jueves, 25 de septiembre de 2014

IR VENIR, ANDAR



                                      IR Y VENIR, ANDAR





Quien lo tenga que hacer por placer, bien está, hay otros muchos que lo hacen por circunstancias que no son las propias de llevar una vida tranquila. Emigran a otras tierras, a otros lugares, buscando un sinfín de cosas diferentes.
Tú no tenías necesidad de causarme ésta herida profunda que ya no tiene curación, a pesar de que me escribas en las cuatro postales de me llegan de Bélgica al final, “Te quiere, tu hija”.

Te advertí que este no era el proceder, que estando juntas, podríamos afrontar mejor las circunstancias adversas, pero no, tú no podías dejar quietas tus alas, solo te pedía un poco más de tiempo…, hasta que me operaran y determinaran si ese maldito cáncer remitiría o no. Ya sé que de cualquier forma, te habrías marchado, demasiado para ti, ¡enfrentarte a ese desafío…! no claro, nadie te puede obligar a hacer algo contrario a lo que dicta tu propia conciencia.

Discutimos mucho antes de la operación, ciertamente la decisión era mía solamente, pero si te hubiera tenido a mi lado, cómo un soporte para infundirme el valor que me faltaba en ese momento…    Decide tú, es tu vida, cada cual debe asumir las consecuencias de sus acciones, ¿acaso puedo decidir por ti, me harías caso si te dijera que no dejaras que te abrieran?  No puedo juzgar tu reacción, eso queda de cada cual evaluarlo, he aprendido con el paso de los años y de las experiencias vividas, que no es fácil entrar en el corazón de la gente, y eso que estoy hablando de mi propia hija.

Cambiando de tema… ¿Cómo estás?, me dices en la última postal que estás trabajando en un nuevo laboratorio, me alegro si es para tú bien. Pero recuerda que eres un poco mentirosilla, te conozco y con tal de no preocuparme eres capaz de decir que estás trabajando en la N.A.S.A, en Cabo Cañaveral, o cualquier cosa por el estilo. Ya sé que soy pesada, que insisto siempre en que te cuides y que comas lo apropiado, ¿está de más que te diga que espero que también te abrigues bien esas tierras son traidoras para resfriados, piensa que eres mediterránea de los pies a la cabeza. Menos mal que los horarios ahí son menos duros que los que tiene la gente en España, es una suerte tener un trabajo de jornada intensiva.

Pienso  muchas veces en el año que pillaste aquella malévola pulmonía por falta de ser un poco precavida, tú y tu bufanda en invierno, lo superavais todo, a pesar del frio que castigaba ese delicado cuerpecito tuyo. ¡Qué horror, que mal lo pasamos todos!, tú más que nadie por supuesto, pero la angustia de saber si podías salir sin costes adicionales para tu salud, fue sin duda alguna lo  que más nos inquietó.
Quizás pienses, que esta vieja moribunda se recrea con estos recuerdos, no  lo creas, todo lo contrario, si algún día llegas a ser madre, me gustaría mucho que así fuese, entenderás el sufrimiento por un hijo. En mi caso, me acuso yo misma de protegerte demasiado, todos nuestros vecinos lo decían siempre.   Consientes mucho a esta niña, tienes que ponerte límites a ti misma, de otro modo, no sabrá defenderse en el futuro, no sé bien si tenían razón o no, el caso es, que entonces yo no lo veía así.

Déjame decirte una cosa más antes de terminar esta carta, hasta ahora mi organismo ha funcionado bien relativamente, pero ya no da más de sí. Ahora ya estoy en manos de la morfina, es mi mejor compañera, no me engaño al decir que incluso mejor que tú misma, no creas que te lo recrimino, soy sincera, no hace falta que hagas arreglo alguno para venir obligada a casa a verme, odio que lo hagas por una obligación, es más que probable que ahora pienses que me lamento y quiero dar lástima, nada de eso es cierto.
Lo tengo todo arreglado incluso para la hora del entierro, de modo que no quiero que te preocupes por nada, prefiero que me recuerdes como una madre viva, pues verme ahora, quizás te resultaría traumático y eso es lo único que no quiero que te lleves de recuerdo de tú madre. Te quiero de todo corazón hija, sé feliz, vive cada día como si fuera el último, cuenta el tiempo haciendo que el corazón palpite dentro de tu alma con fuerza, por último, acuérdate de mí de vez en cuando, aunque sea para mal, para recordar las tremendas broncas que hemos tenido de vez en cuando, que culminaron en esta separación inevitable. Adiós hija mía.




                                                    -.-.-.-.-.-.-.-.-.-







                                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario