausa, comienzan a subir el
sendero que está señalado con tablas de color amarillo y blanco en forma de
flecha, hay un tramo que es muy pedregoso y angosto, las dos mujeres van de
pantalón tejano corto, comienzan a tener arañazos de las zarzas que hay a los
lados. Modesto va mejor equipado, de pantalón largo de algodón con parches
negros de refuerzo en el trasero y las rodillas, si conviene lo puede hacer
corto, solo debe correr una cremallera a la altura de las rodillas, pronto se
distancian unos de otros. Modesto
espera un poco, que nos estamos destrozando las piernas. Desde
luego como sois chicas, mira que os lo he dicho antes de salir de casa, ¡poneos
los pantalones largos…!. Bueno vale
ya, ya está hecho, ¡no vamos a volver a casa a cambiarnos…! Ya lo sé ya, que me vas a contar que no
sepa. Papa, empiezo a estar hasta el
higo de la puñetera excursión ¿vale? Lo
que tú digas, pero camina joder, que a este paso no llegamos ni pasado mañana. Oye Modesto no le hables así a la chiquilla
¿he?, al fin y al cabo tú has sido la que la ha obligado a venir aquí. Huy ya
verás…, es un sitio maravilloso…, veremos una flora y una fauna que jamás has
visto en la ciudad…, que bonito que es todo allí… Vaya por dios, ya te sale la vena
sarcástica ¿no?
Y la
subida que no se acaba, después de una hora subiendo, chorreando de sudor los
tres por los cuatro costados, llegan a una zona de labranza. Al fondo del campo
se divisan a un pastor con ovejas y cabras.
¡Mirad que bonita estampa!
Bonita estampa… que te jodan por detrás
-dice la madre entre dientes-.
Julieta dice con ironía ¡Pero
si aquí hay vida…! Descansad aquí un
momento que voy a preguntarle al pastor cuanto nos queda. ¿Y que le vas a preguntar, cuanto nos queda
para morir?, ¡si me estoy desangrando coño! mira que piernas llevo. Modesto pasa del comentario de su mujer,
camina hacia el pastor con fuerzas renovadas al ver a los animales. ¿Qué pasa buen hombre, como andamos? Que
raro, el hombre se mira las alpargatas y sonriendo levanta la vista hacia
Modesto, el pobre tiene cara de pasmado, debe de ser un tontito que cuida de
este rebaño, con el calor que hace, y el hombre va vestido de pana, americana y
todo oye, ¡que pasada!, con una faja negra de algodón que lo menos le da cinco
vueltas a la cintura, y una boina calada hasta las cejas. Mire usted, estamos mi familia y yo buscando
la ermita del Cristo desconsolado, ¿a cuanto queda de aquí? ¿falta mucho para
llegar? El hombre, que se conoce que se
afeita de tanto en tanto, le hace un gesto con la mano, le indica con la mano
una roca que bifurca un camino. Ah, es
por aquí ¿verdad? Afirma con la cabeza
sin decir palabra. Modesto se da la media vuelta y regresa con sus mujeres.
Que
me ha dicho el pastor, que falta muy poco, en el siguiente recodo del camino
este que hay delante la veremos. Desanimadas las dos, después de haberse
refrescado las piernas ardiendo, de la hinchazón provocada por los pinchazos
recibidos en el camino, cargan con las mochilas y cruzan el campo, hasta la
roca que le ha indicado el pastor a Modesto.
Papa, tenemos que encontrar agua, la hemos gastado mojando los pañuelos
del cuello para pasárnoslas por las piernas, vamos hechas unos ciscos. Vale no os preocupéis, aquí tienen que
haber fuentes a mansalva, sino no habría estanque, ¡ya veréis que aguas más
buenas! ¿Y tú como lo sabes si es la
primera vez que vienes aquí? -le replica
Julia- . Pues porque lo sé y basta, viene en la guía Campsa. ¿Cuál guía, la que hay en casa? Claro ¿cuál va a ser? Te lo digo, por si no te acuerdas… que esta
guía es de hace ocho años. Y eso que
más da, los lugares no cambian de sitio, cambian las tiendas y el sentido de
las calles, puede que hayan hecho alguna autopista nueva, ¿pero un lugar
turístico como este…? Joder papa, muy
turístico no puede ser, yo no he visto más que al tonto ese del pastor. Tú eres muy lista niña, deja hacer a las
personas mayores, que son las que te pueden enseñar, anda.
