RECOMENDACIONES DE UN
MAL ESTUDIANTE
Ese
fui yo, un necio que renunció a estudiar más allá de los doce años, me salí del
colegio, no me gustaba estudiar, solo me gustaban las letras y de eso había
entonces bien poco. Todas las librerías vendían material que ya había pasado
por las manos de censura, una mierda vamos. Desde entonces, tuve que buscarme
la vida para encontrar trabajo, en todos me pedían el Certificado de Estudios
Primarios, vaya compromiso… Tuve que pagarme los estudios en un centro gratuito
del entonces llamado, Instituto General del Estado. Gracias a estudiar allí
después de mi trabajo en negro, que llevaba a cabo en un taller clandestino de
reparación de coches, al fin me lo saqué.
Mi
padre me recomendó en un taller en el que él trabajaba y que tenía opciones de
ascender, ¡espabilé de forma meteórica! Al año de estar allí, de aprendiz pedí,
entonces tenías el derecho de exigir que te hicieran en la propia empresa una
prueba para ser oficial de tercera. La pasé con éxito, sin embargo no dejé de
estudiar, sabía que el estancarse, representaba echar a perder la oportunidad
que se me había brindado. Otro año más y volvía pedir que me hicieran la prueba
de oficial de segunda, de nuevo la pasé con más o menos calificación, hacía
falta mano de obra y los dueños del negocio sabían que estaba empeñado en
progresar.
¡Ojalá
no hubiera dejado los estudios…! Fue mi peor decisión, a pesar de que no me
amedrentaba con cualquier trabajo que me pusieran delante. Mi padre fue de gran
ayuda en este aspecto, reconoció que fue una cagada dejar de estudiar, y
ponerme debajo de los coches a los doce años por un sueldo de mierda. Pero fue
de una ayuda inestimable para mí, no me echó bronca alguna, solo me dijo… Si quieres terminar lo que has empezado,
hazme caso y déjame ayudarte.
A
los veintidós años era maestro de talleres, operario de primera lo mismo que
él, trabajamos juntos unos cuantos años, de vez en cuando me miraba y me
guiñaba el ojo, como queriendo decir… adelante tú puedes, esto te lo sabes de
memoria.
Sé
que ahora las cosas pintan de otro color, el trabajo escasea, licenciados y
hasta gente de carrera están barriendo calles, pero lo que cuenta es que no se
desvanezca el espíritu de aquello que sabemos hacer, que nadie nos menosprecie
por el trabajo que hacemos, y cuando uno llega a casa, seguir estudiando,
aplicarse en aquello para lo que hemos sido entrenados, nos hace fuertes, ni
fumar hierba, ni pasarnos el día en la calle en compañía de amigos, que lo
único que consiguen es desanimarnos, nos ara abrir los ojos ante la realidad
que está ante nosotros.
Es
cuestión de tener los ojos bien abiertos como los camaleones, e ir mirando en
todas direcciones con el fin de conseguir nuestro objetivo, un trabajo que nos
mantenga ocupados.
-----------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario