ÁNGELES SINIESTROS
-Ángeles de la
guardia… y una mierda.
-Pero hombre,
estás vivo por lo menos, imagínate si caes un par de metros más abajo del
barranco.
-Pues no sé qué
quieres que te diga oye, por lo menos estaría en el cielo. De todas formas, si caigo por ese barranco, no me habría enterado de
nada. Me cago en la leche, ¡que daño tengo!
Iban en moto un grupo de cuatro, Carlos
iba en mitad del grupo, y un desesperado que iba detrás de él, solo por tocarle
lo que no suena, se puso a hacerle luces y tocarle el claxon. ¿Qué que pasó?,
pues se pasó de frenada en una curva, y se fue a hacer puñetas…, bueno la cosa
no fue exactamente así, el problema es que con los nervios, frenó con la rueda
de atrás en lugar de con la de delante, ¿Qué quieres…?.
Los ángeles de la guarda pueden ayudarte,
pero lo que no hacen, es levantarte de la carretera antes de que te des el
porrazo, ¡solo faltaría eso? Entonces no serían ángeles sino dioses, y oye,
dioses sobran en este mundo tan pequeño, cuenta que solo en la India tienen más
de trescientas mil divinidades, no sé si tienen ángeles protectores, pero dioses
con cabezas de elefante, serpiente, mono o rata, tienen por todas partes,
fiestas para los dioses cien mil y una.
-Yo quiero irme a mi casa tío -decía suplicante-
-Que no puedes irte todavía tozudo, que
tienes escayoladas hasta las pestañas.
-¿De verdad…?, no jodas que también me
las he roto.
-No hombre es un decir, pero estás hecho
unos ciscos, pero no te apures, a partir de ahora van a dejarte hecho un
Robocob.
-¡Mira, me cago en tú estampa mamón!
-Conmigo no la tomes Carlos, si he de
serte sincero lo que no se puede hacer nunca, es salir de ruta con gente
experimentada, primero tienes que hacer tus pinitos como motorista, rodar por
la ciudad, aprender a coger las curvas, acelerar cuando ves una recta segura…
Pero claro tú no, yo voy con vosotros donde sea, pues mira ya tienes la primera
experiencia que contar, y no va a ser la única te lo advierto.
Ha querido hacer el símbolo del motero
con los dos dedos de la mano derecha enyesada, ya sabes, el pulgar y el meñique
levantados con el resto de los dedos bajados sobre la palma de la mano, pero
que va, ni eso ha podido hacer, ni sacando la lengua un palmo para lograrlo.
-Tres semanas meando y cagando en una
cuña, ¡qué vergüenza hostia! Las enfermeras levantándome de lado en pelotas
para cambiarme la cama cada día, tocándome las pelotas para lavarme, no quiero
ni pensarlo.
-Pero bueno ya estás en casa, eso es lo
que importa. Que llevas una coraza para la espalda, date con un canto en los
dientes, piensa en el ángel de la guardia tío, ahí estaban. El collarín de
plástico para que se te suelden las vértebras, bien está si bien acaba.
-Oye Joaquín… ¿por qué no te vas un poco
a la mierda anda? Lo tuyo no es dar ánimos a la gente, prefiero a los ángeles
siniestros a un par de amigos como tú.
-Oye a mí con desprecios nada ¿vale? ¿Quién
ha estado visitándote casi cada día en el hospital, he dime?
-Vale y te lo agradezco, pero es que
jodes más que alientas a la gente…, que puedo estar tocado del accidente pero
no soy imbécil.
Esta conversación se lleva a cabo en
casa de Carlos, Joaquín ha venido acompañado por otro motero que iba con ellos
este día.
-Tú sabes quién era el cabrón que me
metía prisa detrás?
-No, ¿por qué lo preguntas?
-Porque cuando lo vea le voy a decir
cuatro cosas bien dichas, maldito hijo de su madre…
El compañero de Joaquín, que está justo
detrás de este, le hace un gesto inconfundible a Carlos sin pensar en las
consecuencias, con el dedo señala a su amigo Joaquín.
-Me cago en todo… -coge una de las muletas de acero que le han
dejado en el hospital y se la lanza a su amigo Joaquín, no le da tiempo a esquivarla
y le da en todo el troncho, le ha abierto la cabeza- ¡Hay lo siento amigo mío, tú ángel de la
guardia me ha dejado dicho que hoy se iba a Roma a rezarle al Papa!
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