VIEJAS FANTASÍAS
-¿Se ha muerto…? Qué pena, pues era joven para morir, ¿Qué edad
tenía?
-Setenta recién cumplidos. Ya ves joder, después de lo que
ha sufrido este hombre para subir a su familia, y ver cumplidos todos sus
deseos…
-Si es verdad oye, nada tú, que mañana podemos ser
cualquiera de los que estamos aquí.
Otro joven que no se aguanta los pedos alza la voz desde la
esquina de la mesa del Casal dels Avis…
-Oye hablar por vosotros, a mí no me contéis en este grupo,
que todavía tengo mucho que hacer -dice
masticando un palillo-.
-Avelino, Avelino, anteayer hablábamos del viaje que íbamos
a hacer a Benidorm con el INSERSO, cómo cada año.
-Eso, a poneros morenos, no te jode -dice otro que está concentrado en la partida
de dominó, y que ha pasado dos veces, picando con el canto de la ficha en la
mesa-.
El abuelo que está con el ojo pegado al reloj, y que ni aun
así ve la hora, porque acaba preguntándola siempre al colega que dormita a su
lado, habla, no lo hace a menudo pero hoy habla.
-Estamos aquí viviendo de regalo hostias, cuando pasas de
los sesenta y ocho y vas camino de los setenta… malament noi.
-Calla cenizo, muérete tú si quieres.
-Yo me moriré cuando me toque, pero lo que es, es. Y más
joven nadie se vuelve, y si no ¿por qué no has plantado calçots este año?, ya
te lo digo yo; porque luego te tiene que llevar a casa una ambulancia.
-Pues a mí me quedan unas cuantas cosas sencillas que quiero
hacer, si puedo, antes de morirme. Una de ellas, es ir a un club de striptis,
hace que no veo unas tetas jóvenes desde cuando me casé que ya no sé ni los
años que hace.
-¿Y la otra?
-La otra es pintar un cuadro, una vez fui al museo del
Prado, era una jornada de puertas abiertas para los viejos…
-Tú padre.
-Pues estábamos allí, y me quedé con la boca abierta. ¡Unos cuadros
había allí… que hermosura!
-Mira, un discípulo de Velázquez.
-Bueno reíros si queréis, ya lo tengo trazado en lápiz.
Ahora, me ha dicho una señora que enseña en una escuela de bellas artes, tengo
que comenzar a colorear los sitios más oscuros del cuadro…
-¿Y de qué va el tema del cuadro?
-De tú padre ¿de qué va a ser?
-Mira que…
-¿Qué tengo que mirar, esa cara de culo que tienes por jeta?
En eso los más viejos no se distinguen de los jóvenes, las
cosas como son. El lenguaje empleado toda la vida, es como un bien adquirido al
que la mayoría no renuncia. En cambio, en ocasiones nos transformamos, he ido
con un amigo al hospital, le tenían que cambiar unos vendajes que tapan unas
heridas muy feas. La enfermera le ha dicho que le dolerá un poco cuando termine
por sacarle el que lleva puesto.
-Nada oiga, no se preocupe, yo estuve en la guerra ¿sabe?,
allí sí que se veían cosas que ni puede imaginar. Usted tire y no se preocupe.
No ha soltado ningún taco, no ha hecho ni una mueca, se ha
portado como una persona formal, seria, un hombre. Hemos salido del hospital,
nos paramos en una plaza a tomar un café.
-Me cago en dios que daño me ha hecho, ¡cullons!, seguro que
si hubiera sido su padre lo habría tratado mejor, esa gente son los que llenan
los cementerios Damián, te lo digo yo.
Quizás tenga razón y traten de diferente forma a la gente
más joven, no lo sé, pero lo que si es cierto, es, que, en términos generales,
deben pensar que nosotros, los más viejos, ya hemos hecho todo aquello que
queríamos hacer, y ahora les toca a otros seguir nuestros pasos.
No hay que engañarse, los jóvenes de hoy no harán lo que
nosotros hicimos, ellos tienen otros objetivos, otras metas, no piensan en ir a
Benidorm o ver tetas bailando en un club, tampoco, por lo menos la mayoría, se
plantea siquiera pintar un cuadro.
Tienen otras fantasías, el matrimonio que vive arriba,
encima de mi piso, tiene dos hijos varones que se llevan pocos años, uno tiene dieciséis
y el otro catorce. Me cruzo con ellos a menudo por la calle, los cuatro, van
pendientes de sus ipots o cómo coño se llame a esos teléfonos, unos van serios
y los otros sonriendo, se escuchan musiquitas y sonidos de avisos de mensajes.
Ojo, yo no juzgo a nadie por estos detalles tontos, pero… ¿no sería mejor que
padre y madre, fueran del hombro de sus hijos hablando de cosas serias?
Va, que imbécil soy, de verdad, fantasías de viejos.
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