PARA QUE NO LO OLVIDES…
Debo decirte, que sigo… queriéndote como el primer día que te vi. Que a veces mi descanso se hace inútil porque te tengo a mi lado, ¡qué locura…!, debería ser al revés ¿no crees?, pues no, estás sentada conmigo, hablando y debatiendo asuntos, y el corazón sigue acelerándose como la primera vez que sentía tú aliento en aquel tren.
¡Qué día de playa aquel!, todos mis amigos me miraban, y las amigas también, me decían algunos después, que parecía petrificado, como si fuera una momia, sin vendas, claro. Yo les contesté que eran tonterías, pero no, tenían razón, creo que de tanto apretar las manos contra las barras del vagón del tren, para que nadie te aplastara, se me durmieron, luego, despertaron…, como yo, después de un buen rato.
Soñé contigo esa noche, esa y muchas más noches que les sucedieron, y entre sueño y sueño, seguro que dije tú nombre, cientos, si no miles de veces lo repetí, estoy seguro.
Cuando se lo conté a un amigo, me dijo que era un flechazo, no lo sé, ahora no importa, estamos juntos, y eso es un sueño realizado. A veces me pregunto, como el destino –si es que lo hubiera-, pudo castigarnos tanto. Digo castigo al hecho, de que tardamos tanto para volver a encontrarnos… ¡cuántas cosas has tenido que pasar!, por mi parte otras he soportado, veinticinco años no son pocos, y aunque hayan pasado, ahora estamos juntos.
Es curioso, pero ¿sabes las veces que he rememorado ese pequeño viaje en tren?, he perdido la cuenta, porque los sueños no se anotan en agenda alguna.
Los dos hemos cambiado mucho, o poco, según se vea, eres madre de tres hijos, yo también, los mismos que tú, porque los tuyos son míos, ¡me hubiera gustado tanto poder acunarlos entre mis brazos! , pero el tiempo ha querido que estemos juntos todos, para mí esto, es pedir demasiado.
Que no se te olvide amor, que aunque el viento empuje en nuestra contra, o nos azote de lado, estoy cogido a esas barras de tren, hasta que se me caigan las manos al suelo, valoro todos tus sufrimientos por mi causa, nuestra causa, que no es otra, que mantenernos despiertos mientras camine este tren, que tiene destino, estación, nombre.
Si algún día dejas de ser feliz a mí lado, no olvides decírmelo en voz alta, de modo claro, aunque no seas elocuente, solo di basta, y soltaré las barras del tren para andes liberada de mi amoroso abrazo.
Porque quiero que sepas, que yo te amare hasta la muerte, amor, esto te lo digo, para que no se te olvide.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario