miércoles, 10 de septiembre de 2014

LA OCA.





                                                       LA OCA




Salimos tres amigos a comprar un par de juegos de mesa para una fiestecilla que se celebraba en casa de uno de ellos.

-Oye vamos a Carrefour que allí hay de todo, siempre tienen ofertas de todo.
-Vale vamos  -dije con desgana-.
-Si no quieres no vengas, que podemos ir sin ti.
-Bueno…
-¿Bueno que capullo, que vienes o no?
-Venga sí.

Nos vamos en mi coche, es diesel y gasta menos. Con este rollo, parezco el Bautista de turno, el chófer vamos, siempre igual oye. Lo peor es que siempre pico, no sé cómo ni de qué manera pero siempre acabamos dentro de mi coche para ir donde quiera que sea. ¡Ya me lo decía mi pobre padre… Juanito… siempre serás un pringao”!
Mi padre era un sabio de cojones, yo creo que era algún profeta reencarnado tú. Bueno ya estamos en Carrefour.

-Déjanos en la puerta y tú busca aparcamiento, ¡hostias cómo está esto de lleno!, nos buscas dentro, y acuérdate en que animal has dejado el coche que la última vez no sabías si era el pasillo del elefante o el gato.

Otro gracioso de mierda le da el pretexto para la coña.
-Claro cómo tiene uno de cada en casa de mascotas…
-¿Te quieres morir ya idiota?

Aparcar no ha sido lo difícil, lo complicado es encontrarlos dentro. De donde he dejado el coche me acuerdo, lo he dejado en el pasillo de la foca con la pelotita en el morro, para que se jodan. De todos modos me lo he apuntado en la palma de la mano, por si acaso, a ver si se creen estos que soy tonto de baba.
Al final, dentro, cómo no los encuentro por ninguna parte, me he puesto a llamar a Marcel.
-¡¡Marcel dónde estás!! ¡Marcel, contesta coño ya!
Ha venido un segurata y me ha dicho que allí no se puede gritar, le he contestado que entonces cómo quiere que los encuentre, venga conmigo. En la recepción haciendo cola, con una señora delante que lleva tres bragas en la mano, que se le han roto, va a quejarse. Le miro el culo, y veo las bragas, pienso para mí… chata ¿tú a quién quieres engañar?, si has pillao bragas de niña tía. Hay personas que son la leche en vinagre.
-Oiga, que no encuentro a mis amigos, ¿les podría decir por el altavoz que me vengan a buscar aquí?
Mira, ha puesto un careto la nena de la mesa que ha sido todo un poema. Debe de pensar que soy un tarao, oye que no digo yo que no lo sea, algo por lo menos. Pero está más tarada la tía de las bragas, queriendo convencer a la empleada, que ella siempre compra esta talla. Las debe usar como barret cuando quita el polvo de casa, se debe poner la goma de la cintura por debajo de los lóbulos de las orejas y ala, a darle al plumero.
-Señor si acaso espere en una de las cajas a que salgan, pero eso lo haríamos si fuera un niño pequeño.
-Pues déjame una escalera alta para sentarme arriba a esperar, porque aquí hay dieciséis cajeras, a, y unos prismáticos por favor.

¡Mal educada…!,  se da la vuelta y atiende a un señor que ha comprado unas zapatillas de oferta de esas de cuadros de andar por casa, dice que los cuadros no casan en una zapatilla lo mismo que en la otra, otro que tal. Me dan ganas de gritarle… ¿Por qué coño crees que están de oferta dentro de un cajón en mitad del pasillo?
Me salgo fuera, a la puta calle, tengo que ponerme separado de las entradas, son también las salidas.
-¿Dónde te habías metido Juanito?
-He ido a dar una vuelta hasta el peaje de la autopista, y he vuelto tot chinu chanu.
-¿Qué habéis comprado…?
-Un parchís de esos de seis jugadores, que no puedes perder las fichas ni nada. Los dados van en medio y pulsando un botón se mueven solos.
El Jaume se ha encargado de la bebida, y Filo un juego de estos de preguntas. No se llama Filo, se llama Filomeno, pero le llamamos Filo, diminutivo del nombre entero. No es que le guste mucho, a mí me lo dijo una vez y le contesté que a mí bien me llamaban Juanito y mi nombre es Juan.
-Pues a mí no me gusta, se confunde con Filomena, sirve para masculino y femenino.
-Pues mira  -le dije-, te jodes es lo que hay.
Se calló. Aparte de eso, si queréis que os diga la verdad, el juego para mí por excelencia es LA OCA, sí lo escribo con mayúsculas ¿qué pasa? Es como la vida misma oye, llega un suertudo y te pasa por encima te quedas una ronda sin tirar, caes en el pozo, lo mismo, si te toca la calavera a comenzar de nuevo, si en el laberinto dando vueltas como un tonto, otros te pasan delante, y si llegas a la OCA con puntos de más a retroceder, jode, pero pa tras y a callar.

La vida es igualita que el juego de LA OCA. Pocos son los que tiran sin para y no caen en alguna trampa, y si caes, no pasa nada, es un juego, ánimo y a seguir. En casa tengo un juego de LA OCA de cartón plegable, ¡la de veces que he jugado solo…! me parto la caja de la risa, me fijo en las casillas, he, no te creas, ahora los dibus los hacen más modernos, impresos con imprentas y esas cosas, antes no, el que yo tengo es de los años sesenta, hecho a mano, dibujos finos, auténticos, a base de capas y capas de cartulinas se ha ido desconchando, pero desde que se inventó el celo… oli amb un llum, lo he ido retocando y parece nuevo.

En mi casa, mi hermano, que nunca le ha gustado perder, ¡le pegaba unas patadas al juego…! yo siempre le decía lo mismo.

-¡Que lo vas a romper hombre, si no quieres perder no juegues!
En cambio aunque perdiera, yo me partía el culo. Ahora ya no me parto el culo, de tanto reír, llevo las galtas del cul con velcros, para que no se me abran. Y sigo jugando a LA OCA, de una forma u otra ahí está mi ficha, en el tablero.



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