ES DEMASIADO PRONTO
No hay prioridades en su vida, más que aprender, estudiar,
exigirse a sí mismo lo necesario, para llegar a ser alguien, con un futuro
brillante. Quince años son muchos para determinadas cosas en la vida, y
demasiados pocos para otras, su madre no deja de repetírselo una y otra vez, no
puede hacer más, se pasa el día y buena parte de la noche trabajando, para que
la mínima viudedad que le ha quedado, y su trabajo limpiando la mierda que otros
dejan en sus casas, les dé para vivir a los dos.
El uso del tabaco, tema discutido desde hace tiempo entre
los dos, ha dejado de ser noticia en aquel hogar, el chico ha ganado la
partida, unas veces pidiendo a los amigos y otras, las menos de las veces
comprando una cajetilla, fuma en la calle, con los amigos en sus casas, en su
habitación, que la madre relimpia continuamente, con tal que cortinas y prendas
de ropa, no huelan a benceno, a nicotina, a venenos que acaban por matar poco
más o menos, a todo aquel que está cerca de ese ambiente.
Este curso, lo ha aprobado con una nota bastante buena,
gracias a unas chuletas que los amigos le han pasado al hacer el examen de
matemáticas, esa asignatura no le va bien.
-¿Qué hay Julio, cómo han ido los exámenes este curso, pasas
o no? -La que pregunta es Margarita, una
vecina del bloque donde vive, que había sido profesora de instituto,
precisamente de matemáticas-.
-Yo creo que sí que paso, pero tiemblo delante de las mates,
oye, ¡que no hay manera de que las entienda! Y poco puedes hacer si no las
entiendes.
-Si quieres puedo ayudarte, los martes y jueves los tengo
libres por la tarde, estos dos días trabajo hasta las tres en la gestoría. Si
te interesa me dices algo, oye, y no creas que voy a cobrarte nada, eso que quede
claro.
-Vale, ya te diré algo, y gracias, a ver si consigo despegar
de una vez por todas, con las jodidas mates.
La madre entra en el portal, con sendas bolsas de compra de
un supermercado cercano, va cargada hasta los topes, parece que las bolsas
dichosas, le vayan a arrancar los dedos de las manos.
-Hola Margarita… anda ayúdame Julio, se me van a caer los
brazos al suelo del peso que llevo.
-Bueno, pues ten en cuenta lo que te he dicho, cuando
quieras me lo dices y bajo a ayudarte.
El ascensor huele a orines, está hecho un desastre, la
botonera para marcar los pisos que hay que subir está medio colgando. Una pena,
todo está rascado, la escalera de tanto subir y bajar muebles, las barandas que
solo están de adorno, no se le ocurra a nadie cogerse a ellas…
-¿Qué te decía esta?
-Que si quiero, me ayuda con la matemáticas, es que no me
entran mamá, si apruebo este año, no será gracias a mí.
-Entiendo, pues sí que vas bien, tendrías que dejar de salir
con estos chicos con los que vas, no te llevarán a nada bueno.
-Otra que tal…, déjame vivir la vida un poco mamá, no son
delincuentes ni chorizos, tú, no sé muy bien porqué, los ves cómo demonios y no
lo son, son chavales como yo, que quieren disfrutar un poco de la vida.
-Tú sabrás… yo solo
quiero advertirte, una cosa lleva a la otra, sin darse uno cuenta.
-Ni que fuera gilipollas…, hay cosas que se ven venir,
¿vale?, no te creas que, porque en determinados momentos saque una mala nota,
ya soy un perdido. A papá sí que lo mataron las malas compañías, mira, se
volvió un alcohólico y la palmó sin pensar en lo que dejaba atrás.
-No digas eso, te lo prohíbo, tu padre fue una buena persona…,
trabajador, honrado, fiel.
-Sí, pero si hubiera trabajado en una destilería de coñacs,
habría acabado con la empresa.
-Pues mira, gracias a que lo conocí, naciste tú, y no creo
que fuera una desgracia que vinieras al mundo, estoy muy orgullosa de ti; lo
mismo que tú deberías estarlo de él, que te enteres.
Teresa habla con su hijo de manera sincera, mirándolo a los
ojos, cómo buena manchega, no sabe disimular sus emociones. Al entrar por la
puerta, al cabo de unos días como siempre, escucha voces en la habitación de
Julio, está con Margarita repasando libros de matemáticas. Julio tiene montado
en su habitación una mesa con estantes, allí descansan sus libros de estudio,
entre posters de cantantes y conjuntos de rock, y otros de baloncesto. Llama a
la puerta y oye que su hijo le dice… “pasa mamá”.
-Bueno a ver si esta vez con tú ayuda puede tirar para
adelante.
-Yo creo que sí Teresa, ya le digo que solo es cuestión de
interés, si lo tienes, como en cualquier otra asignatura, sacará muy buena
nota. ¿Sabes?, tengo comprobado que, en la mayoría de los casos, la propia
palabra matemáticas ya les da repelús, eso hace que las vean como algo
imposible de superar.
-Pues haz caso de lo que te dice Margarita, si superas este
miedo que dice que tenéis los estudiantes, todo irá bien el próximo curso.
-En esto estoy mamá, me ha dicho que me ayudará en todo lo
que necesite, ah, y sin que te cueste nada, esta vecina es una joya.
-No hay para tanto, venga sigamos. Nos disculpa ¿verdad
Teresa?
Ha sido a mediados del siguiente curso, allá por semana santa,
que Teresa hace planes para ir a ver a su hermana a la ciudad de Béjar, allí
hay unas procesiones, que por poco que pueda, no se pierde nunca. Julio no va,
prefiere hacer planes con los amigos comunes que tiene en el barrio, y
compañeros de instituto. Aunque la verdad es bien diferente, Margarita ha
despertado la curiosidad del joven, es un chaval atlético y bien dotado de
figura y porte, él por su parte, se haya en la fase del golpetazo que le da el
cuerpo, sobrecargado de testosterona.
Tres días tardan en darse cuenta, que estos momentos, hay
que aprovecharlos, sin compromiso alguno, salvo el que hace que se acuesten
juntos, y revienten en estallidos de placer durante cinco días seguidos. Todas
estas horas, se las pasan, subiendo y bajando a hurtadillas la escalera del
bloque, la razón es, que todo el mundo usa el maltrecho ascensor, de forma que
por las escaleras, no se tropiezan con nadie.
-Podemos usar la cama de mi madre que es más grande.
-Sí, voy a por una cretona vieja que tengo guardada y la
ponemos encima. Eso sí, nada de fumar hierva en el cuarto, que eso parece que
no y queda el olor.
-De acuerdo, ve que te espero.
Margarita tiene padrastro, su madre murió hace algunos años,
ella no se fiaba de su padrastro y se vino a Madrid, acabó los estudios y se
puso a trabajar recomendada por el padre de un amigo de confianza.
-Me pregunto… qué haremos cuando vuelva mi madre de
vacaciones, lo tendremos jodido para vernos. Sabemos hasta qué hora trabaja más
o menos, pero… me da cierto miedo.
-Cómo con las matemáticas ¿no?
-Venga no te rías mujer que esto es algo que me inquieta de
veras.
-No pienses tanto en este asunto, hoy estamos aquí
aprovechando el momento, mañana… dios dirá.
Teresa llega con un taxi a casa, tiene cara de cansada,
entra por la puerta, y se deja caer en el sillón del salón. ¡Dios bendito de nuevo en casa, menos mal que
he llegado…!
Un cuarto de hora más tarde llegan Julio y Margarita que se
sorprenden al verla.
-¿Pero no tenías que llegar pasado mañana?
-Si hijo sí. Pero lo mejor de la fiesta ya se ha pasado y la
casa de tú tía se llenó de gente de repente, así que me dije, lo mejor es que
vuelva para casa, y si acaso, me acerco a alguna procesión del fin de semana,
de las que hacen allí. Y aquí estoy de vuelta, ya ves.
-Pues nosotros hemos ido a buscar unas pizzas para cenar
aquí, hay unas cuantas cosas que debemos repasar antes del lunes que tengo un
control.
-A bueno, por mí no os preocupéis, me voy a quedar aquí un
poco con las piernas en alto, tengo la circulación que me mata después de las
horas de tren.
Julio va volando a la habitación de su madre y quita la
cretona de sobre la cama, recoge unas cuantas cosas de él y unas prendas
íntimas de Margarita, los tangas se los mete en el bolsillo del pantalón, pero
deja sobre la mesita de noche, el reloj de pulsera que es de ella, se le ha
olvidado recogerlo, y es que la vista cuando está nerviosa ve solo lo evidente,
lo escondido se lo deja, si no está bien entrenada.
Teresa no tarda en descubrir, que su hijo se ve con alguien
a sus espaldas, es demasiado joven para vivir una aventura de este calado, pero
también puede ser una amiga de esas del colegio, no le da demasiada
importancia. Hasta que descubre el reloj, sobre el mantelito de ganchillo tras
la lámpara con tulipa color caramelo. Se lo ha visto puesto a Margarita más de
una vez, es un reloj de diseño, de esos que salta a la vista por cómo es la
esfera, y el armis que lo sujeta a la muñeca.
-Hijo mío, en mala hora entró en esta casa esta mujer…
-¿De qué me hablas mamá?
-De Margarita hijo, de Margarita. Eres muy joven para andar
de amoríos con mujeres de su edad. Te lleva bastantes años de diferencia, y si
sigues con ella, te será difícil dejarla de lado. Las mujeres mayores, tienen
experiencia, y como les convenga, la usan para embarrancarte si les conviene.
Toma devuélvele el reloj, se os olvidó recogerlo de la mesilla.
Se levanta de la mesa de la cocina y se va hacia la
habitación, la tiene patas arriba, el colchón doblado contra la pared, las
ventanas abiertas, está aireando su habitación. Su mente está ahora pensando,
en todo lo que ha pasado en su casa, entre Julio y Margarita, estos días que ha
estado en Béjar.
Lo cierto es, que hasta él mismo, no sabe bien la razón que
lo hace que se entregue de esa forma a Margarita. Sexo, no es amor, solo sexo,
no le preocupa el resultado de esa relación, la verdad es, que Margarita no
espera nada más de Julio. El único inconveniente es, que es demasiado pronto
para llevar a cabo estas prácticas, que solo tienen como propósito, ir desmoronándose
como si fuera un castillo de naipes.
No es el momento y lo sabe, en su interior no está anclada
la idea de formar parte de un núcleo de familia, no se imagina conviviendo con
una esposa e hijos. Decepcionado consigo mismo, por no tener un objetivo claro
en la vida, comienza a sentir miedo.
-Te agradezco muchísimo que me estés ayudando tanto
Margarita, pero debemos dejar esta relación un tanto absurda.
-¿Cómo te atreves a decirme eso después de lo que estamos
pasando ahora?
-Sí, es verdad, lo que estamos pasando ahora, porque… tú y
yo sabemos, que esto pasará pronto, tú me has deslumbrado, has descubierto una
parte de mí que no conocía. Pero para ti yo soy solamente soy un juguete, que
debes usar, porque así es la vida.
-Si no os importa ni a tú madre ni a ti, seguiré ayudando,
seguiremos las lecciones en el comedor, si te parece bien. Ciertamente, comprendo
que sea demasiado pronto para ti.
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