viernes, 19 de septiembre de 2014

PASA ANDA... PASA



                                         PASA ANDA… PASA.




-¡Oye nen abre que estoy hecho un pulpo…!
-¿Pero dónde vas a estas horas de la madrugada con la que está cayendo?
-¡Coño…! ¿No estoy llamando a tú puerta?, ¿me abres o no, joder ya?
-Oh, es que esto de llegar a casa de alguien a las dos de la mañana, porque tienes determinado problema es muy fácil. ¿Qué te parecería si te lo hiciese yo mañana a ti?
-Mañana haz lo que quieras, pero por favor déjame entrar ahora.
-¿Y si estuviera echándole un polvete a la Irene? entonces ¿Qué?
-Por el amor de quién más quieras tío, te lo suplico… ábreme ya de una vez.

Fermín, el amigo a quién ha acudido Pedro, es una persona de lo más reservada. No hay manera de saber que piensa, le gusta que la gente, incluso amigos a los que invita a su casa, se sienten en sillas plegables de madera, los dos sofás de piel y la butaca, los usa para él y su mujer, para nadie más. Cuando han hecho alguna comida en su casa, y se han pasado tres horas contando la sobremesa, salen con el culo, como una puñetera cebra. En cambio Pedro, no tiene nada suyo, todo lo comparte, todo lo da, hasta el punto que el año pasado a un amigo que se le fue la mujer de casa, y le dijo que sabía dónde encontrarla,  le dejó su coche. Bueno, pues todavía es la hora que se lo ha de devolver, he, un año hace, que no es un rato para salir de cena o al teatro. Así que ya lo ves, uno no abre la mano ni que lo maten con una bota malaya, y el otro en cambio se cambiaría por cualquier conocido, se dejaría matar, para que el otro no sufriera.

¡Que jodido es este mundo leches…! el mundo no, los que lo habitamos, somos peores que los animales de la selva tío, hienas contra leones, leones contra hienas, ambos contra guepardos… eso empeora por días, esa es su vida, su manera de sobrevivir, ¡pero nosotros los humanos no… hombre!

-¿Bueno me abres o qué?, que voy a pillar una pulmonía por tú culpa mamón.
-¿Qué te has peleado con tú novia?
-¿Me estás interrogando en el portal de tú casa? Mira que eres hijo de tu madre ¿vale?, déjame subir y te contaré porqué estoy aquí.

Lleva diez minutos en la calle, lloviendo como dicen aquí en Catalunya, “a bots y barrals”, Pedro como ya está más mojado que si lo hubieran metido en una pecera, se ha sentado en el mármol de la entrada, encogido de hombros, ya no pide nada a su supuesto amigo, solo habla por hablar, lo que más le importaba, era encontrar un poco de refugio, secarse un poco, y contarle a un amigo lo que terminaba de sucederle.

-He Pedro ¿estás ahy?
Pedro no contesta, si llega a saber que Fermín le pone tantos inconvenientes, se mete en una iglesia, y puede que se hubiese confesado y todo, a pesar de que no cree en dios ni en la virgen. Dice ser ateo, pero un ateo bueno que notos lo son.
-Va si quieres subir sube, pero no te puedes quedar aquí toda la noche ¿vale?
-Te vas a la mierda cabronazo, no me haces falta para nada, amigos como tú los tengo a manos llenas. Anda métete en la cama otra vez, y de aquí en adelante, no nos conocemos ¿de acuerdo?
-Venga hombre si solo era una broma lo de antes.
-Pues la próxima broma se la haces a tú padre, adiós.

Se levanta del suelo y se marcha escuchando la voz del majadero de Fermín llamándolo.
Gira la esquina a escasos veinte pasos de la casa de su amigo y ve una persiana metálica medio bajada, es un bar que está cerrando, parece un lugar curioso, limpio y de buen aspecto, agacha la cabeza y mira hacia adentro, una mujer de mediana edad está pasando un mocho por debajo de la barra. Pedro da un golpe leve con los nudillos en la persiana, la mujer lo mira y ve como está chorreando agua por todo el cuerpo.

-Estoy cerrando señor.
-¿Sería usted tan amable de servirme un café con leche bien caliente, y me voy enseguida?
La mujer ve que es un hombre joven, va bien vestido a pesar de toda el agua que lleva encima.
-Pasa anda… pasa.
-Muchísimas gracias señora, es usted un sol, no se lo digo como un cumplido solamente, se lo digo literalmente, necesito un poco de calor estoy calado hasta los huesos.
-Siéntate en esa esquina, es la que da a la cocina, estoy acabando de preparar los platos de mañana y se está más caliente. Tendrías que quitarte esta ropa que llevas, eso sí que puede traerte complicaciones, que se seque la ropa mojada encima de uno no es nada bueno.
-Ya lo sé, pero no me voy a quedar aquí en bolas ¿no le parece?
-Ahora te bajo algo de arriba.

La mujer ha subido por una escalera de madera, que seguramente lleva alguna vivienda que tiene arriba. Baja al cabo de cinco minutos apenas con un chándal en una mano y unas zapatillas nuevas de andar por casa. Pedro pasa al servicio de hombres y se cambia de ropa, se sorprende del agua que pueden absorber algunos tejidos, la cazadora de cuero está para escurrirla, cae el agua por los bordes del forro interior de seda.

-Señora…
-Remedios es mi nombre, ¿y el tuyo?
-Pedro. Este chándal que me ha prestado es de mi medida, tiene usted muy buen ojo.
-No lo creas, es de mi hijo que ni siquiera lo ha estrenado, está en Carabanchel, tiene para dos años y algo de estar allí todavía. Es una mala persona, traficaba aquí en el bar mientras  despachaba, un perro, eso es lo que es, un perro. No le importó acusarme a mí, su madre que estaba metida en este asunto de drogas, ¿Qué te parece?
-Mal, muy mal, eso no se le hace a los padres. Imagino que podría salir del lio sin demasiados males.
-Sí, pero a costa de contar la verdad, que era él y un amigo entre comillas, los que andaban en el tráfico de cocaína. El otro, traía aquí a los clientes, y mi hijo les suministraba lo que le pedían.

A todo esto, Remedios ya le ha preparado un café con leche bien caliente con un chorrito de ron negro. Pedro aún está agarrotado por el frio, parece un polluelo encogido en aquel rincón del bar, en la esquina de un banco tapizado.
-Aún duele el frio ¿he?
-Vaya que sí, pero gracias a usted voy a poder entrar en calor en poco tiempo, luego me marcho.

Remedios baja la puerta metiendo la llave en una ranura, un motor se pone en marcha y acaba cerrándose.
-¿Dónde vas a ir a estas horas si no tienes dónde?
-¿Y cómo sabe usted eso…?
-Me puedes tutear,  pues porque a un joven cómo tú, le debe haber pasado algo serio para que ande por las calles a estas horas con ese aguacero que cae.
Pedro baja la cabeza, le han descubierto.
-Pues sí, tiene usted razón, llego después de todo el día de buscar trabajo, de dejar currículums por ahí, y cuando voy a entrar en casa, para entonces ya estaba más que mojado, me encuentro que la llave del piso que comparto con la que creía que era mi novia, la había dejado puesta por dentro. Insisto en llamar al timbre del piso, y al rato sale diciendo que no quiere que vuelva por allí. Que fuera hoy a recoger mis cosas, digo hoy porque ya son las tres de la madrugada.
-No debes inquietarte por eso, mi marido hizo lo mismo pero a la chita callando, se fue una mañana a buscar los periódicos al quiosco, y ya no volvió, el caso es que llevaba tiempo que intuía que algo le pasaba. Ahora está trabajando en un restaurante con la mujer que lo conquistó, ¿Qué puedes hacer en una circunstancia así? Nada, te lo digo yo, si montas un pollo pasas una irritación y vuelves a casa con el disgusto y los nervios a flor de piel. No vale la pena, créeme.
-Tienes razón pero el caso es, que le doy vueltas al asunto y no encuentro respuesta alguna, ¡si estábamos muy bien joder…! trabaja en una boutique de moda, yo le decía… no te preocupes Laura, no dejaré de buscar trabajo, ya verás cómo me saldrá alguna cosa.
-A veces, pones el mundo a los pies de la otra persona y no lo sabe apreciar, tú das cariño, fidelidad, respeto, y sin saberlo uno mismo, la otra persona te está haciendo pasar por tonto, cuando lo descubres, es probable que ya sea demasiado tarde. Puede, no digo que sea eso exactamente, lo que te ha podido pasar a ti.

