CAMA VOLADORA
Me pareció imposible que pudiéramos hacer que el mundo
temblara en esta cama nuestra, pero no estábamos soñando, el mundo se movía,
cuando sujeté su mano por temor de que fuera a saltar de la cama, noté además
que nos mecíamos, como cuando éramos pequeños, y nuestras madres nos acunaban
en aquellos pequeños cubículos sin patas.
Quizás hubiera sido mejor conservar aquellas camas, ahora
que ya somos mayores deberían ser más grandes claro está, pero que en lugar de
pisar de forma tan frágil sobre cuatro puntos concretos, que tuvieran grandes
balancines a manera de pies, uno en el cabezal y otro en los pies, ¡me gustaría
mucho dormir en una cama así, que en ocasiones diera la impresión de volar…!
Ella preocupada por si acaso ha sido un terremoto el que ha movido la cama, yo
pensando en mi antigua cuna, cómoda, hecha de forma, que con un par de buenos
empujones, me mantuviera balanceándome un buen rato.
El cerebro rebotando dentro del casco de mi cabeza,
ilusionado, disperso, sin obligación alguna a tener que imaginar, todo lo que
sucede a mí alrededor. Si alguien me hubiera preguntado le habría contestado… “pero ¿qué me estás diciendo, acaso eso va
conmigo?, mejor pregunta a alguien que duerma en una cama con patas, al parecer
ellos están más capacitados que yo mismo para darte la respuesta que tú esperas”.
Como si uno no tuviera ya suficientes inquietudes para conseguir el mejor
equilibrio posible… ¡vamos hombre! Quizás me hubiera dicho… pues duerme como
todo el mundo, en una cama normal.
Vamos a ver si nos entendemos… ¿qué es una cama normal para
ti? Pues un lugar de reposo, en el que
te pasas buena parte de tú vida, para reponer las fuerzas necesarias, y poder
ser productivo al día siguiente. ¡Ahora
lo entiendo…! ¿Me estás llamando parásito de la sociedad, porque duermo en una
cama sin patas, con balancines? Hombre
no sé qué decirte… pero yo no he visto una cama así en mi vida.
Mira, -le dije-,
asómate un momento. Se arrodilló conmigo en el suelo, le hice ver unas cuñas
que estaban forradas de caucho, dispuestas debajo de los balancines, hacían que
la cama, quedará absolutamente firme sobre el suelo. ¡Carajo…!
Exclamó. ¿Qué te parece…? Pues ahora que lo veo… no sé qué decirte,
la verdad. Este invento te lo he
enseñado, para que sepas que sé cómo se debería dormir. ¿Y eso que significa? Que nosotros dormimos cómo nos place, nos
ayuda a dormir de diferente forma el tener un balancín bajo el metálico, cuando
nos cansemos de dormir así, pondremos las cuñas y se acabó.
Nuestro amigo se ha marchado de casa extrañado, no se ha
despedido, es posible que el motivo sea la imposibilidad de comprobar por sí
mismo cómo se duerme en una cama de este diseño. Al poco, unos vecinos de una
casa cercana a la nuestra se han interesado por ver como es la cama. Yo solo
les he dicho… Tenéis que pensar en cómo
debe ser una cama voladora o soñadora según se vea. Han insistido en verla,
pero nos les hemos dejado entrar en la habitación, ese es un lugar secreto,
donde se esconde la intimidad de la gente.
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