PASA
ANDA… PASA.
-¡Oye
nen abre que estoy hecho un pulpo…!
-¿Pero
dónde vas a estas horas de la madrugada con la que está cayendo?
-¡Coño…!
¿No estoy llamando a tú puerta?, ¿me abres o no, joder ya?
-Oh,
es que esto de llegar a casa de alguien a las dos de la mañana, porque tienes
determinado problema es muy fácil. ¿Qué te parecería si te lo hiciese yo mañana
a ti?
-Mañana
haz lo que quieras, pero por favor déjame entrar ahora.
-¿Y
si estuviera echándole un polvete a la Irene? entonces ¿Qué?
-Por
el amor de quién más quieras tío, te lo suplico… ábreme ya de una vez.
Fermín,
el amigo a quién ha acudido Pedro, es una persona de lo más reservada. No hay
manera de saber que piensa, le gusta que la gente, incluso amigos a los que
invita a su casa, se sienten en sillas plegables de madera, los dos sofás de
piel y la butaca, los usa para él y su mujer, para nadie más. Cuando han hecho
alguna comida en su casa, y se han pasado tres horas contando la sobremesa,
salen con el culo, como una puñetera cebra. En cambio Pedro, no tiene nada
suyo, todo lo comparte, todo lo da, hasta el punto que el año pasado a un amigo
que se le fue la mujer de casa, y le dijo que sabía dónde encontrarla, le dejó su coche. Bueno, pues todavía es la
hora que se lo ha de devolver, he, un año hace, que no es un rato para salir de
cena o al teatro. Así que ya lo ves, uno no abre la mano ni que lo maten con
una bota malaya, y el otro en cambio se cambiaría por cualquier conocido, se
dejaría matar, para que el otro no sufriera.
¡Que
jodido es este mundo leches…! el mundo no, los que lo habitamos, somos peores
que los animales de la selva tío, hienas contra leones, leones contra hienas,
ambos contra guepardos… eso empeora por días, esa es su vida, su manera de
sobrevivir, ¡pero nosotros los humanos no… hombre!
-¿Bueno
me abres o qué?, que voy a pillar una pulmonía por tú culpa mamón.
-¿Qué
te has peleado con tú novia?
-¿Me
estás interrogando en el portal de tú casa? Mira que eres hijo de tu madre ¿vale?,
déjame subir y te contaré porqué estoy aquí.
Lleva
diez minutos en la calle, lloviendo como dicen aquí en Catalunya, “a bots y
barrals”, Pedro como ya está más mojado que si lo hubieran metido en una
pecera, se ha sentado en el mármol de la entrada, encogido de hombros, ya no
pide nada a su supuesto amigo, solo habla por hablar, lo que más le importaba,
era encontrar un poco de refugio, secarse un poco, y contarle a un amigo lo que
terminaba de sucederle.
-He
Pedro ¿estás ahy?
Pedro
no contesta, si llega a saber que Fermín le pone tantos inconvenientes, se mete
en una iglesia, y puede que se hubiese confesado y todo, a pesar de que no cree
en dios ni en la virgen. Dice ser ateo, pero un ateo bueno que notos lo son.
-Va
si quieres subir sube, pero no te puedes quedar aquí toda la noche ¿vale?
-Te
vas a la mierda cabronazo, no me haces falta para nada, amigos como tú los
tengo a manos llenas. Anda métete en la cama otra vez, y de aquí en adelante,
no nos conocemos ¿de acuerdo?
-Venga
hombre si solo era una broma lo de antes.
-Pues
la próxima broma se la haces a tú padre, adiós.
Se
levanta del suelo y se marcha escuchando la voz del majadero de Fermín
llamándolo.
Gira
la esquina a escasos veinte pasos de la casa de su amigo y ve una persiana
metálica medio bajada, es un bar que está cerrando, parece un lugar curioso,
limpio y de buen aspecto, agacha la cabeza y mira hacia adentro, una mujer de
mediana edad está pasando un mocho por debajo de la barra. Pedro da un golpe
leve con los nudillos en la persiana, la mujer lo mira y ve como está
chorreando agua por todo el cuerpo.
-Estoy
cerrando señor.
-¿Sería
usted tan amable de servirme un café con leche bien caliente, y me voy
enseguida?
