sábado, 3 de octubre de 2015

EL RENCOR ES NECIO Y NOCIVO

                                                        El RENCOR ES NECIO Y NOCIVO

Es como un veneno, sí, algo parecido a pequeñas dosis que te vas inyectando en la vena y que termina por inmunizarte, a insensibilizarte, mientras mantiene tú mente y en consecuencia el resto de los sentidos, alerta, listos para la venganza, dispuestos en ocasiones a cualquier cosa, con tal de llevar a cabo el objetivo que te perturba, la venganza.
El caso es que si el rencor forma parte de nuestra forma de pensar, que estamos convencidos que no hay nada ni nadie que debe interferir, darnos consejo, sugerirnos como vencerlo, terminamos por dejar de vivir nosotros, nos perdemos las horas que tenemos para disfrutar de la vida. Con las horas los días, con ellos las semanas, ya tenemos en nuestra personalidad instalado el rencor como una de nuestras máximas, sin apenas darnos cuenta. El rencor estaría bien desarrollarlo, si con él, pudiéramos solucionar algún problema que fuera realmente serio, y con el rencor, vomitáramos todo lo que tenemos dentro del alma contra quién quiera que sea, y de ese modo se terminara el problema.
Pero lamentablemente, nuestra cerrazón y falta de juicio, nos deja varados, sin saber bien que hacer, solo nos sabemos concentrar en aquello que nos hicieron, que tienen que pagar por ello sin atender a la lógica, la mejor de las cualidades para deducir que hacer y cómo.
Cuando dejamos de razonar de ese modo, y deducir que nuestra vida es lo único que tenemos de forma provisional, nuestro cuerpo comienza a sufrir las consecuencias. El organismo se resiente, la ansiedad se apodera de nosotros, dejamos de alimentarnos bien, las digestiones pueden convertirse en auténticos suplicios, y así, el resto del cuerpo se trasforma en una máquina sin engrasar, se gripa y se clava.
Todo lo que nos queda entonces es, una especie de tormento que se concentra en ver a todos los que nos rodean, como los culpables de nuestra situación actual. Es una necedad ser rencoroso, y con los pequeños argumentos que acabo de hacer, a manera de reflexión, acaba por ser nocivo para el resto de todo nuestro cuerpo. Desaprovechamos ese don que es la vida, y nos aplastamos a nosotros mismos.

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