lunes, 14 de julio de 2014

ORDENO Y MANDO


                                        ORDENO Y MANDO


Quien manda, dondequiera que sea que lo haga, debería olvidar esta pequeña historia que no es un invento, es como digo, historia. El como he llegado a saber de estos acontecimientos es fácil deducirlo, los he vivido, forman parte de una etapa de mi vida, y sus protagonistas son, mis abuelos maternos.
Mi abuela, gente sencilla, criada en cortijos de Andalucía, siempre fue una persona, desde que era joven, a la que le chiflaban los uniformes, fueran militares y de cualquier arma, hasta los de la Guardia Civil, que también tienen uniformes de gala, desfilan el día de la victoria o cuando es el patrón o patrona de determinada arma, tierra, mar o aire.
Con el correr de los años, mi abuela se fijó en quién sería después mi abuelo materno. De estatura regular, siempre con el pecho fuera, la cabeza levantada… así era él, y claro, mi abuela se enamoró de él. Había estudiado en la academia militar de Toledo, allí les enseñaban estrategia, dotes de mando, uso de armamento, eso a los que aspiraban a mandos gordos, a los que estaban en la cadena de mando vamos.
Entonces la República era la forma política de España, y mi abuelo la juró, por convencimiento no por conveniencias, así le fue después. Destinado a África, hizo la guerra contra los moros, a la vez que reclutaban, a aquellos que querían alistarse al ejército republicano. Los acontecimientos, quisieron que perdieran aquella guerra, aunque se establecieron lugares donde los españoles quedaron al mando, hasta hoy día.
Mi abuelo llegó a comandante, se conoce que tenía buen ojo para la estrategia, compartía compañía con Francisco Franco y Bahamonde, hicieron la guerra juntos allí en África. Franco se sublevó contra el gobierno establecido en España, el rey estaba en el exilio, Alfonso XIII y su familia, pero mi abuelo dijo que el no iba a pelear contra los republicanos, era uno de ellos, no iba a matar a sus hermanos. Franco se la juró, a él y otros muchos con la misma convicción republicana.
Con el golpe de estado que dio, murieron mucha gente inocente, muchísima  -no hay razón ara recordar cuantos, solo que era gente buena, convencida de los valores que habían heredado, muchos de ellos-.    Juan que te vengas conmigo a España, vamos a echar de ahí a estos rojos descamisados.    No, yo no voy, si acaso me retiro de la carrera militar y ya está.   De eso nada, si no estás conmigo, estás contra mí.  Lo mismo que dijo Jesucristo en su día a los discípulos.    Pues bueno, si quieres entenderlo así, que así sea.  Que es como decir Amén.
En definitiva que mi abuelo se sublevó, desde el punto de vista de Franco, claro. Cuando mi abuelo, no por llevar la contraria a nadie, sino más bien para ayudar, se puso del lado de la República, la  jodió bien jodida. Lo persiguieron y lo encarcelaron, tres años y pico se los pasó en Montjuich, Barcelona, por traidor a la patria, ¡tócate los cojones y baila! Mi abuela a base de ruegos y suplicatorios a oficiales que conocía de la guerra de África, y conociendo estos quién era don Juan Fantova  -mi abuelo-, al final lo soltaron.
Otros muchos no vieron más el sol al ser encerrados allí, de la celda al paredón y ¡zas!, fusilados. Cuando mi abuelo salió de allí, alguien le encontró un trabajo en una fábrica de papel de estado en San Baudilio Del Llobregat, pero de encargado, nada de ser obrero, él iba siempre de traje, corbata y sombrero, complemento imprescindible entonces para cualquiera que quisiera mandar algo, y más de su rango, encargado. Pero chico, todo era llegar a casa, todos vivíamos bajo el mismo techo, mis padres, mis abuelos y los tres hermanos, y era otro oye, yo no sé que le darían allí en la fábrica, a lo mejor se drogaba con algo que le hacía efecto después de unas horas…
Todo era entrar por la puerta y ya la estaba armando, a mí no, nunca, era, no sé porqué, su nieto preferido, sería porque llevaba su nombre, digo yo. El caso es que nos acojonaba a todos con una pistola que tenía de cuando era militar, tenía licencia de armas, en cuanto empinaba el codo un poco… todo dios firme y con las rodillas chasqueando una contra la otra. ¡Coño, que nos teníamos que esconder debajo de la cama de mis padres, con la habitación cerrada a cal y canto! Que eso marca no creas, que tenía luego unos sueños… que flipaba. El sable de ataque, todo el correaje, la gorra y el uniforme, todo lo guardaba en un armario del recibidor, pero la pistola no, la pistola, una Luger semiautomática, esta la tenía en algún lugar del armario de su habitación.
Mi abuela, no sin razón, le liaba unas broncas de cuidado    Un día de estos tendremos un disgusto, borracho de mierda.  No bebía durante la semana, ni una gota, por lo menos que lo viéramos nosotros, pero el sábado amigo mío, era otro cantar    Paca, me voy a buscar tabaco…  Y ya no se le veía el pelo, hasta la madrugada del domingo al lunes. ¡Y como llegaba a casa madre mía…! a veces, muchas veces, lo traía a casa el vigilante del barrio, o el sereno, que por aquellos años, eran figuras importantes en la ciudad, muy bien consideradas.
Llegó el tiempo, en el que se hizo insoportable su comportamiento. Ser republicano, no garantiza ser una persona íntegra, eso es evidente, ni nacional, o sea, franquista.    ¡Me cago en dios Paca… déjame salir de casa, te lo digo de buenas maneras he…!     Que no, que estoy hasta el higo de te gastes el sueldo en vino y vermut, ya está bien, se ha acabado.  Al final, cuando se le acercaba mucho, mi abuela le arreaba con una sartén de acero, en la cara o la cabeza, donde le pillaba. La economía no estaba entonces como para echar bengalas al aire, la posguerra, jodió todo el sistema de vida de los españoles, había trabajo pero… no hasta el punto de ganar lo suficiente para alquilar un piso.
Total, que de pasar a ser un mandón de esos con estilo, quiero decir con estudios y todo, pasó a ser un postrado, tuvo que claudicar ante la fuerza que ofreció la familia. De forma que eso de ordeno, mando y que se haga pronto, no es garantía de nada, no garantiza que las cosas se hagan mejor, con mejor actitud, de eso nada. No es cuestión de mandar, es más bien, cuestión de saber convivir con los demás, con la mejor armonía posible.



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