miércoles, 3 de septiembre de 2014

LA PLAZA DE LAS PALOMAS



                                                  LA PLAZA DE LAS PALOMAS





Es una opinión, creo que en todas las plazas del mundo que se precien de ser tales, están llenas de palomas, hay tantas en algunos lugares, que no puedes evitar que te toquen con la punta de sus alas cuando remontan el vuelo a tú paso.

A mí me gustan, que quieres que te diga…, las veo corriendo como locas en medio de las mesas de las cafeterías buscando un trocito de pan o un resto de alguna pasta que se le ha caído a alguien que desayunaba en la terraza. Otras veces se sabe del rollo que van cuando ves a los machos con sus colas como abanicos, y zureando a la hembra escogida, ves… una cosa que no me gusta es que si una de ellas no traga no pierden el tiempo oye, van a zurear a otra y punto pelota, los pichones son ligones por naturaleza, además como hay tantas donde elegir ¿Qué quieres?, pues la primera  que se deja allá van por ella.

Cuando paseo por mi pueblo, he, no es un pueblo cualquiera no os penséis que soy aldeano, con todos mis respetos para los que lo son, pero no es mi caso. Es un pueblo ganso de verdad, con carretera nacional por un lado, autopista por encima, tren, mercado y esas cosas, y tiendas para cagarte comprando. Pero bueno, de lo que hablamos es de la Plaza Nova, toda ella rodeada por árboles centenarios, plátanos de esos, que sueltan bolas que cuando caen al suelo y revientan, te cogen los mil picores.

A veces me he reído de gente a los que se les han picado pelusas de esas que vuelan por todo el entorno. Pues eso… aquí estoy yo mareando la perdiz cómo suele decirse con un dolor de ciática que te cagas, haciendo tiempo sentado de lado en el banco, esperando a ver si se me pasa un poco el pellizco de los cojones  -de los cojones no, quiero decir el de la ciática-, el tirón de la bruja, que le llaman los mayores. Menos mal que ya se me pasa, llegan turistas para hacerse fotos con las palomas, les tiran pan duro y otras cosas, será alpiste para el aperitivo.
Al fin me levanto del banco, ¡bufff que bien ya ha dejado de dolerme tanto!, cojo la bolsa que siempre llevo conmigo y ¡zas!, me clava una cagada una paloma que se iba o que llegaba, no lo sé bien porque me ha tapado medio ojo derecho, que me pringa hasta los huevos, ahora sí que lo digo, hasta las pelotas, no es que vaya con ellas colgando, es que me ha manchado hasta la entrepierna del pantalón, ¡Que cagada oye…!, esta no caga hasta navidad seguro, y estamos en pleno Agosto, coño, una cagada así te cubre el arcén de un metro cuadrado de la nacional, que está todo reventado, ¡no me jodas… vaya mierda!.

En ese instante te acuerdas de toda la familia de la puñetera paloma, pero vete tú a saber, quienes son, si por lo menos los conociera… ¡qué asco oye!, menos mal que hay una fuente cerca, al ladito de Pau Casals, de su escultura quiero decir, me paso la mano por la cara, un señor que ha estado al loro, me sujeta el pulsador, le doy las gracias.   Y menos mal que va usted rapado que si no… le hubiera quedao el pelo fino.    Gracias hombre, mañana saldré de paseo con la armadura, el caballo lo dejaré en la cuadra.  El hombre se ríe a gusto, yo le hecho coraje al asunto y me voy a recoger el pan de vuelta a casa.   ¿Qué ta pasat tíu?   Dons que sama cagat un colom al ull deret.    ¿Tú tas mirat al mirall?    Abans de sortir de casa, cuan me afeitat, després no, ara u faré, bueno em dons el pa o qué, tinc presa hostia.
Me miro en el espejo del recibidor… ¡la madre que me parió, si me ha dejado hecho unos ciscos la mamona esta! Pero bueno, más se perdió en la guerra de Cuba tú, eso al fin y al cabo se cura pronto.

Yo, cuando algún día me salgo de mis rutinas por lo que sea, cuando llega la tarde… parece que me haya pasado un tranvía por encima. Digo un tranvía porque los he conocido y he viajado en ellos por mi querida Barcelona ¡esa sí que es toda una capital… ¿o no?! Pues mira hablando de Barcelona, mis padres nos llevaban a la Plaza Cataluña, serían los años sesenta. ¡Había palomas allí, bueno, bueno, de locura! Los domingos se ponían retratistas que te hacían fotos instantáneas, un vecino de la escalera donde vivíamos era uno de ellos, mi padre nos compraba unos cucuruchos de berzas, son como unas bolitas pequeñas y grises, que les gusta mucho a las palomas. Te voy a decir una cosa increíble, a veces me había hecho fotos, con quince o veinte palomas en las manos, ¡nunca se me cagó ninguna encima!, ¿te lo puedes creer? Un día le dije a mi padre de vuelta a casa    Papa, ¿les ponen un tapón en el culo a las palomas para que no se caguen encima de la gente?

Se ve que la pregunta le hizo gracia, se pegó un hartón de reír con la observación que hice,  luego se lo contaba a mi madre tan pronto pasamos por la puerta de casa. Y ya ves…, ahora pues que quieres…, ha cambiado un poco mi punto de vista sobre las palomas, cada vez que las veo, porque haberlas, las hay a mogollón, pues ellas se lo han buscado, ya no las veo con los mismos ojos. Días más tarde, cuando ya comenzaba a ver bien con el ojo  -menos mal que todavía tenía dos con buenas vistas-, un conocido va y me dice    Pues las palomas fueron determinantes en las guerras mundiales, condecoraron a muchas de ellas.   Serían las que escapaban de los clubes de oficiales que tiraban al pichón. Cogió un cabreo de cuidao, pues bueno, que se cabree.

Eres un ignorante me dice otro, eso es un arte  se le llama colombofilia.   Como si quieren llamarse filatélicos o numismáticos, las malas noches que he pasado por culpa de la puñetera paloma nadie me lo va a quitar, y mira que a veces las tengo a punta de pie cuando camino por El Carrer Montserrat, las respeto… pero que porque tengan el poder de volar se me caguen en la gorra no, eso no, de ninguna manera. Otro día os hablaré de las palmeras que hay en otra cafetería que frecuento El Racó del Diable, vais a flipar con las cotorras que se instalaron allí hace unos años.




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