sábado, 12 de julio de 2014

NO ESTÁ MUY LEJOS


                                                   NO ESTÁ MUY LEJOS


Mire usted, vaya por este camino hasta que encuentre el paso a nivel sin barreras, ándese con ojo que por aquí pasa el tren a toda leche… se lo advierto.    Gracias señor, ¿podría ser un poco más concreto, cuantos kilómetros hay desde el paso a nivel?     Ah, yo eso no lo he contado nunca mire usted, lo que si le puedo decir, es que yo he ido a esta ermita en la romería y he tardado más o menos, tres cuartos de hora.    ¡Yo creía que estaba más lejos…! bueno pues gracias.    De nada, vayan ustedes con dios que falta les hará.    ¿Cómo dice?    No nada,nada que tengan una buena excursión y eso…
El matrimonio desde jóvenes han sido buenos senderistas, con sus modestas mochilas van a buen paso, pero Julieta, su hija de catorce años, lleva rato quejándose de que la hayan obligado a ir con ellos.    Papa paremos un poco, déjame que coma algo, estoy muerta de hambre, solo he comido los cereales en casa, y ahora un cruasán con un cortado en el pueblo ese.    Venga venga, que ya falta poco, esfuérzate un poco hija, ¡ya verás que cosa guapa nos espera allí arriba!  Modesto el padre, marca el paso, Julia su mujer le sigue sin problema, está acostumbrada a andar, van todos bien calzados con zapatos de montaña, suela dura para que no se les claven las piedras.
Nena, ¿tú ves el paso del tren sin barreras?    Que coño voy a ver…, tú vas delante, lo tendrías que ver antes que nadie.    No, yo lo decía por si acaso lo habías visto, por nada más.    Papa, para un poco hombre, déjame comerme el bocadillo, sino no voy a poder seguir te lo advierto.    ¡Mira allí está, ya lo veo!    Menos mal, cuando lleguemos al paso paramos ¿vale?    Bueno vale.
Pues no ha sido tan difícil la caminata, lo que pasa que la última bajada es un rompepiernas.    Si chico y que lo digas, ¡joder estoy medio entumecida!, tengo los gemelos que no me los siento.    ¡Venga, levantad este ánimo…!  Se paran al lado de la vía, la han cruzado y se protegen del sol debajo de un pino hermosísimo, cada cual saca su bocadillo y comen, el padre de pie, doblando y estirando las piernas, da pequeños saltitos para no enfriarse demasiado.     Bueno venga, que a lo tonto a lo tonto, llevamos aquí media hora larga ya.    ¿Sabes que te digo mama? que ojalá me hubierais dejado quedarme en casa de Carmen, seguro que ahora se está bañando en la piscina de la urbanización comiéndose un helado.  Y rodeada de moscardones, anda que las compañías de la golfilla esa que tienes de amiga…    Ya está, ya lo ha dicho ella.    Pues claro que sí, lo digo porque es la verdad, y no me hagas hablar… que sabes que tengo razón.
Reanudan la marcha, uno tras otro, sin prisa pero sin pausa, comienzan a subir el sendero que está señalado con tablas de color amarillo y blanco en forma de flecha, hay un tramo que es muy pedregoso y angosto, las dos mujeres van de pantalón tejano corto, comienzan a tener arañazos de las zarzas que hay a los lados. Modesto va mejor equipado, de pantalón largo de algodón con parches negros de refuerzo en el trasero y las rodillas, si conviene lo puede hacer corto, solo debe correr una cremallera a la altura de las rodillas, pronto se distancian unos de otros.    Modesto espera un poco, que nos estamos destrozando las piernas.    Desde luego como sois chicas, mira que os lo he dicho antes de salir de casa, ¡poneos los pantalones largos…!.    Bueno vale ya, ya está hecho, ¡no vamos a volver a casa a cambiarnos…!     Ya lo sé ya, que me vas a contar que no sepa.    Papa, empiezo a estar hasta el higo de la puñetera excursión ¿vale?     Lo que tú digas, pero camina joder, que a este paso no llegamos ni pasado mañana.    Oye Modesto no le hables así a la chiquilla ¿he?, al fin y al cabo tú has sido la que la ha obligado a venir aquí. Huy ya verás…, es un sitio maravilloso…, veremos una flora y una fauna que jamás has visto en la ciudad…, que bonito que es todo allí…    Vaya por dios, ya te sale la vena sarcástica ¿no?    
