SED FELICES, QUE SOLO SE VIVE UNA VEZ Y MEDIA.
¡He vivido tanto, que ya no me importa morir!, eso anduvo diciendo un amigo mío por espacio de treinta años. Se lo decía a todo aquel, con quién tenía un poco de confianza, al socio con quién trabajaba en una obra tras otra, tan punto terminaba su labor como electricista, fuera en un bloque de pisos, apareadas, o chalets, le soltaba esta cantinela.
Su socio estaba tan acostumbrado a escuchar alegorías de este tipo, que ya no le hacía ni caso. “Tómate otra cerveza hombre que te invito, déjate de pesimismos, que solo se vive una vez en la vida.” “Que te lo digo de verdad, tío, que estoy harto de vivir, siempre lo mismo, siempre trabajando para nada, siempre esperando el fin de semana, para hacer caravana en la carretera con el único fin de satisfacer a la familia. ¡Qué cruel es esta vida!, y pensar que antes era de lo más simpático, oye que antes yo era otra persona ¿sabes?, bueno… si me hubieras conocido…, toda la gente me estaba esperando para que les soltara cuatro chistes, propusiera ir a alguna discoteca, o quedarnos en casa jugando a las cartas y al dominó.”
Eso era el pan nuestro de cada día, “¡Y qué feliz estaba entonces!... no tenía de que preocuparme, lo tenía todo al alcance de la mano. Las chavalas se me rifaban, con pasta y simpatía, además de un buen coche, bueno, ni te cuento, pero de un tiempo para acá, oye que me he convertido, ¿cómo te diría yo?, como un fósil tío, eso es, como un dinosaurio de esos que se extinguieron hace millones de años.” “Pero hombre como puedes decir esto con la familia que tienes, y lo que te quieren. Vive la vida, vívela de la mejor forma posible pero vívela, sin fastidiar a nadie eso sí, pero deja que el tiempo marque el rumbo de las cosas, no puedes estar luchando continuamente contra todos los elementos, y sufriendo.”
Cierto que solo se vive una vez, pero visto que muchas personas aprovechan la vida de distintas maneras, se podría decir que hay quién vive la vida, una vez y media. Si, del mismo modo que hay personas que tienen cuarenta años y parecen gente de cincuenta. La vida quema o rejuvenece a las personas en razón de cómo es su vida.
Pero lo que más destruye a las personas es el pesimismo, y la falta de reflexión de las cosas diarias, el análisis de todo lo que se ha hecho o dejado de hacer durante cada día de nuestra vida. Eso es lo que hace que a menudo, cuando llega la hora del compromiso con la muerte, esté uno contento con el momento que le ha llegado, que no se desespere ni empiece a maldecir diciendo que es una injusticia lo que le pasa, que no ha llegado su hora.
El reflexivo, aunque no haya salido nunca de casa, y se encuentre en mil y una circunstancias comprometidas, sea pusilánime y la familia llegue a odiarlo, espera sus últimos días en paz, incluso aunque esté solo, no le importa, porque comprende donde está y adonde va; este ha vivido feliz, una vida y media.
Hay quien no alcance a entender esto, o que sencillamente se niegue a aceptarlo pero es así, vive en su propio clima, ha creado su propia atmosfera y hay que reconocerle un valor infinito.
Es más que probable que incluso médicamente, no sea recomendable vivir así, sin embargo… ¿Es que hacerlo de otro modo es mejor?, vivir sin reflexión, es vivir sin metas, el quehacer diario nos debería llevar indefectiblemente, a pensar profundamente, si lo que hemos hecho entra dentro de nuestros propios parámetros, de nuestras propias posibilidades como humanos.
René Descartes comentó en una ocasión: “Daría todo lo que se por la mitad de lo que ignoro.” Se comprende sin embargo, que en los difíciles tiempos que vivimos, en los que la angustia por sobrevivir es lo primordial, no se involucre nadie -o pocos-, en este tema, eso es solo una sugerencia que no quiere levantar ninguna alarma.
Pero de cualquier modo si quieres ser feliz, y tener una vida y media, reflexiona cada día un poco, te darás cuenta entonces de lo que has hecho mal, del bien que has hecho, y de lo que pudieras haber hecho y no hiciste.
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