martes, 29 de mayo de 2012

SOIS LO MÁS, LES DIJERON UN DÍA.


                            SOYS LO MÁS, LES DIJO UN DÍA.


Los hijos para muchas familias hoy, son como una maldición, para otros al contrario, aun para otros son seres que visitan sus casas tan solo para dormir y repostar  -en todos los sentidos, se entiende- , creen sencillamente, que el hecho de tener vida, por deseo expreso de sus padres, les autoriza a tener esa actitud, “Yo no he pedido venir a este mundo, de manera que carga con las consecuencias.”
Estos, no se plantean ni por un momento, que harían ellos si fueran padres, así pues, se vuelven tiranos, pierden el respeto a sus mayores, incluso estos les temen cuando los ven acercarse a casa, oyen las llaves en la cerradura de casa cuando abren la puerta y hay padres que se echan a temblar ¡qué horror vivir así…!. El horror nace de la espera impredecible, de la intensa pena de no poder cambiar las cosas, de saber que cualquier día de estos, puede sobrevenirte la muerte que esperas, de mano de quién más quieres.
No siempre tiene que ser la muerte física, también puede ser la muerte de los sentimientos, normalmente, la muerte de sus sentimientos hacia ti, que al contrario no. Los padres queremos hasta el agotamiento de nuestras fuerzas físicas y mentales, hasta el delirio si cabe, pero a los hijos se les quiere sin condicionamientos. Quizás, cabe pensar que cuando ellos sean padres, padres de niños deseados, también hereden esta actitud y dejen de incordios auténticos dentro de la familia.
Los padres necesitamos que los hijos sean un bálsamo para nuestras heridas, nosotros no somos soldaditos de plomo, parados sobre una maqueta para llevar a cabo una batalla, que, jamás vamos, ni a perder ni a ganar, solo decoran un escenario ficticio, irreal, a menudo copias exactas de batallas de antaño, pero eso, simples copias.
Por eso, cuando tus hijos se solidarizan contigo, te defienden a ultranza y manifiestan que son tus guardianes, al contrario de la actitud que acabamos de referir, los hijos son una bendición. Los hijos que no llevan cuenta del daño, que saben que todos fallamos porque somos imperfectos, que se dan cuenta de que los padres como todo el mundo en la vida, tenemos fracasos, causamos daños, que como cualquier humano, necesitamos que se nos reprima, y con ello, que se nos aliente a tirar hacia adelante.
Al contrario de esto, el que piensen  “Si la has hecho, la pagas, que todos debemos pagar nuestras facturas ante la vida.” es desalentador, cruel, amargo. Los hijos como todos en este mundo, crecen, tienen sus propios criterios, se emancipan, y cuando lo hacen, al crear un ente aparte del nuestro  -quiero decir que dejan el hogar donde han crecido-, no deberían ejercer de jueces, de administradores de la justicia moral. Deben buscar el modo y manera de acercarse a sus padres y sentir lo que sienten ellos, no nos queremos referir con esto a auto inculparse de sus fallos, si me apuráis hasta de nuestros desmanes.
Solo estar cerca de ellos, solo eso, si no, los padres estamos desnudos ante su impiedad, atrapados en un cepo en mitad de la plaza pública, hasta que nos llegue la condena o la absolución.
Pues bien, se de unos padres a los que me precio de conocer íntimamente, que cuentan ante una circunstancia de angustia y desasosiego, solo dos de sus hijas, están de pié, firmes ante sus padres con la espada en mano, dándoles la espalda para que nadie se acerque a ellos, sus padres están en el cepo, pero no dejan que los insultos y reprobaciones lleguen hasta ellos, son sus paladines.
Los padres, ante una circunstancia que probablemente han buscado o que uno de ellos ha causado  -ya sabéis como van las leyes medievales-, solo pueden mover la cabeza, y la levantan solo para decirles: “Sois lo más… ¿cómo os podemos agradecer que compartáis vuestra vida con nosotros en estas circunstancias?.”
Ellas vuelven la cabeza cuando la multitud se aparta un poco y les contestan: “Sois nuestros padres, la cuna de nuestra vida, estamos aquí gracias a vosotros padres, ¿cómo esperabais que respondiéramos si formáis parte de nuestra vida, si somos lo que somos, gracias a vuestros desvelos y desasosiegos? , hacemos esto porque nos place, porque lo necesitáis, porque os amamos.”
Mientras los otros hijos, que creen actuar consecuentemente, que piensan que merecen este justo castigo, miran desde lo lejos, asomados a su ventana, impacientes quizás también, pero lejos. Se excusan diciendo: “Si no hubieran faltado a la ley, estarían libres, pero, de cualquier modo, tiempo habrá para rehacer la relación que se perdió, ¡con el tiempo…!.” No se dan cuenta de un hecho, están en el cepo por ellos, ¡si solo en su tiempo hubieran sido más leales y hubieran demostrado más amor…!.
No se imaginan ni por un momento, que si la situación fuera la contraria, sus padres estarían ante la multitud, peleando a muerte por ellos.


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NO REÍR PORQUE SÍ.


                                  NO RIAS PORQUE SÍ.

No entiendo a la gente que siempre va riendo por la calle, que parece que seamos todos muy felices, mientras la ruina se cierne sobre nuestras cabezas. A veces puede ser una ruina pasajera, pero otras, es una ruina que nos atenaza hasta el punto de dejarnos apeados de la razón.
Se pudiera comparar a una vía de agua que se hace en el casco de un barco, puede ser reparada, incluso sellada permanentemente, sin embargo, no sabemos a qué condiciones de tiempo nos enfrentaremos, unas millas más adelante, pudiera que el mar siga en calma hasta puerto seguro, entonces no hay más que sacar el barco al dique seco y reparar a conciencia el casco.
Se   pudiera traducir con el hecho de que en un momento de la vida, las circunstancias nos dan un respiro, entonces, la risa llega, pero no debemos olvidar que es momentánea, y que ha sido gracias a todo lo que nos rodea  -incluida familia y amigos-  que podemos sobrellevar el problema de nuestro barco, nuestra persona, nuestra vida.
No se debe regatear esfuerzos en hallar soluciones a estos problemas, de lo contrario con el barco parcheado sobe la marcha, nos podemos encontrar con problemas de tal magnitud, que nos hagan naufragar.
Por eso, se puede reír, pero con comedimiento, sin echar jamás las campanas al vuelo, sin dar por sentado que somos los mejores, porque tenemos una nave segura. Cualquier otro día navegando, se puede romper el timón, o el motor falle y nos deje a la deriva sin posibilidad de huir de la tormenta que se ve a lo lejos.
No se puede ser ocioso en la manera de hacer las cosas, debemos medir cada centímetro de nuestro barco, hay todavía mucho mar que navegar, muchas tormentas por las que debemos pasar.
Reír es bueno, sano y rejuvenecedor, lo mismo que el llorar, cada cosa en su justa medida tiene su tiempo y lugar, no vayamos a pensar que porque creamos que somos felices ahora, siempre vamos a estar acompañados de la risa y el jolgorio, no, nada de eso.
La vida nos depara… ¿quién sabe qué? y hasta cuándo. Saber disfrutar los momentos buenos es realmente enriquecedor para el espíritu, es algo contagioso, sano, amable, pero ese disfrute, ante todo debe ser sincero. Solo así, podemos acceder a la risa en su justa medida.


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lunes, 28 de mayo de 2012

EL PARAGUAS DE DANIÉL.


                                            EL PARAGUAS DE DANIEL.


