¡QUE HERMOSA MAREA!
Ese
corto invierno tuvimos mucho calor, estábamos hirviendo de sentimientos,
agolpados en nuestras mentes y corazones. Fue todo un desafío el tener que
despedirnos, sabíamos anticipadamente, que nuestro encuentro iba a ser fugaz; lo
que dura un corto invierno, la sinrazón que lleva a dos seres humanos, a compartir
toda una vida, sin otra razón que el necesitarse. No tuvimos muchas
oportunidades de hablar, solos y desnudándonos de nuestra propia piel, nos
fuimos introduciendo el uno en el otro sin más. Yo le decía al principio que no
había necesidad de saber tantas cosas, ¿Qué importan nuestros pasados, que
podemos hacer sino solo observarnos, para terminar amándonos desaforadamente?
Los
pasados y los traumas no ayudan a restablecerse, nos clavan en un pasado como
las estacas que se quedan olvidadas, marcando determinada ruta de un tren al
lado de la vía. Muchos viajeros pasan delante de estas marcas, pero nadie se da
cuenta que fueron el génesis desde donde los ingenieros comenzaron a hacer sus
análisis. Nosotros somos igual que esas estacas olvidadas, pero que se quedan
permanentemente, viendo pasar los trenes o el tráfico de las carreteras.
¿Recuerdas
las mareas que con la pleamar nos inundaba, y hacían que nuestros cuerpos
nadaran entre las calmas subidas del mar de ilusión y optimismo? En ocasiones
no quería bajarme de este arrastre que me producía, la llegada del calor de tu
piel y tu sudor, alrededor de tu cuerpo. Sabía sin embargo, que pronto llegaría
la bajamar y con ella, el relajo que ambos necesitábamos para descansar, para
lamer la excesiva sal que se acumulaba en todo nuestro ser.
Solo
dijiste adiós, cuando llegó el final, no intercambiamos ni siquiera nuestros
teléfonos, ¿para qué? Lo más probable era que en cualquier otra playa en
cualquier otro rincón del mundo, hiciéramos lo mismo, disfrutar de esos
momentos de placer inaudito y perfecto. Las mareas son lo que marca nuestras
vidas, por eso la luna se ocupa de que sucedan, saben lo que significan para
personas sensibles a ellas, yo me cuento, como uno de sus grandes admiradores.
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