HAZ TÚ LO MISMO.
El sistema de la venganza; el ojo por ojo y diente por diente, esa “era” la forma de ver antiguamente las cosas, ahora todo ha cambiado. Por lo menos en apariencia, porque en el fondo, este modo de ver las cosas, va intrínsecamente atado al hombre, va con él desde la cuna.
Al fin y al cabo, no somos más que elementos de la propia tierra, elementos naturales sabiamente mezclados con agua, como si fuéramos una especie de argamasa que mantiene unidos todos nuestros sistemas.
Por ello, aunque a menudo nos inunda el raciocinio y la lógica a la hora de hacer algo, siempre tenemos momentos, más o menos a menudo, de devolver a los demás lo que en un tiempo nos han hecho. Eso es natural, hasta lógico, por motivo de lo que somos en sí, polvo y agua. Es indefinible el porqué nos comportamos de determinado modo a veces, pero sin duda por nuestra mente pasan a menudo esas maneras de ver las cosas.
Es así de sencillo, en más de una ocasión se puede entrever que una persona que se expresa bien y razona como es “normal”, haga, o diga determinadas cosas, se le tache de contradictorio, de creer que está disimulando determinada actitud que aparente está dentro de los parámetros de lo “racional”, esto es aceptable, incluso diría que cabría aplaudir a los que piensan de esta manera.
Sin embargo, hay algo que a menudo pasamos por alto, el ser humano, -cada uno de nosotros-, somos como libros que aunque se abran y uno quiera leerlos, están encriptados, están escritos de forma que solo el autor puede desentrañar la fórmula, y solo a él se debe acudir para encontrar la solución de esta escritura, si es que uno tiene el interés y deseo de saber lo que dice.
Puede que aun así, cuando se lo lean, no llegue a creer lo que dice el autor, lógico, desconfiamos, pero no cabe más que confiar en él. Si nos está engañando pronto se verá, si es cierto, pronto se sabe.
Por eso no es bueno precipitarse a tomar cualquier decisión en la vida, y mucho menos que uno responda “Haz lo mismo”, nos metemos entonces en un callejón sin salida, confundiendo términos que afectan los sentimientos y las emociones, que retrasan nuestro progreso humano, que anulan las motivaciones de los demás, y ponen en duda el porqué se ha hecho esto o aquello, sin pensar en las consecuencias a las que nos puede llevar más tarde esta resolución.
Devolver con la misma moneda, no siempre es sabio, es natural, eso sí, pero sabio no. Merece la pena calibrar nuestros impulsos, no entrar en batallas dialécticas por sutilidades, que al fin y al cabo solo el tiempo, ese gran amigo, dirá su última palabra.
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