Él siempre dice que un paraguas siempre es útil. Sobre todo para la lluvia claro, al ser impermeable, te protege del agua que cae del cielo, pero el caso es que Daniel  -que en su tiempo debe haber sido un dandi- , no sale de casa sin él, dondequiera que sea va con su para guas colgado del brazo, casi todos los que lo conocen, no prestan atención a este hecho, una persona entre la multitud, con un paraguas en la mano, no llama jamás la atención de nadie.
Y del modo que él lo lleva menos, a manera de bastón, sale y entra de las tiendas, de algún café, en el parque, allí habla con los amigos mayores, de todo y de nada, del tiempo, de política, religión o economía. Algunos de ellos llevan bastón, ya sabéis, esas garrotas con la punta de goma para no resbalarse, son bastones todo terreno, en lugar de cuatro por cuatro, se podría decir que estos abuelos son dos más uno, igual a tres. Dos piernas, más la pierna móvil que puede ponerse en cualquier posición.
Daniel dice, que es mejor llevar paraguas porque en caso de que llueva, ya vas preparado, desatas el corchete que sujeta la tela, deslizas la anilla que sujeta las varillas hacia arriba y… ¡Ale hop!, ya estás protegido, mientras te ríes sin malicia, de toda la gente que va buscando balcones bajo las fachadas, o los que se tapan la cabeza con el periódico.
Personalmente le doy toda la razón a Daniel, aunque haya a hay a quién le guste mojarse, dependiendo de la época del año que estemos y donde vivamos. Daniel, tiene toda una filosofía en relación al paraguas, asegura que éste, sirve para mil cosas diferentes, por ejemplo también protege del sol, las mujeres, creen que para el sol hace falta una sombrilla, pero ¿a cuántas ves tú por la calle con sombrilla? , a ninguna, utilizan los paraguas, esos que son plegables y que se pueden llevar metidos en el bolso.
De manera, que una vez más hay que reconocer la versatilidad de este aparato. Daniel cuenta, que en una ocasión fue a un museo del paraguas, acompañaba a un amigo con el que después irían al museo del tren. No pudo por menos que comentar, las excelencias de los ingenios que allí se presentaban, vino gente de casi todo el mundo a este acontecimiento, todos traían piezas que eran verdaderas joyas en el campo de la construcción del paraguas. Se fijó sobre todo, en un paraguas que usaban los pastores en Austria, estaba construido todo absolutamente de madera con el pomo recto, era una maravilla, en el interior llevaba dobles varillas de madera que sujetaban la tela, esta era de lona, casi indestructible, y grande… ni te puedes hacer una idea, decía que parecía una tienda de campaña. Desde la punta del pequeño pararrayos de latón a manera de casquillo hasta el suelo,  hasta la punta del mango, medía un metro treinta. Increíble, y resulta que no era un invento nuevo, hacía decenas de años que se usaba por aquellas tierras altas.
El paraguas, es un invento colosal, de desarrollo en todas las culturas. Comenzando por los egipcios que hicieron uso de ellos, hasta los diferentes modelos que conocemos hoy día. Un amigo de Daniel que es maestro armero, le hizo saber que tenía un paraguas excepcional.
-¿De qué se trata?, me interesa mucho saberlo, de verdad.
· Pues mañana, te espero a tomar café en casa y te lo enseño. ·
-Ahí estaré como un clavo, ¿a qué hora quieres que venga?.
· Después de la siesta, a eso de las cuatro, nosotros comemos temprano.
-De acuerdo, entre las cuatro y las cuatro y media, ¿te vale?.
· Sí claro, a partir de esa hora cuando tú quieras, ahora no te presentes a las seis, a esa hora no me encuentras, estoy jugando al bingo con los amigos.
-Claro hombre ya me hago cargo de que eres un hombre de buenas costumbres.
Al otro día, llamaba al timbre a las cuatro y cinco, le abrió Alfonso. Subió y tomó con él un combinado de café y brandy, charlaron del oficio de Alfonso un rato, mientras que su mujer se dedicaba a limpiar unos geranios que tenía en el balcón.
· Ven que quiero enseñarte algo.
Lo llevó a una habitación habilitada como taller, en las paredes, pequeños cajones hechos a mano, formaban parte de un estante a lo largo de toda la pared, al fondo un pequeño banco, junto a la ventana, armas y planos estaban clasificados de forma muy ordenada. En un rincón, tres paraguas, más bien grandes en lo que respecta a longitud, pero eran paraguas. Se llevó uno de ellos al patio trasero, no quería abrirlo en casa. Allí lo abrió al abrigo de vecinos curiosos, el patio estaba techado con cañizo, no entraba el sol más que cuando él quería.
Abrió el paraguas  · “Voilá.” ·  dijo cuando se abrió de forma automática, ¿qué te parece?. ·
-Muy bonito, pero de estos hay a montones en las tiendas…
· No, como este no, ahora te lo acabo de enseñar.
Cerró de nuevo el paraguas, dio un cuarto de vuelta al mango y salió del interior del eje, una espada de sesenta centímetros. La hoja de la espada, quince milímetros, de manera que el eje tenía veinte.
-Chico esto es una maravilla, ¿qué te llevó a hacer esto?.
· La simple curiosidad, hay bastones que contienen una hoja como esta en el interior. Yo me he limitado a hacer un paraguas armado ¿qué te parece, no es bonito, y útil a la vez?. La tela es de una calidad excepcional, está hecha a prueba de rasguños, te diría que es casi indestructible.
A partir de entonces Daniel sigue con el paraguas, pero no se lo cuelga al brazo, este lleva empuñadura de plata que representa a un delfín, dentro del alma del paraguas…


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sábado, 26 de mayo de 2012

ESTO ES INÚTIL, NO LO HAGAS.

                   
                                          ESTO ES INUTIL, NO LO HAGAS.


¡Mi deliciosa niña…! , cree que así va a lograr llamar su atención, hasta el punto que, como me dijo ayer noche, va a ser el único objetivo de su vida.
-Va a tener que verme, y va  a tener que escucharme, vendrá a mí de nuevo, lo verás mamá.
Pobrecilla, le digo que no lo haga, que se lo quite de la cabeza, hay muchos otros chicos que la merecen, que espere, que no se sienta herida por eso, que lo que hacemos en la vida, le importa a nuestra vida, a nosotros. Pero está desesperada, ¡estaba tan ilusionada con él…! , pero por lo visto no hay forma de convencerla.
-Si cree esta pelandusca que me lo puede quitar así como así, lo lleva claro, a mí, no me conoce esa golfa.
No es cuestión de que sea una golfa mujer, le digo, pero nada. Se le ha metido entre ceja y ceja que ella es la culpable de esta situación. Esa chica no tiene la culpa le digo, pero me sale con argumentos que no son lógicos, que no son propios de una chica de su edad. Temo que vaya a hacer el ridículo, un ridículo espantoso, y eso ¡me duele tanto…! .
Va a echar todo el cariño que ha invertido en él, por la borda, y creo que ella lo sabe, entonces ¿por qué quiere hacer esto?. A mí no puede engañarme, yo creo que en fondo, está mal aconsejada por las dos amigas que tiene y que siempre salen juntas a todas partes. Le he dicho mil y una vez, que no dependa tanto de ellas que trate de ser ella misma, que vale mucho, la tendríais que ver cuando tae las notas del instituto, ella no les da importancia, pero todas las notas las saca con excelentes.
Estoy contenta por ello, con la de amigas que tengo que no hacen más que quejarse de sus hijas.  ·  He tenido que ir a la farmacia, a buscar para mi hija “la píldora del día después”, esta chica lleva de cabeza a todos los chicos del instituto, claro como es tan guapa y tan resultona…· Y lo dice toda orgullosa ella, ¡qué lástima! , mi hija no es así, me consta, siempre, desde los catorce años ha ido con el mismo chico, alguna que otra vez hemos discutido, me preocupo por ella, el año pasado en el viaje de estudios, me pidió dinero para ir a Asturias. Yo le dije que no tenía, que ella sabía que desde que su padre se fue de casa, trabajo de noche y de día para poder mantenernos.
Al final se salió con la suya, estuvo dos semanas enteras dándome la lata, al final cedí pero discutiendo, después, cuando volvió me daba las gracias y me trajo una muñeca típica de allí, preciosa, le debería costar lo suyo, luego pensé que al ir con su novio, a lo mejor entre los dos juntaron el dinero para comprarla.
Pero sigo pensando que esas dos amigas, que a menudo trae a casa, la llevan a mal traer. Lo ve en mi cara cuando le digo después, que hay ciertas conversaciones, que unas chicas que visitan una casa ajena, no deberían tener, que tendrían que comedirse un poco.
-Mamá, ¿pero tú sabes en el siglo que vives?.
Es lo que me contesta, a mí no me gustan porque van siempre demasiado extremadas, parece que vayan pidiendo guerra a los chicos, eso salta a la vista. Y mira tú por dónde, estas chicas son sus consejeras ahora. Va a dar un mal paso, seguro, y esa inquietud la llevo encima cada minuto de mi vida. Hay que ver cómo, con el paso de los años, las prioridades de los padres van cambiando en relación a los hijos.  Cuando son pequeños, siempre dan motivos para que andes preocupado por ellos, cuando ya son mayorcitos, necesitan guía y protección, cuando son adolescentes, ya son capaces de decidir y tomar iniciativas al margen de los padres, pero no se deja de sufrir por ellos, pero esta vez empiezas a tener las manos atadas, les salen las plumas remeras y quieren volar del nido, sin saber a qué peligros se enfrentan.
Ese viernes por la noche, le hacen una llamada al móvil, son sus amigas que la pasan a buscar, sale de la habitación disfrazada como una mona, le digo · ¿Pero dónde vas así vestida?. ·
-Me voy de marcha, anda dame veinte euros, los necesito para esa noche. Vaaa… mamá, no seas mala anda, ya te los devolveré.
· Pero… ¿cómo vas a devolvérmelos si no trabajas?, ya sabes cómo vamos cariño, necesitamos ese dinero…
-¿Y qué quieres, que me baje las bragas y los consiga de cualquier otro modo?.
Me he quedado de una pieza, esta no es mi hija pensaba, despierta Ana, me decía a mí misma, esto es un mal sueño, no puede estar pasándome a mí. Pero sí que me pasaba, y tanto que sí. como un autómata, he abierto el monedero y le he dado el dinero.
-Gracias mamaíta, eres la mejor madre del mundo, ¡cuánto te quiero…!.
No sé a qué hora ha vuelto, me dormí gracias a una aspirina, entre el cansancio de la semana y el palo del viernes, me quedaría anestesiada, creo yo. Cuando eran la una, he entrado en su habitación, ella estaba medio desnuda, solo tapada con la ropa de cama a medias, a su lado, alguien estaba con ella.
He preparado la comida, luego me he puesto a limpiar la cocina en compañía de la radio, escucho Cadena Dial porque dan música todo el día. A las cuatro, aparece mi hija en la cocina.
-Tengo un hambre del demonio, me comería un toro por los cuernos, ¿qué has hecho para comer mamá?.   · Un guiso de ternera, está sobre la cocina, caliéntalo un poco.  ·
Mientras oigo en el baño, que se pone en marcha la ducha.  · ¿Quién está contigo hija?.  ·
-Es Aurora, una chica conocida que encontramos en la disco, no tenía quién la llevara a casa y la he invitado a la nuestra.
·  Pero… si hay otra habitación, le podrías haber dicho que durmiera en la otra cama, siempre la tengo parada.  ·
-Ya, pero es que, ¿sabes?, hemos dormido juntas porque he decidido que los hombres no traen más que problemas, las mujeres nos entendemos mejor entre nosotras.
·  ¿Qué quieres decir con esto?, no me dirás que te has cambiado de acera…  ·
-¿Por qué no?, al fin y al cabo, como pelearme con la otra golfa no va a traerme ninguna consecuencia buena, me quedo con Aurora, está enamorada de mí, y yo de ella, lo he descubierto esta noche.


