PASADOS FELICES
Yo
leía el periódico en una tarde calurosa, todos turistas del mundo se habían
concentrado en aquel paseo ese día, eso significa que en ese momento me
estorbaba tanto ruido de gente, pensé en esos momentos en los que la ciudad
está solitaria y todo el mundo vuelve a sus labores; que las vacaciones por fin
han terminado.
Los
vaporizadores andaban a toda marcha y refrescaban un poco, pero el ruido… me
fastidiaba un poco bastante. Mi amigo Amancio se sentó a mi lado, valía la pena
hablar con él, siempre he aprendido cosas nuevas de este hombre mayor, ese día
estaba como disgustado, lo percibí enseguida que lo vi, en cuanto se sentó en
la silla en la terraza frente a mí. Me obligó a mirarlo porque olía a pescado,
nunca cuando salía de casa, lo hacía sin estar arreglado mínimamente, ese día
era diferente. Por lo que se ve salió de la lonja de pescado y vino directamente
al bar, Sole le sirvió una cerveza en una jarra y le dio las buenas tardes, no
contestó.
¿Qué
pasa Amancio, no te han pagado? Eso no
me preocupa lo más mínimo, sino cobro un día me pagan al siguiente, esto es lo
de menos. ¿Entonces…? Pues
que mi hija Maite, se ha marchado a vivir con el golfo de Sergio el que tiene
el concesionario de la Renault. Bueno
hombre esas cosas que pasan, los jóvenes quieren encontrar su propio camino, el
lógico hasta cierto punto. ¿Con la fama
que tiene este menda y la edad que los diferencia…? Que no es broma, él es
mayor que ella trece años, y ya sabes la vida que ha llevado este tío desde que
era un crío… mi hija del colegio a casa, algo ha tenido que pasar aquí que yo
no me enterado. Me paso los días enteros en la mar, y ahí sí que no te puedes
despistar, ni estar por otros rollos, la verdad no sé que hacer.
¡Joder
Amancio lo siento, debe de haber sido duro todo esto! ¿Cómo vigilas a una chica que va al
instituto, que tiene sus amigos, que te dice que no va a venir a comer a casa
porque tiene otros planes con amigos?
Lo comprendo, llega un momento que los jóvenes no se atienen a las
reglas, y lo que no se puede hacer es ir a golpe de palo con ellos. He estado pensando que a lo mejor si fuera a
hablar con Sergio la cosa acababa bien, quería pedirte que me acompañaras si te
parece bien. Ya le he dicho al patrón que mañana no me espere, ¿me
acompañarías? Sin duda alguna, voy
contigo donde haga falta. Gracias
amigo, te lo pido porque sé que eres un tío razonable. Ya, pero piensa que yo no puedo coger de la
mano a tu hija, y arrastrarla de nuevo a tú casa. Lo sé, solo quiero hablar primero con ella y
después con él, vamos, si es posible.
Han
quedado para mañana a las diez, que es cuando abre el negocio, la vivienda está
justo detrás del concesionario. Vale,
le diré a mi hijo que se ocupe de abrir él el granero, tengo entregas que
hacer. Sergio abre las puertas desde
dentro del negocio, las persianas son automáticas y todas abren a la vez,
llegan tres coches, son los vendedores que están al servicio del cliente, el
taller mecánico hace más de una hora que funciona, cuatro operarios dan cuenta
de las averías y las revisiones que deben pasar los coches que se han comprado en
el concesionario.
Los
dos hombres aparcan a una distancia prudencial de la puerta principal, se
dirigen a la cancela lateral al taller, Amancio alarga la cabeza para mirar por
encima de los setos con el fin de localizar a su hija. Nada, no se ve nada,
solo el gran jardín flanqueado con unas grandes palmeras y la piscina, el sol
que da contra las cristaleras impide ver nada más. Pues vamos a hablar con ese
golfo… Espera, no vallas del palo de
amenazas es peor, se cerrará en banda y no podrás tener respuesta alguna, ni
solución tampoco, piensa que cuando estos individuos están acostumbrados a
tratar con mucha gente, hay que entrarles fino, déjame hablar a mí por favor.
Pada
la puerta acristalada del concesionario, salió uno de los vendedores a su
encuentro. Gracias pero quiero hablar
con el señor Sergio, si me permite… se fue directamente al despacho del dueño y
cerró la puerta tras él. Amancio se quedó fuera esperando inquieto, miraba de
reojo alguno de los nuevos modelos que acababan de salir al mercado. Al cabo de
solo cinco minutos salió de nuevo del despacho el amigo de Amancio. Vamos con este señor que nos acompaña a su
casa. Sergio salió temblando como una hoja, cogió su chaqueta y le hizo una
señal a un vendedor indicando que volvía enseguida. El dueño del concesionario abrió
la puerta de la cancela, entró en la casa y se puso a llamar a Maite, primero
con una voz ligera, luego la llamaba a gritos. Entró en su habitación, decorada
con muy buen gusto, bajo las sábanas se dejaba ver una pierna de mujer, estaba
dormida.
¡He
Maite, que han venido por ti, despierta, está aquí tu padre y un amigo de él!
Maite despeinada y desnuda levantó con pesadez la cabeza, se le pasó todo en
cuanto vio a su padre y a su amigo de pie, en el umbral de la puerta. ¿Qué hacéis aquí…? Amancio tragó saliva
antes de contestar a su hija… He venido con
Lucio para que vuelvas a casa con nosotros, arréglate y hablamos de camino a
casa. ¡Soy mayor de edad sabes, no
tengo porqué ir con vosotros a parte alguna…! Lucio le dijo con suavidad… Vale más la pena que hagas lo que ha dicho tu
padre, no te busques problemas, y no se los busques a ese, señalando a Sergio
que se mantenía en un segundo plano. Maite cerró la perta dando una patada, al
rato salió vestida y perfumada. Ha sido
un placer hablar con usted Sergio, espero que no tengamos que volver a vernos
en estas circunstancias.
Pero
vosotros ¿Que os habéis creído que sois?
Por lo pronto soy tu padre, y Lucio un buen amigo que te hemos sacado de
un problema que ni tú misma alcanzas a ver ahora mismo. Eso lo dirás tú, si fueras un sabio o un
psicólogo… pero un simple pescador, ¿Qué tiene que saber de la vida?
Lucio
intervino… mira Maite, cuando se cierre
el concesionario, te traeré de nuevo aquí para que veas algo. Hasta entonces
por lo menos respeta a tu padre, tiene un oficio que le ha servido para darte
una educación apropiada. Esa misma noche, a las ocho en punto, Sergio subía a
un coche último modelo, en compañía de una minifaldera, a la que Maite conocía
del instituto. Eso es lo quería que vieras, estos tíos usan a las chicas
jóvenes como tú como si fueran pañuelos para secarse los mocos y luego acaban
en la cuneta, o en una papelera. Haz caso a tus padres, aprende a madurar un
poco y luego decide que es lo que quieres hacer con tu vida, pero con plena
consciencia.
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