sábado, 14 de noviembre de 2015

REACCIÓN EN CADENA

                                                             REACCIÓN EN CADENA

Legó el momento del enlace, la familia y los amigos estaban exultantes, todo era alegría y felicidad, algunos que conocían mejor a los novios, auguraban un matrimonio irrompible, seguro, firme, eran buena gente los dos, llegados de diferentes estratos de la sociedad pero que se avenían en todo. Los padres de él, al principio, pusieron algunos peros a la relación, la chica venía de una familia humilde mientras él tenía pedigree, una familia con mucho dinero que además tenían lazos sociales y políticos ancestrales. Por tener tenían hasta su propio escudo de armas.
Y de la boda a la casa que la familia tenía en un lujoso lugar de la costa, una urbanización privada donde solo podían vivir, gente de alcurnia. Primero se fueron de viaje de novios a Italia, allí conocidos y familia, los recibieron con los brazos abiertos, una continuación de aquella felicidad que los había caracterizado hasta la fecha. El problema vino después, pasados los primeros seis meses de casados, él no hacía más que pedirle más y más en el ámbito del sexo, ella no estaba por la labor, no era eso exactamente, era más bien que se pasaba el día sola y en cuanto él llegaba a casa siempre tenía ocupaciones, seguía colgado del móvil hasta casi la hora de acostarse. Comenzó a darse cuenta que estaba viviendo con un extraño, y eso es malo.
Rara vez comen juntos, raro es también el día que viene a cenar; incluso ha habido ocasiones en los la ha llamado, para decirle que iría a cenar, para luego quedarse esperando de brazos cruzados con la mesa puesta y las velas encendidas.
Bueno… le dice él después de haberse duchado y perfumado con la colonia que ella sabe que le gusta   ¡Nena tengo unas ganas locas de pillarte y pasarnos toda la noche bailando a nuestro ritmo en la cama…! Tú verás las ganas que tiene ella de sainete, después del número que le ha montado. Me parece que tienes un poco de confusión en la cabeza, yo no estoy aquí solo para esperar a que vengas con ganas de echarme un polvo o dos, y luego darte media vuelta en la cama y dormirte. Las cosas no funcionan así, si somos un matrimonio, que lo somos, tenemos que tenernos el uno al otro, debemos tener una convivencia que nos una, que lleguemos a ser una sola persona, que nos conozcamos a fondo.
Ella le estaba hablando de esa reacción en cadena que la componen la complicidad y las vivencias compartidas, sean estas buenas o malas, el matrimonio lo componen esta clase de cosas. Ella comenzaba a verse como una de esas fulanas contratadas por horas, con las que no tienes obligación alguna de compartir nada después de copular con ella.
Él en un rincón del salón, con una copa en la mano, se puso pensativo y bajó la cabeza, estaba pensando.   Tienes razón, te quiero, pero no sé hasta que punto te amo, seguramente el culpable de esta situación soy yo, así no podemos seguir, no tengo derecho a tratarte así, no debimos casarnos nunca, es más, amo el trabajo que tengo, es por eso que le dedico tanto tiempo, pero tú eres una persona no un trabajo y te estoy dejando de lado. Lo mejor será que nos divorciemos, no te apures, pide lo que quieras y lo tendrás.
No quiero nada, te quiero a ti, pero si no te puedo tener, me vuelvo por donde he venido y aquí no ha pasado nada.

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