UN SILENCIO ESPANTÓSAMENTE RUIDOSO
No
sabía de donde procedía, estaba confundido, me quedé en ciertos momentos sin
respiración, corriendo hacia algún lugar donde protegerme. Volví a correr de
nuevo, esta vez con el fin de alcanzar la puerta de mi casa, cuando entré en mi
piso me apoyé sobre la puerta, quería apaciguar aquel silencio espantosamente ruidoso
pero no lo conseguí. Pensé en algún fantasma que me perseguía, y que no era
capaz de ver de puro terror. Tal era el ruido silencioso, que indagué dentro de
mí mismo, podría ser fácil que procediera de mi interior y no me hubiera dado
cuenta.
Siendo
pleno invierno, sin darme cuenta me duché con agua fría, no sentí la diferencia
ente el ambiente que te procura un agua, y otra más de acuerdo con el invierno.
Salí del baño, sin sentir ni frío ni calor, algo había dentro de mí que no
andaba bien. Me acurruqué en el sillón del salón envuelto en mi grueso albornoz
y me calcé unos gruesos calcetines de lana, encendí la televisión y sintonicé
una cadena de noticias, no se escuchaba nada, en cambio, dentro de mi ser no
oía más que ruidos y recriminaciones, insultos y descalificaciones. La televisión
seguía muda a pesar que había subido el volumen del aparato.
No
oía nada exterior, ni un solo ruido, solo escuchaba cada vez con mayor
intensidad, el latir de mi corazón, me asusté pero no pude hacer nada por
evitarlo. A punto estuve de coger el coche he ir a urgencias, a contarles lo
que me estaba pasando… se reirán de mí pensé al instante, me tomé el pulso y
conté los pálpitos del corazón, cronometrándolos con mi reloj de pulsera. Todo
parecía estar en orden, fue entonces cuando comencé, con la serenidad que
siempre me ha caracterizado, a ver claramente lo que me estaba pasando… hacía
solo media hora que me habían comunicado la muerte de mi primera esposa, murió
de una enfermedad terrible, y yo no pude estar a su lado. A cada minuto que
pasaba, iba tomando consciencia que ya no la volvería a ver jamás, posiblemente
entraría en contacto con alguno de mis hijos, pero ella descansaba ya en el
fondo de las aguas de un lago, donde como última voluntad a la hora de su
muerte, dejó dicho que después de incinerarla esparcieran sus cenizas en aquel
lugar en concreto.
Poco
a poco, las cosas han ido volviendo a su orden natural, su muerte ha dado paso
a otras muchas vidas que merecen su espacio dentro de nuestro mundo. Sin
embargo, a nadie deseo tener que pasar por esta circunstancia, vivir lleno de
ruidos, en mitad de un mundo de silencios inexplicables.
---------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario