lunes, 14 de mayo de 2012

UNA LUCHA SIN CUARTEL.


                          UNA LUCHA SIN CUARTEL.


Es a lo que debemos someternos en la vida, a pruebas, deliberaciones, decisiones, momentos de pena y de gloria que reflejan que estamos vivos, que somos capaces de amar, de lo contrario, si pasamos este último término por alto, no vale la pena vivir.
Woody Allen escribió una vez: “Me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida.” Claro que, el futuro es tan fugaz… cada vez que uno se acuesta, ha superado la barrera del “futuro” de ese día. Eso es formidable, auténtico, nos hace sentir vitales sin demagogias ni enredos, en los que podríamos caer como si de una trampa se tratara.
Escritores, pensadores y filósofos han ahondado en este tema, y han llegado a la conclusión de que el tiempo, nos pone en su lugar a todos en su justa medida. Cervantes dijo una vez: “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.” No se equivocan cuando piensan así, normalmente porque lo han comprobado en primera persona, como si hubieran tomado una pócima de ensayo, que están en lo cierto.
Hay que agradecer a todos estos hombres preocupados por la dinámica del aprendizaje, que nos hayan dejado estos retazos de buenos pensamientos.
·  ¿Qué pasa que sin esta gente estaría el mundo echado a perder?, vamos hombre, deja ya tanta filosofía y lecciones de retórica para ellos y despierta de una vez.  ·  Si, tienen razón muchos que piensan como este honrado crítico, esta es la cuestión, abrir debates en los que se puedan contrastar pareceres y opiniones.
Los demás que no hacen eso, entran en una lucha sin cuartel con ellos mismos, dejan pasar el tiempo sin inquietudes que les hagan pensar, el porqué de las cosas, la lógica de los acontecimientos y en definitiva, la razón de porqué estamos vivos.
Esa lucha sin cuartel, les lleva a pensar que tienen razón, cuando la  realidad es muy diferente, en el fondo, terminan por dejar que se los lleve la corriente de los indiferentes, creen a pié juntillas que ellos deben de solucionar sus problemas, aunque de vez en cando se vean identificados con personas que se hallen en situaciones parecidas, es solo entonces, cuando inician marchas de protesta sin saber muy bien por qué lo hacen.
No es que piense que esos movimientos no son buenos, pero hay que tener toda la información para protestar, razones lógicas. En mis días como trabajador de una gran multinacional, cuando las cosas no andaban como eran deseables, se organizaban huelgas  -entonces ya no estábamos bajo ninguna dictadura- , cientos de nosotros que queríamos trabajar, nos encontrábamos en el ojo del huracán, seguramente habría muchos que como yo, pensaban que no era la solución dejar de trabajar.
Tendrían mil y un motivos diferentes para hacerlo, yo no quería ser un pionero de la oratoria para estimular a que se hiciera lo contrario, pero estaba claro que había indicios de otros intereses que no eran solamente el buscar el beneficio de los trabajadores. Eso me llevó a ser uno de esos “esquiroles” despreciables, al cabo de unas semanas, se oían voces dentro de la fábrica  -después de la huelga- ,  ·  Vale, pero ¿qué se ha logrado?, mira, en mi caso que me prejubilen a la fuerza y me quede en la calle a los cincuenta y siete años y el paro. ¿Para eso tanta huelga?, esto ha sido una chapuza, ni más ni menos.  ·
Si, esta lucha sin cuartel, había beneficiado a los agentes sociales, ellos sí que salieron ganando determinadas ventajas de la huelga.
No soy partidista de hacer las cosas por que lo hagan los demás, jamás se me enseñó así, hago las cosas por puro convencimiento, creo, lo malo es que quién no quiere escuchar, ni ver el trasfondo de los asuntos, quién no se para a reflexionar el por qué se hacen determinadas cosas, termina en un estado de confusión que lo puede arruinar  -emocionalmente-.
El trabajo, es una extensión de nuestra actuación dentro de la familia, un padre o madre, no debe regirse por la norma del que grita más, o del que tenga mayor influencia dentro de ella. Todo debe de ser discutido dentro de ese ámbito, cuando eso se deja de lado, porque uno piensa que ya tiene demasiadas presiones, o cree que su labor es simplemente trabajar pues ya es suficiente esa carga, se aísla de las verdades de su alrededor, y puede traerle consecuencias irreparables.
Se ve a menudo que cualquiera de ellos comienza una guerra sin cuartel, y acaba no pudiendo controlar las acciones del núcleo familiar. Puede encontrarse por su indolencia, en una auténtica revolución que lo lleva a un callejón sin salida, a un motín dentro de la nave, que lo ponga en la punta de una tabla de la cubierta atado, con la obligación de saltar al mar sin posibilidad de remisión.
En esto, todos tienen la misma responsabilidad, todos tienen que aportar su opinión, pero a cara descubierta, sin ambages, puede que uno se equivoque, pero aun así, tiene que tener su corresponsabilidad.
No se puede decir que ha tomado las armas, cuando lo único que ha hecho es esconderse tras unas matas, esperando el resultado del ataque.
Mi abuelo me contaba una vez, que en la batalla contra el moro en África, tuvo que esconderse en una ocasión entre medio de los cadáveres de moros y españoles en un ataque al monte Gurugú, se echó encima a un soldado muerto mientras los moros pasaban por en medio de las pilas de muertos rematando a los heridos. Cuando salió de aquel trance  -el era entonces capitán-, se presentó de nuevo a los mandos para ver que se podía hacer, no se escapó, desertó o algo por el estilo, dio la cara, eso le costó un mes de arresto, perdió a casi todos los hombres que iban con él, cayó en una emboscada aun siendo advertido.
Eso no lo cuento porque me sienta orgulloso de mi abuelo, que también lo estoy, lo cuento para resaltar que la labor de un soldado es esta, ni más ni menos, luchaba convencido de que la República acabaría imponiéndose en aquellas tierras rebeldes.
Claro que todo eso, políticamente hablando es discutible, pero cumplió con su deber. Hoy nosotros, nos encontramos en una situación parecida, con eso quiero decir dentro de la familia, que es también en nuestras relaciones laborales y se extiende a nuestras amistades.
La guerra sin cuartel desde mi punto de vista, afrontar las situaciones, no esquivarlas, los humanos somos complementos los unos de los otros, no suplementos. No somos una opción a la que se deba acudir solo cuando se nos necesita, nos necesitamos siempre, todos somos importantes, todos tenemos un valor, pero debe ser demostrable, tenemos que sacar la cabeza del ala y dejarnos ver, para bien o para mal. Lo contrario es seguir holgazaneando por la vida, pensando que, cuando pase el tiempo ya me dejaré ver.
En definitiva, el que piensa que de ese modo puede conseguir ganar la lucha, siempre está consciente de que lo está haciendo mal, y que en consecuencia perderá, ya no solo la batalla, si no la guerra.


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