viernes, 18 de mayo de 2012

AL LADRÓN, AL LADRÓN.


                      AL LADRÓN, AL LADRÓN.


Esa expresión se oía a menudo antes, ahora las cosas son diferentes, ¿cuándo la habéis oído vosotros?, porque lo que es un servidor, no la oigo desde que era pequeñajo, cuando alguien se llevaba del mercado un par de sardinas de la pescadería del mercado de San Antonio, o en el barrio, cuando algún que otro desesperado se llevaba una manzana de una tienda de frutas.
Ni siquiera a los que se saltan las barreras del metro se les considera ladrones, solo son, saltabarreras, es verdad que esto es sancionable, pero la verdad, es muy poco importante. Considero que un auténtico ladrón, es el que despilfarra el dinero de terceros  -millones de euros- utilizando argucias que han aprendido, de los manuales que las propias leyes explican con claridad. “Hecha la ley, hecha la trampa.”
También son ladrones los que utilizan medidas de presión contra terceros, por medio de amenazas y negociaciones sucias, para librarse de las penas que les corresponden a ellos, de estos… hay a manos llenas, pero claro, para esto están los tribunales. Los que juzgan piden determinadas penitencias, y los abogados alegatos para que haya clemencia.
Sin embargo,  hay otros círculos más pequeños en los que la justicia  se mete de por medio, por ejemplo, en los robos morales, esos que se manifiestan dentro de las familias, y en los que la justicia oficial no contempla. Padres que pierden a sus hijos por motivos diversos y se concede la tutoría los familiares más próximos, normalmente son delitos menores, como la tenencia ilícita de substancias estupefacientes o el consumo habitual del alcohol. Basta con que alguien levante la liebre para que los niños acaben en manos de las comunidades autónomas, oficinas preparadas y amparadas por la ley del menor.
¿Cómo van a crecer esos niños dentro de este ambiente familiar?, ni hablar del peluquín, se los quitan y con el tiempo si tienen suerte acaban en manos de los abuelos o tíos. Unos vecinos míos, estuvieron batallando en los tribunales durante mucho tiempo para hacerse con la tutela de sus dos nietos, niño y niña. No os podéis imaginar lo que sufrieron aquellos abuelos por sus nietos, los padres de los niños se separaron, nadie sabe muy bien porqué, y la madre iba a verlos cada semana al lugar donde estaban “protegidos”. Por su parte los abuelos les llevaban juguetes y ropa, incluso bajo mano, daban dinero a sus cuidadores para que no les faltara de nada.
Una cuestión moral difícil de mantener, estos abuelos estaban rotos, sobre todo la abuela, que además, estaba sometida a diálisis hasta que se le implantara un riñón nuevo, bueno nuevo no, usado, pero que fuera compatible con ella. Al final, después de juicios y gastos de abogados y procuradores, se dejaron todo lo que tenían en este pleito, hasta consiguieron una hipoteca sobre su casa, que tenían casi pagada, para poder hacer frente a estos gastos.
Pero la fiesta fue tremenda, todos los miembros de la familia, acudieron aquella tarde, todos esperando en las ventanas de casa, hasta que llegó el abuelo con los niños, en la calle también había un recibimiento de fiesta mayor para la ocasión. Pancartas saludaban a los niños y felicitaban al abuelo por el éxito de aquel logro, lo consideraron un héroe, a la abuela no pudieron felicitarla porque estaba en muy mal estado en el hospital por el tema de la operación de riñón.
El nieto lloraba en los brazos del abuelo, era pequeño y estaba asustado, la niña no, tenía once años y se daba cuenta de todo lo que sucedía a su alrededor. El tío de los niños que también estaba allí, se agachó al verla y la colmó de besos, él tenía dieciséis años y se ocupó de ella cogiéndola de la mano, la llevó dentro de la casa, allí el resto de la familia le dio la bienvenida y la felicitaron.
El hijo de los abuelos, tendría ahora, mientras encontraba trabajo, que cuidar de ellos. El abuelo se pasaba casi todo el día en el hospital, al lado de su mujer, al final murió. A la madre se le negó siquiera visitar a los niños, estaba enganchada al caballo y al alcohol, vagaba por las calles y ejercía la prostitución.
Pasaron los años, la niña se hizo mujer, un día se presentó en comisaría, quería poner una denuncia, pidió ver e una mujer policía, le inspiraba más confianza. Allí se supo que su tío la dejó embarazada, y que desde el primer mes de vivir en casa de los abuelos, su tío, la violaba cada día.
Todo esto se pudo comprobar, ahora el tío está en prisión, aunque su abogado alega que era la niña la que estaba continuamente provocándola sexualmente, que esa niña estaba enferma.
¡Al ladrón, al ladrón!, sobre todo a los ladrones de vidas humanas.


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