miércoles, 24 de septiembre de 2014

CAMINAR DESPACIO ES IR APRISA.



                                               CAMINAR DESPACIO




¡Tenía tanta prisa por vivir…! esa estúpida edad en la que cuando ya te sale pelo por todas partes del cuerpo, que ya comienzas a afeitarte, ¡oh que placer!, vas por la calle que no tocas de pies en el suelo, en determinados momentos deseas que alguien se te ponga delante para arrearle cuatro hostias  -no sabes muy bien porqué creo que es para demostrarte a ti mismo, que comienzas a estar preparado para la batalla de la vida.
La abuela que me conoce más que la madre que me parió  -será porque antes la pario ella-, me dice que de dónde vengo, cuando salgo me pregunta que dónde voy.
-Soy un hombre abuela, deja de tratarme como si fuera un niño, sé lo que me hago.

Antes vivíamos en unos bloques de pisos que parecían niños, éramos ciento y la madre en el mismo edificio, ahora como sea que a mi abuela solo le queda una hermana mayor en Francia, nos hemos trasladado a vivir con ella. Yo que tenía la idea de ir a vivir a un país diferente del nuestro en todo, y resulta que no, la vivienda es propiedad del gobierno, está subvencionada por él, así que bueno… puede decirse que está bien, vivimos en el noveno 1ª, mi tía abuela es una persona de lo más simpática y buena, no me niega nada que no pueda darme.

A los tres meses ya comienzo a hablar francés, a mi manera claro, pero pongo interés en aprenderlo, he cambiado de ambiente necesito ponerme al día para tener amigos y amigas. Asisto a clases de francés que la asistencia social del ayuntamiento da para personas venidas de afuera, tres veces en semana, dos horas cada vez. Aprendo rápido, tengo prisa, precisamente esta noche he soñado con los amigos de mi barrio, joder como los extraño, me envían mensajes por el móvil, fotos de Julia que va con todos y siempre medio en pelotas, en la playa hasta el culo de sangría, con el bikini bajado enseñando el culo y sin sujetador, El Marley con el pelo escarolado como el cantante de Jamaica morreándose con Victoria que parece sacada de un cuento de hadas, solo le faltan las alas, ¡qué guapa es la virgen!, rubia, con un cabello que parecen mechones de oro fundido.

Aquí debe de haberlas igual que ellas y ellos, hay que encontrarlos, se me ha ocurrido frecuentar un centro comercial que hay precisamente para esta zona de pisos, hay dos o tres, con bulevares y tiendas de todo tipo. En consecuencia allí va a comprar, pasear o sencillamente pasar el rato de un modo u otro, todo tipo de personas. Juventud se ve a todas horas, a base de hacerte conocer, unos te ignoran, otros no, es a estos cuantos a los que me he unido, ellos me han relacionado con españoles que están allí por muy diferentes razones, circunstancias parecidas a las mías, otros que sencillamente están trabajando allí, han encontrado su oportunidad y la han aprovechado.

Y aunque lo mío es ir deprisa, correr, aprovechar estos momentos de gloria juvenil de la que estoy disfrutando, pronto me doy cuenta que no es así como se crece. No puedo pasar de todos y todo cuanto me rodea, he tardado en leer un libro de Honoré de Balzac en francés, ahora me arreglo mucho mejor con el idioma a base de escuchar el acento y tratar de captar las conversaciones, el libro que he leído es “Papá Goriot”. No sé cómo ha sucedido, pero este libro, la historia que envuelve, me está haciendo comprender que tengo que caminar poco a poco, despacio. Después de todo, lo que hace que haya cambiado mi punto de vista de la vida, es el hecho que andando despacio sabes dónde pisas, se hace más difícil que caigas en el pozo.

Veo a muchos de los jóvenes con quienes más o menos convivo, ociosos, hablando de ir a ver a determinado argelino que pasa marihuana, haciendo planes para ir a una feria anual que hacen en Valrrás, donde parece que allí la gente se desmadra, no sé… tengo que desaparecer de este ambiente enfermizo, de esa congestión de vida que puede acabar en muerte acelerada.
He buscado empleo y he pasado tiempo en ello, bastante tiempo. Al final, en una carnecería me han empleado como mozo en el obrador, me fijo desde el primer día en cómo despiezan las canales, sacan la grasa excedente, aprovechan los trozos casi insignificantes para hacer filetes exquisitos. Es todo un oficio ser carnicero,  dueño del comercio se ha fijado en mi interés por aprender, después de seis meses en el obrador, usando las picadoras de carne y las sierras para trocear las partes huesudas de cordero y ternera, me llama a su pequeño despacho. Me comunica que me sube el sueldo, eso significa que he subido de categoría, me alegro y llego a casa corriendo para decírselo a mis dos abuelas.

En casa lo hemos celebrado con unos buenos filetes a la plancha, se deshace esta carne, descorchamos una botella de mosto fresco, y a nuestra manera, pasamos la fiesta. Por la noche, los amigos, casualmente todos españoles salvo Poline que es de padres españoles pero nacida allí, nos reunimos en una freiduría que hacen un pollo rebozado picante exquisito, pedimos unas cervezas y todos a morro, brindamos a lo grande. Lo pasamos muy bien, en primer lugar porque todos se alegraron al ver la situación en la que me encontraba con el empleo, encomiaron todos los esfuerzos que había hecho por encontrar una buena posición dentro de la sociedad francesa, relativa eso sí, pero era un comienzo.

A las ocho de la tarde todos nos fuimos retirando, es costumbre cenar pronto, a las seis y media o siete, dependiendo de dónde vivas en Francia, todo el mundo está apañado para ver un poco la televisión y acostarse temprano. El horario de trabajo requiere que sea así. Volví caminando a casa con Poline, a mi lado iba Raimont callado cómo siempre, se desvió hacia un parking vecinal a la intemperie, donde aparcan los vecinos del bloque donde vive y nosotros continuamos andando, la acompañé hasta su casa, detrás del hospital comarcal.
Llegados a la puerta de su casa, le cogí las manos y se las besé.
-Gracias por haber aceptado la invitación ha sido muy importante que hayas venido.
-Eres un gran chico Marcial, invítame cuando quieras de nuevo. No hace falta que esperes a que te suban el sueldo de nuevo.
-Entonces… ¿puedo ir mañana a buscarte al trabajo?
-Claro hombre, cuando quieras.




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