domingo, 8 de noviembre de 2015

LA MÁS BELLA

                                                                    LA MÁS BELLA

Sucede a menudo, a las mujeres más guapas los hombres tememos acercarnos, ¿será algún magnetismo que tienen que hacen que por discreción huyamos de ellas? Hace unos años atrás, un amigo se acercó a una de estas excepcionales mujeres, en aquel momento, la más bonita que ocupaba la barra de un drugstore de Barcelona, la una y media de la mañana, no era ninguna deshora, era habitual ver a personas que salían del cine o del teatro a esas horas. Estaba sola pidó un whisky, mi amigo se arriesgó a acercarse a ella y preguntarle si le aceptaba una copa, que la invitaba.   Sí por qué no? Contestó ella, con una condición…  ¿Cuál? le preguntó él.   Que luego me acompañes a mi casa, me han dejado colgada, dijo sonriendo.   ¿Y quién ha cometido tal sandez?   Un imbécil que creía que invitándome al cine, me podía tratar como una furcia, metiéndome mano todo el tiempo, vamos, como si fuera una puta.
Hay gente que no tiene principios, sobre todo en lo que tiene que ver cuando ven pasar a una mujer guapa por su lado. Y que conste que a estas mujeres no las aborda cualquiera, este amigo mío tiene educación y buena mano para las mujeres, es un tipo encantador por naturaleza. Normalmente a esta clase de mujeres se las miran por la calle de forma lasciva, les sueltan piropos que más que piropos, son frases soeces.
A ella le pasaba lo mismo, no podía pasar desapercibida. Ahora no me estoy refiriendo a la mujer despampanante que conoció mi amigo aquella noche en él drugstore. Hablo de la  mujer por excelencia, de las que arrasan, eso lo digo, porque yo tuve la oportunidad de tratarla, de salir con ella, fuimos amigos primero, aceptó mi compañía hasta el punto, de que poco después nos casamos. Era maravillosa, la envidia de todo el mundo, ¿Qué si tenía defectos…? Claro que los tenía, pero también tenía cualidades que la hacían especial. No le hacía falta vestir faldas cortas, perfumarse con colonias caras, moverse cimbreando las caderas, nada de todo eso la distinguía, solo el ser como era, daba suficiente motivo para que mis amigos imaginaran como sería verla en su tinta. Con un pequeño biquini cuando íbamos a la playa, acompañados de algunos de esos pretendidos amigos, yo sabía de antemano con que ojos la miraban.
No era extraño por otra parte, era la más bella, la mejor esposa y dicho sea de paso, la mejor madre que jamás he conocido. Equivocada o no, siempre ha hecho por los hijos, su objetivo principal. Ese es el motivo de porqué hablo de ella en estos términos, lo he visto con mis ojos, lo he vivido, y eso amigos… no pasa fácilmente al olvido, jamás se olvida.

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