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EN UN PUENTE DE MONTAÑA.


                              EN UN PUENTE DE MONTAÑA.


Justo cuando todo el mundo, está de vuelta de las vacaciones, es cuando las hago yo, ese día, me planteé como muchas otras veces había hecho, largarme al campo. No planeo demasiado estos pequeños viajes, me dejo llevar, de forma parecida a lo que otros hacen cuando van al mar, se ponen a hacer la plancha y se dejan llevar por las olas, te aíslas así, de los ruidos que  hay cerca de ti.
Con los oídos dentro del agua, solo saliendo del agua la nariz y la boca para  poder respirar, oyes solo un murmullo, es el mar, que con su sonido quedo, te acompaña en esta pequeña excursión.
El campo, el monte, las pistas de senderismo, son algo parecido, solo que miles de ojos que te ven pasar te siguen, pájaros, insectos, pequeñas culebras y hasta algún que otro mamífero bien camuflado entre las plantas, te ven pero no se dejan ver, los oyes si saber que son, pero te invitan a que disfrutes con ellos, de la paz que ellos tienen.
Esta vez, por cambiar de lugar, me dirigí al mismo lugar de siempre para alojarme. Se alegraron de verme, la gente de campo son hospitalarios y sencillos, y estos, más si cabe. Cada año me presentan a un nieto nuevo, la noticia del embarazo de algún miembro de la familia, me siento casi como en casa con ellos.
Busco en el mapa algún lugar donde no haya estado antes, con el lápiz tomándome una cerveza, señalo algún lugar que pueda ser visitado, pero que sea nuevo para mí, no pretendo ser un descubridor, solo quiero visitar lugares que sean poco transitados, lugares que no denuncien el paso de los veraneantes que van dejando su huella donde quiera que vayan. Es penoso, pero da asco a veces las cosas que te encuentras cuando paseas, y más cuando hace solo cuatro días que se han marchado de ahí los que han venido a “disfrutar de la naturaleza”.
Latas de bebidas, pañales de bebé, fuegos apagados donde está expresamente prohibido hacerlos, de todo, ¡qué pena!. Suerte que, a medida que avanzo, se van diluyendo estos rastros, esta gente, sobre todo si van con niños, se dan la vuelta y regresan a sus campings, u hoteles, donde se hacen de nuevos aprovisionamientos de bebidas y plásticos para dejarlos al siguiente día por el camino.
Ese día  -era el tercero-, me dirigí a un cañón bastante profundo, desde el camino se oía bramar el agua a su paso por él, nevó bastante aquella primavera, y llovido mucho durante el verano. De modo que el agua no bajaba amansada, muy al contrario, desde los lugares desde donde se podía ver, pasaba sobre rocas, que durante mucho tiempo estaban secas por la falta de agua. ¡Qué orgulloso me sentí ese día del campo…! , labraba su propias formas, siempre cambiantes, siempre hermosas.
Quise ver más de aquel acontecimiento y crucé el rio por un puente de madera bien construido, justo al cruzarlo, me tropecé con un poste indicativo con cuatro indicaciones diferentes, estaban señaladas debajo con diferentes colores, para que los paseantes no se perdiesen.  · Voy a coger este camino, pensé para mí.  ·  Me encaminé a un sendero un poco inhóspito, y me puse a subir, primero un tramo importante, había habido desprendimientos de uno de los lados del camino, se hacía difícil subir, pero no era imposible, tuve que sujetarme a un par de ramas delgadas de árboles, que habían cedido con la caída del terreno, al llegar arriba, una larga y tortuosa bajada indicaba el lugar a seguir.
Bajado un buen trecho, me paré a descansar a un lado del camino, se oía el croar de las ranas mezclado con el piar de pájaros que eran caros de ver y escuchar. Antes de morder el bocadillo que me daría las fuerzas para seguir, me paré a escuchar, se oía el rumor de agua, la señal era débil, pero era agua sin duda. Miré hacia un lugar y otro, no se veía ningún rio, ni riachuelo, nada. Comí inquieto, dentro de mí algo me decía, que debía encontrar el origen de aquel rumor de agua. Devoré la comida, bebí un poco y reinicié la marcha, busqué por los alrededores prestando mucha atención al sonido del agua, bajé por un lugar virgen, nadie había puesto los pies allí desde hacía mucho tiempo, sujetándome bajé, ahora ya no era un rumor, era el sonido claro del agua que transcurría por algún lugar.
Cuando llegué al lugar, oscuro, casi lúgubre por la ausencia de sol, me metí en el agua helada, me llegaba hasta las rodillas, pero las botas y mi decisión me llevaron riachuelo arriba, no atendía ni el tiempo que estaba transcurriendo. En un momento determinado tuve que parar, se interponía en mi paso un puente, minúsculo de apenas dos metros de largo, alguien se entretuvo en algún tiempo, a ir apilando piedra de pizarra primero más grandes, luego más pequeñas, hasta completar aquella sencilla y a la vez complicada obra de ingeniería.
Quedé asombrado, ¿quién habría hecho aquel puente? , no lo sé, pero en ese instante me pareció el más hermoso del mundo, para mí un puente, además de ser un lugar de paso, es un nexo de unión entre dos mundos, siempre hay cosas diferentes de uno y el otro lado de un puente. Pasé con precaución por debajo del ojo, estaba intacto, parecía que fuera ayer cuando lo construyeran,  era casi milagroso.
Subí para verlo por la parte de arriba, el paso, lo constituía una base de piedras de rio redondas, cubiertas por arena del mismo lecho del rio, no había rodadas ni huellas, aunque de lado y lado se intuía un camino.
Subí en principio por una parte que me llevó a un gran prado, en el fondo de este, una pequeña casa medio derruida lo presidía. Al lado de la misma, se podía adivinar una cuadra, no pude evitar acercarme, tocar sus paredes de piedra, aunque otras partes de la casa estaban hechas de adobe, me di un paseo por el interior,  · Mira aquí estaba el hogar de fuego, allí la cocina, ahí se puede ver que esta parte era el lavabo, anda fíjate, todavía quedan restos de una de las camas en esta habitación, parece mentira, el paso del tiempo no es capaz de destruirlo todo.  ·  
Miré hacia el cielo, solo seis vigas se veían enteras, el resto cedió a las inclemencias de los elementos de la tierra. La Tierra tiene memoria, respeta a los que la habitan, pero si la menosprecias, es más poderosa que tú, te hunde, te hecha, te vomita de sus entrañas como una comida que es nociva.
De pronto… “debo volver, si llego mucho más tarde de la hora habitual, Jose Luís –el dueño del hospedaje-  mandará a buscarme y no quiero que esto pase.” Pero para entonces, había pasado demasiado tiempo, la noche cae pronto en la montaña. Crucé el puente del otro lado, y me encaminé hacia no sabía dónde, caminé con urgencia, acabé llegando a medio correr por el camino, después de un buen rato, ya casi noche cerrada, me encontré con una intersección, no se leía nada porque no había indicador alguno, me decanté por seguir a mi izquierda, más cerca del rio.
Al final, desde lo alto del camino, se podía ver una pequeña aldea, apenas una docena de farolas iluminaban sus calles, me quedé un poco más tranquilo, aproveché el momento para poner a prueba los binoculares que me compré este año, esos que te dejan ver en la oscuridad, muy chulos. Miré a través de ellos y no se apreciaba movimiento alguno por las calles de la aldea, solo pude ver a un par de gatos, esos salen de caza cuando cae el sol, ven mucho mejor que yo a través de esos chismes, porque además ellos tienen bigotes que les ayudan a medir las distancias, a diferencia de los humanos.
Bajé hasta la aldea, llamé en la primera puerta que me encontré al entrar, salió un hombre mayor, equipado con una boina de no sé cuantos años, merecería estar en un museo.  · Buenas tardes señor, podría llamar por teléfono…  ·  le expliqué el asunto y me hizo pasar, hacía un olor extraño en la casa, pero era un olor familiar, nada raro, en estas casas de pueblo, entre la matanza, el olor de la leña quemándose en el fuego, y la comida de la cena, ¿qué quieres? , toda una mezcolanza de olores y seguro que de sabores.
Después de llamar a Jose Luís, advirtiéndole de que no iría esta noche a dormir, me quedé mucho más tranquilo.  ·  Oiga buen hombre, ¿saben ustedes donde encontraría por aquí un lugar para dormir esta noche?.  ·   -Aquí, nosotros te ofrecemos nuestra casa, no sé que tal vas a poder dormir, nosotros tenemos colchones de lana, pero creo que estarás cómodo para una noche.-   ·  No sé, me sabe mal importunarles, imagino que no debe haber por aquí ninguna pensión ni alojamiento.  ·   “Cierto, no hay nada de eso, pero aquí no importunas, todo el mundo es bien recibido en nuestra casa.”  ·  Entonces… no vive usted solo.  ·   “No, vivo con mi mujer, murió hace tres años, pero para mí está viva, como si estuviera aquí sentada entre nosotros. No temas, aquí n hay fantasmas ni nada parecido, es solo que la tengo presente, eso es todo.”   ·  Entiendo, eso es muy hermoso, no muchas personas tienen este punto de vista acerca de sus muertos.  ·   “Puedes quedarte aquí el tiempo que quieras.”   ·  Muchas gracias, es usted todo un caballero.  ·   “Yo prefiero decir que soy persona, nada más que eso, si no fuéramos capaces de hacer esto por nuestros semejantes, seríamos peor que las bestias, que hasta ellas tienen el instinto de hacer lo que pueden por los de su especie.”
Al día siguiente volví al hospedaje para pagar y despedirme de Jose Luis y compañía, no le anticipé nada acerca de mi propósito, por si acaso el asunto no resultara bien. Ahora, tocaba dar por finalizadas aquellas vacaciones y poner en marcha el proyecto que tenía en mente. Me fui para casa, pedí el finiquito de mi contrato en la empresa, era comercial de pequeña maquinaria para bricolaje. El gerente se sorprendió, preguntó porqué dejaba la empresa, que si era cuestión de dinero arreglaría algo para que cobrara más, dijo que era un buen vendedor y que se resentiría el negocio sin mi presencia.
Pero estaba todo estaba decidido, me marchaba de aquella jungla, la conversación que tuve con Cristóbal, -el aldeano que me alojó en su casa-, me decidió a tomar una determinación. Quería ser un aldeano, si hacía falta, me calaría una boina como la suya, me convertiría en analfabeto, y aprendería a ser pastor. El descubrimiento de aquel pequeño rio y del “gran puente”, me abrió una nueva dimensión que quería descubrir.
Vendí mi piso, a buen precio, estaba en una zona privilegiada gracias a las infraestructuras que con los años se hicieron en los alrededores, pillé la pasta y me di prisa para volver al lugar donde construir mi sueño.
Cristóbal me felicitó por la decisión, me hizo saber que no me arrepentiría, que temporalmente, mientras reconstruía la casa del otro lado del puente, podía estar con él.  “Así, nos haremos compañía mutua, yo te diré como se vive aquí, eso sí que te hará falta. Mañana, a las seis de la mañana vendrás conmigo a ordeñar las vacas, ¡verás que divertido…!.” Así comencé a vivir otra etapa de mi vida, una etapa que me colmaría de encuentros, el primero, el encuentro conmigo mismo, luego, el encuentro con la madre Tierra, y todas las abundancias que nos da, a pesar de todo lo mal que la tratamos.
Fíjate tú, lo que pueden dar de sí unas cortas vacaciones en la montaña, si quieres descubrir con apasionado interés lo que puede significar descubrir un puente.


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viernes, 25 de mayo de 2012

PARA QUE NO LO OLVIDES.


                                      PARA QUE NO LO OLVIDES…


Debo decirte, que sigo… queriéndote como el primer día que te vi. Que a veces mi descanso se hace inútil porque te tengo a mi lado, ¡qué locura…!, debería ser al revés ¿no crees?, pues no, estás sentada conmigo, hablando y debatiendo asuntos, y el corazón sigue acelerándose como la primera vez que sentía tú aliento en aquel tren.
¡Qué día de playa aquel!, todos mis amigos me miraban, y las amigas también, me decían algunos después, que parecía petrificado, como si fuera una momia, sin vendas, claro. Yo les contesté que eran tonterías, pero no, tenían razón, creo que de tanto apretar las manos contra las barras del vagón del tren, para que nadie te aplastara, se me durmieron, luego,  despertaron…, como yo, después de un buen rato.
Soñé contigo esa noche, esa y muchas más noches que les sucedieron, y entre sueño y sueño, seguro que dije tú nombre, cientos, si no miles de veces lo repetí, estoy seguro.
Cuando se lo conté a un amigo, me dijo que era un flechazo, no lo sé, ahora no importa, estamos juntos, y eso es un sueño realizado. A veces me pregunto, como el destino –si es que lo hubiera-, pudo castigarnos tanto. Digo castigo al hecho, de que tardamos tanto para volver a encontrarnos… ¡cuántas cosas has tenido que pasar!, por mi parte otras he soportado, veinticinco años no son pocos, y aunque hayan pasado, ahora estamos juntos.
Es curioso, pero ¿sabes las veces que he rememorado ese pequeño viaje en tren?, he perdido la cuenta, porque los sueños no se anotan en agenda alguna.
Los dos hemos cambiado mucho, o poco, según se vea, eres madre de tres hijos, yo también, los mismos que tú, porque los tuyos son míos, ¡me hubiera gustado tanto poder acunarlos entre mis brazos! , pero el tiempo ha querido que estemos juntos todos, para mí esto, es pedir demasiado.
Que no se te olvide amor, que aunque el viento empuje en nuestra contra, o nos azote de lado, estoy cogido a esas barras de tren, hasta que se me caigan las manos al suelo, valoro todos tus sufrimientos por mi causa, nuestra causa, que no es otra, que mantenernos despiertos mientras camine este tren, que tiene destino, estación, nombre.
Si algún día dejas de ser feliz a mí lado, no olvides decírmelo en voz alta, de modo claro, aunque no seas elocuente, solo di basta, y soltaré las barras del tren para andes liberada de mi amoroso abrazo.
Porque quiero que sepas, que yo te amare hasta la muerte, amor, esto te lo digo, para que no se te olvide.


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PARA QUE NO LO OLVIDES.


                                      PARA QUE NO LO OLVIDES…


Debo decirte, que sigo… queriéndote como el primer día que te vi. Que a veces mi descanso se hace inútil porque te tengo a mi lado, ¡qué locura…!, debería ser al revés ¿no crees?, pues no, estás sentada conmigo, hablando y debatiendo asuntos, y el corazón sigue acelerándose como la primera vez que sentía tú aliento en aquel tren.
¡Qué día de playa aquel!, todos mis amigos me miraban, y las amigas también, me decían algunos después, que parecía petrificado, como si fuera una momia, sin vendas, claro. Yo les contesté que eran tonterías, pero no, tenían razón, creo que de tanto apretar las manos contra las barras del vagón del tren, para que nadie te aplastara, se me durmieron, luego,  despertaron…, como yo, después de un buen rato.
Soñé contigo esa noche, esa y muchas más noches que les sucedieron, y entre sueño y sueño, seguro que dije tú nombre, cientos, si no miles de veces lo repetí, estoy seguro.
Cuando se lo conté a un amigo, me dijo que era un flechazo, no lo sé, ahora no importa, estamos juntos, y eso es un sueño realizado. A veces me pregunto, como el destino –si es que lo hubiera-, pudo castigarnos tanto. Digo castigo al hecho, de que tardamos tanto para volver a encontrarnos… ¡cuántas cosas has tenido que pasar!, por mi parte otras he soportado, veinticinco años no son pocos, y aunque hayan pasado, ahora estamos juntos.
Es curioso, pero ¿sabes las veces que he rememorado ese pequeño viaje en tren?, he perdido la cuenta, porque los sueños no se anotan en agenda alguna.
Los dos hemos cambiado mucho, o poco, según se vea, eres madre de tres hijos, yo también, los mismos que tú, porque los tuyos son míos, ¡me hubiera gustado tanto poder acunarlos entre mis brazos! , pero el tiempo ha querido que estemos juntos todos, para mí esto, es pedir demasiado.
Que no se te olvide amor, que aunque el viento empuje en nuestra contra, o nos azote de lado, estoy cogido a esas barras de tren, hasta que se me caigan las manos al suelo, valoro todos tus sufrimientos por mi causa, nuestra causa, que no es otra, que mantenernos despiertos mientras camine este tren, que tiene destino, estación, nombre.
Si algún día dejas de ser feliz a mí lado, no olvides decírmelo en voz alta, de modo claro, aunque no seas elocuente, solo di basta, y soltaré las barras del tren para andes liberada de mi amoroso abrazo.
Porque quiero que sepas, que yo te amare hasta la muerte, amor, esto te lo digo, para que no se te olvide.


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HAZ TÚ LO MISMO.


                                  HAZ TÚ LO MISMO.


El sistema de la venganza; el ojo por ojo y diente por diente, esa “era” la forma de ver antiguamente las cosas, ahora todo ha cambiado. Por lo menos en apariencia, porque en el fondo, este modo de ver las cosas, va intrínsecamente atado al hombre, va con él desde la cuna.
Al fin y al cabo, no somos más que elementos de la propia tierra, elementos naturales sabiamente mezclados con agua, como si fuéramos una especie de argamasa que mantiene unidos todos nuestros sistemas.
Por ello, aunque a menudo nos inunda el raciocinio y la lógica a la hora de hacer algo, siempre tenemos momentos, más o menos a menudo, de devolver a los demás lo que en un tiempo nos han hecho. Eso es natural, hasta lógico, por motivo de lo que somos en sí, polvo y agua. Es indefinible el porqué nos comportamos de determinado modo a veces, pero sin duda por nuestra mente pasan a menudo esas maneras de ver las cosas.
Es así de sencillo, en más de una ocasión se puede entrever que una persona que se expresa bien y razona como es “normal”, haga, o diga determinadas cosas, se le tache de contradictorio, de creer que está disimulando determinada actitud que aparente está dentro de los parámetros de lo “racional”, esto es aceptable, incluso diría que cabría aplaudir a los que piensan de esta manera.
Sin embargo, hay algo que a menudo pasamos por alto, el ser humano,  -cada uno de nosotros-, somos como libros que aunque se abran y uno quiera leerlos, están encriptados, están escritos de forma que solo el autor puede desentrañar la fórmula, y solo a él se debe acudir para encontrar la solución de esta escritura, si es que uno tiene el interés y deseo de saber lo que dice.
Puede que aun así, cuando se lo lean, no llegue a creer lo que dice el autor, lógico, desconfiamos, pero no cabe más que confiar en él. Si nos está engañando pronto se verá, si es cierto, pronto se sabe.
Por eso no es bueno precipitarse a tomar cualquier decisión en la vida, y mucho menos que uno responda “Haz lo mismo”, nos metemos entonces en un callejón sin salida, confundiendo términos que afectan los sentimientos y las emociones, que retrasan nuestro progreso humano, que anulan las motivaciones de los demás, y ponen en duda el porqué se ha hecho esto o aquello, sin pensar en las consecuencias a las que nos puede llevar más tarde esta resolución.
Devolver con la misma moneda, no siempre es sabio, es natural, eso sí, pero sabio no. Merece la pena calibrar nuestros impulsos, no entrar en batallas dialécticas por sutilidades, que al fin y al cabo solo el tiempo, ese gran amigo, dirá su última palabra.