A
trotar se ha dicho, y han de trotar, porque de otra forma, no habría forma de
subir la puñetera cuesta que lleva ve tú a saber donde. Los tres con la lengua
fuera, paran en una revuelta del camino, solo llevan un litro de agua, la de
Modesto que ahora sí, muerto de sed echa un trago. El resto lo apuran las dos
mujeres, Julia además tiene la regla y claro… no es lo mismo que no tenerla, le
ha venido hace tres días y entre el sangrado lógico de cada mes y el de las
piernas, que ahora llevan las dos, como salchichas de frankfurt pero a lo
bestia, la sed se duplica o se triplica, eso aun no se sabe de lo cierto.
¡Me
cago en la leche…! vaya tela marinera, ves, ahora empiezo a estar cansado yo
también. No te apures, vamos, que solo queda un
recodo, ¡ya verás cuando lleguemos a la ermita!, lo guapo que es todo aquello,
los árboles, los pajaritos, el lago, las fuentes de agua. Bueno, ¿vale ya no? hostia, si lo llego a
saber vengo solo, así si me hubiera perdido por entre estas montañas, saldría
ganando, ¡encima ironías a tajo! que no soy tú enemigo guapa, que soy tú
marido. Ya me doy cuenta ya, eso… ¿me
lo dices o me lo cuentas? ¡Iros a
hacer puñetas anda! Julieta ha sacado el
móvil del bolsillo del pantalón, no hay cobertura, pero si dice la hora que es,
¡coño las trece cincuenta! Papa, ¿no
decías que nos bañaríamos en el lago, y luego tranquilamente comeríamos? Sí, claro.
Pues son las dos menos diez, por si no te has dado cuenta. El
viejo del pueblo nos ha tomado el pelo bien tomado. No, si ahora va a resultar que es culpa de
aquel pobre hombre que estemos en esta situación. La gente de campo cuenta el
tiempo de otra forma, ¿o no lo sabías, sabio?
Modesto
está sentado en una roca con marcas de pintura, que indican que esta es la ruta
a seguir, con los brazos apoyados en las rodillas y la cabeza gacha, piensa un
poco. Julia sabe que está pensando, pero no sabe el que. Bueno ¿qué hacemos capitán? Mira, Julia… ¿Qué mire
el que? Papa, si te parece bien
quedaros aquí los dos, voy a seguir un poco más adelante haber que encuentro,
no os apuréis no voy a salirme del camino para nada, más cagada de miedo que
estoy yo, no lo está nadie aquí.
Emprende la marcha descargada, sube apoyando las manos sobre las
rodillas, no se puede poner derecha, pero sube. Ha pasado más de media hora,
sus padres están inquietos. Vamos a
subir nosotros también Julia, ¡haber si se ha perdido…! Después de diez minutos
subiendo, Julia comienza a llamarla, nada, siguen subiendo. Cuando pasan estas
cosas, el pánico puede fácilmente apoderarse de uno, sin saber como aceleran el
paso, es la adrenalina la que los fuerza a subir. El camino de repente se allana,
llaman de nuevo los dos. ¡Julieta,
Julieta….! Caminad un poco más que
estoy aquí, a cincuenta pasos.
¡Por
fin encuentran la ermita…! Julieta está bajo un toldo bastante grande, un viejo
hablando con ella sentado, en una silla pequeña de anea, ella en un pequeño
banco a su lado. Atada a un árbol hay una mula con unas alforjas vacías, lo que
cargaba está en el suelo a un lado. Me
cago en todo… ¿usted no es el señor que nos indicó el camino en el pueblo? Si señor, para servirlo, Rafael es mi
nombre. ¡Hombre, usted también… ya le
vale! No le comprendo señor, ¿qué quiere
usted decir? Pues eso, que nos hemos
dejado la piel para llegar hasta aquí. ¿Por donde ha subido usted? ¿Acaso le he preguntado yo, por donde lo ha
hecho usted? No, pero… es que no se
imagina lo que hemos sufrido, por el camino ese de mierda, ¿que tiene usted
ahí? Pues un poco de todo, refrescos,
agua fresca, embutidos y pan, ah, y algunos helados que subo los fines de
semana para los caminantes. No se ven muchos porque esto ha cambiado, ya no hay
lago, ni el arroyo que bajaba antes desde la montaña, lo han desviado a una
presa que se construyó hace ocho años.
Mama siéntate aquí toma agua, que buena falta te hace. Gracias hija, glu,glu,glu. Papa hay que pagarle a este señor, la botella
de agua y un chorizo que me ha dado a probar y que me llevo para casa.
¿Qué
le debo caballero? Pues todo, si no
quieren nada más, son treinta euros. ¿Cómo…? Ah. Esto usted verá, si quiere comer coma,
yo hace rato que he comido, ahora me queda tomar el café, y de aquí a dos horas,
me voy para abajo de nuevo. Si le
parece, bajaremos con usted. El monte
es de todos, pero cuando lleguemos al rio tendrán que buscar la forma de
cruzarlo, yo lo hago a lomos de mi mula.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario