MAMÁ, QUIERO SER BOMBERO
Nada,
que el niño parece que nos quiere tocar lo que no suena, con el tema de ser bombero. Déjalo mujer, todavía no sabe lo que quiere,
¿quién te dice a ti que en realidad lo que quiere es ser médico…? Pues creo que lo diría ¿no?, el caso es que
siempre que puede, le dice a los amigos que él, será bombero. Bueno… ¿y que es lo que tiene de malo este
oficio? Nada, solo que es muy peligroso,
lo que pasa es que no nos enteramos de los bomberos que se mueren. ¡Venga mujer no seas alarmista!, se mueren
como en todos los oficios del mundo, siempre son un pequeño porcentaje… Habla un día con él Emilio… ¿Qué te cuesta
querido? Vale mañana me lo llevo de
paseo y hablamos, que lo considero una tontería pero con tal de complacerte, lo
haré.
Manolito
ya no es Manolito, ahora es Manuel, un joven bastante alto, atlético y muy
fuerte. Va a diario a correr al circuito de su ciudad, y se ha hecho socio de
un gimnasio, unos compañeros suyos, que aspiran a ser bomberos como él, se ríen
de un par de chicas que también se entrenan con el mismo fin, ser bomberas. En
los cuatrocientos metros cronometrados los pillan a todos menos a Manolo, casi
no le ve mover los pies del suelo cuando coge su velocidad máxima. Suben en el
gimnasio la cuerda de nudos haciendo la plancha, que obligan a todos a
admirarlas, en esto Manuel no es tan bueno. Tengo que superarme, no me jodas,
que dos mujeres puedan hacer esto mejor
que yo es inadmisible. Cuando trepan hasta arriba de la cuerda, dan media
vuelta al cuerpo y descienden boca abajo sujetando la cuerda con las piernas.
¡Me
cago en todo…! Estas te pegan un gancho y te dejan seco tío, ¿has visto la
fuerza que tienen en los brazos? Sí, y en las piernas, te pillan el pescuezo
con ellas y te tronchan. Manolo siente el impulso de hablar con ellas,
especialmente con la morena, una hermosa chica, esbelta, con el cabello corto,
tiene unas piernas larguísimas y dedos de pianista, largos y delgados. Hola ¿Qué tal? Me he estado fijando en
vuestros ejercicios, me he quedado con la boca abierta, parece mentira que un
ser humano pueda hacer un derroche de fuerza como la vuestra, mi nombre es
Manuel, si algún día queréis que entrenemos juntos me lo decís, creo que
aprendería mucho de vosotras dos.
¿Lo
dices en serio…? Absolutamente en
serio, no tengo otra intención más que llegar a ser un buen bombero. ¿Es que los hay malos? No, no he querido decir eso, pero si te
preparas con la gente que intenta superarse a diario, siempre tienes más
posibilidades de éxito ¿no crees? La chica rubia no mueve ni un músculo de la
cara, mientras se termina de poner la chaqueta del chándal. Te espero fuera Olga. Vale, salgo enseguida cariño, ya puedes
arrancar el coche, salgo en un minuto.
Manuel
ha tenido que esperar dos días en volverlas a ver, hasta el exbombero que los
entrena sin interés alguno, se extraña. Claudio, le había preguntado al
entrenador, ¿sabes algo de las chicas?, se limitó a encogerse de hombros y
abrir los brazos, en señal de no saber nada. Por la tarde, aparecieron las dos sonriendo,
cogidas de la mano, entraron en el vestuario de las mujeres y fuera, los
hombres no entendían que era aquel barullo que se oía al otro lado de la
puerta. Al salir al gimnasio, Olga le hizo un gesto a Manuel para que se
acercase, él se movió como accionado por un muelle que lo llevara hasta
ella. Puedes entrenar con nosotras,
vamos a ver si sigues el ritmo, hoy venimos con muchas ganas, hay que
desentumecerse un poco, vamos a hacer los estiramientos habituales antes de
hacer nada, ¿te parece? Claro, es lo
normal, vamos allá. Parecían puñeteras bailarinas de valet clásico, sobre el
suelo, abrían las piernas hasta ponerlas en horizontal con los hombros echados
hacia atrás. Si hago esto me dejo las pelotas, voy a intentar hacerlo pero
hasta donde me alcancen las fuerzas, como este estiramiento hubo otros
parecidos que le parecía a él que lo querían dejar fuera. ¡Venga hombre… estira hasta que te duela el
alma, después nos lo agradecerás! Es
que las mujeres sois mucho más flexibles que los hombres, estáis hechas
diferentes. ¡Vaya sorpresa…! Claro que
sí, nosotras estamos hechas para poder parir y vosotros no, ¿no te fastidia…?
Mi mujer dice, que los hombres podéis hacer muchas cosas, pero que nosotras
podemos hacer lo mismo que vosotros y un poco más. La única diferencia, es que
no se nos valora lo suficiente, ni se nos paga igual, eso está más que claro.
Disculpa
Olga, ¿has dicho tú mujer verdad? Sí,
nos casamos anteayer, fue un acontecimiento íntimo, solo asistieron las
familias de las dos. Felicidades pues,
os deseo lo mejor de todo corazón.
Esa
circunstancia hizo que los tres hayan llegado a ser muy buenos amigos, a la
misma vez que los alejaba del resto de tíos duros de la academia de bomberos.
Los tres se graduaron en la misma promoción, esa misma noche cenaron juntos.
Bien pensado, y a raíz de esta circunstancia que acabo de narrar, por favor,
dejad que vuestros hijos sueñen y elijan su camino, da lo mismo que quieran ser
marineros, boxeadores, soldados o alquimistas, ¿Qué más da si con ello, cumplen
sus sueños, y continúan siendo para todos buena gente?
No
olvidemos que también hacen falta, basureros y dentistas, banqueros y policías.
Ningún oficio es desdeñable si con ello, se cumple un propósito dentro de la
sociedad.
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