domingo, 31 de agosto de 2014

DERECHO A VIVIR



                                                                DERECHO A VIVIR




Aunque ahora sea un extraño próximo, sigo teniendo derecho a vivir a mi modo y manera, ese es un derecho inalienable de todo ser humano. Entiendo que a veces mi modo de comportarme sea extraño, incomprensible, pero eso no significa que deba de dejarme aplastar por nadie ni por nada.

No le pido nada a nadie, que no sea capaz de pedirme a mí mismo. Esto, dicho en boca de una persona que se considera sana mentalmente, es plausible, sin embargo, no deja de ser chocante para muchos, considerar que determinados comportamientos no son compatibles con la realidad de cada cual. Si eso es así, ¿a qué viene el que esos ignorantes de la vida, que no tienen los mismos objetivos que yo me juzguen?

Llega un momento en la vida de todo ser humano, necesita soltar su furia y dar un grito al aire, no es que esté loco no, nada de eso, es una necesidad pura y dura, sueltas tus inquietudes a manera de grito o de protesta por algo que no te gusta. Puede que sea por la forma en que a uno lo traten, con sigilo, con prudencia, no vaya a ser que se enfade ese pobre desgraciado que está fuera de sus casillas. ¿Y quién no, decidme, quien no siente más o menos a menudo esta sensación? ¡Que hermoso es poder compartir con alguien próximo a ti, estas sensaciones! Pero amigo, si no tienes a nadie a tu lado, y sigues lo que para ti es un buen hacer  -porque tu vida es tuya-, te acostumbras a determinados patrones de vida que a si mismo uno establece, y llega alguien de tu familia por ejemplo que cuestiona tu forma de vivir, se sorprende que sigas soltero, que no gastes el dinero que posees, que no compartas con ellos tus sentimientos…

A ese, hay que llevarlo al médico, no rige bien su cabeza, se está volviendo un lelo. Antes que sea demasiado tarde, debemos convencerlo que lo haga para que no empeore. ¡Mira tú que bien, cuanto te quieren…! Es entonces cuando debes usar tu derecho a vivir, como te salga del alma, o de cualquier otra parte del cuerpo más localizada. La vida, es un derecho adquirido desde que salimos del vientre de nuestra madre, nuestros padres cada cual aportando lo suyo, nos han dado la vida, cierto es que en el transcurso de esta pasan cosas, a veces acontecimientos que marcan nuestro futuro, puede que hasta nos traumaticen determinadas circunstancias vividas, ¿quién no las ha sufrido, quién se atreve a ser el paladín de alguien que a su vez necesita a otro que lo proteja?

Nadie, todos y cada uno de nosotros, debemos como se usa coloquialmente, la expresión “Buscarse la vida”, pero nunca a costa de otros, esa actitud es inmoral y tremendamente dolorosa, para quién toma esta decisión. El derecho a la vida, visto desde el contexto de un artista, un bohemio por ejemplo es lo mejor que hay, la viven a su manera, no es cuestionable, como la vive un político es igualmente plausible, a pesar de que esto traiga consecuencias desastrosas para los que están bajo su mandato. En el caso de los intelectuales, la vida adquiere otros tintes, ellos ven la vida con otras concreciones, capitulan la forma de vida ideal desde su punto de vista.

¿Qué hay de la gente de a pie?, de los que no hemos estudiado, que nos hemos formado a base de palos y correazos por ejemplo, pues que vemos y aplicamos nuestra vida a nuestra formación, a nuestro modo. ¿Qué es mejor o peor que la de los demás? Puede que sí o puede que no, ahora soy yo quién estoy viviendo mi vida, decido como regirla, de mi vida, soy el rey. No hay argumentos suficientes en el mundo, para juzgar la vida de alguien, salvo que cometa un crimen, un asesinato, sea un homicida o cualquier otro asunto penado por la ley. Pero es la ley y nadie más que ella, la que está autorizada a que pagues un precio por determinado delito.

¡Cuidado con precipitarse…!, cuidado con juzgar a otros de los que decíamos hace poco, eres como mi padre, te quiero mucho, etc,etc, a no, ahora, cuando uno se equivoca, ya no sale de este círculo, eres desde un mentiroso a un pobre hombre, desde una persona a la que se le consideraba leal y sincera, a un desgraciado. ¡Miopes, muertos de hambre de cariño, gente falta de afectos auténticos…! ¿Todavía no os dais cuenta de adonde vais a caer?, al final de estos argumentos, como al final de cualquier camino, hay o un muro infranqueable o un barranco donde si caéis, no vais a salir vivos de él.

No me gustaría seguir mi vida de ese modo, puedo ser uno de los antes mencionados ¿por qué no?, estoy sujeto al error como los demás. La diferencia estriba en una sola cosa, que por mi parte  -creo- y a partir de ya, mismo, viviré como quiera, del modo que quiera, con todos los problemas que esto pueda conllevar, pero también, con todas las ganas que mis fuerzas me permitan. Como las aguas de un rio, que a veces cuando hay sequía, no hay vida, ni peces ni movimiento alguno que evidencie, que cuando lleguen las lluvias en las montañas, ese riachuelo se convertirá en bastos torrentes de agua, e inundará valles enteros.




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sábado, 30 de agosto de 2014

LA PLAYA VACIA




                                                       LA PLAYA VACÍA



El mar en primavera, durante el otoño o el invierno, trae a mi mente, recuerdos imposibles de borrar. Siempre he sido persona de playa, especialmente de pequeño, cuando con mi familia y amigos, tomábamos trenes que nos acercaban a lugares remotos de entonces. Lugares que ahora son centros turísticos, llenos de gente de todas las nacionalidades, de todas las etnias y con diferentes propósitos.
La mayoría de estos últimos llegan aquí, dispuestos a liarla, drogas, alcohol, suciedad y sexo. Ese es el auténtico motivo que los trae, a estas playas, antes, paradisíacas.
Lo compensa el turismo serio, desde familias jóvenes con niños, hasta ancianos que ven en las costas mediterráneas, un destino más, de los muchos que llevan recorridos alrededor del mundo. Establecen comparaciones de precios y servicios, les gusta la fotografía igual que a los japoneses, que se pasan cada paso, haciéndole fotos, hasta a los zapatos que calza la gente.

Poco después de esta gran batalla que reciben nuestras playas, llegan los momentos para el que realmente quiere disfrutar el mar, del nacimiento del sol y del cambiante crepúsculo.
Ella pasea abstraída sobre la arena de la orilla, con el pantalón blanco vuelto del bajo hasta media pantorrilla, va siempre sola y cuando la brisa es algo fuerte, para varias veces plantándole cara al viento y recogiendo sus cabellos en una cola de caballo que le cubre toda la espalda.

Casi cada día nos vemos, supongo que la mitad de las veces, me ve ella antes, que yo a ella. Eso de ella, no me gusta, es impersonal e impropio, me gustaría saber su nombre. Se me ocurre llevar conmigo una mañana a mi perro, no lo llevo conmigo a la playa porque no le gusta mucho, tiene la costumbre de mordisquear las cosas, y la marea trae cosas que a menudo, quedan semi enterradas en la arena, se pone la boca perdida de arena, y claro, cree que un buen trago de agua de mar le aliviará el atrevimiento.

No intento ligar con Paula, es su nombre, después de tanto tiempo… mira tú por donde se ha dado a conocer ella sola, se agacha y acaricia a Sandro, este se lo agradece, con tres o cuatro lametones, en la cara y las manos. Al fin tengo la excusa perfecta para darme a conocer.

-Mi nombre es Claude, de origen francés, aunque no nací allí. Mi padre es francés, de Normandía, mi madre es catalana, de aquí de Palamós, divina costa esta, ¿no te parece?
-Sin duda, trabajo en una agencia de publicidad pero desde casa, vía online, podría estar yendo a trabajar a la oficina de Barcelona y ganaría más, pero no me importa, los tres últimos años de la vida de mi abuela, los pasé aquí cuidando de ella.
-¡Que suerte la tuya, por lo menos tienes un trabajo fijo, no es mi caso, soy pintor y eso… es oficio difícil, salvo en el verano! Imagina pues como sobrevivo, administrando el dinero del verano, de los “guiris”, como se les llama aquí.
-Que gracia el modo que tienes de decir guiris, le das un tono muy curioso.

Pasamos la mañana juntos, es una mujer muy inteligente, culta, dice leer mucho, la creo. Nombra autores, de los que en mi vida he escuchado su nombre, en cambio, ella sabe de pintores, desde el barroco hasta el renacimiento. Estoy un poco asombrado, palidezco cuando me habla de las técnicas que utilizaba, Goguen o Da Vinci. Es muy interesante hablar con Paula, decido interiormente, tratar de establecer una amistad sincera con ella.

-¿Quieres conocer mi casa, está cerca de la playa?
-Con la condición que tú vengas a la mía el día que quieras.
-Hecho, condición aceptada.

Llaman al camarero y Claude paga el aperitivo, Paula con las sandalias en la mano, va sacudiéndose la arena que en esta parte de la costa no es fina, fácil de limpiar de los pies.
Suben por una calle que está cuesta arriba, luego diez escalones a todo lo ancho de la calle, pero bastante fáciles de subir.

-Bueno ya hemos llegado, pasa. La planta de arriba no la ocupo, no me gusta limpiar las partes de la casa que no utilizo.
-Buena política esa, tendré que poner a punto la mía para que no te asustes cuando entres.
-Me asusta mucho más el mundo donde tendría que estar trabajando ahora, en Barcelona, sorteando el tráfico, soltando palabrotas y discutiendo con los superiores. Eso sí que me asusta, por lo menos a mí, soy tímida por naturaleza ¿sabes?, y eso para mi oficio no es bueno. Trabajando a distancia cumplo con los objetivos, y todo el mundo contento.
-Lo entiendo, yo vine a España para dejar de trabajar con mi padre. Es un buen hombre pero muy exigente, muy duro, llegar aquí con unos amigos a pasar un verano, fue lo que hizo que cambiara de objetivos. Siempre se me ha dado bien dibujar, al principio hacía paisajes marinos con carboncillos, luego seguí con pastel y así llegué al óleo y la acuarela.
-Haz pasar a Sandro, el pobrecito está echado en la puerta, ¡ven cariño, ven con Paula anda!
-Tienes talento con mi perro, ¡a ver si va a terminar queriéndote más a ti que a mí!
-No seas tonto hombre, no se puede comparar, el dueño siempre es el dueño, desde pequeños lo eligen, y eso no hay quién lo cambie.

Nos hemos despedido con un par de besos en las mejillas, las tiene rojas y calientes, sin darnos apenas cuenta, nos hemos bebido una botella de vino tinto, que proviene de la bodega, que un encargado de la oficina donde trabaja, le trae de vez en cuanto de Alella.
He regresado a mi casa en la otra parte del pueblo corriendo por la arena de la playa, lo cierto es, que por ahí se llega antes por hacer la playa una media luna, que te ahorra salvar calles estrechas, subir y bajar escaleras.
Apenas subo las escaleras exteriores, que llevan a la primera planta de mi apartamento, Manel, el dueño me alerta.
-Corre noi que la Aurora está comprometen la case per el mes que ve a uns turistes.
Aurora está abriéndose paso, por entre las pilas de cuadros que tengo sin marco, a lo largo del pasillo, se queja ante el matrimonio de alemanes, de los alambres que tengo de pared a pared con los que ya tengo enmarcados.
-¿Pero que hace señora…? no sé si lo sabe pero me quedan dos meses de contrato todavía.
-Sí es ven cert, pero me los debes, aún no me has pagado los dos últimos recibos, así que se la he alquilado a estos señores.

La pareja que están interesados, van a pagarle el doble o más de lo que me cobra a mí.
-Claude, la pela es la pela, el meu marit ya fa cinc anys que no pot sortir a la mar, ens fan falta els calers.
Eso lo comprendo, lo admito, me he retrasado en el pago y es culpa mía, de nadie más. No puedo contarle que tuve que dejarle setecientos cincuenta euros a un amigo, para que marchara urgentemente a Francia, a enterrar a una tía suya que murió de golpe, ¿lo creería?, puede que sí, o puede que pensara, que es una mera excusa para que no me eche del apartamento. Como si estuviera empujando la puerta por dentro, apuntalándola, con tal de que no entrara, después de abrir con la llave.
La pareja de alemanes, están dispuestos a darme quince días para vaciar el apartamento, y poder pintar la casa a su manera. La señora Aurora mientras redactará el contrato con el gestor del pueblo, ese sí que tiene trabajo asegurado, un gestor en un lugar así, lo asemejo, a un gran pájaro, que volando por el cielo de la localidad, ve dentro de los tejados de las casas, conoce casi todos los secretos claro oscuros de las familias, su padre es el notario.

Inútil es decir, que he ido a visitar a un par de amigos míos, que lo eran, ahora ya no lo son tanto, uno vive con un chipriota, son pareja, el otro, está en pleno romance, con una muchacha portuguesa.
Esta noche la he pasado casi en vela, y lo poco que he dormido, ha sido rodeado de cuadros que me partían la cabeza, los protagonistas, pescadores simulados porque no hago retratos de nadie en concreto, me tiraban las redes de pesca por encima, y se liaban a palos conmigo. He despertado de mal humor, me doy cuenta a la hora de afeitarme, hoy me toca pasarme la cuchilla por la cara, después de cuatro días sin hacerlo, mientras me froto los dientes con el cepillo, pienso que tampoco pasa nada si lo dejo para mañana.
No es pereza, es más bien falta de incentivos los que hacen, que desde que despunta el sol, hoy, no me vea con ganas de casi nada, digo casi nada, porque el paseo diario por la playa no me puede faltar, lo ansío, es como una vitamina imprescindible que me recompone el cuerpo y el espíritu.

-¡Hola Paula…  -se saludan desde la lejanía-, Claude acelera el paso quiere verla de cerca de nuevo. A veces, las personas pecamos de ingenuas, nos sorprende una persona, su habla su mirada, la expresión facial en general de ella, y luego, cuando la mente ha acumulado todas estas características en la cabeza, cuando la vuelve a ver de nuevo, queda desencantado.

En el fondo creo, que es eso lo que quiero, ver con la luz de este nuevo día, si su rostro es el mismo que recuerdo. Si su sonrisa es la misma, si me saludará lo mismo que lo hizo ayer, y podremos continuar la conversación que dejamos a media, que ahora mismo no sé dónde la dejamos, ¿de qué hablamos…? ¡putein…!, cuando suelto tacos lo hago siempre en francés, de ese modo me parece que a nadie le va a caer mal lo que digo, como si fueran idiotas la gente que me rodea.

-Claude lo siento…
-¿Sientes el qué?
-Que te hayan metido en este brete, con el asunto del apartamento…
-¡Ha es eso…! ya me arreglaré de un modo u otro, no te preocupes por una cosa así, eso no es nada. Lo más importante es que podamos volver a vernos en esta playa vacía.
-¿Y eso…?
-Nada, mira, me hace ilusión poder verte a diario, y no desde ayer, no creas. Hace tiempo que vengo contando, los momentos en los que pasamos el uno junto al otro sin decirnos ni pio.
-De modo que ayer, por decirlo de algún modo, fue la culminación, al fin nos hablamos, conociste mi casa, yo conocí a Sandro…, en fin que todo salió, como si lo estuviéramos estado planeando ¿no?
-Más o menos, pero sin intención alguna, por lo menos por mi parte, a excepción de una cosa.
-¿Qué fue?
-Usé a Sandro para tener un pretexto, y saludarte en mitad de la playa.
-¿Es eso cierto?
-Sí, y no me arrepiento, de otro modo no me hubiera atrevido a hacerlo, necesitaba una patada en el culo, y esa me la dio Sandro al acompañarme. Espero que lo comprendas, o en su caso que me disculpes.

Paula ha escondido la cara con las manos, quizá no quiera reírse de mí en mi cara…, pero lo está haciendo, y no de una forma muy disimulada que digamos. Las manos delante de un rostro invisible, ofrece muchas interpretaciones… a pesar de estar seguro que ella no lo hace con ninguna mala intención. Comprendo que por un momento me vea como un chiquillo sin recursos, o hasta es posible, que comprenda la timidez que me invade.

-Claude me importa bien poco lo que diga la gente, pero no te busques un lugar para vivir y meter tus cuadros y tus marcos o materiales. Si colaboras conmigo en el mantenimiento de la casa, puedes venir a ocupar la parte de arriba, seguro que tendrás que quitar algunas telarañas, hace una eternidad que no abro la puerta de la parte alta de la casa, pero creo que te irá bien. ¡Tienes unas vistas desde allí, que seguro que te inspirarán en tú trabajo!
-Verás no puedo, me gustaría mucho pero creo que primero es mejor que nos conozcamos un poco mejor.
-¿Y no te parece que la mejor forma de hacerlo, es teniendo un contacto más estrecho? ¿O prefieres seguir saludándome en la playa vacía por las mañanas, yendo en caminos opuestos? ¿Cuánto tiempo tendría que pasar para conocernos mejor dando paseos por entre las barcas de pesca?
-En eso te doy la razón, por supuesto. Pero… hay una cosa que quiero aclarar antes de dar este paso. Tienes que admitirme un alquiler, el que tú establezcas.
-Vale. ¿Qué te parecen doscientos euros al mes todo incluido?
-¡Es muy poco mujer…! Yo pensaba en algo más.
-Pues, pon tú el precio, ¿Cuánto?
-¿Trescientos…?
-Vale de acuerdo, con una condición, el primer mes no te lo cobro, irá a cuenta de lo que se tenga que reparar y pintar ahí arriba.

En poco más de una semana Claude ya tiene todas sus cosas en el centro de la gran habitación del piso de arriba. Se tienen que hacer un par de comprobaciones de una filtración de humedad que hay en una esquina, y quiere dar una mano de nogalina, a las vigas de madera que sostienen el tejado. Luego pintará la gran habitación de blanco. Mucho trajinar para un solo día, se para ante la puerta de la habitación, un gran plástico cubre la mayor parte de la estancia, todo lo que tiene está encima. El piso es de tablas de madera, bastante resecas por la falta de uso, dos ventanucos suficientemente grandes dan directamente al mar, son de madera con contraventanas pero no cierran bien, es una de las primeras cosas que se tiene que poner a hacer, las brisas marinas del invierno en esta parte de la costa no son nada benévolas con algunos materiales.
Va a dar media vuelta y… entonces se da cuenta de algo elemental que no hay en la habitación, baño. No es que sea persona exigente en este tema, pero necesario sí que es, la verdad. ¿Voy a tener que subir y bajar la escalera cada vez que tenga que ir al lavabo? Es lógico que se haga esta pregunta.
Finalmente baja a la habitación oficina donde trabaja Paula. Espera a que termine de hacer unas copias en la impresora mientras habla por teléfono con la otra mano, pegando el auricular al oído con el hombro.
Ya ha terminado, ahora es el momento de hacer un comentario al respecto.

-Paula, estaba pensando que… bueno, arriba no hay lavabo ni nada que se le parezca, me preguntaba de qué manera lo podríamos arreglar para… en fin…
-Oye Claude, ¿tú nunca has vivido con alguna mujer en casa?, no me refiero en el apartamento donde estabas hasta ahora, digo en familia, ¿te habrás criado con tus padres,  hermanos o hermanas no?
-Pues claro, ¿y tú?
-Ojo D`artañán que yo también se usar la espada, ¡si vieras la cara que has puesto ahora mismo, cuando te he preguntado!
-Paula, es que no sé cómo te hubiera sentado a ti que te hubiera hecho esta observación.
-¿Te das cuenta que por mucho que nos cruzáramos paseando por la playa, jamás estaríamos teniendo esta conversación? ¿No es esto una buena razón para conocernos mejor?
Anticipándome a lo supongo me quieres decir, ya lo tengo previsto. El viernes vienen un par de albañiles para disponer un baño arriba, solo tienes que decirme que es lo que necesitas.
-Pues que quieres que te diga… lo elemental, no sé…
-Si no lo sabes tú, difícilmente lo sabré yo. Vamos a ver, hagamos una pequeña lista de lo que quieres: inodoro, ¿bidet?
-No bidet no me hace falta.
-Bien, entonces además del inodoro, ¿bañera o plato de ducha?
-Mejor plato de ducha, pero que sea un poco grande a ser posible.
-Muy bien, y con una mampara en lugar de cortina ¿de acuerdo?
-Me parece bien, bueno y luego un lavamanos con un espejo y un estante en cualquier lugar del baño, solo para poner las cuatro cosas necesarias, para el afeitado y eso.
-El resto de detalles me los confías a mí ¿Qué te parece?


Aunque aparentemente este asunto les concede un margen de confianza mutua, no es tal. Ambos han vivido determinada parte de su vida, no se conocen lo más mínimo, tendrán que ir aprendiendo a convivir, y eso significa, aceptarse unas veces y denunciarse otras. Cada cual tendrá sus inquietudes, unas serán más evidentes que otras, las guardarán a veces dentro de su corazón como si una llama los consumiese, otras será necesario que las hablen y discutan si no quieren terminar siendo de nuevo, dos sombras en una playa vacía.



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viernes, 29 de agosto de 2014

UN CUENTO PARA VIVIR

    

                                                    UN CUENTO PARA VIVIR




Desde que comenzó a habitarse ese claro del bosque, la gente que llegaba desde cualquier lugar, se quedaban perplejos. El sitio, un valle no demasiado grande, espacioso, sin embargo para que las gentes que hacían un alto en su camino, sin saber nadie de dónde venían, ni que destino llevaban en sus mentes, se les antojaba un lugar ideal para quedarse a vivir.
Suficiente agua, pastos verdes y bien regados por la humedad que cada noche caía en forma de rocío, piedra y madera suficiente para edificar sus casas… un plan que parecía haber salido de una fábula, de un cuento.

Nadie mandaba sobre otros, todos por naturaleza, sabían de modo inherente, que hacer y cómo hacerlo. Cada cual se dedicaba a hacer aquello que sabía, una familia con un hijo de quince años se dedicaban a errar caballos y mulas, otro estaba especializado en trabajar la madera. Vaqueros y pastores, todos, a medida que pasaba el tiempo, establecieron lazos de amistad, con los años algunos se casaron con hijos e hijas de sus vecinos, se emparentaban.

Construyeron un par de balsas para atravesar el rio, a la vez que una iba a una ribera, la otra lo hacía en sentido contrario, por medio de un sistema de poleas, tiradas por animales. Mercancías, pesca, leche, carne, todo iba y venía a través del rio. Se ocuparon en hacer cómodos caminos para que las caballerías y los carros, pudieran hacer el trabajo de modo más plácido.

Ahora… asomaros a vuestro balcón, a la terraza que da a la calle… escuchad el sonido del rio, está algo crecido ha nevado en las montañas vecinas, chapotea abriéndose paso entre las rocas del lecho, ¿lo escucháis…? Atended el ruido que hace el viento, cuando abanica cual si de una caricia se tratara, la hierba que dentro de poco habrá que cortar con las hoces. ¡Mirad cómo pastan estos conejos con los pequeños gazapos a su lado…! ¿No es sorprendente?

