CELOSO DE MIS
ENCANTOS
Nada
oye, que la gente por más que me empeñe en decirles quién soy realmente, un
fraude de la vida, me contestan cuando conversamos un rato, que soy un encanto,
que la vida es injusta, que hubiera tenido que nacer unos años más tarde, ¡vaya
desperdicio de hombre…, me dijo este fin de semana pasada una mujer de mediana edad conocida, cuando leyó unas
poesías que tenía colgadas frescas del día.
No
me acuerdo quién fue, que me dijo una vez “Tenemos lo que nos merecemos”,
porque ya no recuerdo quién fue el que soltó aquella especie de maldición que
si no… lo pillo por banda y lo dejo ciego a hostias. Ahora pienso, pasado los
años… serías tú el que merecías la clase de vida que tenías, yo no. ¡He sufrido
mucho no creas oye…! ya está bien collons. Hay personas en la vida, que no nos
damos cuenta de cuando nos metemos en problemas, de unos cuantos allegados míos,
siempre he oído decirles, que el problema soy yo mismo, que soy muy confiado.
Eres
demasiado bueno nene, te toman el pelo la gente. Bueno pues eso va cambiar me
digo a mí mismo, pero nada que no cambio, y me doy cuenta por hecho un hecho sencillo,
que alguien llama a mi puerta de nuevo y en lugar de no abrirle la puerta de casa,
dejo que entre para que me cuente lo que quiera que sea. Creo que todo el mundo
tiene que tener sus oportunidades en la vida, ¿por qué no va a ser es una de
ellas?
Es
entonces cuando me planteo la cuestión…
¿Será que ven en mi a un tío encantador? Si es así, estoy celosos de mis
encantos, la razón es evidente, si estuviera en la circunstancia de los otros,
de los que vienen a casa y tomamos café juntos, me gustaría mucho que tuviéramos
charlas de asuntos de la vida que
conmueven a la personas, que las trastorna y les inquieta, que no les dejan
dormir los problemas. Vamos a casa de
Benito que él siempre nos escucha y nos atiende a cualquier hora, y para aquí que se vienen.
No
vienen a pedirme nada, solo conversación y en alguna ocasión que otra, cuando
se marchan, un abrazo cierra ese pequeño ciclo del día. Imagino que luego
hablan de mí, no sé si bien o mal, hombre mal no pueden hablar, se les invita a
lo que hay, café o un pequeño bocadillo con queso o jamón, en fin de lo que
tengo en la nevera.
El
caso es, que creo tener algún tipo de cualidad que me hace atractivo a los
demás. No me refiero a ser alto ni guapo, para nada, no lo soy, que todavía
tengo ojos en la cara para mirarme en el espejo cuando me levanto. Y camino de
los sesenta y cinco ya, uno no piensa para nada en hermosuras de tipo físico, a
cambio de eso, a muchos se les da el encanto, de ser personas agraciadas dentro
de otros contextos.
A
un par de conocidos míos, les tengo prohibido venir a casa porque siempre discuten
de futbol aunque a los demás les importe una mierda. Oye no, si tenéis que entrar por el portal
discutiendo de que si el Madrid y el Barça, os vais con viento fresco, al
siguiente día lo mismo, ¡a la puta calle los dos…!
¡Oye
es la primera vez que echan a Julián a la calle de casa de un amigo, ya verás cuando
llegue a casa…! me dará la lata de mala manera, nadie había tenido huevos de
plantarle cara así. Yo no veo que sea
para tanto, pero no me da la gana, que todos los que venís aquí, tengamos que
estar callados porque ellos discutan de lo que a nadie le importa, que se metan
en un bar que allí encontrarán orejas que les escuchen, que no vengan a mi casa
a tocar lo que no suena ¿vale?. No si en
eso estoy de acuerdo Benito, me parece bien, solo digo que es la primera vez
que le hacen una cosa así. Pues oye… se
han marchado todos al cabo del rato la mar de contentos, sin tener que aguantar
la conversación estúpida de estos plastas.
Así
poco a poco, me voy haciendo amigos, y distanciándome de aquellos que no lo
quieren ser. Selección natural le llamo yo, no vengas a este territorio que
está marcado con mi olor, o te como los ojos. En la naturaleza salvaje eso es
así, vale que somos urbanitas, que no estamos en la selva, en el Serengueti,
pero las reglas amigo mío, son más o menos las mismas.
Hay
animales que viven en manada, no es mi caso, yo voy por libre como los
leopardos, que solo buscan compañía cuando tienen que procrear, y tampoco es mi
caso ese, de manera que cuidadito con el titi, no vaya a ser que el día menos
pensado sin nada que perder se le eche al cuello a alguien y lo devore.
No
tengo nada más que añadir de mí, me siento libre como un pájaro, a aquel que no
le convenga arriesgarse a volar alto, a probar nuevas maniobras o saltar al
vacío sin la seguridad que las corrientes térmicas nos remontarán de nuevo, y
nos harán volar sin mover siquiera las alas para divertirnos de lo lindo por
los cielos, pues eso que no venga. Pero que nadie me impida con argumentos falsos
que yo lo haga.
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