LA PLAZA DE LAS PALOMAS
Es una opinión, creo que en todas las plazas del mundo que
se precien de ser tales, están llenas de palomas, hay tantas en algunos
lugares, que no puedes evitar que te toquen con la punta de sus alas cuando
remontan el vuelo a tú paso.
A mí me gustan, que quieres que te diga…, las veo corriendo
como locas en medio de las mesas de las cafeterías buscando un trocito de pan o
un resto de alguna pasta que se le ha caído a alguien que desayunaba en la
terraza. Otras veces se sabe del rollo que van cuando ves a los machos con sus
colas como abanicos, y zureando a la hembra escogida, ves… una cosa que no me
gusta es que si una de ellas no traga no pierden el tiempo oye, van a zurear a
otra y punto pelota, los pichones son ligones por naturaleza, además como hay
tantas donde elegir ¿Qué quieres?, pues la primera que se deja allá van por ella.
Cuando paseo por mi pueblo, he, no es un pueblo cualquiera
no os penséis que soy aldeano, con todos mis respetos para los que lo son, pero
no es mi caso. Es un pueblo ganso de verdad, con carretera nacional por un
lado, autopista por encima, tren, mercado y esas cosas, y tiendas para cagarte
comprando. Pero bueno, de lo que hablamos es de la Plaza Nova, toda ella
rodeada por árboles centenarios, plátanos de esos, que sueltan bolas que cuando
caen al suelo y revientan, te cogen los mil picores.
A veces me he reído de gente a los que se les han picado
pelusas de esas que vuelan por todo el entorno. Pues eso… aquí estoy yo
mareando la perdiz cómo suele decirse con un dolor de ciática que te cagas,
haciendo tiempo sentado de lado en el banco, esperando a ver si se me pasa un
poco el pellizco de los cojones -de los
cojones no, quiero decir el de la ciática-, el tirón de la bruja, que le llaman
los mayores. Menos mal que ya se me pasa, llegan turistas para hacerse fotos
con las palomas, les tiran pan duro y otras cosas, será alpiste para el
aperitivo.
Al fin me levanto del banco, ¡bufff que bien ya ha dejado de
dolerme tanto!, cojo la bolsa que siempre llevo conmigo y ¡zas!, me clava una
cagada una paloma que se iba o que llegaba, no lo sé bien porque me ha tapado
medio ojo derecho, que me pringa hasta los huevos, ahora sí que lo digo, hasta
las pelotas, no es que vaya con ellas colgando, es que me ha manchado hasta la
entrepierna del pantalón, ¡Que cagada oye…!, esta no caga hasta navidad seguro,
y estamos en pleno Agosto, coño, una cagada así te cubre el arcén de un metro
cuadrado de la nacional, que está todo reventado, ¡no me jodas… vaya mierda!.
En ese instante te acuerdas de toda la familia de la
puñetera paloma, pero vete tú a saber, quienes son, si por lo menos los
conociera… ¡qué asco oye!, menos mal que hay una fuente cerca, al ladito de Pau
Casals, de su escultura quiero decir, me paso la mano por la cara, un señor que
ha estado al loro, me sujeta el pulsador, le doy las gracias. Y menos mal que va usted rapado que si no…
le hubiera quedao el pelo fino.
Gracias hombre, mañana saldré de paseo con la armadura, el caballo lo
dejaré en la cuadra. El hombre se ríe a
gusto, yo le hecho coraje al asunto y me voy a recoger el pan de vuelta a casa. ¿Qué ta pasat tíu? Dons que sama cagat un colom al ull deret. ¿Tú tas mirat al mirall? Abans de sortir de casa, cuan me afeitat,
després no, ara u faré, bueno em dons el pa o qué, tinc presa hostia.
Me miro en el espejo del recibidor… ¡la madre que me parió,
si me ha dejado hecho unos ciscos la mamona esta! Pero bueno, más se perdió en
la guerra de Cuba tú, eso al fin y al cabo se cura pronto.
Yo, cuando algún día me salgo de mis rutinas por lo que sea,
cuando llega la tarde… parece que me haya pasado un tranvía por encima. Digo un
tranvía porque los he conocido y he viajado en ellos por mi querida Barcelona
¡esa sí que es toda una capital… ¿o no?! Pues mira hablando de Barcelona, mis
padres nos llevaban a la Plaza Cataluña, serían los años sesenta. ¡Había
palomas allí, bueno, bueno, de locura! Los domingos se ponían retratistas que
te hacían fotos instantáneas, un vecino de la escalera donde vivíamos era uno
de ellos, mi padre nos compraba unos cucuruchos de berzas, son como unas
bolitas pequeñas y grises, que les gusta mucho a las palomas. Te voy a decir
una cosa increíble, a veces me había hecho fotos, con quince o veinte palomas
en las manos, ¡nunca se me cagó ninguna encima!, ¿te lo puedes creer? Un día le
dije a mi padre de vuelta a casa Papa,
¿les ponen un tapón en el culo a las palomas para que no se caguen encima de la
gente?
Se ve que la pregunta le hizo gracia, se pegó un hartón de
reír con la observación que hice, luego
se lo contaba a mi madre tan pronto pasamos por la puerta de casa. Y ya ves…,
ahora pues que quieres…, ha cambiado un poco mi punto de vista sobre las
palomas, cada vez que las veo, porque haberlas, las hay a mogollón, pues ellas
se lo han buscado, ya no las veo con los mismos ojos. Días más tarde, cuando ya
comenzaba a ver bien con el ojo -menos
mal que todavía tenía dos con buenas vistas-, un conocido va y me dice Pues las palomas fueron determinantes en
las guerras mundiales, condecoraron a muchas de ellas. Serían las que escapaban de los clubes de
oficiales que tiraban al pichón. Cogió un cabreo de cuidao, pues bueno, que se
cabree.
Eres un ignorante me dice otro, eso es un arte se le llama colombofilia. Como si quieren llamarse filatélicos o
numismáticos, las malas noches que he pasado por culpa de la puñetera paloma
nadie me lo va a quitar, y mira que a veces las tengo a punta de pie cuando
camino por El Carrer Montserrat, las respeto… pero que porque tengan el poder
de volar se me caguen en la gorra no, eso no, de ninguna manera. Otro día os
hablaré de las palmeras que hay en otra cafetería que frecuento El Racó del
Diable, vais a flipar con las cotorras que se instalaron allí hace unos años.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario