QUINTOS
Mira
tú por donde, de los nacidos en 1950, esta quinta, se hace de diferente manera
a todas las otras quintadas que se habían hecho a lo largo de la historia de
nuestro país.
Antes
se hacían por sorteo de letras del primer apellido, pues no señor, estos
quintos se escogían a razón de la fecha de nacimiento, claro, a mí y a otros,
por supuesto, algunos amigos míos que como yo éramos objetores de conciencia,
nos enviaron cartas cuando solo teníamos diecisiete años.
A
los dieciocho ya nos matriculaban, es decir poner vacunas y estos rollos,
pesarte y medirte.
-Ya
recibiréis una carta que os dirá donde os tenéis que presentar.
Vale,
para casa de nuevo. Expliqué a mis padres el asunto y ellos lo aprobaron, y
llegó la carta. “Por la presente se le comunica que debe usted presentarse el
día dieciocho de junio en el cuartel sito en la calle Comercio de Barcelona,
cuartel de la comandancia de quintados en tal fecha”.
Para
allá que vamos unos amigos y servidor, a recepción, le preguntamos a un
sargento con una mala leche que te cagas, donde teníamos que ir.
-Allí
joder, donde están todos estos ¿no lo veis?
La
sala era grande de huevos, así por encima conté trescientos tíos, ¡unos
efluvios que me llegaban que para desmayarse, te lo juro!
-A
ver si hay menos ruido. Atended y escuchar bien los nombres que se vayan
diciendo, los nombrados irán a estas tablas detrás vuestro para ver vuestro
destino.
Siempre
repiten los nombres dos veces por si hay algún sorderas, hicieron bien, algunos daban respuesta después de la segunda
vez que los nombraban. Nosotros cuatro bien atentos. Mira tú, han dicho mi
nombre y apellido, para la tabla me fui deprisa.
En
mala hora se me ocurrió mirar aquella pizarra. DESTINO: “Policía territorial al
Sahara”, entonces se estaba montando el tinglado de la famosa MARCHA VERDE, no
sé si os acordáis, a mí se me aflojaron las piernas. Me dije, ¡coño mandos del
tercio oye, ya la has jodido tío!, objetor de conciencia en aquellos años era
como si fueras un traidor a la patria o algo por el estilo.
Me
acerco a la mesa de apelaciones de defectos que impidieran hacer la mili y me
atiende, un brigada, médico.
-A
ver, ¿a ti que te pasa?
-Pues
mire usted, capitán…
-Brigada,
empieza a distinguir los rangos militares.
-Pues
eso mi brigada, que yo tengo los pies planos.
He,
que no era mentira ni rollo ni nada de eso, era verdad, caminaba como un pato.
-Tócate
los cojones otro mariconazo que no quiere hacer la mili…
-Mire
usted, cuando me quintaron ya me lo preguntaron y dije que era objetor de
conciencia, de manera que no tiene relación una cosa con otra, la mili la
pasaré en la cárcel si hace falta, pero debo decirlo todo.
-Vete
para tu casa y espera las órdenes que se te den.
Esperé
a los otros, dos de ellos fueron a Cartagena a la cárcel militar, al otro a
Illetas, a Mallorca un castillo que servía de cárcel.
Al
cabo de un mes, recibo otra carta de Capitanía General, que me presente en la
calle Comercio de nuevo, ese día no había nada de movida de quintos ni nada,
aquello estaba medio vacío.
-Que
vengo por esta carta que he recibido, ¿Qué debo hacer?
-Sube
esta escalera, allí encontrarás a un oficial que te sellará la cartilla.
Voy
para arriba y encuentro al oficial y a diez o doce delante de mí. Cuando me
toca me da la cartilla, como un libro de familia algo más pequeño, más gordo y
blanco, con el logo de la bandera de España, abre una de las páginas mira una
lista a su lado.
-Suerte
has tenido jodido, eres excedente de cupo.
-¿Y
eso que quiere decir?
-Que
no haces la mili, que hay mucha boca que mantener y unos cuantos sobran.
Mira
no te puedes hacer idea de cómo corrí a mi casa a decírselo a mis padres.
-Lo
único que me han dicho que tengo que hacer campamentos, me ha tocado en Sant
Clement de Sasebas.
Mi
padre me dice entonces… -Pues ya estamos
igual que antes, tienes que jurar la bandera al terminar campamentos o sea que
tienes que vestir el uniforme.
¡Joder…
pues sí que estoy listo! Todo mi gozo en un pozo, no por la cárcel ni nada de
esto, yo sabía que donde estaban los objetores nos ponían a todos juntos, pero
era un rollo el asunto de los juicios militares y las condenas que a veces se
alargaban la leche, “Tres años y un día”, y luego antes de cumplirse el día,
vuelta a empezar de nuevo.
De
nuevo cayó la moneda por la cara que había escogido yo. La quintada era por
fecha de nacimiento que entrabas o no dependía del registro civil, el día de nacimiento
vamos. Pero a los campamentos, como también sobraba gente lo hicieron por
sorteo de letra del primer apellido, el mío empieza por S, de forma que me libré también de ir.
¿Es
suerte, fortuna, coincidencia, disposición divina, el ángel de la guarda…? No
lo sé, pero que me libre de una buena eso seguro.
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