miércoles, 3 de septiembre de 2014

VIEJAS FANTASÍAS.






                                                              VIEJAS FANTASÍAS





-¿Se ha muerto…? Qué pena, pues era joven para morir, ¿Qué edad tenía?
-Setenta recién cumplidos. Ya ves joder, después de lo que ha sufrido este hombre para subir a su familia, y ver cumplidos todos sus deseos…
-Si es verdad oye, nada tú, que mañana podemos ser cualquiera de los que estamos aquí.
Otro joven que no se aguanta los pedos alza la voz desde la esquina de la mesa del Casal dels Avis…
-Oye hablar por vosotros, a mí no me contéis en este grupo, que todavía tengo mucho que hacer  -dice masticando un palillo-.
-Avelino, Avelino, anteayer hablábamos del viaje que íbamos a hacer a Benidorm con el INSERSO, cómo cada año.
-Eso, a poneros morenos, no te jode  -dice otro que está concentrado en la partida de dominó, y que ha pasado dos veces, picando con el canto de la ficha en la mesa-.
El abuelo que está con el ojo pegado al reloj, y que ni aun así ve la hora, porque acaba preguntándola siempre al colega que dormita a su lado, habla, no lo hace a menudo pero hoy habla.
-Estamos aquí viviendo de regalo hostias, cuando pasas de los sesenta y ocho y vas camino de los setenta… malament noi.
-Calla cenizo, muérete tú si quieres.
-Yo me moriré cuando me toque, pero lo que es, es. Y más joven nadie se vuelve, y si no ¿por qué no has plantado calçots este año?, ya te lo digo yo; porque luego te tiene que llevar a casa una ambulancia.
-Pues a mí me quedan unas cuantas cosas sencillas que quiero hacer, si puedo, antes de morirme. Una de ellas, es ir a un club de striptis, hace que no veo unas tetas jóvenes desde cuando me casé que ya no sé ni los años que hace.
-¿Y la otra?
-La otra es pintar un cuadro, una vez fui al museo del Prado, era una jornada de puertas abiertas para los viejos…
-Tú padre.
-Pues estábamos allí, y me quedé con la boca abierta. ¡Unos cuadros había allí… que hermosura!
-Mira, un discípulo de Velázquez.
-Bueno reíros si queréis, ya lo tengo trazado en lápiz. Ahora, me ha dicho una señora que enseña en una escuela de bellas artes, tengo que comenzar a colorear los sitios más oscuros del cuadro…
-¿Y de qué va el tema del cuadro?
-De tú padre ¿de qué va a ser?
-Mira que…
-¿Qué tengo que mirar, esa cara de culo que tienes por jeta?

En eso los más viejos no se distinguen de los jóvenes, las cosas como son. El lenguaje empleado toda la vida, es como un bien adquirido al que la mayoría no renuncia. En cambio, en ocasiones nos transformamos, he ido con un amigo al hospital, le tenían que cambiar unos vendajes que tapan unas heridas muy feas. La enfermera le ha dicho que le dolerá un poco cuando termine por sacarle el que lleva puesto.
-Nada oiga, no se preocupe, yo estuve en la guerra ¿sabe?, allí sí que se veían cosas que ni puede imaginar. Usted tire y no se preocupe.

No ha soltado ningún taco, no ha hecho ni una mueca, se ha portado como una persona formal, seria, un hombre. Hemos salido del hospital, nos paramos en una plaza a tomar un café.
-Me cago en dios que daño me ha hecho, ¡cullons!, seguro que si hubiera sido su padre lo habría tratado mejor, esa gente son los que llenan los cementerios Damián, te lo digo yo.

Quizás tenga razón y traten de diferente forma a la gente más joven, no lo sé, pero lo que si es cierto, es, que, en términos generales, deben pensar que nosotros, los más viejos, ya hemos hecho todo aquello que queríamos hacer, y ahora les toca a otros seguir nuestros pasos.
No hay que engañarse, los jóvenes de hoy no harán lo que nosotros hicimos, ellos tienen otros objetivos, otras metas, no piensan en ir a Benidorm o ver tetas bailando en un club, tampoco, por lo menos la mayoría, se plantea siquiera pintar un cuadro.

Tienen otras fantasías, el matrimonio que vive arriba, encima de mi piso, tiene dos hijos varones que se llevan pocos años, uno tiene dieciséis y el otro catorce. Me cruzo con ellos a menudo por la calle, los cuatro, van pendientes de sus ipots o cómo coño se llame a esos teléfonos, unos van serios y los otros sonriendo, se escuchan musiquitas y sonidos de avisos de mensajes. Ojo, yo no juzgo a nadie por estos detalles tontos, pero… ¿no sería mejor que padre y madre, fueran del hombro de sus hijos hablando de cosas serias?
Va, que imbécil soy, de verdad, fantasías de viejos.




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