DECÍAS QUE SIEMPRE
SERÍAS MÍA
Hasta
que una bruma, un olor, un espectro extraño se coló por cada rincón de la casa,
algo imperceptible pero que se dejaba sentir en cada movimiento de cada cosa
que se movía dentro de aquel hogar. Con solo dos años de casados, ya comenzó
este fantasma a rondar por todos los rincones.
Especialmente
cuando ella se bañaba, lo hacía con una calma fuera de lo común, luego fue
cambiando su aspecto exterior, salían a cenar solos o en compañía de otros
amigos, para esas ocasiones vestía faldas de tubo cortas, con zapatos de tacón
alto, más que altos, altísimos. Él como siempre, andaba a su lado, orgulloso de
tener una mujer tan bella, hasta cierto punto, le gustaba que los hombres se
pararan a mirarla.
Cuando
se acostaban después de una larga velada, ella se limitaba a darle un beso y se
volvía hacia el otro lado de la cama.
Estoy cansada, deben haber sido esos zapatos, creo que hasta que no me
acostumbre un poco más a ellos, los tendré que sufrir en silencio.
A
Jóse Mari le extrañaba esta reacción de ella, se decía a si mismo… Si llevamos solo dos años casados, y mi
mujer siempre ha sido una especie de demonio insaciable, esto es muy raro. No
tuvo mucho más tiempo para sacar conclusiones de lo que estaba sucediendo a su alrededor,
una noche, completamente dormida se volvió hacia él, lo abrazó con cierta
desesperación y nombrando a otro hombre lo cabalgó con furia, cuando terminó
con un orgasmo convulsivo y largo, se dejó caer de nuevo en la cama desmadejada
y sonriendo.
¿Sabes
que pasó anoche? le preguntó él. No, ¿Qué
pasó…? Pues que me diste un susto de huevos, te despertaste a media noche y me echaste
un polvo para cagarse a pedal, luego te volviste a dormir como un bebé. Ya no sabes que inventar con tal de salirte
con la tuya… ¿Qué crees, que te soy infiel acaso? Yo no he dicho nada de eso, pero lo cierto
es que me extrañó esta reacción tuya, después de decirme que estabas cansada…
además, mientras empujabas como una posesa nombrabas a otro hombre.
¡Bueno,
basta ya! si tienes dudas sobre mi fidelidad, lo mejor es que lo dejemos, lo
cierto es que en el fondo, lo estoy
deseando, eres un aburrido y un tocapelotas, se acabó. Pero… si yo no he dicho más que la verdad,
piensa que cuando nos casamos, juramos ante dios, que nos ayudaríamos en todos
los aspectos de nuestra vida. No creo, en mi caso, que esté faltando a mi
juramento. Pues yo me casé por la
iglesia porque tú insististe, a mí me hubiera bastado con el libro de familia
del juzgado. Una boda sencilla, sin aspavientos ni trajes costosos, banquete,
felicitaciones y demás.
Desde
ese día en el que ella puso las cartas boca arriba, no la ha vuelto a tocar,
ella sale y entra de la casa sin pedir explicaciones, la vienen a buscar con
coche, y el mismo tipo la deja a las dos o tres de la madrugada, de vuelta en
casa.
Todo
va de mal en peor, su suegro lo llama por teléfono para quedar con él en una conocida
granja cerca de casa de los padres de ella.
Lo siento chico, tú no estás hecho para llevar esta clase de vida con mi
hija, lo que le haces no se lo merece, sufre mucho y solo nos tiene a nosotros
para venir a contárnoslo, yo pienso como ella, lo mejor es que os divorciéis.
Francamente no creo que pueda aguantar más.
Pero oiga… No, no vale la pena
que te justifiques, los padres no somos tontos, la hemos criado y la conocemos
a fondo. Te llegará una carta de su abogado con la petición de divorcio rápido,
no te hagas mala sangre, acepta las cosas como son.
Le
recomienda que no le haga ningún comentario al respecto de esta reunión, solo
haría que agravar la situación, lo podría acusar de maltrato sicológico si
hablara con ella de sus más y sus menos.
No
ha consumido el cortado que se ha pedido, saluda al suegro y sale del local
chocando con un hombre que lleva el paraguas abierto, comienza a llover sin
embargo no se da cuenta de ello, se mete en el coche y pasa la palma de la mano
por el asiento del copiloto, antes de arrancar apoya la cabeza en el
reposacabezas y sale con toda la moderación del mundo, atendiendo por el
retrovisor si viene alguien en su dirección.
Llega
a su casa y mete el coche en el garaje, sube las escaleras que dan a un salón
arrastrando los pies. Encuentra a su mujer leyendo una revista de moda, sentada
en el sofá, no lo mira, ni ella a él. Sube las escaleras que van a su
habitación, se desnuda y se mete en la ducha, se viste después con el pijama y
se echa encima un albornoz, se tira sobre la cama y con las manos bajo la
cabeza se duerme. Lo despierta una mano, que le acaricia los cabellos y recorre
el óvalo de su cara. Es lo mejor para
los dos cariño, creo que he dejado de quererte, las cosas ocurren cuando
ocurren y francamente, creo que nuestro divorcio era inevitable.
Él
solo acierta a decir… dijiste en su día que solo serías mía. Y lo he sido en la medida de mis fuerzas
cariño.
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