Desde el otro lado del rio, antes de emprender mi camino hacia el pueblo más cercano, vuelvo la vista hacia mi casa, está en un pequeño cerro, dejo las pieles curtidas en el suelo, pesan bastante. ¡Que delicia ver el humo que sale de las chimeneas de las doce casas que componen la aldea…, que placer, tengo la sensación de haber hallado el paraíso!
Bueno… hay que echar a andar de nuevo, hasta la tarde noche no estaré de vuelta, no quiero que mis dos hijos, con los aullidos de los lobos y sin que su padre esté en casa, pasen miedo. Casi todos los que estamos en el camino vamos de ida, es temprano por la mañana, todavía se perciben pequeños bancos de niebla que decoran el bosque y sus alrededores.

No es lo mismo que lo que veis cuando camináis por vuestras calles, humos apestosos, contaminación, caras serias hasta en los transportes públicos, sean los subterráneos o los autobuses, trenes, sea el que sea. Vuestras balsas de transporte no son más que meras imitaciones de lo que nosotros usamos, a diferencia, eso sí, que la nuestra es silenciosa y adaptada a las necesidades que tenemos. Veo a vuestros hijos, jugar en parques cerrados, con columpios de colores, llenos de tierra sucia, que los perros raspan con las patas traseras, después de haber defecado.

Llego al mercado… y allí me están esperando unos cuantos del pueblo que compran mis pieles para hacer mantas o abrigos, llega el invierno y ahí que abrigarse. Los cazadores que salen con la nieve alta, aprecian mis pieles, escojo las mejores para estos menesteres. Llegan contentos a sus casas, traen a lomos de su mulo, jabalíes o venados, alimento para el invierno. Otros vecinos pescan salmones antes de que lleguen al rio, en la mar, navegan con sendas barcas de remos, que el carpintero ha construido. Hay muchas cosas que hacemos en comunidad, reparaciones de las casas de vecinos, construimos cuadras para el ganado, nos ayudamos unos a otros… eso es muy bonito.

¡Ha claro… solo os hablo de lo hermoso que es vivir así, cierto!, hay cosas no tan agradables, un par de vecinos que cambian parte de su mercancía por licores, no tienen medida cuando lo toman, claro, eso no está bien. Aun así, una cosa si te digo, cuando se les pasa el mareo, comenzando por su propia familia, los ayudamos a que entiendan que no es cuestión de armar barullos, que la aldea es un lugar de paz, si siguen por ese camino, la sociedad los echará de la aldea. Por lo menos por un tiempo, las cosas siguen en paz para todos, incluidas las esposas, que han recibido palizas por las borracheras.
Creo que estos vicios son comunes entre vosotros también ¿no es cierto? La diferencia estriba, en que los vecinos los ignoran, no quieren meterse en líos. No puedo imaginarme a sesenta familias, viviendo en el mismo edificio, difícil, muy difícil debe de ser eso.

Y si el asunto está relacionado con  drogas o visitas de policías, ni te cuento. Juicios y abogados procuradores, papeles, condenas y cárceles.
En la aldea hay discusiones, ¡cómo no!, es hasta necesario que las haya, pero más que eso…, se nos hace difícil de entender. Los jóvenes en vuestro mundo se escurren de las manos de sus mayores, como agua entre las cuencas de las manos, trabajáis mucho para tener ¿Qué en realidad, más cosas que el vecino? La pobreza viene, no por las cosas que se necesitan, más bien, por las cosas que deseamos, sin razón aparente.

Alguien nos ha dicho alguna vez, que nosotros,  -en la aldea-, tendríamos que tener otra apariencia. Me pregunto ¿a qué se refieren con esta concreción? Posiblemente se refieran a cómo nos vestimos, que comemos, como son nuestras casas, cuanto dormimos o cuando trabajamos. A todo esto, si es a eso a lo que se refieren, puedo contestar solamente de un modo.   Tenemos un modelo de vida propio, vivimos dentro de un cuento, cuyas tapas están llenas de colores vivos unas veces, dorados y rojizos, otras, cambiamos las tapas de nuestro cuento a nuestro antojo, somos dueños de nosotros mismos. Las últimas las hemos llenado de agua del rio que nos abastece y nos ayuda a vivir de manera sencilla y transparente.

Cualquiera que quiera vivir esta experiencia, solo tiene que cerrar los ojos y desear con todas sus fuerzas, en cuál de los dos sitios les gustaría vivir. Quedáis todos, invitados a hacerlo.



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LA REVELACIÓN Cuarta parte.



                                            LA REVELACIÓN                     Cuarta parte




Como cada temporada, Anabel encargó a la jardinería que se encargaba de mantener el jardín y los árboles, que vinieran a limpiar las palmeras, que las saneasen. En la jardinería nadie sabía nada, pero tenían el teléfono intervenido sin darse cuenta. Quedaron con Anabel que comenzarían a las diez de la mañana del día siguiente. El furgón con los tres operarios, llegó a las nueve en punto, Anabel dormía, Rosa abrió la puerta e indicó a los dos hombres, que le pasaban dos palmos, que estaba dormida arriba.

-No hagan ruido por favor, no creo que se despierte… pero quién sabe.
-Gracias, ¿Rosa es usted verdad?
-Sí señor esa soy yo, ¡cuánto deseo que todo esto salga bien! ¿Después me atarán verdad?
-También la tendremos que amordazar un poco, pero iremos con cuidado no se preocupe.
-Bien, arriba pues, sigan por el pasillo a mano derecha, y la segunda puerta a la izquierda, es su dormitorio. Por esa chiquilla, soy capaz de cualquier cosa.

No van cubiertos con capuchas ni nada de eso, no le darían tiempo a Anabel que les viera la cara. Todo fue efectuado de forma quirúrgica, la envolvieron en la sábana, ella se revolvió pero ya tenía la cabeza tapada con la sábana de raso azul, la boca cerrada con cinta de precinto y con una navaja hicieron un desgarro para que pudiera respirar.
Uno de los grandes defectos que tienen esta clase de personas, es que, no creen que nadie sea capaz de hacerles a ellos, lo que hacen a los demás. Pura prepotencia supongo, el caso es, que Anabel estaba recostada en el asiento de la combi de jardinería, y a los diez minutos, ya estaba metida en una gran barca de pesca anclada en el puerto.

-Oye tío, esta zorra va en pelotas…
-Que se joda, que todavía no hace tanto frio.
-¿Y qué le daremos de comer, tendrá que desayunar no?
-¿Quieres no tocar más las pelotas? ¡Siéntate de una puta vez joder!
-Mnnn,mmmm,mmm. El diálogo de Anabel.

Fuera de la barca, en la popa, el marinero llama a un número, habla con Darío.
-Bueno jefe, esto ya está, ¿ahora qué hacemos?
-Pues preguntarle donde está la chica. Que no dice nada, que se niega a contestar, le atas una cadena a los pies, y la amenazas con que, la vais a tirar al mar. Le haces un corte entre la cinta de la boca y que hable, uno de los tres comprueba si dice la verdad. Si es así, vuelves y me llamas de nuevo.
-De acuerdo, ahora mismo vamos a ello.
-Vamos a ver vieja chocha, procura no engañarme porque tenemos órdenes que estoy deseando llevar a término, ¿dónde está la chica?, te voy a hacer un pequeño corte en la cinta para que hables, pero antes de eso, escucha.
El chasquido del resorte de una navaja automática se le metió en el cerebro, después lo sintió en el cuello, en horizontal. El tercer hombre contratado ya estaba colocando la cadena a los pies de Anabel.
-Me parece que alguien va a hacer compañía a los peces….
-No, por favor no. Amanda está en Barcelona, la tienen escondida en un piso cerca del Camp Nou.
-No lo has entendido, ¿dónde…?
-No lo sé, tengo que llamarlos por teléfono para darles instrucciones.
-¿Qué les tienes que decir?
-Pues… es que ahora, las cosas han cambiado. Tendré que hablar con ellos.
-Espera un poco ¿vale?

El marinero llama de nuevo a Darío, le comunica lo que acaba de decirle Anabel.
-Pon el altavoz cerca de ella y escucha tú también…
-Vieja escucha lo que me dicen….
-¿Sabes qué?, tira mar adentro, y la tiráis por la borda con los pesos convenientes.
-¡No por favor, eso no, por favor no quiero morir, por favor… esperad!
-Vas a solucionar esto ahora mismo, ¿lo entiendes zorra?
-Sí lo juro, ahora mismo, solo marcad un número y estará resuelto.
-No tan aprisa, hay algo más que debes hacer.
-¿Qué es?
-Después de soltar a la chica, cuando esté de vuelta en un taxi sola en la puerta del lugar donde la habéis raptado, darás órdenes para que todo lo que tienes en la tienda nueva sea cargado y se envíe a una dirección que te daré. Haz la llamada.

Anabel está de vuelta a casa, abrazada a Fidel temblando como una hoja, se estremece y no cesa de llorar. Suben y se sientan, los dos abrazados en el sofá del loft. La arropa con una delgada manta y vuelve con Darío.

-Bueno Anabel, lo has hecho muy bien, ahora la segunda parte.
-Pero… ¿por qué queréis arruinarme? Esto va a ser mi hundimiento total, mi reputación, todo…
-¿No crees que deberías haberlo pensado antes? ¿Quién ha querido arruinar a quién?
-Me arrepiento, pero dejadlo ya os lo ruego.
-Anabel, soy Fidel, al fin después de todo esto se me han abierto los ojos, he tenido una revelación. Eres ruin y mezquina, embustera y déspota, en ti se concentran todos los males. No hablo por hablar, a las pruebas me remito, si te hubiera salido bien esta jugada ¡Cuánto te hubieras alegrado!, no solo de haber ganado, además te hubieras complacido al ver a tu propio hijo desolado. No mereces, más que lo que has sembrado.

Darío le da una dirección y veinticuatro horas para vaciar su tienda, uno de sus hombres de confianza, hará las comprobaciones oportunas hasta que se haya cargado la última pieza.

-Los portes irán a tu cargo, date prisa a hacer lo que haya que menester desde el barco. Si algo sale mal… bueno ya sabes. No te molestes en tratar de comprar a estos hombres que te acompañan, se te podría ocurrir, pero yo de ti, no lo intentaría. Al fin y al cabo, parte de lo que salga de tu tienda va a ser para ellos…
-¿Y de mí qué?
-¡Que pesada!, siempre pensando en ti, y nada en los demás. Te sugiero que te metas en un convento de clausura, he oído por ahí que allí los que se arrepienten de verdad terminan sus días en paz.

Rosa se ha encargado de todo en ausencia de su dueña, ha presentado mil y una excusas para evitar que sea molestada, dolor de cabeza, un virus que se está tratando, comida que no le ha sentado bien… es fácil para estos sirvientes, sacar de apuros a los dueños. El furgón se devolvió a su tiempo a la floristería, sin que nadie se apercibiera.
Todo ha salido a pedir de boca, hasta Darío se ha felicitado a si mismo, por haber llevado la delantera en este asunto y que haya terminado bien. Lo que salió de la futura tienda de Anabel ha ido a parar al extranjero, han sido vendidos en Francia, Bélgica y Alemania a través de colaboradores que Darío tiene en diferentes países europeos.

