viernes, 6 de noviembre de 2015

RECOMENDACIONES DE UN MAL ESTUDIANTE

                                            RECOMENDACIONES DE UN MAL ESTUDIANTE

Ese fui yo, un necio que renunció a estudiar más allá de los doce años, me salí del colegio, no me gustaba estudiar, solo me gustaban las letras y de eso había entonces bien poco. Todas las librerías vendían material que ya había pasado por las manos de censura, una mierda vamos. Desde entonces, tuve que buscarme la vida para encontrar trabajo, en todos me pedían el Certificado de Estudios Primarios, vaya compromiso… Tuve que pagarme los estudios en un centro gratuito del entonces llamado, Instituto General del Estado. Gracias a estudiar allí después de mi trabajo en negro, que llevaba a cabo en un taller clandestino de reparación de coches, al fin me lo saqué.
Mi padre me recomendó en un taller en el que él trabajaba y que tenía opciones de ascender, ¡espabilé de forma meteórica! Al año de estar allí, de aprendiz pedí, entonces tenías el derecho de exigir que te hicieran en la propia empresa una prueba para ser oficial de tercera. La pasé con éxito, sin embargo no dejé de estudiar, sabía que el estancarse, representaba echar a perder la oportunidad que se me había brindado. Otro año más y volvía pedir que me hicieran la prueba de oficial de segunda, de nuevo la pasé con más o menos calificación, hacía falta mano de obra y los dueños del negocio sabían que estaba empeñado en progresar.
¡Ojalá no hubiera dejado los estudios…! Fue mi peor decisión, a pesar de que no me amedrentaba con cualquier trabajo que me pusieran delante. Mi padre fue de gran ayuda en este aspecto, reconoció que fue una cagada dejar de estudiar, y ponerme debajo de los coches a los doce años por un sueldo de mierda. Pero fue de una ayuda inestimable para mí, no me echó bronca alguna, solo me dijo…   Si quieres terminar lo que has empezado, hazme caso y déjame ayudarte.
A los veintidós años era maestro de talleres, operario de primera lo mismo que él, trabajamos juntos unos cuantos años, de vez en cuando me miraba y me guiñaba el ojo, como queriendo decir… adelante tú puedes, esto te lo sabes de memoria.
Sé que ahora las cosas pintan de otro color, el trabajo escasea, licenciados y hasta gente de carrera están barriendo calles, pero lo que cuenta es que no se desvanezca el espíritu de aquello que sabemos hacer, que nadie nos menosprecie por el trabajo que hacemos, y cuando uno llega a casa, seguir estudiando, aplicarse en aquello para lo que hemos sido entrenados, nos hace fuertes, ni fumar hierba, ni pasarnos el día en la calle en compañía de amigos, que lo único que consiguen es desanimarnos, nos ara abrir los ojos ante la realidad que está ante nosotros.
Es cuestión de tener los ojos bien abiertos como los camaleones, e ir mirando en todas direcciones con el fin de conseguir nuestro objetivo, un trabajo que nos mantenga ocupados.


                                                         -----------------------------------

No hay comentarios:

Publicar un comentario