La
mujer ve que es un hombre joven, va bien vestido a pesar de toda el agua que
lleva encima.
-Pasa
anda… pasa.
-Muchísimas
gracias señora, es usted un sol, no se lo digo como un cumplido solamente, se
lo digo literalmente, necesito un poco de calor estoy calado hasta los huesos.
-Siéntate
en esa esquina, es la que da a la cocina, estoy acabando de preparar los platos
de mañana y se está más caliente. Tendrías que quitarte esta ropa que llevas,
eso sí que puede traerte complicaciones, que se seque la ropa mojada encima de
uno no es nada bueno.
-Ya
lo sé, pero no me voy a quedar aquí en bolas ¿no le parece?
-Ahora
te bajo algo de arriba.
La
mujer ha subido por una escalera de madera, que seguramente lleva alguna
vivienda que tiene arriba. Baja al cabo de cinco minutos apenas con un chándal
en una mano y unas zapatillas nuevas de andar por casa. Pedro pasa al servicio
de hombres y se cambia de ropa, se sorprende del agua que pueden absorber
algunos tejidos, la cazadora de cuero está para escurrirla, cae el agua por los
bordes del forro interior de seda.
-Señora…
-Remedios
es mi nombre, ¿y el tuyo?
-Pedro.
Este chándal que me ha prestado es de mi medida, tiene usted muy buen ojo.
-No
lo creas, es de mi hijo que ni siquiera lo ha estrenado, está en Carabanchel,
tiene para dos años y algo de estar allí todavía. Es una mala persona,
traficaba aquí en el bar mientras
despachaba, un perro, eso es lo que es, un perro. No le importó acusarme
a mí, su madre que estaba metida en este asunto de drogas, ¿Qué te parece?
-Mal,
muy mal, eso no se le hace a los padres. Imagino que podría salir del lio sin
demasiados males.
-Sí,
pero a costa de contar la verdad, que era él y un amigo entre comillas, los que
andaban en el tráfico de cocaína. El otro, traía aquí a los clientes, y mi hijo
les suministraba lo que le pedían.
A
todo esto, Remedios ya le ha preparado un café con leche bien caliente con un
chorrito de ron negro. Pedro aún está agarrotado por el frio, parece un
polluelo encogido en aquel rincón del bar, en la esquina de un banco tapizado.
-Aún
duele el frio ¿he?
-Vaya
que sí, pero gracias a usted voy a poder entrar en calor en poco tiempo, luego
me marcho.
Remedios
baja la puerta metiendo la llave en una ranura, un motor se pone en marcha y
acaba cerrándose.
-¿Dónde
vas a ir a estas horas si no tienes dónde?
-¿Y
cómo sabe usted eso…?
-Me
puedes tutear, pues porque a un joven
cómo tú, le debe haber pasado algo serio para que ande por las calles a estas
horas con ese aguacero que cae.
Pedro
baja la cabeza, le han descubierto.
-Pues
sí, tiene usted razón, llego después de todo el día de buscar trabajo, de dejar
currículums por ahí, y cuando voy a entrar en casa, para entonces ya estaba más
que mojado, me encuentro que la llave del piso que comparto con la que creía
que era mi novia, la había dejado puesta por dentro. Insisto en llamar al
timbre del piso, y al rato sale diciendo que no quiere que vuelva por allí. Que
fuera hoy a recoger mis cosas, digo hoy porque ya son las tres de la madrugada.
-No
debes inquietarte por eso, mi marido hizo lo mismo pero a la chita callando, se
fue una mañana a buscar los periódicos al quiosco, y ya no volvió, el caso es
que llevaba tiempo que intuía que algo le pasaba. Ahora está trabajando en un
restaurante con la mujer que lo conquistó, ¿Qué puedes hacer en una
circunstancia así? Nada, te lo digo yo, si montas un pollo pasas una irritación
y vuelves a casa con el disgusto y los nervios a flor de piel. No vale la pena,
créeme.
-Tienes
razón pero el caso es, que le doy vueltas al asunto y no encuentro respuesta
alguna, ¡si estábamos muy bien joder…! trabaja en una boutique de moda, yo le
decía… no te preocupes Laura, no dejaré de buscar trabajo, ya verás cómo me
saldrá alguna cosa.
-A
veces, pones el mundo a los pies de la otra persona y no lo sabe apreciar, tú
das cariño, fidelidad, respeto, y sin saberlo uno mismo, la otra persona te
está haciendo pasar por tonto, cuando lo descubres, es probable que ya sea
demasiado tarde. Puede, no digo que sea eso exactamente, lo que te ha podido
pasar a ti.
Remedios
se ha sentado a su lado, deja ver esa parte maternal que aflora siempre en las
mujeres con determinada experiencia en la vida. No debe haber sido fácil su
vida, piensa detenidamente Pedro, trata de tener empatía con ella, pero está
fuera de su alcance usar esa cualidad, que en muchos casos es tremendamente
útil. Le falta empaque, experiencia, además está afectado, muy tocado por lo
sucedido, tardará en digerir lo sucedido con Laura.
-Hay
mujeres que son muy retorcidas Remedios…
-Lo
mismo que hombres, no te engañes, el hecho que vivan más mujeres que hombres en
el planeta no hace de por sí, que existan más traidoras que traidores. ¿Quieres
trabajo Pedro…?
-¿Cómo…?
no entiendo bien que me quieres decir.
-Pues
que aquí en el bar, me iría bien tener una persona buena y honrada para cobrar en
la caja, que atendiera en determinados momentos a la gente que viene a comer…,
en fin, faena de bar. A cambio tendrás un sueldo razonable, comida y un techo,
cuando termines el café subes conmigo arriba, quiero enseñarte como es esa
parte del local.
Las
escaleras de madera recia, llevan a la escalera de la comunidad de vecinos de
al lado, a un rellano. Cierra esta puerta anti fuegos y en el rellano abre la
puerta de uno de los pisos, es el entresuelo, grande, muy espacioso, cuatro
habitaciones con dos baños y un aseo. Un balcón da a la calle llena de árboles,
con la baranda de piedra, y en la parte de atrás, una gran terraza de más de
cien metros cuadrados, bajo esta, aparcan los coches los vecinos de dos
comunidades. A un lado de la fachada del edificio, una gran chimenea de sesenta
centímetros de ancho, sube hasta bastante más arriba de la altura de la
construcción, la salida de humos de del bar.
-Esta
sería tu habitación, detrás de esta puerta, está el baño y el vestidor. ¿Qué me
dices?
-No
sé qué decir la verdad, no me imaginaba tantas cosas a la vez, acogida,
trabajo, vivienda…, es demasiado.
-Nunca
es demasiado, “tenemos lo que nos merecemos”, si has hecho alguna cosa mal, lo
pagas de un modo u otro, si buscas repáralo de alguna forma, siempre se encuentra
el camino de vuelta, para volver a partir más o menos de cero.
-En
principio acepto Remedios, pero que conste que no tengo experiencia de
camarero…, eso quiero que lo tengas claro.
-Pasa
anda, volvamos abajo.
Deja
que yo me ocupe de formarte, cuando te veas abrumado por el trabajo, tú me
miras a mí, no te sacaré la vista de encima, con un gesto o la mirada, sabrás
que es lo que quiero que hagas. Lo demás, es más de lo mismo, menos los
domingos, ese día cerramos, las ganancias las hacemos con los menús diarios,
bocadillos calientes y fríos, y con las bebidas naturalmente, cafés, copas etc.
-Creo
que me falta una cosa que debería pedirte. Me parece que los camareros van con
pantalón negro y camisa blanca.
-Si
pero no te apures por eso, lo mismo que el chándal que llevas puesto, tengo de
todo para ti, y para este tiempo un tanto frío, aunque no salimos del bar, un
chaleco, todos vamos vestidos igual a excepción de la cocinera, es una manchega
muy apañada, espero que te guste trabaja con ella, otra que se ha llevado
muchos palos en la vida.
La
máquina lavaplatos terminaba también su jornada, se había parado.
-Si
me ayudas a secar la vajilla, subimos para arriba y comemos alguna cosa, no he
cenado todavía.
-Eso
lo hacemos en un plis plas, Remedios.
-No
olvidaré en la vida esas tres palabras que me has dicho hace un par de horas
cuando he asomado la cabeza por la persiana.
-¿Qué
palabras…?
-Pasa
anda… pasa.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
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