MERCEDES VIVE Y MUERE SIN VIVIR
Nacida
en el núcleo de una familia un tanto conflictiva, Mercedes se debate entre el
presente que la atosiga sin pensar demasiado en el futuro. El futuro para
aquellos años, en las que era joven y no sabía demasiado de la vida, por estar
trabajando desde muy joven en un pueblo de Castilla León, se le pasó en un
suspiro.
¿Inquietudes…?
Las de cualquier joven, alejada de la mala gente, con pocos amigos y con peor
familia, a excepción de su padre y su abuela, la quería con toda su alma, su
refugio, la negociadora cuando habían disputas domésticas, no pocas, y muchas
de las veces, dirigidas contra ella, la más débil. Mercedes crece, sigue siendo
el burro de los palos, la madre la trata con desdeño, más que con desdeño con
desprecio, siempre es el padre y la abuela, los que tienen que salir al paso de
los problemas, que le van minando el ánimo.
Mercedes
es una chica sencilla y a la vez sensible, temerosa y siempre trata a todo el mundo
con el debido respeto, la gente no. Unas veces porque la ven débil, otras
porque quieren abusar de sus cualidades, se pasa la juventud, rebotando de un lugar
a otro, sin saber muy bien cómo y de qué manera, puede complacer a todos un
poco. Se le hace imposible hacerlo con todo el mundo, a su edad floreciente,
hay que añadir su hermosura como mujer, eso es en buena medida su perdición.
Los chicos y no tan chicos la desean, ella no piensa en su atractivo, deja que
el tiempo corra, pensando que en un momento u otro, le llegará la oportunidad,
a su debido tiempo.
La
vida no respeta a todos del mismo modo, en su caso se hace patente, los
problemas domésticos, la llevan a ser obligada a casarse a destiempo, y al
parecer con la persona no deseada. A pesar de la llegada de dos hijos, una
hembra, y al cabo de dos años de un varón, el marido, de personalidad inquieta
y embustero compulsivo, hace que el matrimonio fracase. Mercedes piensa, que ya
pasaron esos tiempos de soportar cualquier cosa que se le diga que haga, que no
pueda ejercer su derecho a decidir por sí misma que es lo quiere hacer con su
vida.
El
trabajo escasea, y sus medios de subsistencia también quedan afectados, es por
eso que decide buscar trabajo a orillas
del Mediterráneo, lejos de sus hijos que quedan a cargo de su suegra. Mercedes
no deja de pensar en ellos, ¿cómo puede hacer eso una buena madre? Puede que
alguien piense que no debiera haberse marchado de su hogar, pero aunque simple
y con mucho carácter, decide lo mejor para ellos, dejarlos en las mejores manos
posibles. Los visita siempre que puede, cruza toda España para subir a verlos
siempre que puede, es muy duro y a la vez responsable en su propósito, con una tenacidad
que está más allá de toda duda, defiende su parcela, su casa y a sus hijos.
La
lejanía dentro del matrimonio, hizo que los planes fueran por diferentes caminos,
de ahí al divorcio, todo fue seguido. Nuevamente las circunstancias la llevaron
a su tierra natal, allí con uñas y dientes terminó de criar a sus hijos. Es
posible que la reacción de ellos ahora, no corresponda a las expectativas que
ella pensaba que tendrían ambos hacia ella. ¿Los afectaría el haber estado
lejos de su madre durante tanto tiempo…? Es posible que no manifiesten el
cariño que merecería de su parte, eso no quita que Mercedes, quiso siempre,
hacer lo mejor para que a ellos, no les faltara nada.
Ahora,
su temperamento ha cambiado ostensiblemente, se arrepiente de cosas que cree
que no debía de haber hecho, pero… ¿quién es nadie para juzgar la manera de
vivir su vida, y con ese propósito en mente? Solo se equivocó en una cosa desde
un punto de vista, que el tiempo pasado la atormenta, cree que debía haber
hecho las cosas de otro modo, pero los relojes nunca atrasan la hora, van
contando siempre adelante, aunque en Canarias vayan con una hora de diferencia
respecto a nuestro horario.
Todos
nos confundimos, cualquiera se equivoca, Mercedes no es una excepción, ni
Pepito, ni fulanito o menganito, todos formamos parte de ese inmenso reloj de
arena, del que van cayendo poco a poco, diminutos granitos de arena, pero en
ese embudo que es el caer hasta llenar el espacio vacío, tenemos el deber de
aprovechar nuestro tiempo del mejor modo posible.
Creo
que poco a poco, a medida que pasan, semanas, meses y años, Mercedes comprende
que el estancarse hace que las aguas apesten y sean el foco de todo tipo de
infecciones.
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