viernes, 13 de noviembre de 2015

EL LIBRO DE LA VIDA

                                                            EL LIBRO DE LA VIDA

Estuve creyendo durante muchos años que ese libro al que me refiero, era un libro con cubiertas y páginas que contenían algún tipo de manual para ser más feliz, reforzar mi postura ante las circunstancias de la vida. Nada más alejado de la realidad, después de vivir de forma intensa cierta parte d mi existencia, llegué a la a conclusión de que el libro de la vida lo escribes tú solito, con tus éxitos y tus fracasos. No  depende de determinada dieta, del modo como tratas con los demás, de las decisiones que tomas, sean estas acertadas o no.
El libro de la vida lo escribes cuando actúas, tomas decisiones, haces o dices, cosas que estimulan a las personas que te rodean. Lo sé a ciencia cierta, la vida me ha enseñado, que somos un poco como los peces que se muerden la cola, buscando algo que comer, hasta el punto que, en determinados momentos, cuando está en peligro su subsistencia, se comen los unos a los otros.
Sin necesidad de llegar a estos extremos, tomé algunas decisiones movido solo por… no sé muy bien cómo definirlo, el deseo engañoso, la desesperación al ver que determinadas cosas no andaban bien en mi casa, y creo que eso, junto con una serie de defectos que la salud agravó con el tiempo, me hicieron desesperar. Entonces, nadie podía entender, salvo mi esposa y yo, en que iba a resultar todo aquello, y emprendí una huida hacia atrás para salir de un lugar relativamente como era mi casa, a lanzarme a un camino completamente desconocido, al principio bueno, en apariencia, luego, aquella casa se llenó de abrojos y espinas, no se podía caminar por allí.
El libro de la vida, de haberlo seguido, me hubiera tenido que ayudar a dar los pasos precisos para no tomar ese otro camino, pero las fuerzas me flaquearon, no sabía dónde estaba la realidad, ni siquiera hoy sé si lo que viví entonces fue solo un sueño. Hay quién dice que los sueños se pueden interpretar, pero los míos eran tan confusos, tan borrosos, que no los hubiera podido explicar a nadie.
Creo, soy por naturaleza una persona crédula, que se pueden revertir situaciones límites, tengo la oportunidad de comprobarlo dentro de solo unas dos semanas, mi libro tiene todavía, según creo, muchas páginas por escribir, y solo yo estoy autorizado a escribir en ellas. Un ciego quizás buscara a un amanuense para que escribiera por él, y ni aun así, estaría seguro de que este último, fuera una persona fiel y lo escribiera tal como el ciego se lo dictara. En determinadas ocasiones, no tienes otro remedio que tratar de depender de los demás, no es una pena, todos somos interdependientes, y eso nos concede las mismas garantías, de ayuda y auxilio.
Desde este corto escrito, quiero animar a otros y otras, a ser precavidos pero confiados a la vez, a no ser egoístas, no dejar las cosas a medias, terminar lo que se ha acabado. En lo referente al resto de la vida, pensemos en que “lo que no puede ser no puede ser, y además, es imposible”.


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