-¿Sabes que Anabel está muy mal?
-¿Y que se supone que debo hacer al respecto Amanda?
-No, nada, yo solo te lo digo para que lo sepas. En el fondo me da pena.
-Y a mí también, pero solo un poco. Piensa por un momento en lo que podría haberte hecho a ti, solo imaginármelo me pone la piel de gallina y me inunda una inquietud que me puede.
-Ya lo imagino, pero no se puede vivir odiando a nadie eternamente.
-Cierto, ese es el punto, que ya no pienso en ella, en consecuencia no puedo odiarla, la he apartado de mi mente. Quién me importa más en este mundo ahora, eres tú y tus ideas, tus proyectos, estamos tirando adelante con nuestros objetivos y esto me alegra el corazón, me aísla de todo lo negativo que me pueda rodear.
-Amor mío, ¡Cuánto te quiero!
-A ver, mídelo, ¿cómo es de grande ese cuánto?

Anabel se saca el suéter de lana de cachemir que lleva puesto, siempre va sin sujetador, sus hermosos pechos hacen un pequeño rebote al salir de su delicada coraza, calzada con solo unos calcetines blancos de tenis con el piso de toalla, deja caer el pantalón vaquero de su cintura, y se echa a horcajadas sobre su vientre, ni se dan cuenta de cómo han acabado desnudos entre el puf amarillo de suelo, ajustable a cualquier posición, a cualquier postura. Se besan y se muerden dulcemente en las orejas, los labios, el cuello, gimen y se retuercen, poseídos por una fuerza que, es inexplicable, recorren casi cada centímetro de su piel con besos y caricias, para terminar en un estallido de dolor dulcísimo y prolongado.

-Fidel, deberíamos pensar en lo que hay en Madrid, el martes que viene he concertado una reunión en el Hotel Arts con un comprador que ya está advertido de lo que va a ver. Solo vamos a llevar unas cuantas muestras, lo demás van a ser fotografías, no está interesado en la moneda de papel.
-Gracias Darío, aunque no hay prisa en venderlas…
-No creas, están apareciendo en el mercado monedas como las nuestras, no son colecciones tan completas, pero hay quién las va completando, cogiendo un poco de aquí y otro de allí. ¿Cómo si no hizo la colección que ahora está en tus manos?
-Claro, tienes razón. Bueno, pues entonces, arregla tú el transporte hasta aquí, quiero que vaya todo directamente a Argentaria. ¿Lo harás?
-Por supuesto, lo va a traer Prosegur, y les he hecho firmar un reaseguro del material que van a traer.
-¿Podré venir yo también Fidel?
-Claro no veo razón para que te quedes aquí sola. Ahora ya no tenemos por qué preocuparnos de lo que dejamos aquí cuando nos vamos. Buen sistema de seguridad y un vigilante jurado, creo que estamos bien protegidos.
-Sí, ¿por qué no?, así se rodará poco a poco. Hace falta que vaya familiarizándose con el modo de tratar con los compradores.

Llegado el día, Amanda apareció con un precioso vestido verde manzana que le llega a los pies, zapatos a juego, y un bolso de mano Cartier de lentejuelas, escote generoso y espalda al aire. Le sentaba como un guante.
-Estás maravillosa, me arrepiento de invitarte, ahora no me mirarán a mí, que es lo que quería.
-¡Quita hombrecito!, esta chica va a entrar al Hotel de mi brazo ¿a que sí Amanda?
-Así es, él ya me tiene a todas horas.
-¡Hummm, que te creías! Tú, antes de entrar, me pasas un pañuelo por los zapatos ¿vale chaval?
-No cambiéis nunca chicos, ¿sabes que tú también eres una persona muy atractiva Darío? Lo cierto es que no estás nada mal.
-¿Estás escuchando patán?, pues a ver si te enteras… que parece que nadie te lo ha dicho todo aún.

En un día de cada día, el Diplomatic no estaba demasiado frecuentado, de forma que, cuando Amanda irrumpió en la cafetería del brazo de Darío, causó un efecto inmediato en todos los presentes. Se sentaron los tres en un diván en el centro de la sala. Amanda cruzó las piernas, una de ellas quedó a la vista hasta medio muslo. Cuando ya habían pedido las bebidas, entraron tres caballeros, uno de ellos hacía dos metros de alto, vestía de sport, dejó que los otros dos señores se presentaran pero él se mantuvo al margen de todos, el gorila pensó Fidel, ni siquiera pidió nada para tomar.

-Bien, cuando ustedes quieran subimos a la suite  -apuntó uno de ellos, el mayor-.
-De acuerdo, vamos a ello.
-La señorita se queda aquí.
-No, la señorita se queda conmigo, es mi mujer y forma parte de la empresa, si se quiere quedar usted se queda, y si no, se da una vuelta por la ciudad.
Cuando dijo esto al gorila, lo hizo sin pestañear, ni siquiera lo miró pensando que tendría que levantar la vista, y en este momento, no le venía de gusto hacerlo.
Darío recogió la llave electrónica de recepción y subieron los cinco, el gorila lo hizo por las escaleras. Tercera planta, habitación sesenta y cuatro.

-Bien, le hemos traído unas muestras de lo que probablemente le interese adquirir, y también unas fotos que se complementan con el resto de monedas.
-¿Nos pueden enseñar las monedas?
-Claro… 
Darío abrió un estuche flexible que llevaba en un bolsillo interior de la chaqueta, y que le confería una forma un tanto deforme a la americana, a causa del peso.
El experto tasador del comprador, examinó las monedas una a una con la lupa de ojo puesta sobre el derecho. Las volvió con excesiva paciencia una y otra vez, Darío pensó que aquello no era habitual en un tasador experto.
-¿Dónde se ha formado usted señor?
-En la escuela de la vida señor mío.
-Ya veo, pues mire usted somos colegas, ¿Cuál es su nombre si no le importa decírmelo?
-En absoluto, mi nombre es Gabriel Tolarent.
-Ha… ahora me acuerdo de usted, y mire que lo pensaba cuando lo he visto. Me he dicho a mí mismo, este tío no tiene ni zorra idea de lo que tienen en la mano. Ande traiga aquí por favor, la reunión ha terminado.
-¿Pero cómo se atreve…?  -dijo el hombre mayor-.
-Me atrevo, porque este tasador no le va a servir ni para comprar tacos de escopeta. ¿Sabía que quiso defraudar al príncipe Rainiero de Mónaco y se pasó en la cárcel allí dos años y medio?
-No sabe usted con quién se está jugando los cuartos señor. Ahora solo por esto, estas monedas para usted, y tengo muy buena memoria, han subido un tercio de su valor.

Salieron de la habitación, el comprador estupefacto, el tasador suplicando, era despreciado con un gesto de la mano del hombre y se interpuso entre ambos el gorila. Llegó el ascensor y el comprador le indicó al tasador que bajara por las escaleras.
-Lárgate de aquí, ya hablaremos mañana. Haber, mire usted, estoy muy interesado en estas monedas, ¿podría ver el catálogo de las piezas de oro?
-Si las quiere ver, venga pasado mañana al banco Argentaria de Plaza Cataluña, a las diez en punto, si no es puntual habrá perdido su oportunidad. Venga sin tasador, yo  soy el mejor tasador que pueda usted conocer, le daré el precio justo que deberá pagar sin regateos. Lo toma o lo deja.
-Allí estaré, a las diez en punto.
-Bien buenas noches.

Se fueron a cenar al puerto, y luego, la pareja, se descolgaron de Darío y marcharon a bailar hasta eso de las dos de la madrugada. Se fueron al piso de su padre, querían respirar un poco de aire más puro, Barcelona estaba en estas fechas bastante contaminada, siempre, por las mañanas, tapaba el sol una inmensa nube grisácea.
El día de la reunión en el banco, Amanda se quedó en el loft, repasaba archivos y encontró una caja de cartón apilada encima de un armario antiguo. Estaba llena de fotografías y cartas cerradas todas con un lazo, no se atrevió a tocar el lazo, de hecho rozó el sobre con las puntas de los dedos. Se entretuvo mirando las fotografías de familia, Anabel había sido una mujer muy hermosa, casi siempre se la veía con una cinta sujetando la melena rubia llena de bucles naturales. El padre de Fidel era alto, pero no se apreciaba en él gordura alguna, estaba en plena forma, posaba al lado de tenistas famosos de la época, con dedicatorias y felicitaciones que le enviaban desde muchas partes del mundo. Fidel hijo, de pequeño tenía unos ojos desmesurados para la cara que tenía, era precioso, un niño que en la fotografía que tenía en la mano Amanda, no aparentaba más de año y medio, su madre hablaba con otras mujeres sobre unas tumbonas, de modo que debería de ser su padre quién le hizo esta instantánea, sentado en el suelo, con un cubo y un rastrillo, edificaba algo hecho de arena a la orilla de la playa.
Sacó más fotos, eran más antiguas, algunas estaban hechas a manera de postal, para ser enviadas a algún destinatario, trató de encontrar parecidos, tenía tiempo de sobras. Especialmente una de las fotos captó su atención; uno era el padre de Fidel, el otro hombre, algo más bajo que su padre, estaba cogido a su brazo, en la otra mano, un bastón que parecía elegante y guantes que parecían negros plegados en la mano que sujetaba el brazo de Fidel.
Detrás de la foto, se podía leer con una letra digna de una persona ilustrada… “A mi querida esposa… ya ves cariño, aquí en Buenos Aires no paramos de trabajar, un beso de parte de mi padre”.

Ya está, este hombre era sin duda su padre, a lo mejor fue él quien lo introdujo en el tema de las antigüedades… Llaman al teléfono fijo del loft, Amanda lo tiene al lado, es un inalámbrico.

-Diga…
-Hola Amanda soy Darío, te llamo para decirte que hoy no vamos a estar aquí para comer, la operación con el tipo del otro día ha cuajado, faltan algunos flecos que discutir, esos son los más complicados, ya sabes. Fidel quiere que tengas a punto toda la documentación de las piezas de oro que imprimas todo lo que hay del catálogo de monedas de plata y lo envíes a este fax que ahora te daré, toma nota 934537608, ¿de acuerdo?
-De acuerdo, ya lo he anotado. Tened mucho cuidado por favor, ah, y dile a Fidel que esté tranquilo que el guarda está aquí, bueno quiero decir en las dos plantas de abajo vigilando, me llama cada media hora para darme el parte, ja,ja,ja,
-No hay nada como estar soltero, oye, que si yo estuviera en su estado, tampoco me movería de tu lado, que lo sepas.
-Me pondrías los cuernos con la primera que pasara Don Juan, eres un bala perdida, anda ve con Fidel, seguro que sabe que me estás echando piropos.

A media tarde se oyen voces en la planta baja, Amanda sabe que vienen de allí, ha dedicado bastante tiempo para atender cada sonido por el tiempo que tarda en llegar a sus oídos.
En el ascensor se escuchan risas, son las voces de sus dos hombres, Fidel llega al loft bien, digamos que de una pieza, en cambio Darío, llega desmadejado, lleva un pedal encima, que no puede mirar fijamente a ningún lugar.

-¿Qué ha pasado Fidel…?
-Pues que se ha empeñado en beber y beber para celebrar el acontecimiento de la venta, ha querido estar a la altura de los demás… ya ves, ahí lo tienes.
-¿Y ahora qué hacemos con él?
-Desde luego, hoy no puede ir a su casa, para nada. No quiero perderlo de vista, le podría pasar algo y me sentiría responsable sin estar presente.

Incluso sentado en el sillón del sofá se cae hacia adelante, Fidel lo sujeta para que no se rompa la crisma.
-Pues no sé yo quién ha bebido más…, porque aquí el señorito, deja un aliento que espanta a las moscas.
-Ja, ja, ja, esta sí que es buena… un aliento que espanta a las moscas… ja, ja, ja.
-¡Madre mía vaya par!, Fidel tú a la ducha…
-Pero si voy limpio.
Amanda abre el grifo del agua fría, lo desnuda en un instante y lo mete dentro de un empujón.
-¡¡Me cago en mi padre…!! veras, cuando salga…, por dios bendito, ¡joder…!
-Anda no sueltes más tacos y frótate el cuerpo, ese frio se pasa en un instante.