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jueves, 24 de mayo de 2012

LA LARGA ESPERA DEL VERANO.

                        
                      LA LARGA ESPERA DEL VERANO.


Ya estaba todo dispuesto, y tanto el hijo como su novia a punto de casarse, solo esperaban  -aparte de llegar a ser un matrimonio-, que el padre de él se decidiera a aceptar ir a vivir con ellos. Pocos matices que añadir a lo que ya se había hablado muchas veces durante ese último año. Los compradores de la casa, -magnífica por cierto-,  ya habían concretado el precio con su hijo, la visitaron en varias ocasiones, tomaron medidas de diferentes espacios, con el fin de trasladar las ideas de las reformas al arquitecto que habían escogido.
-Bueno Julio, espero que no tengamos que hacer venir muchas más veces, pero gracias, nos has sido muy útil, se nota que esta casa es entrañable para ti. Cada vez que Soledad, te ve coger en las manos uno de esos retratos que tienes sobre la chimenea, cuando volvemos para nuestra casa me dice “¿Has visto que carita de pena se le pone a Julio cuando coge el retrato de su madre?.”
-Es cierto Hernando, ¡tengo tantos recuerdos de esta casa y de todo su entorno!.
A punto de subir al coche, Hernando le dice como cada vez que se ven para el tema de la venta, “¿Así que no puedes ajustarte más en el precio?, ¿Seguro?. Que no, hombre, tú ya sabes en cuanto está tasada, su precio es su precio, ya sabes que al final incluimos todos los muebles que hay, los espejos y muchas otras cosas que le encantaron a Soledad, eso vale lo suyo, reconócelo. La calesa de la entrada, que está perfectamente conservada, incluso las botas de vino, en activo, que dos de ellas sacan un vino único.
Liberado lo oía todo sentado bajo la higuera que estaba en la entrada, había construido un banco todo en derredor de ella con respaldo. Masticaba una raíz de regaliz, y miraba por el rabillo del ojo, enfundado en sus pantalones de pana y su faja de algodón negro, con los dedos pulgares metidos en la cintura. No decía nada, a sus setenta y dos años, poca capacidad de decisión tenía, incluso sobre sus bienes. Su hijo le insistió mil veces, que se iría a vivir con ellos, que no lo dejaría solo en aquella casona, ni hablar, iría con ellos y punto.
-Si hemos comprado una casa apareada grandísima, en un barrio de primerísimo orden. Está equipado con todos los servicios que cualquiera pudiera desear, hasta una pequeña clínica a dos manzanas de casa, por si es necesario que tengas alguna atención médica, y luego está El Casal, ahí se reúnen para jugar a las cartas y el dominó, hacen bingos todas las tardes…
-Vamos que voy a estar a cuerpo de rey ¿no?.
-Por mi padre lo que haga falta, sabes que te quiero. Haría cualquier cosa por ti.
-Ya, bueno eso es según se mire, porque cuando murió tú madre, no te diste ninguna prisa en venir a su entierro, llegaste dos días tarde.
-Pero papá, sabes que estaba en Bilbao cerrando un negocio de millones para la empresa, no podía irme en ese momento, además aunque hubiera podido venir de inmediato, no habría evitado la muerte de mi madre.
-Si es verdad, pero para mí, habrías sido un gran consuelo. Hea, ya está dicho.
Julio estaba de pié a su lado, pasándose la mano por la frente en señal de paciencia. Era muy paciente. Por otra parte Liberado, se sentía cansado, más que eso, abatido. Estaba perdiendo el apetito, especialmente desde que su hijo a base de ponerse pesado, lo había convencido de que él solo no podría seguir viviendo en aquellas condiciones. No vivía mal, cada día venía a echarle una mano, una vecina viuda del pueblo contiguo le traía la ropa limpia, le dejaba comida preparada en el frigorífico y le mantenía la casa. Por supuesto no toda la casa, ésta tenía del orden de doscientos metros cuadrados, pero se las arreglaba para ir limpiando poco a poco, las partes más necesarias.
En cuanto al jardín y el cercado de los animales, Liberado hacía todo lo posible para que estuvieran en condiciones, además le gustaba oír cada día, el ruido del tractor de Eugenio, que tenía concedida, la parte de huerta, no le faltaban patatas de temporada, cebollas, verduras y otros alimentos que formaban parte de su dieta diaria. Ahora que se empezaban a recoger las cerezas, él se comía las primeras, y hasta en ocasiones ayudaba a Eugenio en labores que no eran demasiado pesadas.
De cómo quedaría todo aquello arreglado, no tenía ni idea, solo había oído de refilón, que los nuevos dueños querían montar un picadero de caballos, hacer cuadras y montar un negocio relacionado con ellos. Le hervía la sangre solo de pensar en el giro que le darían a toda la finca, se negaba a pensar que su amigo Eugenio sería desterrado de allí, que la señora Virtudes se quedaría sin ese quehacer diario y que por ello, establecieron también una buena amistad.
Como quiera que fuese, cedió al propósito de su hijo, la propiedad se vendió y Liberado fue llevado un día a casa de un notario, donde se firmaron los documentos de venta a los nuevos propietarios.
-Hijo, si no es mucho pedir, me gustaría que me trajeras, cuando ya viva con vosotros, agua del pozo de casa, no creo que los nuevos dueños te pongan pegas a esto.
-No te preocupes, no te faltará agua del pozo. Si hace falta, iré cada día a buscarla, si no yo, Alba se encargará de esto.
Cuando se trasladaron a la nueva casa, Liberado recogió todas sus cosas además de la ropa, sobre todo fotografías enmarcadas de sus abuelos y padres, de una hermana que murió en la guerra civil, y unas cuantas cosas más, candeleros, una cubertería de plata que perteneció a sus abuelos, unas sábanas de raso de cuando estuvo casado con su mujer y que habían tenido muy poco uso, y una radio de válvulas antigua.
-Tantas cosas te llevas?, pues tendré que alquilar un furgón, yo creía que nos cabría todo en el maletero del coche.
Su padre se volvió como un rayo, no le dijo nada, pero ahora lo miraba con unos ojos llenos de ira, había visto los gestos que su futura nuera le hacía a Julio, su actitud no le gustaba, ella pensaba que las personas de cierta edad, no ven mucho y que tampoco escuchan, pero estaba equivocada. Las personas mayores son como los ciegos, a medida que pasan los años, se les desarrollan otros sentidos, sentido que no son apreciables, pero que sin duda tienen, los más jóvenes atienden solo a los sentidos normales de cualquier persona, pero en el caso de la gente mayor, son más tolerantes y discretos. No se manifiestan como cuando eran jóvenes, en consecuencia esperan y retienen en su mente cada gesto, a menudo cada frase que oyen a su alrededor, si sacar conclusiones, lo que no significa que sean tontos.
-Por la tarde vendrá un furgón y te llevará a ti y tus cosas a casa ¿de acuerdo?. No creo que esté para cuando llegues pero estará Alba, te enseñará tú habitación.
Eso fue todo, con un “hasta luego papá” quedó definida la mudanza. Eugenio estaba con él, comieron juntos, también estaba Virtudes, ese día dejó en mano de sus hijos, el ir a buscar a los niños al colegio, querían estar en su compañía. Comieron en silencio, ninguno de ellos quería sacar el tema relucir, su hijo necesitaba el dinero de la venta de la casa, para tapar determinados agujeros que tenía. Además la boda iba a costar un buen pico, y con sus recursos no llegaban, por lo que se ve, la boda iba a ser de esas que aparecen en la revista HOLA.
Cuando se casaron, Liberado no se encontraba bien. Se lo dijo el día anterior a su hijo, empezaba a hacer mucho calor, él, en la habitación que ocupaba entre el baño, al lado de la cocina, y un trastero en la parte baja de la casa, sentía una opresión en el pecho difícil de explicar. Tres por cuatro, ese era su espacio, le pidió a su hijo que le pusiera unas alcayatas para colgar sus fotos, este le dijo que ya se las pondría, que ahora estaba muy ocupado. Así que todos sus recuerdos, excepto la cubertería de plata de ley, estaban almacenados en dos cajas de cartón bajo la cama. Liberado se hizo una especie de gancho de hierro que encontró en los alrededores, con el fin de poder tirar de las cajas hacia afuera, así se recreaba con sus recuerdos, se transportaba a otras épocas, a otros acontecimientos para él gozosos, que le ayudaban a vivir de aquel modo.
