jueves, 11 de septiembre de 2014

CAMINO DE MARES


                                           CAMINO DE MARES




Siempre se la ve caminar con el alma desnuda, desnuda de vanidades, desnuda de espíritu amargo, de posturas malvadas, de imposturas.
Quién piense que se equivoca puede que acierte, o que solo sea un pobre miope, que como barcos en el mar, no dejan rastro alguno, del sufrimiento que lleve escrito en su frente.

¿Espíritu libre…? sí, ¿Y quién no desea serlo, sin que la desgracia esté cayendo siempre sobre sus espaldas? Aquella en la que otros se fijan sin razón aparente, sin motivos para ensañarse con ella, solo por ser como es, un barco más que navega en mitad de este mar mundano, a menudo indecente.

Desde lejos otros barcos que ven a otro a la deriva, sin remos ni timón, con solo una capitana sobre el puente, se apoderan de ella cual si de piratas se tratara. Se ata bien los machos, protesta… aunque demuestre su inocencia, puede terminar siendo una ladrona delante de jueces. Y quienes juzgan siempre son los mismos; los sentimientos, las emociones, los afectos desaprovechados, tirados como lastre en el fondo de los mares, allí, en los abisales, duermen eternamente, los desconsuelos y las penas.

Mareas que suben y bajan, a capricho de lunas crecientes o menguantes, golpean su cuerpo, lo machacan hasta dejarlo hecho girones, con ilusiones rotas, con angustias permanentes. ¿Qué puede hacer sino quejarse, cuando ve llegar esas grandes olas que no la dejan en paz, que la olvidan pero vuelven?
Se transmuta, ahora camina entre plantas y flores, quiere andar como los demás humanos, pero no tiene ocasión, las raíces escondidas de árboles centenarios, salen y cruzan su camino para conseguir que caiga.

Ahora ya es más difícil que lo consigan, está despertando del letargo, después de su experiencia marina, el hacerse mujer de tierra firme, le concede la oportunidad de caer y levantarse de nuevo.
Todo lo que ves de esta mujer es solo apariencia, dentro de su pecho, late un corazón tierno, con desvíos y flaquezas sí, y puede quién hasta vea en ella vicios. ¡Cínicos amargados, que se apoyan en su debilidad de espíritu para entramparla…!

Para todos, en la vida, hay que tener sentimientos buenos, si los tengo conmigo mismo… ¿Cómo no voy a tenerlos para ella? Si nos amamos a nosotros mismos, amar a los demás, es la clave para vivir y morir felices, tranquilos.
¡No, apártate de mí maldito falso, no pretendas detrás de esta máscara antigua, regalarme los oídos para que llegue a odiarla!

Ella va camino de mares y tierra, por donde quiera que transite, dejará su huella, y si está en mi mano, la ayudaré a que permanezca, como la tuya y la mía, cómo la de todos aquellos, que vivimos en un mundo lleno de angustias y temores.




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