Y la subida que no se acaba, después de una hora subiendo, chorreando de sudor los tres por los cuatro costados, llegan a una zona de labranza. Al fondo del campo se divisan a un pastor con ovejas y cabras.    ¡Mirad que bonita estampa!    Bonita estampa… que te jodan por detrás  -dice la madre entre dientes-.    Julieta dice con ironía    ¡Pero si aquí hay vida…!    Descansad aquí un momento que voy a preguntarle al pastor cuanto nos queda.    ¿Y que le vas a preguntar, cuanto nos queda para morir?, ¡si me estoy desangrando coño! mira que piernas llevo.  Modesto pasa del comentario de su mujer, camina hacia el pastor con fuerzas renovadas al ver a los animales.     ¿Qué pasa buen hombre, como andamos? Que raro, el hombre se mira las alpargatas y sonriendo levanta la vista hacia Modesto, el pobre tiene cara de pasmado, debe de ser un tontito que cuida de este rebaño, con el calor que hace, y el hombre va vestido de pana, americana y todo oye, ¡que pasada!, con una faja negra de algodón que lo menos le da cinco vueltas a la cintura, y una boina calada hasta las cejas.    Mire usted, estamos mi familia y yo buscando la ermita del Cristo desconsolado, ¿a cuanto queda de aquí? ¿falta mucho para llegar?  El hombre, que se conoce que se afeita de tanto en tanto, le hace un gesto con la mano, le indica con la mano una roca que bifurca un camino.    Ah, es por aquí ¿verdad?  Afirma con la cabeza sin decir palabra. Modesto se da la media vuelta y regresa con sus mujeres.
Que me ha dicho el pastor, que falta muy poco, en el siguiente recodo del camino este que hay delante la veremos. Desanimadas las dos, después de haberse refrescado las piernas ardiendo, de la hinchazón provocada por los pinchazos recibidos en el camino, cargan con las mochilas y cruzan el campo, hasta la roca que le ha indicado el pastor a Modesto.    Papa, tenemos que encontrar agua, la hemos gastado mojando los pañuelos del cuello para pasárnoslas por las piernas, vamos hechas unos ciscos.    Vale no os preocupéis, aquí tienen que haber fuentes a mansalva, sino no habría estanque, ¡ya veréis que aguas más buenas!    ¿Y tú como lo sabes si es la primera vez que vienes aquí?  -le replica Julia- . Pues porque lo sé y basta, viene en la guía Campsa.    ¿Cuál guía, la que hay en casa?    Claro ¿cuál va a ser?    Te lo digo, por si no te acuerdas… que esta guía es de hace ocho años.    Y eso que más da, los lugares no cambian de sitio, cambian las tiendas y el sentido de las calles, puede que hayan hecho alguna autopista nueva, ¿pero un lugar turístico como este…?    Joder papa, muy turístico no puede ser, yo no he visto más que al tonto ese del pastor.   Tú eres muy lista niña, deja hacer a las personas mayores, que son las que te pueden enseñar, anda.
A trotar se ha dicho, y han de trotar, porque de otra forma, no habría forma de subir la puñetera cuesta que lleva ve tú a saber donde. Los tres con la lengua fuera, paran en una revuelta del camino, solo llevan un litro de agua, la de Modesto que ahora sí, muerto de sed echa un trago. El resto lo apuran las dos mujeres, Julia además tiene la regla y claro… no es lo mismo que no tenerla, le ha venido hace tres días y entre el sangrado lógico de cada mes y el de las piernas, que ahora llevan las dos, como salchichas de frankfurt pero a lo bestia, la sed se duplica o se triplica, eso aun no se sabe de lo cierto.