Mientras ha desnudado parcialmente a Darío, le quita los zapatos, chaqueta y corbata, luego la camisa, ni siquiera se la desabotona, se la saca por la cabeza. Casi llegando al hombro, un tatuaje le sorprende, un hachón con una pica en el extremo, una ballesta cruzada y un mosquetón, estos dos últimos elementos cruzados en forma de aspa.
Lo acuesta en el sofá de piel con una manta debajo, pone un almohadón bajo su cabeza y lo tapa con una manta un poco más gruesa. De la ducha sale ahora humo, el vapor del agua caliente, a Fidel ya no se la oído más quejarse, le ha dado caña al termostato del agua caliente, y sale a la temperatura que él quería.
Ella entra en Google y marca: “tatuajes de la legión”. Ahí está, es el que Darío lleva en el hombro, cierra el portátil.

-Bueno… somos tres milloncitos más ricos que antes, lo cierto es que no me importa mucho esto. ¿Sabes Amanda…? cuando estábamos firmando el acuerdo de compra, me temblaba la mano, creo haber escrito con letra de párvulo, el señor Fávio se ha dado cuenta, me ha dicho
-Créeme, a mí también me habría pasado lo mismo, si hubiera tenido que desprenderme de un tesoro de este calibre. Quiero que sepas que te comprendo te recomendaré a unos cuantos amigos míos, se pondrán en contacto contigo, si tienes estas cosas que me has dicho, puedes llegar a ser un hombre realmente rico. Ahora me doy cuenta de la tremenda responsabilidad que mi padre ha puesto sobre mis hombros.
-Pues… por mi parte quiero que sepas, que te ayudaré en todo lo que te pueda ser útil.
-Lo sé querida mía, te necesito tanto… ya ves, hace tan solo tres años que me afeito y ya dependo de una musa para casi todo.
-Tienes ahí al lado a un hombre que daría la vida por ti, ¿lo sabes no?
-Claro, un legionario. Un hombre frio pero con un gran corazón. He tenido algunas revelaciones a lo largo de mi corta vida, la primera fue en Mataró, un pueblo marinero de la costa de Barcelona. Estábamos en la playa, Darío nos acompañaba, siempre ha sido un íntimo de la familia, mis padres ya estaban separados, ella no conocía a mi madre. Mi padre siempre le decía a Darío   “Ven a casa hombre quiero que conozcas a mi mujer, te caerá bien, es una persona muy inteligente, te gustará”, pero Darío iba a su rollo, no le gustaban los intelectuales ni la gente sabia.
Llegaron a la playa un par de mostrencos, dos chulos de esos que quieren impresionar a las mujeres con sus músculos y tonterías. Uno de ellos cogió una toalla nuestra para secarse, se la pasaba por la espalda mirando a un par de chicas que le sonreían. Darío dio un salto sobre su espalda y comenzó a ahorcarlo con la toalla, cayó fulminado al suelo, se sentó sobre su vientre y le clavó debajo de las costillas los cuatro dedos de la mano izquierda, y ahí se quedó el chulito, retorciéndose y sin poder casi respirar.
-Se me ocurre pensar, que a lo mejor a Darío no le caía bien tú madre, porque tuviera celos de ella, de compartirte quiero decir.
-No lo sé, lo que sí sé, es que no la podía ver. Creo que Darío tuvo una revelación de quién era su madre antes que el resto de nosotros, quiero decir de mi padre y luego de mí mismo. Es un tío muy listo. Se me ha revelado otra visión, una que no creía jamás que se pudiera cumplir en mi caso.
-¿Cuál?
-Haberte conocido, saberte cerca de mí siempre, sentir tú apoyo, el continuo cuidado que me ofreces sin pedir nada a cambio. Ya ves, si no tienes ni estipulado un sueldo, eso habrá que arreglarlo.
-No hace falta, me siento pagada estando a tu lado, a vuestro lado mejor dicho. Juntos me habéis insuflado vida, aliento, renovado mis ganas de vivir. Has roto las cadenas que me mantenían atada a una prisión de la que jamás pensé que pudiera escapar.

Siguieron abrazados, largo rato, acariciándose, queriéndose, haciéndose saber con suaves apretones mutuos, lo vitales que se sentían.




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miércoles, 27 de agosto de 2014

LA REVELACIÓN Tercera parte



                                                LA REVELACIÓN                           Tercera parte





Después de la cena, los dos estaban paseando, cada cual recorriéndose los rasgos del otro, observándose, encerrados en sí mismos, soñando despiertos en las posibilidades que podrían hacer que estuvieran juntos.

-¿Qué piensas Fidel?, disculpa, quizá no haya  sido oportuna…
-Al contrario… iba a decírtelo, pienso que podríamos ser un buen tándem. No sabes nada de negocios, en cambio, conoces a mucha gente, en una casa cómo la de mi madre, vienen muchas personalidades, gente famosa o por lo menos interesante, tenemos muchas cosas para venderles. ¿Qué te parecería ser mi socia en esta aventura, no se te olvide que tenemos un asesor de cine?
-Pero… bueno yo…, solo conozco a unos cuantos, aunque también es cierto que, en ocasiones, determinada compra ha ido de boca en boca, y eso, ha hecho, que tu madre vendiera más.
-No quiero que te sientas utilizada, sobre todo, no lo podría soportar. Te quiero como socia para todo, ¿entiendes lo que quiero significar con esto?, podemos intentarlo, pondré todo de mi parte en este aspecto. Creo sinceramente, que puedo llegar a amarte profundamente.

Amanda hace esfuerzos para no llorar, pero al final se le hace imposible no hacerlo, en un llanto acompañado de alegría, está sonriendo, se la nota feliz, se ase de sus manos, no las suelta. Terminado este largo paseo bajo la luna de sus propias miradas, Fidel firma la cuenta y suben con el ascensor a la habitación doble. ¿Para qué doble?, ve tú a saber, seguramente ha sido cosa de vergüenza a la hora de pedir la suite, o inseguridad, ¿quién sabe…?
Se duchan por separado, pero los dos en su momento dejan la puerta abierta, como si esperaran la sorpresa amable de una visita. Fidel con unos boxers, sentado en su cama, lee sin leer, anhela verla salir del baño, no ha consentido ser la primera en ducharse. Sale vestida con una camisa de hombre con cuello Mao, descalza como es habitual en ella, camina sobre la moqueta cual si flotara, parece que sus pies no toquen el suelo. Sentada en su cama con las piernas cruzadas ante Fidel, lo mira con ojos despiertos, él baja la vista de la revista Cosmopolitan que lee, y la mira fijamente, ambos se sumergen de nuevo en sus fantasías y propósitos, objetivos, se preguntan, si algún día los podrán llevar a cabo.

-¿Quieres venir a mi cama Amanda…?
Apoya la punta de los dedos en el suelo y de un salto delicado y sutil, llega hasta sus brazos.
-Si no me lo hubieras preguntado tú, habría sido yo quién te lo hubiera propuesto.
-¿Y qué vamos a hacer ahora que estamos juntos? Ya sé, mañana le pediré al responsable que nos haga descuento por usar solo una cama.
-No te anticipes que la noche es larga… ¡haber donde la terminamos!
-Está claro, en tú cama o en la mía pero juntos los dos ¿te parece bien?
-Me parece perfecto.

Se besan, se juntan y se separan, se murmuran cosas al oído, vuelven a amarse de nuevo. Dos jóvenes cisnes que aleteando en el agua, se desprenden poco a poco, con cada golpe de ala, de las plumas que deben perderse para que salgan las nuevas, las que les hagan volar de verdad, emigrar a otros continentes, a otros confines aún por descubrir.
La mañana llega, escandalosamente solariega, parece que el sol está celoso de todo lo sucedido en su ausencia, mientras que alumbraba Japón o Australia. No se puede estar en todas partes, la luna ha sido feliz testigo de promesas y aventuras, de ese “te amo…” ahogado, del “te querré siempre…”, y así, llega la hora de la partida. Una agencia de transportes ha llegado por la puerta de servicio del hotel, un furgón negro con tres letras doradas enmarcadas en un escudo. Suben un bulto que atan vigilados por Darío, cuando todo está en orden salen del pasillo de nuevo a la calle, Darío va con ellos, es una última idea que ha tenido Fidel y que a Amanda le parece muy bien.

-Bueno señores, les dejamos, tenemos que volver a la carretera.
-Muy bien, espero que todo les vaya bien, tengan cuidado con el tráfico.
Ha pagado con una Visa Platino, le dan el consecuente resguardo, que usará poder desgravar el IRPF a su debido tiempo. Rápidamente encaran la autopista para volver a casa.
-Creía que volveríamos por la carretera nacional Fidel.
-Yo también, pero antes me quiero asegurar de que nadie nos sigue.
-No me metas miedo…
-Es lo último que deseo, pero hay que ser prudentes, se de una que ahora estará rabiando como una perra.
-¿Quieres decir…? no sé, pero a mí me da a sensación de que se ha dado cuenta que la has vencido.
-Pronto lo sabremos.
En la autopista ve un panel que señala un área de servicio a dos kilómetros. Con toda la intención, deja de señalar a los que van detrás que va a entrar a repostar, va directamente al surtidor y llena el depósito de gasolina. Bajo unos chopos pequeños que apenas dan sombra a nadie, aparca un coche negro, es un BMW tres puertas, no baja nadie de él, cierra el tapón de la gasolina pero deja de echar la llave.
Cuando reemprenden el camino, antes de salir del carril de aceleración, acelera a fondo, el Bugati responde como una bala, el BMW sale tras ellos a toda velocidad, antes de llegar al quitamiedos de la autopista Fidel advierte a Amanda que se sujete bien que va a frenar en seco, los cinturones de este coche no son modernos de forma que es mejor ayudarse sujetándose a la guantera de madera, cuando lo hace, el BMW pasa a toda pastilla, el conductor sabe que los han descubierto. Fidel baja tranquilamente del coche, ha visto la matrícula del perseguidor, le señala con el dedo y le hace un disparo simbólico, cierra con la llave el depósito y vuelve a la autopista, esta vez, son ellos dos los que van detrás del coche negro.
-Pero que imbéciles que son este par…
-Espero que no tengamos demasiados sustos más por el camino.
-No mujer, que va, ya saben que les hemos visto el plumero, ahora estarán deseando salir de la autopista, somos sus perseguidores. La diferencia estriba, en que nosotros vamos de paseo, y ellos no.
-¿A Darío no le pasará nada no?
-Que va, este sí que es peligroso, además hemos organizado un plan que no sabes ni tú.
-A, mira que bien. ¿No confías en mí o qué?
-Claro que sí, ¡eres mi socia…!
-Entonces, me lo tendrías que haber contado todo.
-A su debido tiempo Amanda, no te preocupes, que te lo contaré todo.

Mientras, Darío va camino de Madrid, a última hora de la tarde, hizo llamar a un notario para que hiciera un poder notarial junto a Fidel. Este, quiere que la carga, vaya directamente al Banco de España de la capital, ha autorizado a Darío para que lleve a cabo toda la operación. Allí dormitará bajo la bóveda acorazada del banco todo un año, mientras, trabajará en otras cosas, tiene mucho negocio pendiente, de hecho, Amanda no se imagina a qué nivel operan estos dos hombres.
Seguro que Amanda se está preguntando “¡Pero si solo tiene veinte años…! ¿qué hace un chico así, metido en estos enredos?” Para Fidel no son enredos, es su legado, y su padre antes de morir, ha estado trabajando con su hijo, que ha resultado ser, un alumno aventajado. Lo que su padre no le podía aclarar lo hacía Darío.