Remedios se ha sentado a su lado, deja ver esa parte maternal que aflora siempre en las mujeres con determinada experiencia en la vida. No debe haber sido fácil su vida, piensa detenidamente Pedro, trata de tener empatía con ella, pero está fuera de su alcance usar esa cualidad, que en muchos casos es tremendamente útil. Le falta empaque, experiencia, además está afectado, muy tocado por lo sucedido, tardará en digerir lo sucedido con Laura.

-Hay mujeres que son muy retorcidas Remedios…
-Lo mismo que hombres, no te engañes, el hecho que vivan más mujeres que hombres en el planeta no hace de por sí, que existan más traidoras que traidores. ¿Quieres trabajo Pedro…?
-¿Cómo…? no entiendo bien que me quieres decir.
-Pues que aquí en el bar, me iría bien tener una persona buena y honrada para cobrar en la caja, que atendiera en determinados momentos a la gente que viene a comer…, en fin, faena de bar. A cambio tendrás un sueldo razonable, comida y un techo, cuando termines el café subes conmigo arriba, quiero enseñarte como es esa parte del local.

Las escaleras de madera recia, llevan a la escalera de la comunidad de vecinos de al lado, a un rellano. Cierra esta puerta anti fuegos y en el rellano abre la puerta de uno de los pisos, es el entresuelo, grande, muy espacioso, cuatro habitaciones con dos baños y un aseo. Un balcón da a la calle llena de árboles, con la baranda de piedra, y en la parte de atrás, una gran terraza de más de cien metros cuadrados, bajo esta, aparcan los coches los vecinos de dos comunidades. A un lado de la fachada del edificio, una gran chimenea de sesenta centímetros de ancho, sube hasta bastante más arriba de la altura de la construcción, la salida de humos de del bar.

-Esta sería tu habitación, detrás de esta puerta, está el baño y el vestidor. ¿Qué me dices?
-No sé qué decir la verdad, no me imaginaba tantas cosas a la vez, acogida, trabajo, vivienda…, es demasiado.
-Nunca es demasiado, “tenemos lo que nos merecemos”, si has hecho alguna cosa mal, lo pagas de un modo u otro, si buscas repáralo de alguna forma, siempre se encuentra el camino de vuelta, para volver a partir más o menos de cero.
-En principio acepto Remedios, pero que conste que no tengo experiencia de camarero…, eso quiero que lo tengas claro.
-Pasa anda, volvamos abajo.
Deja que yo me ocupe de formarte, cuando te veas abrumado por el trabajo, tú me miras a mí, no te sacaré la vista de encima, con un gesto o la mirada, sabrás que es lo que quiero que hagas. Lo demás, es más de lo mismo, menos los domingos, ese día cerramos, las ganancias las hacemos con los menús diarios, bocadillos calientes y fríos, y con las bebidas naturalmente, cafés, copas etc.
-Creo que me falta una cosa que debería pedirte. Me parece que los camareros van con pantalón negro y camisa blanca.
-Si pero no te apures por eso, lo mismo que el chándal que llevas puesto, tengo de todo para ti, y para este tiempo un tanto frío, aunque no salimos del bar, un chaleco, todos vamos vestidos igual a excepción de la cocinera, es una manchega muy apañada, espero que te guste trabaja con ella, otra que se ha llevado muchos palos en la vida.

La máquina lavaplatos terminaba también su jornada, se había parado.
-Si me ayudas a secar la vajilla, subimos para arriba y comemos alguna cosa, no he cenado todavía.
-Eso lo hacemos en un plis plas, Remedios.
-No olvidaré en la vida esas tres palabras que me has dicho hace un par de horas cuando he asomado la cabeza por la persiana.
-¿Qué palabras…?
-Pasa anda… pasa.




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