REACCIÓN EN CADENA
Legó
el momento del enlace, la familia y los amigos estaban exultantes, todo era
alegría y felicidad, algunos que conocían mejor a los novios, auguraban un
matrimonio irrompible, seguro, firme, eran buena gente los dos, llegados de
diferentes estratos de la sociedad pero que se avenían en todo. Los padres de
él, al principio, pusieron algunos peros a la relación, la chica venía de una
familia humilde mientras él tenía pedigree, una familia con mucho dinero que
además tenían lazos sociales y políticos ancestrales. Por tener tenían hasta su
propio escudo de armas.
Y
de la boda a la casa que la familia tenía en un lujoso lugar de la costa, una urbanización
privada donde solo podían vivir, gente de alcurnia. Primero se fueron de viaje
de novios a Italia, allí conocidos y familia, los recibieron con los brazos
abiertos, una continuación de aquella felicidad que los había caracterizado
hasta la fecha. El problema vino después, pasados los primeros seis meses de
casados, él no hacía más que pedirle más y más en el ámbito del sexo, ella no
estaba por la labor, no era eso exactamente, era más bien que se pasaba el día
sola y en cuanto él llegaba a casa siempre tenía ocupaciones, seguía colgado
del móvil hasta casi la hora de acostarse. Comenzó a darse cuenta que estaba
viviendo con un extraño, y eso es malo.
Rara
vez comen juntos, raro es también el día que viene a cenar; incluso ha habido
ocasiones en los la ha llamado, para decirle que iría a cenar, para luego
quedarse esperando de brazos cruzados con la mesa puesta y las velas
encendidas.
Bueno…
le dice él después de haberse duchado y perfumado con la colonia que ella sabe
que le gusta ¡Nena tengo unas ganas
locas de pillarte y pasarnos toda la noche bailando a nuestro ritmo en la cama…!
Tú verás las ganas que tiene ella de sainete, después del número que le ha
montado. Me parece que tienes un poco de confusión en la cabeza, yo no estoy
aquí solo para esperar a que vengas con ganas de echarme un polvo o dos, y
luego darte media vuelta en la cama y dormirte. Las cosas no funcionan así, si
somos un matrimonio, que lo somos, tenemos que tenernos el uno al otro, debemos
tener una convivencia que nos una, que lleguemos a ser una sola persona, que
nos conozcamos a fondo.
Ella
le estaba hablando de esa reacción en cadena que la componen la complicidad y
las vivencias compartidas, sean estas buenas o malas, el matrimonio lo componen
esta clase de cosas. Ella comenzaba a verse como una de esas fulanas
contratadas por horas, con las que no tienes obligación alguna de compartir
nada después de copular con ella.
Él
en un rincón del salón, con una copa en la mano, se puso pensativo y bajó la
cabeza, estaba pensando. Tienes razón,
te quiero, pero no sé hasta que punto te amo, seguramente el culpable de esta
situación soy yo, así no podemos seguir, no tengo derecho a tratarte así, no
debimos casarnos nunca, es más, amo el trabajo que tengo, es por eso que le
dedico tanto tiempo, pero tú eres una persona no un trabajo y te estoy dejando
de lado. Lo mejor será que nos divorciemos, no te apures, pide lo que quieras y
lo tendrás.
No
quiero nada, te quiero a ti, pero si no te puedo tener, me vuelvo por donde he
venido y aquí no ha pasado nada.
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