El copiloto recibe una llamada, seguro que la bruja de su madre les está dando órdenes.
-Bueno, parece que quieren ir un poco más aprisa, hasta ahora, no le han pisado al trasto ese. Vaya, que te parece… a ciento cuarenta…, bueno pues si tienen prisa que corran, quieren que no los perdamos. Pues los vamos a perder hombre, mira tú por donde, el panel indica Benalmádena, acelera y se pone cerca de ellos, como si quisiera verles la cara, de hecho se pone en el tercer carril y mira de soslayo. El conductor acelera a fondo y a quinientos metros cuando el BMW ya ha rebasado la salida, Fidel hace rugir el coche, reduce las marchas y se sale ante el estupor de los dos sicarios, o mandados, llámeseles como se quiera, que no pueden reaccionar ante tal maniobra.
-Ahora vamos a hacer que lleven el coche a Barcelona en un camión. Alquilaremos una berlina bien cómoda, que tú escogerás y seguimos camino a casa tranquilamente.
-¡Vaya con el jovencito…! parece que tienes la cabeza bien amueblada.
-Oye, ¿Qué significa esto de jovencito, cuántos años tienes tú?
-Pues… no sé si decírtelo.
-Entonces no hay trato, necesitaré tu edad para establecer la sociedad, tarde o temprano la sabré, tú misma.
-Tengo veintiocho  -dice algo avergonzada-.
-¡Va, eso es un paseo por el inicio de la vida!, me siento más viejo yo que tú, seguro. Tampoco es que pueda presumir de todo lo que he vivido, pero te aseguro que me  encanta la aventura, ¡como ahora mismo, ésta que estamos pasando en este viaje!, es un tanto excepcional eso es así. Por un instante, me pongo en el pellejo de mi madre, y hasta siento lo que ella puede estar viviendo en estos momentos.
-Tú madre es una mala persona Fidel, ni te lo imaginas.
-Sí…, ya lo creo que sí me la imagino.
Para no andarse con rodeos, Amanda le cuenta entonces lo sucedido en una de las fiestas privadas que organizaba para gente VIP.
-Una  noche, el verano pasado, organizó un recibimiento en su casa, era un hombre australiano de mediana edad, con quién se ve que había tenido un afer en un viaje a aquel país. Después de la cena, en la zona de la terraza, hizo montar unas lujosas carpas, con pincha discos y barra libre para todos. Me mandó atender a los invitados, hablo de forma fluida inglés, francés e italiano, así que casi sin darme cuenta, allí estaba yo participando en el sarao, en los apartados con cortinas, se veía a gente que se lo montaba sin vergüenza alguna, unos cuantos presumían hacerlo con ellas abiertas, otros se levantaban y con pequeños canutos se metían nieve por las narices.
-Amanda si no quieres no me lo cuentes, no quiero que te sientas incómoda.
-Hace tiempo que dejé de estarlo, luego me acostumbré. En esas estábamos cuando alguien, no recuerdo quién fue, comenzó a jalear mi nombre, a desafiar a alguien que me follara allí mismo. No sé cómo pasó, ni siquiera quién fue quien lo hizo, solo recuerdo que después de haberme tomado el primero, un segundo me alzó de la piscina y lo repitió otra vez sin que pudiera defenderme. Iba bebida, debo decirte que al principio me gustó, luego ya, comencé a sentir pavor de en qué podía degenerar aquello. Quería que lo supieras Fidel, todavía me siento algo sucia, contaminada, estuve una larga temporada dependiendo de la cocaína para poder tirar adelante. Fue Mawar, Rosa, la que se dio cuenta de que la droga, podía terminar matándome, perdí ese verano, seis quilos en un mes.
-¡Esa hija de su madre…! a saber que será lo que ha estado haciendo por esos mundos de dios, y a cuanta gente no habrá envilecido. ¿Has superado este capítulo de las drogas?
-Por supuesto que sí, me costó eso es cierto, pero a base de medicinas que Rosa me preparaba, llegué a repudiarlas como el tabaco y tantas otras cosas que no he provado pero de las que he podido comprobar sus efectos.
-Muy bien, eres una mujer valiente. Piensa en que no puedo tener a mi lado a una debilucha, necesito para los proyectos que tengo, a alguien que sea capaz de hacerle frente a cualquier eventualidad. Personalmente te veo muy preparada.

En un polígono en la entrada norte de la ciudad de Benalmádena, ha encargado que le carguen el coche en un camión carrozado y lo lleven a Barcelona, es una empresa que se dedica a transportes especiales, recaderos de largos recorridos de reconocido nombre.
El encargado de la empresa se ocupa de alquilarles una berlina, Audi A6 V8 biturbo, es todo un lujazo de coche, arreglados todos los papeles del transporte, y el lugar donde tienen que recoger el coche de alquiler mañana por la tarde en Barcelona, continúan el viaje sin detenerse en Benalmádena, los otros tipos que los siguen, saben que salida han cogido, ya habrán dado media vuelta para tratar de localizarlos.
-¡Tengo hambre Fidel, me comería un buey por los cuernos!
-En el siguiente pueblo pararemos a comer, aguanta un poco, si quieres, dame un mordisco en el brazo, y toma un trago de coca cola.
-Mira que eres bruto… he.
-Sí, bueno, cuando me persiguen, no acostumbro a bajar la guardia hasta que me siento seguro, supongo que forma parte de mi carácter, pero no te enfades por eso.

Los perseguidores, ya han perdido toda pista posible de donde pueden estar. En una cafetería de hotel, junto a la playa, la llaman diciéndole a Anabel que los han perdido.
-Sois unos malditos estúpidos, ni que fuera el agente 007… Ya hablaremos de todo esto cuando volváis aquí, dar media vuelta y volved, os han tomado el pelo delante de vuestras narices, un niño de veinte años, contra unos tíos que tienen los huevos pelados de hacer trabajos de este estilo, ¡vergüenza debería daros!
-¿Has oído a la vieja?  -el otro afirma tenía el altavoz puesto-.
-Que le den, al fin y al cabo, lo único que ella paga es la gasolina, lo demás lo ponemos nosotros.
-Deberíamos trabajar para alguien con un poco más de sentido común ¿no te parece?  
-Pues sí, esta tía ha perdido el norte. Al final a todos estos personajes les sucede lo mismo, les parece que viven dentro de una burbuja artificial.
Pagan el refrigerio, se dan la vuelta y se meten de nuevo en la autopista de camino a Marbella.

La casa de Fidel está situada en un lateral de la Ronda del General Mitre, es un edificio de tres plantas al que se accede por la puerta remota del garaje. En el suelo todavía se ven los raíles de vagonetas o carros como los de las minas. Amanda se queda parada al abrir la puerta del coche.
-¿Qué es esto, dónde estamos?
-En casa querida mía, al fin en casa.
-¿Aquí vives tú?
-Bueno, sí y no. Mi casa verdadera está en Pedralbes, pero aquí nos pasaremos gran parte del tiempo, es la central por decirlo así, de nuestro negocio. Antiguamente, esto era una fábrica de hilados. El dueño se retiró y se la vendió a mi padre, las dos primeras plantas están ocupadas por el material que vamos almacenando. La planta de arriba, es el lugar donde en ocasiones me quedo a dormir y dicho de alguna manera vivo, viviremos quiero decir. Ven dame la mano, subamos.

Un rústico montacargas viejo pero perfectamente conservado, los lleva a la tercera planta. Es un loft, antes, allí se almacenaban las materias primeras, que más abajo, en las otras dos plantas, se transformaban en vendas sanitarias y otros artículos de hospital, se embalaban y repartían por toda la capital.
-¡Guau… vaya piso Fidel! Este sitio no tiene desperdicio, es fantástico, fíjate lo grande que es todo.
-Ya era hora  -se escucha la voz de Darío-
-¿Dónde coño te has metido…?
-¡Por favor Darío, que hay señoritas…!
-¡Hola Darío!   Corre hacia él y se le echa en los brazos, le da dos besos o tres, quizás cuatro, no se da cuenta.
-Qué suerte tienes bribón, a mí no me ha dado ninguno en todo el camino, y mira que hemos hecho kilómetros juntos.
-Mentiroso, sabes que eso no es cierto. Si me hubieras dejado, te habría comido en mitad de la carretera.
-¿Qué os ha pasado…?
-Pues que mi madre nos ha mandado refuerzos, unos tipos que nos han seguido un rato, hasta que los hemos despistado.
-¿Seguro que os seguían?
-¡Y tanto que eran enviadas de esa bruja Darío!, te lo digo yo que he sido testigo de las maniobras que ha tenido que hacer para perderlos de vista.
-Bueno chicos hasta mañana, estoy rendido, creo que en este viaje, he perdido los últimos pelos del trasero que me quedaban. ¡Que viaje dios…!
-¿Ya está todo resuelto en el banco?
-Sí señor, en el secreter tienes todos los comprobantes y los recibos.

Fidel se acerca a Darío que está poco menos que derecho…
-Gracias Darío, de todo corazón. Sin ti, nada podría haber hecho, me inspiras, incluso cuando hemos estado en apuros en ruta, pensaba… ¿Qué debe de hacer Darío?, seguro que está preocupado. Pero como eres un cabezota y no quieres tener un móvil…
-A mí déjame de estas tonterías, ya sabes que estoy caducado para estas cosas, me pongo nervioso enseguida, apretaría una tecla para contestar y me saldría Internet, deja, deja.
-Qué le vamos a hacer… anda ve y descansa, ¿te pido un taxi?
-Oye, que soy un poco lerdo pero no idiota ¿vale? Venga, hasta mañana.

-Bueno, siéntate que voy a encargar algo para comer ¿tomas algo antes?
-Un vermut blanco con hielo por favor. ¿Qué pides para comer?
-Lo que tú quieras. ¿Te apetece algo especial?
-Me viene mucho de gusto fruit de mer.
-¿El qué…? No me insultes, que me lanzo sobre ti y te me como viva.
-Frutos del mar. Ostras, centollo, unos percebes, bocas, gambas, mejillones…
-¿Tú sabes que puedes tener un ataque de gota con todo esto?
-¿Tú también comerás no?
-Sí pero… bueno, llamo a la marisquería de alguien que conozco, lo traerá enseguida. Es una de las ventajas de estar aquí durante el día, tenemos de todo y a un paso.
-Ah y vino blanco bien frio, eso sobre todo.
-De esto tengo aquí, al fondo de la cocina hay un frigo grande, mira dentro y saca el que a ti te guste.

Amanda silva cuando se acerca al frigorífico, justo al lado, tiene una bodega de vinos que dormitan horizontalmente, esperando que alguien se acuerde de ellos. Vinos españoles de diferentes partes del país, franceses, portugueses, alsacianos, griegos…
-Caramba Fidel, eso sí que es tener una buena reserva de caldos.
-Pues no he comprado ninguno, eran de mi padre, muchos se los regalaban clientes destacados. Aunque parezca mentira, hay vinos del golfo de Omán, no sé yo si esta gente sabe hacer vinos buenos, criar viñas en el desierto me parece una cosa rara.
Mientras esperan la comida y toman un refrigerio con el vermut, Amanda recorre todo el loft, está todo a la vista, pero discretamente escondido, sin duda alguna, allí ha estado la mano de algún interiorista de élite. Solo el baño está aislado por medio de una pared de madera que no es más que una celosía gruesa, trabajada a mano, en ella, dioses indios, divinidades, elefantes, serpientes, monos y bueys, comparten el mismo escenario. No hay luces directas por ningún lado, cuatro lámparas, dos de ellas de pie y dos de sobre mesa, ambientan todos los metros cuadrados del loft. El resto de la iluminación, se enciende de forma automática desde otros lugares del techo en los rincones más insospechados, a medida que cae la noche, un pequeño botón de acero cepillado, desconecta estas luces si es necesario.