Un día de agosto, llamaron a la puerta, temprano a eso de las nueve de la mañana, estaba desayunando en la cocina unas tostadas con miel de un apicultor amigo suyo que le regaló. Cuando abrió la puerta, se encontró a Eugenio y Virtudes, en el momento que iba a saludarlos, empezó a sonar la alarma de la casa insistentemente, al punto bajó con un batín Alba.
-¿Pero es que se ha vuelto usted loco?, esta casa tiene alarma antirrobos, ahora en la central se creerán que nos han entrado a robar…
-¿Quién, estos?...
Los tres rieron a más no poder, se abrazaron y hasta a Virtudes le dio dos besos. Los hizo pasar al interior, mientras Alba hablaba por un aparato anclado en la pared, con una voz que le pedía unos datos. Sin saludar a los recién llegados, le soltó…
-Haga el favor de no salir de la casa hasta que no esté desconectada la alarma, menudo susto nos ha dado. ¡Julio baja, por favor!.
Su hijo le explicó pacientemente que la alarma se dejaba conectada porque en las casas habían entrado ladrones estando la gente dentro, y eso era muy peligroso.
-Ya, bueno, te acuerdas de Eugenio y Virtudes ¿verdad?, pues mira tú por dónde me han venido a visitar. Los llamé por teléfono y les ha faltado tiempo para venir, ¡qué alegría!, ¿habéis desayunado ya?.
-Sí, por el camino en una gasolinera. ¿Qué tal estás?.
-Pues ya veis, metido en este cubil, ¡como extraño la casa!, esto es como una mazmorra comparado con la finca. Pero bueno, las circunstancias mandan, que quieres, creo que a medida que vaya conociendo el barrio y a las genes que viven aquí, me iré adaptando.
-Te he traído cosas de la huerta, lechugas, coles, y un poco de fruta, ah y también un garrafón de aceite oliva, que la cosecha del año pasado se dio bien.
-Muchas gracias Eugenio, yo también he pensado mucho en vosotros, sobre todo desde que respiro estos aires tan diferentes, a veces me siento como un pájaro metido dentro de una jaula de oro, digo esto porque mis hijos me cuidan, pero por mucho que lo quieran hacer… ¡extraño tanto aquello…!.
-Oye y si es así, ¿porqué no te vienes a vivir con nosotros, en mi casa no estarías igual que aquí?.
Hay que ver, que francas son estas gentes, sin pensar en nada más que los intereses de su amigo, le hacen la propuesta de vivir con ellos. Y lo dicen de corazón, sin pensar en intereses materiales ni nada por el estilo, de verdad. Pero como dice Federado, está encerrado en una jaula, será difícil que su hijo lo deje marchar de allí, contrario a lo que sucede con los dueños de los pájaros, que son los que los atienden y alimentan, en este caso, es el pájaro el que les da vida a ellos. Su paga de mil cien euros al mes, de la pensión que cobra como antiguo soldado  republicano, es un plus añadido a lo que han sacado de la venta de la casa, un pastón ganso.
Está claro que él puede hacer uso del dinero también, no faltaría más, pero la libreta de ahorros va a nombre de él y su hijo, -por si le pasara algo-, pero está claro que el dinero no ve las arcas del banco. Como no actualiza la libreta ni se lo pide a su hijo, la cosa sigue en plan confianza, tampoco es que le preocupe el dinero, pero de un tiempo a esta parte, se quejan de cualquier cosa que hace. Cuando come una sopa, sorbe, y eso les incomoda, cuando come pollo porque coge los muslos con los dedos, cuando se suena, porque lo hace con pañuelos de toda la vida, de algodón, y a Alba le da asco tenerlos que poner en la lavadora.
Demasiadas cosas para soportar, y si el asunto es que pone la radio en la habitación, llaman en seguida a la puerta porque tienen que andar subiendo el volumen de la tele, en fin, la vida así no es vida, por lo menos para esta pareja que son modernos, y están acostumbrados a escuchar los aparatos de radio, con pinganillos metidos en los oídos. En esta casa todo es moderno, hasta a él le han convencido para que se deshaga de su apreciada faja.
-Si me quito la faja me encuentro desnudo, ya me la quitaré más adelante, dame un poco de tiempo para que me acostumbre a vuestro modo de vida.
-No puede ser papá, a partir de ahora va a venir gente importante a casa, de ellos depende nuestro futuro. Son clientes potenciales de la empresa, no puedes andar haciendo la tuya, hay que cambiar con los nuevos tiempos; si me apuras te diré, que incluso hay que corregir no solo costumbres, si no maneras de pensar.
-O sea que con tal de que firmen esos contratos que necesitas, si tienes que vender tú alma al diablo, la vendes. Estoy deseando irme de vuestra casa, esto parece más un tugurio que un hogar.
Liberado levantó la mano cuando su hijo fue a contestarle, no quería oír nada más. Al día siguiente se acercó a la clínica que había cerca, en los días que estuvo viviendo en casa de sus hijos, vio a abuelos y abuelas que paseaban por los alrededores del recinto, parecían pequeños gorriones que se juntaban en el jardín trasero donde una fuente, alimentaba sus ánimos de vida.
Bien se dijo en su interior, soy una persona a la que le ha llegado la hora de vivir en paz, sin que nadie le haga faenas como la que le ha hecho su hijo. Entró y se informó de los requisitos que eran menester para estar viviendo allí, después de eso, salió en dirección a casa de su hijo y le expuso la determinación a la que había llegado.
Los dos se echaron las manos a la cabeza, como si hubiera ocurrido un desastre, como si un terremoto sacudiera los cimientos del mundo. Liberado pensó que exageraban; que va, nada de eso, se hallaban en un compromiso serio, cuando su padre les pidiera la libreta de ahorros, se daría cuenta de que lo habían expoliado, chupado la sangre hasta la última gota, esa era la verdad.
-Pero papá, ¿cómo vas a irte de nuestra casa…?, eso es una barbaridad, has perdido el juicio.
-Precisamente por eso me voy, porque he perdido el juicio y nadie tiene que pagar las consecuencias, y menos vosotros que lleváis una vida encaminada al éxito. No quiero ser un estorbo a esas metas que tenéis.
No hubo forma racional de convencerlo, comenzó a hacer las maletas. Entre tanto pensaba en la dinámica de la vida, una rueda imparable que cual ruleta, se para donde quiere, en ese sentido, no es que él hubiera apostado por determinado número, era solo, que la ruleta no paraba de girar, y para bien o para mal, en el mismo momento que uno ganaba, otro perdía. Eso es lo que ciertamente pasa, y mientras te decides, ya está rodando de nuevo.
La ruleta es impersonal, no entiende de estaciones, ni invierno, ni veranos, gira y gira y marca y marca, te hace ganar pero al mismo tiempo te hace perder, es un eje, alrededor del cual se extinguen las esperanzas de unos y da oportunidad a otros. El verano estaba en su zénit, ahora es el tiempo, pensó Liberado. Ni que decir tiene que se llevó otro chasco cuando vio los números de su cartilla, pero no dijo ni una palabra, lo esperaba, de modo que, con un carrito de la compra fue pasando todas sus cosas a la nueva residencia.
Se llevó una buena sorpresa cuando vio a casi toda la gente esperándolo, fue un recibimiento bonito, entrañable, ¡cuántos de estos ancianos estaban en sus mismas circunstancias!, pero estaban felices, sobre todo porque no eran una carga, más que para ellos mismos. Comenzó a recibir hasta seis visitas cada mes de parte de su hijo, luego se fueron espaciando hasta llegar a dos visitas por mes, y en una de ellas, siempre para pedirle dinero.
-No te puedo dar más dinero a partir de ahora, tengo mis propias necesidades, tú trabaja con ahínco y verás el fruto de este trabajo, de otro modo te irás sumergiendo en un pozo de maldades, del que no puedas salir.
-¿Qué quieres decir con eso papá?, explícamelo, soy tú hijo.
-Hay cosas en la vida que son inexplicables, que sencillamente pasan y cuando esto sucede, lo único que uno puede hacer es afrontarlas. De otro modo, te vuelves insensible y mala persona. Por cierto, ¿has notado el calor que hace hoy?, ¡vaya verano más largo vamos a tener!.


