martes, 17 de noviembre de 2015

¡CUANTO ODIO LLEVAS DENTRO...!

                                                    ¡CUANTO ODIO LLEVAS DENTRO…!

No, si te parece te lleno el cuerpo de besos, ¡no te jode!  Pero ¿se puede saber por qué me odias tanto…?   ¿Y me lo peguntas…? Menuda mierda me has pegado, guarrina.   ¿Qué estás insinuando capullo? Ramona es una de esas mujeres, que no se pueden resistir a ver pasar a un hombre medio regular, sin dejar de provocarlo de alguna forma. Los dos trabajan juntos pero con diferentes horarios, Baltasar en la brasería y ella en una zona mixta del restaurante, donde se sirven menús a las gentes que pasan por allí, y trabajadores que montan los molinos de energía eólica.
Baltasar tiene siempre el mismo horario, mientras, Ramona está un poco en todas partes del local, ayudando en la cocina, sirviendo platos, y por la tarde, limpia el local y prepara algunas cosas para el día siguiente. Pero le queda tiempo para echar una cana al aire, en cualquier lugar del gran local donde trabaja.   ¡Me has jodido bien chica, voy a tener que estar a base de antibióticos por lo menos seis meses, luego ya veremos! ¿Qué piensas hacer al respecto Ramona?, tú sabes que yo te soy fiel, no puedes tener queja de mí en ningún aspecto.
Pues mira  ahora que lo dices sí que tengo quejas…   Explícate nena.   Pues es bien sencillo, la semana pasada, estuviste casi sin mirarme a la cara hasta el domingo, cuando fuimos a comer a casa de mis padres. Ha, entonces sí, el señor tenía ganas de juerga y te pasaste toda la noche dale que te pego, que no me dejaste ni levantarme de la cama para ir a mear.   Te quejas de puro vicio Ramona, sé de buena tinta, que hay clientes en el restaurante que se burlan de mí con gestos y frasecitas sueltas, que me dan a entender todo lo que necesito saber de ti guapa.
¡Hay mi santito… ahora resulta que voy a acabar siendo una putilla cualquiera!   No, yo no digo eso, lo que te estoy diciendo es, que me has pasado una mierda como un estanque. Tengo las pelotas que parecen dos boniatos, ¡ya me dirás tú de qué ha podido ser si solo eres tú con quién estoy, con quién tengo relaciones sexuales!   No soy médico amor, eso solo lo puedes saber tú y él.   Vaya por dios… encima me tratas de memo.
Ramona se va a la ducha…   Cariño, ¿Qué puedes venir a pasarme la esponja por la espalda, creo que tengo un pinzamiento en el hombro y no llego a enjabonarme?   Ya voy, una conversación como la que estábamos teniendo no se puede dejar a medias ¿vale? Entra en el baño y la irresistible espalda que tiene Ramona, con esos dos hoyuelos que marcan el emplazamiento de los riñones, Baltasar desiste de discutir en ese momento, con las piernas ligeramente abiertas, el agua se desliza sobre toda su espalda, está apoyada sobre el alicatado de la pared de la bañera.   Ahora lo que tendrías que hacer, es meterte conmigo en la bañera, y enjabonarnos el uno al otro, aunque no lo creas, quiero que te cures lo antes posible, jamás se repetirá una circunstancia como esa, te lo prometo.
Más te vale, porque de otra forma acabaremos mal Ramona y tú sabes que te quiero con toda mi alma.   Y yo a ti también vida mía, te lo demostraré.

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