-¿Y quién limpia todo esto?
-La misma señora que se encarga de la otra casa. Vive cerca de la carretera de Sants, viene en taxi.
-Después de la siesta, te enseñaré el resto de todo cuanto hay aquí ¿de acuerdo?
-Vale. No tardarán en traer la comida ¿verdad?
-No, estarán al caer. ¿Tanta hambre tienes?
-Si te soy sincera no. Es más bien el capricho de comer lo que hace años que no pruebo.
-¿En casa de Anabel no os dejaban comer marisco?
-No, decía que los sirvientes no debíamos probar estas cosas, que solo era para gente que las supiera apreciar, lo que sobraba, que siempre era mucho, lo hacía tirar a la basura.
-¡Maldita sea mil veces! Seguro que ella tampoco comía marisco.
-Cierto, solo comía pescado, lenguado, merluza, besugo, cosas de esas, pero marisco nunca. Le sentaba mal, eso decía.

Se oyen unas campanillas agradables que suenan.
-¿Ves…? Ya está aquí la comida, ahora subo, en un cajón de aquel mueble de allí, encontrarás un mantel grande, y otros de bambú individuales.
-Vale, de acuerdo, lo preparo todo en un momento.

-¿Y qué quieres que te diga ahora, he, Darío? No atendí cuando el camarero se fue, vale culpa mía. Tenía que haberme quedado allí hasta que se cerrara la puerta basculante, ¡me cago en mi suerte…!
-Eso ha sido cosa de tu madre, fijo. No lo ha conseguido de una forma, pues lo tiene de otra, raptando a la Amanda.
-¡Es que me lo encontré en mitad de la puerta de la entrada al piso…! Con un cuchillo apuntando a la garganta de ella, paralizada de terror, con los brazos extendidos como aquel encapuchado le mandaba.
-¿Cómo vestía ese hijo de puta?
-¡Y yo que sé…! solo me fijaba en los ojos de miedo de Amanda, lloraba y le temblaban los labios, la barbilla encogida y rugosa. ¡Pobrecita, toda ella era una mueca de dolor!
-¿Era alto, delgado, grueso…? En algo te fijarías ¿no?
-Alto, metro ochenta y cinco como poco. Y una cicatriz que le atravesaba la mano de lado a lado, entre los dedos pulgar y anular, profunda, se la habían cosido en su tiempo, me fijé al ver el cuchillo de sierra por un lado, como los que usan los militares. Vestía tejanos y un pullover de cuello alto gris perla, calzaba zapatillas deportivas Nike.
-¡Joder para no haberte fijado en el menda…!
-Mira, si te parece bien, tú te quedas aquí, has de devolver el coche de alquiler, el tuyo que se lo lleven de tu casa, mandas una grúa y que te lo traigan aquí, lo aparcas delante del furgón de abajo y lo cubres con lo que se te ocurra.
-Yo voy a hacer unas llamadas desde aquí, si quieren hablar contigo lo harán al móvil. Haces venir a un cerrajero, y que pongan una puerta pequeña en una esquina, de la puerta grande de abajo, ¿de acuerdo?
-Vale dalo por hecho.
-Le mandaremos una visita a tu madre, a ver que sale de todo esto. Te va a salir por una pasta, pero vale la pena, esa gente a que voy a pedir ese trabajo no fallan nunca, y además, son muy considerados. Eso sí, le van a hacer pasar un miedo a Anabel, que se le van a aflojar todos los muelles.




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LA REVELACIÓN segunda parte




                                                 LA REVELACIÓN                             Segunda parte





Con gesto brusco, Anabel ha reclamado a Amanda y la ha hecho acompañarla arriba, Darío mira de reojo a Fidel, en sus pequeños ojos se refleja un profundo malestar, esta mirada le recuerda lo que hace momentos antes, de camino a la casa le ha dicho Darío “tú madre es una bruja de cuidado”.
Fidel quiere pensar que su madre, va a gritar ni reprender de forma dura a Anabel, es cierto que ha sido él y no ella la que le ha hecho la propuesta de acompañarlo a la estación, nada ha tenido que ver ella en esta decisión. A la menor oportunidad que tiene, Fidel habla con su madre, está ordenando a Rosa poner unos jarrones de flores en  determinados lugares, espera la visita del ruso y se la nota nerviosa.

-Mamá quiero decirte que Anabel no ha tenido nada que ver en…
-Sí, ya lo sé, no hay nada que discutir, ya la he despedido, terminará este mes y se irá.
A Fidel le falta la respiración de golpe, no está acostumbrado a estos mazazos, no es estúpido y Anabel sabe que decirle esto a su hijo, causa en él, un impacto notable. Pero hace muchos años, que ella tampoco sabe cómo son sus reacciones, la influencia que ha tenido su padre y los resultados de esa crianza lejos de ella.
-Bueno… entonces… estará lista para venirse conmigo a casa de papá, la que yo ocupo desde su muerte, a mí, me hace falta una persona responsable. Debo agradecerte que la hayas instruido tan bien, me has facilitado un gran trabajo.
-Tú lo que quieres es tirártela y luego…
-¿Luego qué mamá, crees que la voy dejar tirada en la cuneta, como haces tú con la gente que deja de acomodarse a tus caprichos? ¡Así te va…! ¿Sabes?, eres una pobre mujer, esperaba que nuestro reencuentro, abriera una nueva posibilidad de estar cerca el uno del otro. Veo que me he equivocado, solucionaremos este asunto de las monedas esta tarde, y nos iremos a toda prisa de esta miserable casa.
-Vale como quieras, pero las monedas se quedarán aquí.
-Todavía no has entendido nada de nada Anabel, lucharé por ellas porque son mías, las podrás tener, pero nada más que eso. Engañarás a la gente, tratarás de engatusar a los ricos, pero tu ambición, está por debajo de mis objetivos como persona, me das pena.

Por la tarde, después de comer fuera los dos hombres, volvieron a la casa, pero el guarda no los dejó pasar.
-¿Sería tan amable de ponerme con la señora Anabel?
Le pasaron el teléfono.
-Hola Anabel, si no nos dejas acceder a la casa, esperaremos a tu cliente aquí afuera el tiempo que sea preciso, entonces, nosotros hablaremos con él y tú no podrás estar presente.
Esperó cerca de un minuto, el guarda les hizo gesto inconfundible para que pasaran. Al llegar a la puerta de la mansión, esta se abrió, las cámaras los esperaban, o vigilaban, al parecer, aquella reunión de combatientes de las grandes finanzas, tenía que estar rodeada, del más íntimo secretismo.
-¿No hace falta que te haga ninguna precisión verdad Darío?
-No te preocupes hijo, esto será como torear a una vaquilla de feria, en serio, ten confianza. Querría que hicieras algo para ti mismo, hazte valer, di la tuya, ten criterio propio, tu padre te enseñó, ahora es hora de practicar los principios que te han traído hasta este punto.
-Cierto, tienes toda la razón, no te defraudaré.
-En esto te equivocas. No te defraudes a ti mismo, solo expón tus criterios que yo te seguiré, y hasta rectificaré, sin que ninguno de estos chorizos se dé ni cuenta.

Con la primera persona que se tropezó fue con Amanda, ésta casi ni lo miró, solo le hizo un guiño de ojo, no se podía permitir nada más, todos  los espacios estaban llenos de espejos que se miraban unos a otros. Anabel por el rabillo del ojo, podía ver absolutamente todo lo que sucedía más allá de lo que algún invitado se pudiera imaginar. Su madre con un vestido corto de seda negro se acercó a él, lo cogió del brazo y lo llevó a la entrada de la casa, entró en un despacho, cerró la puerta y sacó del cajón del escritorio de estilo victoriano, un sobre que le extendió con la mano.
-Ábrelo  -ordeno-, mira el contenido.
-Antes de eso, dime que contiene.
-Un cheque por valor de un millón y medio de euros.
-¿Y qué quieres que te vaya a hacer la compra para todo el mes con esto?
Sale de la habitación y se lo hace saber a Darío. El viejo suelta una risita y le dice en voz baja
-Está desesperada…, hoy se caga las bragas, seguro, eso si no le da un arrechucho.
-Bueno queridos…  -dijo con su mejor sonrisa-, ¿hablamos de negocios…?, después nos espera un bufete de lo más exquisito, de forma que haber si arreglamos las cosas bien, y a ser posible, rápidamente, de hecho, hay bien poco de que discutir hoy.
-Fidelio, te presento al señor Yaroslav Sokolov. Su esposa, está interesada en adquirir el jarrón de mármol rosa de Carrara que hay junto al rincón de la sala de estar grande.
¿Y a mí que coño me cuenta de esto?, a lo mejor se piensan que negociamos juntos… ¡pécora!
El ruso Yaroslav, estaba impresionado por la copia de un discípulo del maestro florentino Caravaggio,  del cuadro, “El sacrificio de Isaac”. Al final, a base de la basta, experiencia de Anabel, consiguió que todos se sentaran alrededor del hogar de fuego apagado en la sala grande. Dos grandes sofás de piel y tres butacas, estaban dispuestas para tal fin. José Luis, con las manos enfundadas en guantes blancos de hilo puso sobre la mesa los tres álbumes de monedas de Fidelio padre que transportaba en una mesa camilla. Al ruso se le iluminaron los ojos, sin pudor alguno arrastró el sillón en el que estaba sentado, era ligero con patas Chippendale, de nombre Thomas, del siglo diecisiete, que el ruso utilizaba como una silla de cocina. A Anabel, seguro que aquel gesto, le sentaría como un tiro en la sien.

-Bueno ya sabes amigo Sokolov que lo que vas a ver es algo único, antes de tratar sobre la colección, deberíamos hablar de las cosas que tenemos pendientes tú y yo. ¡Me gustaría tanto llegar a un acuerdo…!
El puñetero ruso hablaba un castellano casi perfecto, lástima que intercambiaron algunas frases en ruso, que Fidelio desconocía.
-Primero quiero saber, cuánto cuesta esta colección.
Jose Luis, tremendamente inquieto, con los dedos entrecruzados entre sí sobre las rodillas, tenía delante a Darío que había puesto su cartera de piel sobre las piernas cruzadas de forma descarada, uno de sus brazos en forma de escuadra, sujetaba con la palma de la mano abierta, la cara rugosa y gastada por los años, venturas y desventuras; por la vida en definitiva. Destacaba la tranquilidad que emanaba de su mirada, como el de jugador de póker, que se sabe triunfador con las cartas que le han tocado, sin tener que pedir cartas suplentes para conjugar una buena mano. Fidelio estaba tranquilo, pero más expectante, al fin y al cabo era de su herencia de lo que se iba a tratar allí.
-Bueno José Luis, ¿tú que dices?, has consultado y recalificado estas monedas, ¿qué conclusión has sacado?
-He llegado a la conclusión, tratándose de usted claro está, que el precio por el que podríamos vender este material es de tres millones.
-¡Anda ya!, prestadle un bañador a este y que se remoje en la piscina, no tiene ni la menor idea de lo que está diciendo  -interpeló Darío-, mire usted señor ruso, disculpe se me ha olvidado su nombre…
-Yaroslav.
-Pues eso… esta colección en primer lugar no se puede vender, mire usted la documentación que lo acredita, ¿lee usted castellano cierto?
-Si señor, con más o menos dificultad pero sí, lo leo.
-En caso de que le interesara lo que tiene ante sus ojos, con quién tendría que tratar es con este joven, mi protegido, Fidelio, hijo de la señora Anabel, queda claro en estos documentos que el auténtico dueño de estos álbumes es él. En segundo lugar es mi deber decirle que es una imprudencia haber sacado del banco sin permiso de su dueño estos álbumes, es más, sin comunicación autorizada y certificada por el director del Banco de España, no puede salir nada. Ha sido una temeridad, ¿con qué fin?, lo desconozco, no imputo malos motivos a la señora Anabel, pero ha pecado de indolente haciendo lo que ha hecho.
-¿Y usted es…?
-Un experto en materia de antigüedades. Solo a manera de referencia, le diré, que cuando se disolvió Rusia, el presidente de Georgia el señor Eduard Shevardnadze, solicitó mis servicios para valorar determinadas obras de arte, me envió un avión privado para que hiciera el trabajo. Estuve alojado en Ayuntamiento de la ciudad durante un mes y medio, tiempo que empleé en el trabajo que se me encomendó. Todavía guardo en mi casa de Barcelona, la carta de agradecimiento que me envió junto al cheque por mis servicios. Lo que usted tiene ante sus ojos, tiene un valor infinito y no lo digo por los ceros que se podrían poner detrás de las primeras cifras.
Señor Yaroslav, si no quiere tener problemas, con esta probable adquisición que quiere usted hacer, con la compra de este material, aquí tiene mi dirección y teléfono fijo, móvil nunca lo he utilizado, ni lo tendré jamás. Fidel le dará el resto de detalles que quiera usted saber, al fin y al cabo, por ley, en menos de un año, las monedas y todo un sinfín de cosas que sabrá apreciar, y que obran en su poder, si él lo quiere, podrá tener acceso a ellas, comprarlas quiero decir. Eso sí, todo se hará de forma transparente, por ley.
-¿Ya se van ustedes…?
-Pues si no manda nada más, creo que sí, Fidel no es bien recibido en esta casa.
-¿Cómo… no entiendo…?
-Deja querido yo te lo explico todo, se ha tratado de un error. Lo que ha querido decir es que hay cierta tensión entre nosotros, ya sabes… años sin vernos y esas cosas.
-No quieras endulzarle la píldora Anabel, aquí el señor, porque me consta que lo es, no es tonto. De otro modo estaría llamándote madre o mamá, sin embargo no lo hago porque no puedo sentirlo, has pretendido darme una puñalada, y resulta, que has sido tú misma la que ha terminado herida de muerte. Señores, disculpen nuestra ausencia del resto de la noche.

Fidel abandona junto a Darío la casa, no sin antes llegarse a la cocina y llamar a Amanda.
-Ven con nosotros, te lo ruego, hay cosas que quiero decirte, pero ahora no puedo, recoge lo que tengas en tu habitación, solo lo más imprescindible, lo más importante para ti, el resto de cosas, ropa, calzado y demás, no te preocupes, mañana comenzarás de cero. Ni siquiera te preocupes del dinero que te debe esta bruja que tengo por madre, lo tendrás ganado por otro lado. Anda ya, te espero fuera, corre.
-¿Y ahora qué vas a hacer?  -le pregunta Darío-.
-Pues denunciarla a la policía, voy a ir directamente a la comisaría de la nacional a poner la denuncia, y decirles que es urgente, que alguien me ha robado, ve tú a saber si no ha sacado del banco más cosas. Los acompañaré si es preciso, os dejaré en el hotel y haremos noche aquí hasta mañana.
-Escucha, yo me iré en el AVE…
-No de eso ni hablar.
-Déjame que te explique, el camino es largo, tomarlo con tranquilidad y hablad de vuestras cosas. De otro modo se sentirá cohibida, además no es por criticar, pero el Bugati es de dos plazas, la pobrecilla va a tener que hacer todo el camino, con la cabeza pegada a la capota.
-Como quieras pero el billete lo pago yo.
-Ves, eso sí, ¡te lo iba a pedir de todas formas…!

Amanda sale por la puerta de servicio, ha dejado dicho a Rosa, que si pregunta por ella Anabel, le conteste que no tiene ni idea. Solo lleva una pequeña maleta y un bolso de mano.
-Siento que vayas incómoda hasta el hotel, después, quiero decir mañana, dejaremos a este viejo en el tren, no lo quiero llevar en el coche porque se tira pedos, y luego, va mirando a otra parte, como si hubiera sido otro el autor del pestazo que dejan.

Los ha dejado en la puerta del hotel y sin decir nada a Amanda, ha preguntado al botones del hotel donde está la comisaría de policía nacional más próxima. Ha tardado cinco minutos, la fiesta está en otra parte de la ciudad.
-Buenas noches, ¿podría por favor hablar con el comisario?
-¿De qué se trata?
-De un robo que me ha ocurrido en una urbanización cercana, en casa de la señora Anabel Salas.
-La conozco, ¿qué ha pasado?
-Es un poco largo de contar pero le advierto que es un asunto de millones de euros, y en diez o quince minutos más pueden desaparecer.
-¡Quintana, llama al comisario Serafín, que salga rápido!
El comisario ha salido de su despacho como un misil. Fidel le pone en antecedentes mientras que casi sin darse cuenta, el comisario sale a la calle del brazo que le ha tomado el chico. Le cuenta el asunto de forma contraria a lo sucedido, es decir, le cuenta que es posible que la quieran estafar…
-¡A mi madre señor!, alguna cosa ha pasado allí, que le ha hecho creer que puede vender unas colecciones que ni siquiera son suyas y alguien le ha hecho creer que sí, que son suyas.
-No lo entiendo del todo señor, pero vamos rápido para allá.

Fidel, lleva consigo, el portafolios, con toda la documentación original, referida a la denuncia, guardada bajo el asiento del coche. Era imposible hacer un vaticinio, de lo que pudiera o no resultar, de aquella inesperada visita de la policía a casa de Anabel. En cuanto aparecieron las luces de la patrulla por el camino de acceso a la mansión, el matrimonio Sokolov y otra pareja de amigos que los acompañaban, desaparecieron, su chófer, se los llevó de la casa a toda  prisa, por la entrada de servicio, camionetas y otros vehículos, que traían consigo cosas a la casa.
Hallaron a Anabel, recostada, su cara de fatiga, manifestaba que estaba cansada, ¿quizás de vivir aquella clase de  vida artificial y claustrofóbica…? desde que su hijo llegó hacía de esto solo un día y pocas horas, él se dio cuenta de esta situación, “la cara es el espejo del alma”, ese dicho, siempre ha resultado acertado en cualquier persona.

-¡Pase comisario…!, supongo que mi hijo ya le habrá puesto en antecedentes de todo, bueno… por lo menos pobrecito mío, de todo lo que él sabe. ¡Va, que importa eso ahora…! Ahí encima de ese mueble, tiene lo que reclama de forma legítima Fidel, ya te lo puedes llevar hijo, es tuyo.
-Bien, entonces ya podemos irnos, ¿piensas poner algún tipo de denuncia contra tu madre?
-No señor, lo único que lamento es, que iba a hacer de este lugar mi casa, ahora eso ha pasado a mejor vida. Pensé según me dijo ella, -señalando a su madre-, que Marbella es un lugar apropiado, para poder llevar a cabo determinados planes de futuro, y aunque sé que a usted quizá no le interese, pretendía encontrar aquí, la paz que en las grandes capitales no se encuentra.
-Eso nunca se sabe, mire usted, yo llegué aquí huyendo de mi pueblo, no soportaba la soledad y la agonía de sus gentes, y ya ve, aquí me tiene, de comisario de policía. Bien pues nos vamos señora, de nuevo al tajo, buenas noches tenga.

Anabel no se molestó en contestar, apuraba una copa de Armañac añejo. Se levantó del reclinatorio y desapareció por un estrecho pasillo sin saludar a su hijo.
-¿Está bien Amanda, señorito? La que preguntaba era Rosa, que estuvo pendiente en todo instante de lo que sucedía en el salón.
-No te preocupes, está alojada en un hotel, está bien aunque creo que un poco alterada por esta situación. Le transmitiré tú inquietud y tus saludos.
-Gracias señor, no se olvide de nosotros, que les vaya muy bien.

Con su ayuda cargaron los álbumes en el coche y Fidel marchó de allí a toda prisa. Encontró a Darío y Amanda en la cafetería del hotel, el primero estaba tranquilo leyendo un ejemplar de una agencia de viajes, ella estaba encogida sobre sí misma, retorciendo un pañuelo entre los dedos de las manos, tensa. Fidel llegaba adonde ellos por la espalda de ella, le pasó la mano por los cabellos, Amanda se volvió de golpe, le ofreció una sincera sonrisa, la invadía de nuevo la tranquilidad, se sentó a su lado, en la esquina del sofá esquinero del apartado donde estaban.
-¿Cómo estás preciosa?, ya ha pasado todo, incluso las monedas están a buen recaudo en la caja fuerte del hotel, aquí está la llave.
-Ya era hora, estoy molido hijo, ¡tenía unas ganas locas de que llegaras de una vez…!
-Venga hombre, no te quejes tanto, ve a darte un baño y métete en la cama, de aquí a un rato ya iré a cantarte una nana.
JA, ja, ja, Amanda no estaba acostumbrada a estas bromas entre adultos, todo lo que había vivido hasta entonces, no eran más que caras largas, envidias, odios desvelados, parloteos en fiestas, en las que se hablaba de forma abierta de drogas y sexo, entre aquella jet set de la sociedad marbellí, de la que ni siquiera formaban parte, pues la mayoría eran extranjeros. Los auténticos marbellís eran la gleba, los sirvientes de un modo u otro, de toda aquella sociedad secreta, de capitales enterrados en islas del tesoro, ocultas en medio mundo.
-¿Te apetece comer algo Amanda?
Ella negó con la cabeza sonriendo, estaba alimentándose de su proximidad, del aroma de su perfume, con olor de canela, cardamomo y sándalo. No pudo evitar entrelazar los dedos de sus manos con las suyas y pasar el anverso de su mano por su rostro.
-¿Cómo podré agradecerte lo que estás haciendo por mí…?
-Solo quiero ayudarte…, no tienes que agradecerme nada por eso, es una obligación, de puro carácter humano, solo eso. No pienses ni por un instante que me debes nada, eres libre cómo un pajarillo al que alguien, ha abierto la puerta de su jaula.
-Cuenta conmigo para lo que quieras, tengo pocos amigos, aparte del viejo este, que no hace más que amargarme la vida. ¡Y mira que lo quiero al jodido!
-No le hagas caso, niña, está rabioso porque no sabe cómo deshacerse de mí. Si despotrica contra mi persona es por eso, porque sabe que no puede vivir sin mí, ¿a que sí cariño mío?
-Anda, ve a acostarte ya, que las neuronas se te han inflamado del whisky de malta que te has endiñado, ¿has comido algo por lo menos?

-Chao, hasta mañana pareja, y cuidadito con lo que hacéis que os vigilo… ja,ja,ja,
Fidel ha pedido unas pastas de repostería salada variada, comiendo, regado el aperitivo con un Margarita, a los dos les ha entrado el hambre, se levantan de allí y piden un bistec a la pimienta en el restaurante.
-Tráiganos el mejor ribera del Duero que tenga, por favor.
Copas de vino de bohemia y un escanciado perfecto el que les hace el camarero, lo huelen, y luego brindan los dos por ellos mismos.
-Por el futuro Amanda.
-Por el futuro Fidel, espero que sea paralelo al tuyo, en lo que a mí respecta.

Los ojos de Fidel, fulguran en este momento, no quiere sacar conclusiones pero… presume que la va a tener cerca de él, si no, con él mismo, conviviendo juntos, sería un sueño hecho realidad.



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