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miércoles, 23 de mayo de 2012

UN TESORO PARA TRES.

                                       UN TESORO PARA TRES.

¡Tantos años de esfuerzos continuos, tantas angustias…!.
Sí, ese padre de familia, hizo lo que pudo por los suyos, se mudó de tierra varias veces, se entusiasmó a menudo al ver los resultados de su esfuerzo, otras veces, lloró amargamente su decisión de mudanza, trabajaba la tierra con cariño, con mucho esfuerzo y empeño, su propósito… dar de comer a los suyos, y encontrar la manera de darles alguna comodidad extra.
Merecían todo lo que pudiera darles, su esposa estaba contenta siempre, se adaptaba a todo, su deber… hacer que los esfuerzos de su marido valieran la pena. Él a menudo llegaba extenuado, rendido después de tanto trabajo, el campo es duro, ¡cuántas veces esperaban cosechas que no llegaron nunca!, el calor unas veces, la falta de lluvia, otras veces el viento, hasta recordaban con horror el día que cayó un rayo cerca de la loma, todo el trigo, a punto de ser segado lo lamió aquella gran lengua de fuego, parecía que provenía de los mismísimos infiernos. Ellos dos en casa, impotentes veían como su futuro inmediato se echaba a perder por culpa de un rayo, un rayo que ni siquiera trajo con él lluvia, fue una tormenta seca, una maldita tormenta, destinada a hacer del trigo, simple comida de pájaros cuando pasara.
Y  entre tanto, fueron llegando los hijos, ninguno fue por accidente, eran hijos deseados.
-Quizás,  ·decía el padre·, ellos nos obliguen a ser más entregados a la vez que más cautos.- Los tres fueron chicos, la madre los atendía como si de joyas se tratara. Mientras el padre limpiaba la gran parcela de campo con su buey, tirando de los aparejos diversos, ellos crecían a su lado.
Aprendieron a usar la honda, había que espantar a los pájaros que se aprovechaban de las simientes que su padre plantaba, hasta que uno de ellos, el mediano, lanzó con tanta fuerza una de las piedras, que descalabró a su hermano. Menos mal que le pilló de refilón, de otra manera se la habría hundido en la cabeza, desde entonces, su padre les dijo que les haría tres azadas, a medida de cada uno, y que con ellas le ayudarían a despedregar y hacer surcos cuando plantaran verduras y hortalizas.
Así pues, todos y cada uno de ellos, se pusieron a colaborar en diferentes labores del campo que pronto les dejaron las manos con los rastros propios de las labores de estos quehaceres. Primero fueron ampollas que se llenaban de agua, luego cuando estas reventaban, se les quedaban callos de modo y forma permanente.
Pronto los trabajos se iban haciendo más duros en el campo, faltaban algunos días, ellos se querían dedicar a estudiar y aprender un oficio, pero las circunstancias de la vida no les daban tregua a hacerlo, así pues, la madre les daba  las lecciones elementales para que pudieran sacar algún provecho propios de la edad. Aprendieron a leer y escribir gracias a ella, en las horas que se podían librar del trabajo de la hacienda, por supuesto que eran autosuficientes, también criaban animales y los alimentaban, para que después estos los alimentaran a ellos.
El mayor, pronto fue el que marcaba las pautas a los otros dos, haciéndoles ver el trabajo que tenían que hacer, los otros dos, lo hacían, pero a regañadientes. El mayor era el más fuerte pero no les exigía más de lo que podían hacer, les pedía que hicieran aquello que él mismo se exigía a sí mismo, en consecuencia era también el más considerado. Así que su padre delegó en él el trabajo que entre los tres deberían hacer.
Pasado el tiempo el padre enfermó gravemente y murió, en su lecho de muerte les dijo a los tres, que en el campo había un tesoro, pero que tendrían que cavar para sacarlo. Los tres se pusieron manos a la obra, repartieron el campo por parcelas y cada uno cavó meticulosamente para hallarlo. Sacaron del campo todas las piedras que estorbaban para esta operación casi quirúrgica, hasta que por fin terminaron de cavar. El campo había quedado impoluto, limpio de hierbas y piedras.
El mediano y el pequeño, se enfurecieron al ver que su padre les había engañado  “Parece mentira, tanto que decía que nos quería, y ahora mira tú, nos hemos pasado un mes entero de sol a sol, buscando sin encontrar el tesoro. ¡A saber tú donde lo escondió!.” El mayor sin embargo, trató de ver el lado positivo de las cosas, y les hizo saber, que ya que habían cavado y limpiado el campo, lo mejor que podían hacer era sembrarlo de trigo, lo que periódicamente hacía su padre.
“Ni hablar hermano, nosotros nos vamos de aquí, ya hemos tenido bastante de mentiras y sinsabores del campo. Esto es muy duro, nos vamos.”
El mayor sembró con las mejores semillas que su padre tenía, con la ayuda del buey y los aparejos, dejó el trabajo terminado, la madre lo miraba con ternura y sonreía cuando volvía del campo. Ese año las lluvias llegaron a su tiempo, y todo crecía con entusiasmo, al punto de terminar la primavera, una tarde sentado en el porche de la casa con su madre al lado, miró las verduras y hortalizas, luego, cuando repasó con la vista el campo de trigo, movido por el tímido viento que bajaba de la sierra, se dio cuenta del espectáculo, un mar de espigas que se movían cual olas del mar, iban y venían moviendo aquel tesoro dorado.
Entonces fue cuando comprendió, cuál era el tesoro del que su padre hablaba.


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martes, 22 de mayo de 2012

TODOS IGUAL DE NECIOS.

                                   TODOS IGUAL DE NECIOS.


Todos somos iguales pero no; todos con razones expuestas u ocultas, pero caminamos sobre dos piernas y tenemos una mente, todos con colores más o menos distintos pero que nos distinguen, casi todos con las mismas reivindicaciones aunque por diferentes motivos, todos con odios y amores diferentes pero conjuntados en su aplicación.
Árabes, franceses, gallegos, israelitas, escoceses e italianos, formando un conglomerado de culturas, llenos de pasiones y deseos de que determinadas cosas cambien. Unos reivindican el derecho a vivir en paz  -bueno, eso lo deseamos todos- , pero unos lo exigen y los otros solo lo piden a base de negociar y esperar.
Las banderas, manifiestan a menudo que clase de pueblo es el que gobierna, estrellas, águilas, medias lunas, franjas de colores anchas o estrechas, hay de todo y sin embargo, si es necesario, se venden al mejor postor, es entonces, cuando si algún acuerdo es pasado por alto –que es casi siempre-, empiezan los problemas y la manifestación de la estupidez de los hombres. Nadie sabe cómo ni por qué, determinada facción se arma hasta los dientes, alegando que se quieren llevar las gemas de su país, o el petróleo, el gas natural o cien mil otros pretextos.
Lo peor de todo es, que esto sucede de la noche a la mañana, sin previo aviso, y sin pensar dos veces, comienzan los bombazos y los tiros de francotiradores contra gente desarmada. ¿Pero qué es esto, qué sucede…?, nadie tiene respuestas porque nadie da explicaciones, los hospitales se llenan de familias rotas, unos porque tienen parientes heridos, otros porque no saben quiénes son los que han muerto.
No pueden comer porque las tiendas están vacías o desvalijadas, los niños corren despavoridos sin saber donde están sus padres, no entienden, porque no pueden todavía discernir qué es lo que está pasando.
En la otra punta del mundo, la gente sale a las calles a felicitar a su ejército, “Les hemos vencido.”, dicen, pero ni ellos saben a quién y por qué. Solo siguen instrucciones de hombres orgullosos que les hacen saber que esa batalla la han ganado  -no la guerra-. Quieren convencerlos de que sí, y ellos lo creen a pié juntillas,  -en ese momento es lo conveniente-.
Los otros aunque están lejos contraatacan, matan a militares y civiles, y la bola se hace más grande. En el ínterin, todos tienen su parte de razón, pero ahora es tarde para arrepentirse, estamos todos, todos sin excepción, en una tercera guerra mundial de diferentes colores.
¡Que a nadie de ellos se les ocurra apretar el botón rojo!. Estúpidos estadistas, el dinero no os va a salvar, si acaso, ayudará a que vuestro propio infierno sea más grande, vuestras joyas se os fundirán en el cuello y las muñecas, haciendo que vuestro dolor sea insufrible. Pensad que habéis roto todas las fronteras de la moralidad, que antes que nosotros otras civilizaciones más grandes cayeron, y lo hicieron con mucho estrépito, dejando lagos de sangre, dejando culturas aniquiladas, millones de muertos tras de sí, ¿todo por qué?.
Por haber levantado muros donde tendría que haber campos de trigo, por simpatizar a cambio de alguna riqueza oculta por intereses propios. ¡Qué ridículo es obrar así…!, es como si los que hacen esto, se presentaran desnudos en medio de una gran plaza, para que todos lo vean.
Entonces se agachan contra el suelo, sienten vergüenza de que los vean, todos se ríen de ellos, “Mira aquel que era tan grande, mira el que nos gobernaba hasta ahora…!. Menos mal que se han roto todas las fronteras, no necesitamos ninguna credencial para rondar por la tierra, así da gusto andar por ella.
Sin importar color, bandera ni creencia, ahora se dan cuenta todos de que más que estúpidos, estos pobres hombres son unos necios, creo que es el nombre que merecen.

EL CAZADOR Y EL PATO.


                                            EL CAZADOR Y EL PATO.


· Vaya sábado llevo hoy, más de medio día camuflado entre el cañaveral y no hay forma de que le dé a un pato, no sé cuantas postas he gastado pero llevo la canana vacía ya, y todos los ganchos del cinto vacíos, solo hacen ruido entre ellos cuando camino, parezco un cascabelero. ·  -¿Qué hay señor?, buenos días, ¡qué día se ha levantado!..., da gusto recibir un día así.-  · Oye ¿pero tú no eres un pato?... ·   -Si, ¿tanto se me nota?. -   · Yo creía que los patos no hablaban, estoy asombrado. ·   -Tampoco sabía yo que fueras a contestar a un pato. Los humanos, sois de lo más raro. -  · Claro mira, ahora el raro voy a ser yo, porque le contesto a un pato.  ·  -Hombre…que quieres que te diga, ve a casa y dile a tú familia que has estado hablando con un pato y verás… -   · Oye, oye, ¿dónde vas tan aprisa?, he venido a cazarte, o ¿crees que estoy aquí por gusto?.  ·   -A no sé eso es cosa tuya, yo debo volver con mis hijos, bueno, si puedo, me están esperando. ¿Cuántos hijos tienes tú?. -  ·  Yo tengo dos, una chica y un chico.  ·  -¡Qué suerte la tuya!... yo tengo siete, ¿Qué te parece?. -   ·  Eso es mucho, si yo tuviera siete hijos, me suicidaba.  ·
-Ya, lo comprendo, pero es que vosotros  los humanos, no tenéis las mismas miras en eso de la procreación.
·  No creas, en mi mundo, quiero decir el de los humanos, hay de todo. Tengo conocidos que tienen más hijos que tú, eso sí, pasan unos apuros de espanto. Criar a siete niños o más, es todo un desafío. Pagar colegios, ropa, darles una buena casa donde vivan sin estrecheces… no quiero ni pensarlo a quién le toque. Y eso que los humanos traemos un niño al mundo cada año, imagínate que dolor de cabeza.
-Oye, ¿quieres venir a conocer a mis hijos?, a mí me resulta más fácil nadar que andar, así que, ¿porqué no me sigues desde tierra y yo nado por la orilla?.
·  Bien, de acuerdo. Procuraré ir despacio para que no te canses, tengo curiosidad por ver tú casa y a tú prole.
Después de unos minutos de camino…
-Bueno aquí los tienes, ¿no son preciosos?.
·  Si y mucho, que rubitos que son… y que piquitos más dulces…, gracias por traerme aquí, jamás hubiera imaginado que los escondieras tan bien.
-Nuestras casas son sencillas, ya ves, unas cuantas ramitas, un poco de pasto seco para que no estén húmedos y poco más, si llueve los protejo bajo mis alas, no pienses que por mucho tiempo, dentro de un par o tres de días y ya vendrán, detrás de mí. Todos juntos al agua, empezaré a enseñarles, que es lo que deben comer y lo que no, conocerán mis sonidos desde lejos, por si se pierde alguno por causa de la corriente, de hecho esto ya lo hacen desde el primer día, cuando salen del huevo.
· ¡Qué diferencia!... nuestra especie es algo parecida en esto, los bebés conocen la voz de sus madres desde que están en su vientre, pero la diferencia es, que cuando nacen, no saben manifestarlo. Tienen que pasar meses antes de que sigan la mirada de alguien, y hasta un año antes de que comiencen a andar. ¿Quieres tú venir a mi casa a conocer a los míos?.
-Vendría si es que me puedo fiar de que no acabaré en una cazuela o en un horno, aderezado con una guarnición del tipo que sea.
·  Tienes mi palabra, al lado de casa además hay un lugar precioso para que puedas criar a tus polluelos sin peligro, y con un pequeño lago. Eso, solo si tú quieres claro.
-Me parece bien, allí decidiré que hago luego ¿de acuerdo?, si quiero volver aquí tú me traerás de nuevo.
Allá que van estos extraños protagonistas de este cuento. Cuando todos bajan del coche, mamá pato se quedó mirando los alrededores, en principio parecía que le gustaba el lugar, su entorno rodeado de montañas, nada demasiado distinto de donde estaba antes.
·  Te presentaré a mi familia, ¡mamá sal de la cocina un momento!, chicos venid aquí, tenemos invitados.
-Que familia tan bonita, miren, estos son mis hijitos, no tienen nombre porque en el mundo animal nos bastan las olores y los sonidos que hacemos, para identificar a los nuestros. Creo que en su caso no es así. Más de una vez, escondida entre las cañas, para que no me peguen una perdigonada, oigo que se llaman por nombre unos cazadores a otros, ¡que desasosiego el suyo con tal de matar un pato!.
·  Bueno, hay que aceptar que eso es ley de vida, como se suele decir frecuentemente, “el pez grande se come al chico”.
-Puede ser que tengas razón, ¿pero te imaginas que la naturaleza nos hubiera hecho a nosotros los patos, cien veces más fuertes y con picos como espadas, y se nos diera licencia para matar humanos porque hay demasiados en la Tierra?.
·  Da que pensar esto, pero la realidad es que los humanos, somos más fuertes que los patos, aunque no me enorgullezco por ello.
-Sí, pero aun así si no fuera por vuestras armas, no conseguiríais atrapar ninguno. Quizás a uno de nuestros pequeños sí, pero nada más.
A todo esto, el resto de la familia alucinaba al oír la conversación que llevaban el padre y el pato. Después de casi todo el día en compañía unos de otros, el pato habló.
-Mira he estado pensando que es mejor que me vuelva a mi lago, dudo que entre humanos, mis hijos pudieran aprender todo lo que deben saber. De cualquier modo muchas gracias por vuestra hospitalidad.
·  Espera, te dije que te llevaría de vuelta yo a tú lugar, a tú charca, deja que te acompañe.
-Gracias pero no, desde este lago iremos buscando el camino de vuelta, no te preocupes, lo encontraré, nuestro sentido de la orientación es mejor de lo que imaginas. En cuanto a ti, cazador, piensa que antes de todo, eres padre, no creo que te gustara que nadie fuera detrás de tus hijos para cazarlos.


