EL
PLAZA O LA PLAZA
¡Que
diferencia es decir que vives en El Plaza a que vives en una plaza! Eso les
pasa frecuentemente a los que piensan que la fortuna les va a sonreír y van a
vivir en un gran hotel como El Plaza, y terminan viviendo al abrigo de bancos
de piedra o de los árboles de Central Park en una de sus plazas.
¿Falta
de previsión…, sueños demasiado avanzados? Cualquiera de esas personas nos
podrían dar mil razones, todas ellas creíbles, para estar en un lugar u otro
residiendo. Se sabe de grandes estafadores que han vivido en este gran hotel
durante mucho tiempo, y sin poder ser cazados. Al fin de cuentas, el hotel ya
tiene determinadas partidas engordadas para estos casos.
No
es así en el caso de los que viven de incógnito en los parques de la ciudad, la
policía montada que patrulla de continuo por esos lugares no los considera
peligrosos, ¡donde van a ir pobrecillos…! Forman parte de la población
controlada, conocen todos los entresijos de la droga, los inspectores tienen a
muchos de ellos como confidentes para cazar a los que más les interesa. Algunos
de ellos viven en grandes mansiones o en hoteles como El Plaza, ya ves, de lo
más bajo se puede escalar a lo más alto con el mínimo esfuerzo.
Los
que viven en Central Park, saben que jamás podrán ocupar una de esas
habitaciones de lujo, y no sienten la más mínima envidia por ellos. Van a donde
quieren y siempre encuentran el medio de transporte ideal para llevar consigo
todo aquello que poseen. A diferencia de los grandes baúles de prendas de ropa
que exhiben los mafiosos y los defraudadores cuando se mudan a otro lugar.
Con
diferencia es mucho mejor dormir en la plaza que en El Plaza, no tienen que
dejar la llave en recepción por ejemplo, dominan su territorio a placer, no es
que quiera hacer apología de la pobreza, pero desde el punto de vista que trato
de enfocar este pequeño relato, “es preferible ser un hombre pobre, que un
pobre hombre”. Pobre pero consciente de sus limitaciones, con buena conciencia
es lo mejor que uno puede seguir cosechando en la vida, lo contrario, conlleva
perder la noción de sus limitaciones, y de ese modo perder la consciencia de todo
lo que hace.
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