EL SUEÑO
A
veces, cuando estoy despierto sueño, es un sueño indefinible, estoy consciente,
y es precisamente esto, lo que hace que estos sueños sean peculiares. Paseo y
me encuentro con mucha gente, tanta que apenas caminar puedo, entonces, me
asalta el sueño de flotar sobre la gente, sin embargo… ¿cómo puedo hacerlo? Simplemente,
me subo en mi alfombra mágica y vuelo, cómodamente sentado, sobre este tapiz mágico,
navego. Ladeo mi cuerpo sin sujetarme a nada, como suspendido en el cielo, y mi
alfombra me lleva haya donde quiero.
Puede
resultar absurdo, lo sé, pero es mi sueño, y con mis sueños hago lo que quiero,
son míos y de nadie más. Si me canso de estar sentado me acomodo y me recuesto,
absorbo el aroma de los árboles y plantas, que con su peculiar aroma llega
desde el suelo.
No
me doy cuenta de ello, pero seguro que voy sonriendo, me siento poderoso y
seguro en este sueño de hoy, que mañana, ya se verá cual tengo. No me bajo de
esta alfombra, es mía y la aparco donde yo quiero, además es invisible y
precisamente esto, hace que mi mente flote, que se mantenga en silencio,
anuente a todo lo que pasa a mi alrededor, pero ausente de lo negativo, de lo
poco importante, de lo necio y absurdo que pueda contrariarme.
¿De
qué manera puedo explicarlo, a quién puede interesar estos delirios mágicos?,
va, lo dejo para los demás, los que quieran entenderlo no podrán hacerlo jamás.
Los sueños son inimitables, lo tengo comprobado, en ocasiones hablo con gente,
les cuento lo que he soñado. Algunos me dicen que ellos sueñan despiertos
también, que sueñan con cosas materiales, cuando compran lotería, esperan que
les toque, y por un instante, piensan en lo que van a hacer, si su número sale
premiado.
De
estas cosas no entiendo, jamás he jugado a nada, loterías quinielas, números de
la ONCE… ¿para que hacerlo si hay otros que lo necesitan más que yo?, lo dejo
correr y sigo soñando, ahora lo hago durmiendo. Hoy no he tenido suerte, he caído
por un barranco, y a punto de tocar fondo, me he despertado con un susto de
cuidado. Haber mañana que tal va…, vuelvo a la calle la mañana siguiente, esta
vez sueño por otros, por esta señora que va delante de mí, arrastrando el
carrito de la compra, apoyándose en él cual si fuera su bastón, camina de forma
lenta, es viejecita y no da más de sí su cuerpo, procura no tropezar con nada
ni nadie. Sería mi ruina si caigo, poco
a poco Teresina, que con un mal paso, puedes echar a perder la cadera si caes
al suelo, despacito y buena letra, que nadie te espera en casa, ya lo tienes
todo hecho. ¡Que ganas de llegar tengo!, con el calor que comienza a hacer,
después de comer me echaré una siesta.
¡Caray
mira, si es José…! Que tal te va amigo mío.
Mal chico, al final el taller ha cerrado, ahora si que… me he quedado en
la calle, voy a recoger los papeles para apuntarme al paro. A Fina se le ha
terminado la ayuda, como me espabile, dentro de nada nos quedamos en la calle.
Haber lo que me corresponde de paro, porque con cincuenta años ya, ¿dónde voy a
encontrar trabajo?, no he hecho otra cosa en mi vida, más que reparar coches, ¿qué
quieres que te diga?, estoy desanimado, tocado y hundido, como cuando jugábamos
a hundir la flota, recuerdas ¿no?
Claro, como voy a olvidarlo… pero permíteme una sugerencia, sigue
soñando, yo lo hago cada día, y en ocasiones los sueños, aunque son un punto y
aparte de nuestra consciencia, ayudan a llevar mejor los asuntos diarios. No te comprendo, ¿qué quieres decir con eso? Que los sueños son una más de las fronteras
por las que el ser humano pasa, y como todo en la vida, muchas veces terminan
cumpliéndose.
Por
fin he cumplido un sueño, tengo un garaje grande que no uso, más que para
guardar el viejo coche que ya no conduzco, lo dejaré en la calle. Voy a decirle
a Martí, que si quiere yo lo ayudo a establecerse por su cuenta, es un
comienzo, un sueño, algo que puede llegar a ser verdad, algo palpable. Tiene
sus herramientas, eso me consta, yo tengo otras pocas, ahora solo falta buscar
clientes, que quieran reparar su coche, de ahí al cielo.
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