SEISCIENTOS EUROS AL
MES PARA SEIS PERSONAS
¡He
cuidado que seiscientos euros en los tiempos que corren, pueden ser mucha pasta
para según quién…! Pero desgraciadamente, para Vicente y su esposa e hijos, no
son más que mera chatarra. Se comprende que en su día con el trabajo que tenía,
y lo que aportaba su mujer dando clases de inglés, adquirieran una casa que
salió a subasta en el banco con el que trabajaban, y la disfrutaran durante
cuatro años. Pero a veces lo bueno se acaba pronto, cuatro años pasan volando,
es lo que precisamente les pasó a ellos, pasaron por una etapa de negociación
con el banco, el director le dio a entender a Vicente, que no estaba en su mano
hacer nada que impidiera que les quitaran la casa.
Los
protocolos de la banca son así Vicente, ni yo siquiera los puedo pasar por
alto, trataré de hacer unas llamadas y te contesto en tres o cuatro días. Al
banco no le interesa desahuciar a una familia de una casa que ya ha salido a
subasta, puede que se pueda llegar a algún acuerdo, de un alquiler social. ¡A ver que puedes hacer hombre, estoy en una
situación un tanto desesperada, si no fuera así, no vendría a rogarte algún
arreglo! Bueno, no desesperes, verás
como algo se arregla.
El
arreglo llegó en forma de una carta, que explícitamente decía, que tenían que
abandonar la vivienda en el plazo de un mes. Herminia comenzó a preparar cajas
que recogía de tiendas y comercios cercanos, seleccionaba las prendas de ropa
necesarias, y les dijo a sus hijos que se iban a vivir a un lugar más divertido
y amplio. Los niños, todos ellos pequeños relativamente, se lo tomaron como una
diversión.
Mientras
tanto, Vicente, se puso como otras miles de personas a buscar entre los
contenedores, algo que le pudiera ser útil, para vender a un precio razonable a
los chatarreros. Hasta que le llegara la carta aprobación de los seiscientos
euros de ayuda de estado, no le quedaba otra más que esperar, y como casi todo
el mundo en una situación parecida… El que espera desespera. Pero el cariño parece
renacer en situaciones de penuria y desaliento, Vicente y Herminia estaban más
unidos que nunca.
Aun
así, cuando les llegó la aprobación de esa mesada, que no ascendía más que a
seiscientos euros, no les quedó otro remedio, que mudarse a casa de los padres
de Herminia. Eso fue un golpe fatal para ambos, los ancianos no permitieron
jamás intromisiones en sus vidas y en consecuencia en su casa. Fue el abuelo el
que puso las reglas, como si su hija y Vicente, fueran dos adolescentes que se
tenían que someter a la voluntad de unos padres que los consideraran meros
colegiales.
Un
pueblo, en el que apenas había trabajo, más que a la hora de recoger la hierba
que se reservaba para los animales en tiempo de escasez. Herminia pronto dejó
la casa como los chorros del oro, pero su madre no le permitía salir a
trabajar. Cuida de tus hijos, eso es lo
que tienes que hacer, nada más, eso y la comida.
Con
seiscientos euros para seis personas, o vives así o transiges a todos los
argumentos que se te pongan por delante.
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