lunes, 16 de noviembre de 2015

ELIJO SER LIBRE

                                                                   ELIJO SER LIBRE

Eso es muy fácil decirlo, elijo ser zapatero, o ser siquiatra… ¿a quién puñetas le importa lo que quiera ser cada cual? Yo soy libre por ejemplo, ¿a quién no le gusta…? pues que se ponga flores, sé de un amigo que se ha pasado la vida siendo camarero porque es lo que le mola, ¡hola tus huevos! Y ha tenido oportunidad de montar su propio negocio y todo, pero cuando se lo han propuesto, o lo hemos hablado entre unos cuantos amigos con él presente…, se pone con la rejilla como un poseso a limpiar el mostrador y el expositor de las tapas, no dice nada y se encoje de hombros, sonríe y dice que fue lo que quería ser desde pequeño.   Lo elegí yo, me gusta llevar pajarita y delantal, ¿Qué pasa? Lo que vosotros tenéis es envidia de mi oficio. Puede, nunca me lo había planteado desde este punto de vista.
Eso es ser libre, poder elegir lo que uno quiera ser, con decisión, con todas sus consecuencias. Hay otra gente que opinan que es mejor probar primero, si me gusta me quedo, sino me busco otro curro. Eso se podía hacer antes, cuando si fracasabas en tus artes, te podías meter de manobra o albañil cualificado, pero ahora…, si te cansas de pasar por delante de paseos kilométricos de bloques de viviendas vacías, hostia como ha cambiado todo.
Yo soy libre por razones diferentes, por obligación, desde hace veintinueve años, ¿Qué si soy viejo…? Claro que sí, tengo sesenta y cinco años cumpliditos, pero es que cuando quedé libre tenía treinta y seis, me costó un huevo adaptarme a mi nuevo estado. De hecho pasé por una depresión de cuidado.   Mire, oiga usted, lo que tiene es irreversible, irá a más, no sabemos si muy aprisa o más poco a poco, la mente es un misterio, no sabemos cómo puede reaccionar en determinado momento, además tiene media espalda de titanio que esto también cuenta. ¡Coño, si parezco Robocob…! Placas en una pierna, en el brazo derecho, cuatro bridas que me sujetan desde la cuarta cervical hasta la primera sacra, una trepanación en el tarro con otra placa de fibra.
O sea libre pero hecho un esclavo de los puñeteros médicos, que te dan su propia opinión cada cual, que me tienen deformado de tantas pirulas que me meto en el cuerpo al cabo del día (20). Pero oye, la cuestión es vivir cada día como si fuera el último. Es la única forma de sentirse libre, y de vez en cuando si puedo, me bailo una jota, corta eso sí.

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