LA DANZA DE LAS ANÉMONAS.
¡Son tan hermosas!, ahí, en el lecho marino están, danzando sin parar entre nubes de peces multicolores. Las hay que parecen especialmente bellas, con sus tentáculos multicolores meciéndose entre las corrientes marinas, sin embargo, pocos son los que se acercan a ellas. ¿Porqué se preguntaran muchos, si no son más que pequeños animales, que no hacen más que bailar al ritmo de las mareas?. Es sencillo, son tóxicas, hermosas, pero tóxicas, solo se les acercan, algunos peces payaso, son los únicos que pueden nadar entre ellas sin sufrir el castigo de sus órganos urticantes.
Esos payasos, saben donde huir cuando otros depredadores les quieren echar mano. Comienzan a nadar y hasta a frotarse entre la anémona, si pudieran se reirían de los demás, como diciendo... "Mirad estúpidos que buen alojamiento hemos encontrado, vosotros no podéis venir aquí, atreveos si tenéis valor, solo los payasos somos capaces de esto.”
Los demás los miran con recelo, no vaya a ser que habiendo estado en contacto con esas bestias marinas, tan raras, queden infectados, de esa especie de líquido que sueltan las anémonas de mar.
No envidiéis a esos payasos, ni por el color de su piel chillona, ni porque vivan entre los tentáculos atrayentes de las anémonas. En un momento dado, si por alguna razón, curioseáis de cerca esta forma de vida, os paralizarán, seréis blanco fácil para alguna otra especie que viva en la barrera coralina.
La anémona no distingue, fuera de los payasos, a ninguna otra especie de pez al que lance sus dardos venenosos, desde pequeñas gambas, hasta barracudas, si son tocadas por esa especie de flecha o minúsculo dardo. El pez payaso primero, se deja ver por los alrededores de la anémona hasta que ésta se acostumbra al roce de su piel, después le trae alimento, residuos de otros peces muertos por ejemplo, luego, lo deja vivir entre sus tentáculos.
Una extraña simbiosis que hace, que el uno se ayude a otro a cambio de algo, es sabido que en el reino animal, nadie hace nada gratis, todo está presidido por algún tipo de interés mutuo. Cuidado pues, con las anémonas y con los peces payaso, son bastante ilustrativos de lo que las personas podemos llegar a ser, si no vigilamos nuestras motivaciones.
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