viernes, 23 de octubre de 2015

SI ME DAS, TE MUERDO

                                                          SI ME DAS, TE MUERDO

¡Que cosa oye, parece que vivamos en  un mundo lleno de vampiros…! No sé vosotros, pero en lo que a mí se refiere, enciendo la televisión y lo que más se escucha es de mordidas, no le presto demasiada atención la verdad, ya sé sobradamente lo que son los vampiros y a qué se dedican. El caso es que cuando se habla de mordeduras, hablan de seres humanos, ¡coño… esto es nuevo para mí! Ya se sabe que los vampiros no vuelan, se arrastran cual si fueran cualquier especie de otras alimañas, suben silenciosas hasta determinado lugar donde te la clavan, los dientes, y se ponen ciegos de sangre.
De quienes yo hablo son vampiros trajeados la mayoría de ellos, cuando las evidencias los señalan como los causantes de las heridas producidas en determinados animales, que pacen tranquilamente en sus cuadras, esquivan el bulto, la culpa diciendo que no han sido ellos, que no tienen los dientes tan afilados. A ver quién tiene huevos de comparar las dentelladas que llevan las víctimas, imposible, “no ha lugar a llevar a cabo esta prueba…”, dicen otros vampiros que son del mismo clan. ¿Sabes que pasa…? Que si no duermen en la misma cama, se dan patadas y mordiscos, al principio cada cual encuentra su sitio, pero con el tiempo, cada cual se quiere acomodar del mejor modo posible, empiezan a tener, no se sabe muy bien porque, su propio espacio, entonces comienzan a recriminarse cosas, a tirarse los platos a la cabeza.
Ineludiblemente, cuando pasa esto se amenazan… “Mira que si me das, te muerdo, y ya sabes, que yo muerdo más fuerte que tú” Claro, este hecho en sí, en la vida de la selva, pasa desapercibido, pero no es así cuando esto pasa cada día con vampiros vestidos con traje y corbata, ¿Qué pasa…? Que salen  en todas las televisiones, y ahí se monta el follón. Ya se sabe cómo son los periodistas… unos buscan la fama, otros quieren decir la verdad a cualquier precio. Al final siempre sale a relucir quién ha sido el más perjudicado, y todavía digo más, jamás se llega saber quién es el que ha mordido. ¿Quién es el mordido, y quién el vampiro?
Como no me fio de nadie de estos bichos repugnantes, salgo de casa a plena luz del día y me recojo pronto. Pienso… para casa nene, que es la hora de los vampiros, a ver si sucede que por pasar sin saber al lado de uno de esos bicharracos te llevas tú el chupetón y te dejan señalado.

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