DONDE ESTOY Y ADONDE VOY.
No lo sé. Todo a mi alrededor se ha convertido en un sueño, dicen algunos que los sueños son presagios, presagios de qué? , me gustaría saberlo.
Si fuera que los sueños son profecías de lo que ha de suceder, sin afán de ser profeta, me arriesgaría a decir lo que va a ser el futuro, mi futuro, que cada cual tiene sus sueños, cada cual sus inquietudes, y con ellas, las alegrías y penas que comportan.
Luego, por la mañana, quieres evitar el sol que entra por tú ventana, o por el contrario, deseas que te ciegue hasta no poder abrir los ojos, te tapas con la ropa de cama, poco a poco vas saliendo de este tremendo crucigrama que son tus sueños. Vas sacando la cabeza de debajo de las sabanas, y recorres la habitación con los ojos medio abiertos, otros dirían que medio cerrados.
No reconozco nada, solo los olores típicos de la mañana, olores de cama, ruidos de cisternas de wáter, mi esposa que anda arriba y abajo, sí, estoy en mi cama. Pero ¿y si alguna fuerza extraña como la que soñé esta madrugada, nos hubiera llevado a otro mundo?, ¡eso fue lo que soñé!, que grandes ganchos bajados del cielo, nos cogían, nos trasladaban a otra tierra, las calles eran avenidas de agua que se contenían solas dentro de sus límites. No había señales de tráfico, todos se respetaban, sin caravanas, peajes ni nada que redujese aquel fluir de… ¿qué eran?. Coches no, seguro, eran otras cosas raras, que no olían ni nada, espaciosas y cómodas, que además funcionaban solas, eran inteligentes.
En ese turbador viaje, solo ellas me acompañaban, mi esposa y mi suerte, nuestra suerte para ser justos. Y la tuvimos, al otro día despertamos, dentro de nuestra cama, le pregunté a mi mujer si estábamos en otro lugar. Me miró extrañada porque me vio convencido de lo que le preguntaba, claro que sí hombre, ¿dónde creías que estabas?, no lo sé, pero es que he soñado algo que me ha espantado esta madrugada. Sí hablabas mucho, pero no se te entendía nada, solo entendí que decías no, no, y no.
Vaya, pues si que me puse radical, pero como volví a dormirme enseguida no supe que más decías, bueno no te preocupes, eso es fruto de los tiempos que vivimos, que no son fáciles cariño. Ya, seguro que tienes razón, lo que me fastidia es no tener más pistas sobre lo que soñé, la próxima vez me grabaré por la noche.
Como quiera que esto lo dije en voz alta, mi esposa me rectificó, ¿que vas a hacer qué?, ni se te ocurra, no ves que con estas cosas uno puede terminar como un choto?. Tiene razón otra vez, haber si digo algo normal para que no tenga que seguir llamándome la atención.
De cuál sería la solución, no lo sabía, pero sí que algo tenía que hacer. Bien pensado ¿qué?, no se me ocurre nada, salvo dejar las cosas como están. ¡Cuántos millones de personas sueñan cosas extrañas…! , incluso hay quién termina viviendo una realidad paralela a los sueños, entonces sí que los problemas se agravan. Los sueños no son más que sueños, de la misma manera que la vida no es más que vida, ¿o es al contrario? , de todos modos me tengo que conformar a mi vida y a mis sueños, o a mis sueños y mi vida, que viene a ser lo mismo.
· Por favor -le dije mi mujer- , si ves que se me va la bola hasta el límite de perder la razón y confundir la realidad con la ficción, aléjate de mí por tú bien. · · A vale, pues tú haz lo mismo conmigo, porque ya no sé cuando duermo y cuando estoy despierta. ·
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