viernes, 18 de mayo de 2012

HOY POR TI, MAÑANA POR MÍ.


                          HOY POR TI, MAÑANA POR MÍ.


·  Venga chicos, ya tengo contratado el coto de caza para ir en pos de los jabalís.  Al otro lado del teléfono el amigo responde con un ¡hurra! ,  ·  Preparadlo todo, mañana me paso por tú casa, díselo a los demás.  ·  En su casa, sin embargo, no parece que todo el mundo esté contento, sobre todo su mujer, sabe que el poco dinero que tienen, se va a destinar a este deporte como lo llama él, la caza del jabalí. El niño que tienen en común, de ocho añitos, todavía no se da cuenta de lo que todo esto significa, nunca ha visto a un jabalí muerto, los que cazan se los llevan a una casa de campo que tiene uno de los amigos de su padre, allí los desollan y destripan, luego quien lo ha cazado se lleva la cabeza si quiere, y se extrae la carne del animal para consumo común.
Cada año, su padre está esperando el acontecimiento, como si fuera una verbena que duraría una buena temporada.  ·  Debo comprarme chaleco reflectante nuevo, munición, y preparar tres mil euros para esta nueva temporada.  ·  ·  Tú estás loco chico, ¿no ves que nos vamos a quedar sin un duro?, es más, tendrás que pedirle dinero a tus padres para que te ayuden, por favor piénsalo bien, no estamos ahora para gastos innecesarios.  ·
Pero él, aunque la oye no la escucha, cada temporada de caza, cuando se abre la veda, parece como si los sentidos racionales se le embotaran, nada ni nadie puede pararlo. Llega el viernes por la noche y los cuatro amigos se suben en la pickup de su amigo, detrás de la caja, en un baúl de aluminio, las escopetas de todos ellos, junto con la munición y las cananas.
Hacen noche en un pueblo cercano al coto de caza, ¡que aroma se respira en la montaña!, eso le da energías para el siguiente día, lo espolea para darle ánimos a la mañana siguiente, cuando se colocará en el lugar que se le indique en espera de que aparezca el jabalí.  ·  Esta cena va de mi cuenta.  ·  Eso lo dice el dueño del coche, este está forrado de dinero, no tiene que pedirle a nadie dinero prestado para la ocasión, es un industrial que está metido en el mundo del cristal, concretamente fabrica espejos, para muebles de baño, y otras muchas aplicaciones.
Por la mañana temprano, cogen los cuatro el coche y se van a la montaña, antes han ido a ver al guarda forestal para enseñarle la licencia, y ahí los ves entre risas y bromas, todos serpenteando por los caminos enfangados en algunos trechos. Llegados al lugar se distribuyen, tú aquí, el otro allí, y tú un poco más arriba. Sacan a los perros de su remolque y comienza la caza, los perros están inquietos, han hallado una pista,  ·  ¡Cuidado que vamos…!  ·  Todos alerta estudian su parte del terreno, al poco, dos tiros,  ·  Que va para haya, ojo.  ·  pasa por su lado, y le da el tiro de gracia. Ya tienen a uno, quieren ir a por otro aunque este es un macho muy grande.
Al cabo de tres horas, otro pasa por su lado, él está en alto, sobre una roca, bien colocado, es una hembra que pasa con cinco rayones, no se lo piensa dos veces, la jabalina ha oído a los perros y busca un lugar seguro para ellos. Es inútil, en el momento que se para un instante, algo despistada, le dispara encima de la cabeza y cae a plomo sobre el suelo, le ha dado de lleno.  ·  ¡Otro…!  -grita-  ·
Todos se reúnen en el lugar y lo felicitan,  ·  Muy buen tiro, le has dado en la nuca, esta cabeza es tuya.  ·  Con apuros, bajan la pieza del lugar de su ejecución, los perros no paran de lamer la sangre que mana de la cabeza del bicho, les hace falta para conservar el olor del jabalí, es un adiestramiento gratuito el que hacen con esta liturgia.
Después de remojar el gaznate con un par de botellas de vino de la región y comerse unos quesos, junto con unas aceitunas, se disponen a marcharse golpeándose las manos en señal de triunfo. Entre el estado de nervios, y el esfuerzo que han hecho para cargar las piezas en el coche, se sienten felices pero agotados.  ·  Bueno chicos, volvamos a casa a enseñarles esta caza a la familia.  ·
El conductor del coche, arranca y pone la reductora para salir de allí, las ruedas comienzan a resbalar en el barro  ·  No puede ser, este coche está preparado para salir de cualquier atolladero. Venga bajad a empujar, si tiro más, se nos queda aquí, llevamos mucho peso.  ·  De mala gana, hacen caso al dueño del coche, mientras murmuran sobre las ventajas de estos supuestos cuatro por cuatro, nada no hay forma, quedan sucios de barro, las ruedas les envían a los tres todo los restos habidos y por haber.
A las seis de la tarde, oyen a un hombre que baja por un recodo del camino, habla con alguien al parecer, se percatan de que es un leñador robusto, un hombre de mediana edad, le acompaña un caballo percherón belga, de dimensiones colosales, con unas patas que parecen columnas de acero, y la anchura de sus patas demuestran sin lugar a dudas que es un animal de tiro. Carga con un sistema de cadenas, y una traviesa de acero junto con un arnés que facilita el que pueda tirar con más holgura de los troncos.
El hombre se para a la altura de los cazadores  ·  Buenas tardes señores, ¿qué tal se presentó hoy la caza?.  ·   ·  Bien pero mal, abatimos dos piezas pero el tema es que ahora…  ·  ·  No pueden salir de aquí ¿cierto?.  ·   ·  Pues sí, entre el peso del coche, y el de los marranos que llevamos, no podemos salir. ¿Sabe usted de algún tractor que nos pudiera sacar?  ·   ·  Pues no, pero si quieren yo les puedo sacar del apuro con Berta,  –el hombre sonreía con simpatía-.  ·  · ¿Seguro…?.  ·  ·  Tan seguro como que nos queda media hora de luz de sol.  · Discutieron un momento entre ellos y aceptaron el ofrecimiento. El hombre comenzó por enganchar las cadenas en la parte de atrás del todoterreno, cuando lo tuvo todo dispuesto les hizo saber que les aligeraría un poco la carga, sacando del coche uno de los jabalíes. Se quedaron un poco perplejos, si sacaban del coche una de las piezas cobradas, también podrían hacerlo ellos.
·  No crea, ya no es cuestión del peso que llevan ustedes, sino de cómo está metido en el barro el coche. Eso sí, el bicho que ustedes bajen me lo llevo yo, ¿están de acuerdo?.  · Dos de ellos se enfadaron un poco, si hubieran podido, le hubieran dado un puñetazo a aquel aprovechado.
Después de todo, lo que más le importaba al dueño del coche, era sacarlo de allí antes de que anocheciera.  ·  Venga de acuerdo  -dijo el dueño del coche-  · Dirigiéndose a sus amigos, les hizo saber que a la semana siguiente volverían, que los jabalíes no suelen emigrar cuando tienen un buen territorio para comer y están criando a los rayones. Bajaron a un animal, y el leñador se dispuso a decirle a Berta que tirara con cuidado. Cuando se tensaron las cadenas del arnés, Berta parecía que estuviera tirando de una hoja de papel sucio, cambió de posición a la yegua y pasó las cadenas por el gancho de arrastre del pesado coche, tiró de nuevo y les dejó en dirección de bajada de la pista con la misma facilidad que lo hizo anteriormente.  ·   ¿Será aprovechado el tío…?  ·   ·  Déjalo ya, ahora estamos en condiciones de marchar de aquí.  ·   ·  Espera, tengo curiosidad por saber cómo va a cargar al jabalí en la montura, porque, a rastras no se lo llevará.  ·  Se quedaron unos minutos más, el sol se había puesto tras las montañas, empezaba a anochecer.
 Ató al jabalí por los jamones y haciendo gala de una destreza imposible de imaginar, creó una especie de polea, Berta estaba inmóvil, igual que ellos, que estaban boquiabiertos al ver los recursos de los que hacía gala el leñador.  ·  ¡La madre que lo parió!, ¿habéis visto eso?.  · Nuestro protagonista cazador reconoció…  ·  No se puede subestimar lo que puede llegar a hacer una persona sencilla, está claro.  ·
·  Bueno señores míos, ya saben, cuando necesiten ayuda, aquí me encontraran, ha sido un placer poder ayudarles, ya saben el dicho  “Hoy por ti, mañana por mí.”


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