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lunes, 21 de mayo de 2012

SED FELICES... SOLO SE VIVE UNA VEZ Y MEDIA.

  
          SED FELICES, QUE SOLO SE VIVE UNA VEZ Y MEDIA.


¡He vivido tanto, que ya no me importa morir!, eso anduvo diciendo un amigo mío por espacio de treinta años. Se lo decía a todo aquel, con quién tenía un poco de confianza, al socio con quién trabajaba en una obra tras otra, tan punto terminaba su labor como electricista, fuera en un bloque de pisos, apareadas, o chalets, le soltaba esta cantinela.
Su socio estaba tan acostumbrado a escuchar alegorías de este tipo, que ya no le hacía ni caso. “Tómate otra cerveza hombre que te invito, déjate de pesimismos, que solo se vive una vez en la vida.”  “Que te lo digo de verdad, tío, que estoy harto de vivir, siempre lo mismo, siempre trabajando para nada, siempre esperando el fin de semana, para hacer caravana en la carretera con el único fin de satisfacer a la familia. ¡Qué cruel es esta vida!, y pensar que antes era de lo más simpático, oye que antes yo era otra persona ¿sabes?, bueno… si me hubieras conocido…, toda la gente me estaba esperando para que les soltara cuatro chistes, propusiera ir a alguna discoteca, o quedarnos en casa jugando a las cartas y al dominó.”
Eso era el pan nuestro de cada día, “¡Y qué feliz estaba entonces!... no tenía de que preocuparme, lo tenía todo al alcance de la mano. Las chavalas se me rifaban, con pasta y simpatía, además de un buen coche, bueno, ni te cuento, pero de un tiempo para acá, oye que me he convertido, ¿cómo te diría yo?, como un fósil tío, eso es, como un dinosaurio de esos que se extinguieron hace millones de años.”   “Pero hombre como puedes decir esto con la familia que tienes, y lo que te quieren. Vive la  vida, vívela de la mejor forma posible pero vívela, sin fastidiar a nadie eso sí, pero deja que el tiempo marque el rumbo de las cosas, no puedes estar luchando continuamente contra todos los elementos, y sufriendo.”
Cierto que solo se vive una vez, pero visto que muchas personas aprovechan la vida de distintas maneras, se podría decir que hay quién vive la vida, una vez y media. Si, del mismo modo que hay personas que tienen cuarenta años y parecen gente de cincuenta. La vida quema o rejuvenece a las personas en razón de cómo es su vida.
Pero lo que más destruye a las personas es el pesimismo, y la falta de reflexión de las cosas diarias, el análisis de todo lo que se ha hecho o dejado de hacer durante cada día de nuestra vida. Eso es lo que hace que a menudo, cuando llega la hora del compromiso con la muerte, esté uno contento con el momento que le ha llegado, que no se desespere ni empiece a maldecir diciendo que es una injusticia lo que le pasa, que no ha llegado su hora.
El reflexivo, aunque no haya salido nunca de casa, y se encuentre en mil y una circunstancias comprometidas, sea pusilánime y la familia llegue a odiarlo, espera sus últimos días en paz, incluso aunque esté solo, no le importa, porque comprende donde está y adonde va; este ha vivido feliz, una vida y media.
Hay quien no alcance a entender esto, o que sencillamente se niegue a aceptarlo pero es así, vive en su propio clima, ha creado su propia atmosfera y hay que reconocerle un valor infinito.
Es más que probable que incluso médicamente, no sea recomendable vivir así, sin embargo… ¿Es que hacerlo de otro modo es mejor?, vivir sin reflexión, es vivir sin metas, el quehacer diario nos debería llevar indefectiblemente, a pensar profundamente, si lo que hemos hecho entra dentro de nuestros propios parámetros, de nuestras propias posibilidades como humanos.
René Descartes comentó en una ocasión: “Daría todo lo que se por la mitad de lo que ignoro.” Se comprende sin embargo, que en los difíciles tiempos que vivimos, en los que la angustia por sobrevivir es lo primordial, no se involucre nadie  -o pocos-, en este tema, eso es solo una sugerencia que no quiere levantar ninguna alarma.
Pero de cualquier modo si quieres ser feliz, y tener una vida y media, reflexiona cada día un poco, te darás cuenta entonces de lo que has hecho mal, del bien que has hecho, y de lo que pudieras haber hecho y no hiciste.


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domingo, 20 de mayo de 2012

LA DANZA DE LAS ANÉMONAS.

    
                      LA DANZA DE LAS ANÉMONAS.


¡Son tan hermosas!, ahí, en el lecho marino están, danzando sin parar entre nubes de peces multicolores. Las hay que parecen especialmente bellas, con sus tentáculos multicolores meciéndose entre las corrientes marinas, sin embargo, pocos son los que se acercan a ellas. ¿Porqué se preguntaran muchos, si no son más que pequeños animales, que no hacen más que bailar al ritmo de las mareas?. Es sencillo, son tóxicas, hermosas, pero tóxicas, solo se les acercan, algunos peces payaso, son los únicos que pueden nadar entre ellas sin sufrir el castigo de sus órganos urticantes.
Esos payasos, saben donde huir cuando otros depredadores les quieren echar mano. Comienzan a nadar y hasta a frotarse entre la anémona, si pudieran se reirían de los demás, como diciendo... "Mirad estúpidos que buen alojamiento hemos encontrado, vosotros no podéis venir aquí, atreveos si tenéis valor, solo los payasos somos capaces de esto.”
Los demás los miran con recelo, no vaya a ser que habiendo estado en contacto con esas bestias marinas, tan raras, queden infectados, de esa especie de líquido que sueltan las anémonas de mar.
No envidiéis a esos payasos, ni por el color de su piel chillona, ni porque vivan entre los tentáculos atrayentes de las anémonas. En un momento dado, si por alguna razón, curioseáis de cerca esta forma de vida, os paralizarán, seréis blanco fácil para alguna otra especie que viva en la barrera coralina.
La anémona no distingue, fuera de los payasos, a ninguna otra especie de pez al que lance sus dardos venenosos, desde pequeñas gambas, hasta barracudas, si son tocadas por esa especie de flecha o minúsculo dardo. El pez payaso primero, se deja ver por los alrededores de la anémona hasta que ésta se acostumbra al roce de su piel, después le trae alimento, residuos de otros peces muertos por ejemplo, luego, lo deja vivir entre sus tentáculos.
Una extraña simbiosis que hace, que el uno se ayude a otro a cambio de algo, es sabido que en el reino animal, nadie hace nada gratis, todo está presidido por algún tipo de interés mutuo. Cuidado pues, con las anémonas y con los peces payaso, son bastante ilustrativos de lo que las personas podemos llegar a ser, si no vigilamos nuestras motivaciones.


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