CAPERUCITA SE COMIÓ AL LOBO
¿Cuántas
veces no hemos oído este cuento…? Miles creo yo, pero este es diferente, en el
sentido de que aquí Caperucita es la peligrosa, y no es porque tenga dientes
como los de la saga de Crepúsculo ni nada parecido. No, el cuento comienza cuando
en una mansión bien iluminada, toda ella de piedra y mármoles exquisitos, llega
un coche deportivo de ni se sabe cuántos caballos, rugiendo como una bestia incontrolable,
aparca en la parte baja de las escaleras de la mansión y desciende de él, una
caperucita con traje de seda, y capucha descolgada hacia atrás pero que deja
ver el perfil de su rostro.
El
Lobo, que no es más que un conquistador con todas las características de un
Casanova, hace lo que no ha hecho con ningún invitado, descender las escaleras
para ir a recibir a Caperucita. No hace falta decir que ella se ha dado cuenta
al instante de la presencia del lobo, se relame sin que nadie se aperciba del
suave gesto de su lengua al pasearla por los labios. Puede pasar cualquier
cosa, ya sabemos cómo termina el cuento de Caperucita, pues bien, no saquéis
conclusiones equivocadas de este, que es bien diferente.
Caperucita
se deja llevar por la galante mano del lobo, en cuanto la ve, más aun, cuando
le toca la mano, comienzan a crecerle los dientes, se le cae la baba por las
comisuras de la boca. ¡Caperucita… que
visita tan inesperada la tuya! No
tenía otra cosa que hacer esta noche y he pensado que me iría bien una buena
cena a pesar de no estar invitada. No
hace falta que recibas invitación alguna esta, tu casa. Gracias, tu siempre tan cumplido con las
mujeres… Contigo especialmente, ya lo
sabes.
Esta
noche vengo con mucha hambre, le clavaría el diente a un lobo si hiciera
falta. Por favor, no te cortes estás en
buena compañía, todos estos amigos a los que ves, y probablemente alguno que
falta, están a tu servicio. No hace
falta tanto, solo he venido a recoger algo que me debes. ¿Cómo… y que es si puede saberse? Caperucita abrió la boca como si fuera a
darle un gran beso al lobo en el
instante que este torció el rostro, para recibir aquel maravilloso regalo, entreabriendo
la boca, Caperucita deformó su rostro, de forma que su delicioso rostro, se
transformó en la cabeza de un lobo, en lugar de un beso, le dio un mordisco que
le arrancó la mitad de la cara.
Con
todos los dientes a la vista, si mejillas y sin una de sus orejas, Caperucita
le susurró al oído… Se terminaron tus
días de gloria y de asustar a las mujeres, ahora te verás recluido de por vida
a esta maravillosa mansión que posees. Dio un salto para ir a parar
directamente al asiento de su espectacular monoplaza, se acomodó y se fue de
allí a toda velocidad, de la misma forma que había llegado.
De
manera que, cuidado con las Caperucitas, es bastante frecuente, que sepan más
que muchos pretendidos lobos.
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