TEMER
AL AMOR
Siempre, desde que el mundo es mundo, se ha especulado sobre
el amor. El amor es magnífico, único, sobresaliente entre todas las virtudes
que el ser humano sea capaz de imaginar, pero los humanos lo destruimos casi
sin darnos cuenta.
Tiene tantas formas, tantos significados diferentes, que lo
confundimos, lo abaratamos, me atrevo a decir, que como en los almacenes,
cuando llegan las rebajas, nosotros lo tenemos siempre con letreros de
descuento, de oferta única que no se debe dejar pasar, baratísimo.
Bertrand Russeu –pensador inglés de finales del siglo dieciocho-
escribió sobre el amor y dejo algunos dichos de interés histórico: “Temer al
amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos”. Si
nos paramos a analizar esta frase, descubrimos que no está hablando de determinada
clase de amor, más bien, lo que quiere significar, es que el amor, abarca un
conjunto de cualidades anexas, que deben de mantenerse siempre encendidas, como
una pequeña candela que puede reavivar un fuego, aparentemente apagado.
Si es de los jóvenes de quienes hablamos, comprobamos que en
plena efervescencia de la sexualidad, en lo que piensan y sienten en su
interior, es del amor sexual, el gran descubrimiento del amor, que por una
práctica más o menos frecuente, queda relegada a una mera rutina. En
sustitución a esta, mientras buscan nuevos significados del amor, subrayan el
sexo como uno de los mayores significados de la vida. Se cantan canciones, casi
todas ellas haciendo referencia a este amor sexual, y en cierto sentido
aciertan, pero hay más que todo eso.
La facilidad de hallar esta clase de amor, hace que teman al
compromiso que este puede llevar consigo, un noviazgo formal y formar pareja.
Esto ya no está en las ofertas de las que antes hablábamos, este es un artículo
de lujo, en consecuencia, más caro. Y es así como comenzamos a morirnos,
temiendo al amor, porque en realidad, comenzamos a temer la vida, amar es pues
una forma de vivir, un modelo a seguir. Exige constancia, progreso, estabilidad,
cumplimiento de reglas que quedan automáticamente establecidas por este
vínculo.
Si se pierde el compromiso, ya no se exige fidelidad, eso es
cierto, pero no significa que uno tenga que desenamorarse, hay otras formas con
las que podemos manifestar amor, la cuestión es saber, cuáles son, y cómo
funcionan.
Basándonos en la frase de Russeu, “los que temen a la vida
ya están medio muertos…”, es sabido que llegada determinada fase de la vida,
comenzamos a envejecer, obviamente es una función natural del envejecimiento
físico de los humanos y de cualquier otro ser vivo. Lo que no significa que
dejemos de amar por eso, amamos a muchos de nuestros semejantes, amamos a
nuestros hijos, a nuestros padres, amigos especiales que forman parte de
nuestra vida. Aislarse de todo esto, negarnos a amar de estas otras maneras, es
morir de forma acelerada, la depresión se apodera de nosotros y nos mata.
Desgraciadamente, existen muchas personas que viven unidas a
alguien sin amor, por costumbrismo, por rutina, sin auténticos valores morales
y hasta en ocasiones cívicos, del que no pueden escapar. Puede que por
problemas económicos, porque hay hijos de por medio, porque son dueños a medias
de determinadas cosas, que los convierten en socios, más que en matrimonios. Muchas
de estas parejas, saben que su igual tiene aventuras, y esto los justifica para
hacer lo mismo.
Mejor separarse, hay que mantenerse vivo mientras se pueda,
dejar de ser un muerto andante.
El mundo es muy grande, no es cuestión de ser un aventurero,
a veces esto falla si no hay una buena motivación, si por alguna razón,
encuentras a alguien que esté viviendo en tu misma circunstancia, se acaba
perdiendo casi siempre.
El amor cuando uno comienza a darse cuenta que se pierde, se
puede recuperar antes de que sea demasiado tarde, con buen diálogo,
comunicación, sin perderse el respeto, hablando desde el corazón, expresando
los sentimientos que nos preocupan.
Esta es la mejor fórmula, esta y la de conocer bien a la
persona que va a vivir con uno, viendo cómo se comporta con amigos y familia,
estudiando su carácter. Preguntándole asuntos importantes antes de comenzar una
relación, que piensa del sexo, que es lo importante en su vida…
No hay razón para temer al amor si se siguen determinadas
pautas, reglas de oro que ayudan a que luego, con el tiempo, termine uno
temiéndole al amor.
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