¡Me cago en la leche…! vaya tela marinera, ves, ahora empiezo a estar cansado yo también.    No te apures, vamos, que solo queda un recodo, ¡ya verás cuando lleguemos a la ermita!, lo guapo que es todo aquello, los árboles, los pajaritos, el lago, las fuentes de agua.    Bueno, ¿vale ya no? hostia, si lo llego a saber vengo solo, así si me hubiera perdido por entre estas montañas, saldría ganando, ¡encima ironías a tajo! que no soy tú enemigo guapa, que soy tú marido.    Ya me doy cuenta ya, eso… ¿me lo dices o me lo cuentas?    ¡Iros a hacer puñetas anda!  Julieta ha sacado el móvil del bolsillo del pantalón, no hay cobertura, pero si dice la hora que es, ¡coño las trece cincuenta!    Papa, ¿no decías que nos bañaríamos en el lago, y luego tranquilamente comeríamos?    Sí, claro.   Pues son las dos menos diez, por si no te has dado cuenta.    El viejo del pueblo nos ha tomado el pelo bien tomado.   No, si ahora va a resultar que es culpa de aquel pobre hombre que estemos en esta situación. La gente de campo cuenta el tiempo de otra forma, ¿o no lo sabías, sabio?  
Modesto está sentado en una roca con marcas de pintura, que indican que esta es la ruta a seguir, con los brazos apoyados en las rodillas y la cabeza gacha, piensa un poco. Julia sabe que está pensando, pero no sabe el que.   Bueno ¿qué hacemos capitán?   Mira, Julia…    ¿Qué mire el que?   Papa, si te parece bien quedaros aquí los dos, voy a seguir un poco más adelante haber que encuentro, no os apuréis no voy a salirme del camino para nada, más cagada de miedo que estoy yo, no lo está nadie aquí.  Emprende la marcha descargada, sube apoyando las manos sobre las rodillas, no se puede poner derecha, pero sube. Ha pasado más de media hora, sus padres están inquietos.    Vamos a subir nosotros también Julia, ¡haber si se ha perdido…! Después de diez minutos subiendo, Julia comienza a llamarla, nada, siguen subiendo. Cuando pasan estas cosas, el pánico puede fácilmente apoderarse de uno, sin saber como aceleran el paso, es la adrenalina la que los fuerza a subir. El camino de repente se allana, llaman de nuevo los dos.   ¡Julieta, Julieta….!    Caminad un poco más que estoy aquí, a cincuenta pasos.
¡Por fin encuentran la ermita…! Julieta está bajo un toldo bastante grande, un viejo hablando con ella sentado, en una silla pequeña de anea, ella en un pequeño banco a su lado. Atada a un árbol hay una mula con unas alforjas vacías, lo que cargaba está en el suelo a un lado.    Me cago en todo… ¿usted no es el señor que nos indicó el camino en el pueblo?    Si señor, para servirlo, Rafael es mi nombre.    ¡Hombre, usted también… ya le vale!   No le comprendo señor, ¿qué quiere usted decir?    Pues eso, que nos hemos dejado la piel para llegar hasta aquí. ¿Por donde ha subido usted?    ¿Acaso le he preguntado yo, por donde lo ha hecho usted?    No, pero… es que no se imagina lo que hemos sufrido, por el camino ese de mierda, ¿que tiene usted ahí?    Pues un poco de todo, refrescos, agua fresca, embutidos y pan, ah, y algunos helados que subo los fines de semana para los caminantes. No se ven muchos porque esto ha cambiado, ya no hay lago, ni el arroyo que bajaba antes desde la montaña, lo han desviado a una presa que se construyó hace ocho años.   Mama siéntate aquí toma agua, que buena falta te hace.    Gracias hija, glu,glu,glu.   Papa hay que pagarle a este señor, la botella de agua y un chorizo que me ha dado a probar y que me llevo para casa.
¿Qué le debo caballero?    Pues todo, si no quieren nada más, son treinta euros.   ¿Cómo…?    Ah. Esto usted verá, si quiere comer coma, yo hace rato que he comido, ahora me queda tomar el café, y de aquí a dos horas, me voy para abajo de nuevo.   Si le parece, bajaremos con usted.   El monte es de todos, pero cuando lleguemos al rio tendrán que buscar la forma de cruzarlo, yo lo hago a lomos de mi mula.


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