ACUÉSTATE AQUÍ A MI LADO
Me costó bastante tiempo llegar a amarla. Decir a alguien a
quién deseas “te amo” es bastante gratuito, es como decir “mira cómo corro”,
subido en un Ferrari. Es mi modo de entenderlo, primero hay que saber bien qué
es lo que uno quiere y para qué, luego ir dando pasos que demuestren que estás
en el buen camino para llevar a cabo este último acelerón.
Cogerle las manos,
-no importa el lugar ni el tiempo que haga en ese instante- y decirle…
-Quiero que sepas que al fin te amo, he llegado a comprender
que mi vida está ligada a la tuya, me gustaría saber, que es lo que piensas de
lo que te acabo de decir.
Si tira de sus, se desprende de ti, puedes tener opciones,
una de ellas es insistir en lograr que comprenda que tus deseos son nobles.
Otra, depende de lo que te conteste ella.
He amado de todo corazón a una, tuve que hacer esfuerzos
para lograr desprenderme de todo el bagaje que llevaba conmigo, nos costó años
hacerlo, lo mismo que en este principio de relato explico, se lo dije a ella, “te
quiero, aré lo que esté en mi mano hacer para amarte”.
Y la amo, unas veces con alegrías, otras con muchas penas de
por medio, pero la amo. Ahora, después de tanto tiempo pasado juntos, andamos
los dos errantes por los caminos de la vida. Siempre duerme a mi lado, cada
noche, aunque ausente le digo casi susurrando
“Acuéstate aquí conmigo”. Siento el peso de su ligerísimo cuerpo, junto
al mío, y así me duermo.
Ha pasado un año desde que no frecuentamos el mismo lecho,
el mismo espacio de la casa, ella deambula por la suya, yo por la mía, ando
como un idiota, no me planteo los porqués ni las razones de estar en esta
circunstancia, de una cosa sí que estoy seguro, que en buena medida le hice algún
mal, no fue su culpa, ella a mí no me ha hecho nada.
Así que solo me queda dejar pasar el tiempo, seguir con esta
breve exclamación silenciosa que cada noche repito “Acuéstate aquí conmigo”, ahora añado… “por
favor”. No soy más educado por eso, no lo hago con ese fin, solo es un deseo
suplicante a la vez que puro. Comprendo que a veces, haya matrimonios que
esperen que se duerma uno de ellos para que el otro se acueste, a su lado en
silencio, algunos querrán evitarse por las razones que sean, es difícil imaginar
que o que no, les lleve a ese alivio de conciencias.
No tengo nada de lo que avergonzarme, es posible, más que
posible seguro, que todos tenemos razones para enfadarnos, y de las disensiones
surgen de la tierra, desde surcos hasta abismos profundos.
Por mi parte, estoy seguro de tener en mis labios, si falto
antes que ella, mi expresión favorita, está dedicada a la mujer que más amo en
este mundo “Acuéstate a mí lado por
favor, esposa mía”.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario