COSAS DE LA FAMA
Una tarde de verano, paseo por los alrededores de un estadio
de deportes, ahora desierto de acontecimientos deportivos, por ser época de
vacaciones. Mi perro y yo, conversamos de cómo ha cambiado todo, precisamente
donde ahora estamos parados, años atrás había un arrabal, un suburbio casas que
con más o menos rigurosidad la gente se construía, hasta llegar a formar
barrios, con sus tiendas de alimentación, farmacias y hasta en algún caso que
otro, líneas de autobuses para acercar a la gente del arrabal al centro de la
ciudad.
¡Hay que ver cómo ha cambiado todo Melchor!, ahí abajo,
donde comienza esta calle que ahora termina en esa isleta, hicimos la casa tu
dueña y yo mismo, con nuestras propias manos. Hasta teníamos un pequeño huerto
que regábamos con el agua de una fuente, que puso el ayuntamiento para
suministrarnos. ¿A ver…? algo debe pasar aquí, ¡qué raro…!, es viernes y mira
la cantidad de gente que hay rodeando el
estadio, ¡pero si ahora no hay fútbol, están de vacaciones…!
Se acercan a toda esta gente que rodean el estadio, Ramón
pregunta a los chicos y chicas, que son mayoría, que es lo que pasa allí. Abuelo… ¿no se ha enterado?, vienen a tocar
un grupo de pop rock, Big Secret se hacen llamar, ¿no los conoce? Ramón niega con la cabeza, unos cuantos de
los que están allí acampados, si, con tiendas de campaña y todo, se conoce que
hace días que están allí pernoctando, se ríen de él, no del perro, es un
labrador magnífico y relativamente joven. Se sienta al lado de su amo mientras
que todos le prestan más atención al manso perro que al dueño.
Pero… ¿vale la pena pasar aquí días y noches enteras para
esperar ver tocar a este grupo? ¡Mira
que pregunta el abuelo…! ¿Qué si vale la pena dice…? yo mataría por ellos, son
el grupo de pop más famoso del mundo, si no hacemos cola para entrar, nos
tocaría verlos desde el quinto pino, y nosotros no queremos eso ¿verdad chicos?
¡NOOOOO!, lo ve usted, todo el mundo está de acuerdo, estos chicos son lo más.
Melchor se ha asustado y ladrado, vaya susto debe de haberse llevado el pobre
animal, en cuanto el dueño lo hace callar se vuelve a sentar.
Da la vuelta al estadio, y allí las cosas están igual, bueno,
a decir verdad, en algunos puntos peor, hay algunas chicas y chicos, que llegan
a los insultos, y hasta a las manos, se insultan y se tiran de los pelos,
mientras otros las corean.
En la vida había visto cosa igual, la gente se está
volviendo loca Melchor, el perro levanta la vista hacia su amo, es posible que
le dé su opinión de esta forma, pero Ramón vuelve a casa con cara de
preocupación. Por la noche, en el telediario, dan una breve noticia del
acontecimiento, una cámara hace un barrido por la puerta del hotel de la
ciudad -uno de ellos, el más lujoso-, y
hay concentradas en la puerta, con camisetas estampadas con los miembros del
grupo, y pancartas de bienvenida, más de mil personas. ¡Y eso que no son
elecciones ni nada de eso!, dice Ramón levantando la voz para ser escuchado por
su mujer, que siempre anda trasteando en la cocina. ¿Qué dices Ramón?, que con el extractor no
te oigo bien, ¡joder que costumbre más fea tienes de hablarme cuando no te
puedo escuchar… coño! Ana Mari tiene una boca… que para que te cuento, los
tacos que acaba de soltar, son los más dulces que se le conocen.
El lunes por la noche, pasado ya el acontecimiento de la
visita del conjunto de pop rock, salta la noticia, ha habido doce heridos, dos
de ellos graves, consecuencia de las aglomeraciones de la multitud en el
momento de abrir el aforo para que entrara la gente. La fama tiene un precio,
en este caso lo han pagado los que menos culpa tienen, el público llegado de
diferentes partes del mundo -no faltan
japoneses, claro-, salen en cámara cuatro o cinco chicas, a las que parece
haberles pasado un tren por encima, lloran, gimotean, otras detrás de ellas,
insultan a la multitud anónima, que las empujó sin respetar la cola.
El conjunto, a la media hora de terminar el concierto, ya
están subidos en su jet privado, camino de Canadá, allí tienen otros
conciertos.
Feo, muy feo todo esto, piensa para sí Ramón, entre el
fútbol, los conciertos de gente famosa, los políticos que van a la cárcel, los
expedientes abiertos que tienen otros cuantos cientos, definitivamente, la fama
es como una mierda, sin el cómo.
Antes todo era diferente, los famosos eran respetados, la
gente no se alborotaba tanto, tampoco consumían tanto alcohol ni pastillas,
cocaína y drogas raras. Yo creo
-sigue analizando Ramón-, que en
parte la culpa es de todo esto, ahora la gente si no se emborracha a diario, no
se divierte… lo mismo que cuando los jóvenes se concentran por medio de
mensajes telefónicos, en determinados lugares, ¡ala, al botellón! y luego, a
correr delante de la policía, arrasándolo todo, semáforos, contenedores de
basura, rotura de cristales de tiendas…, hostias que locura oye.
La fama tiene dos caras, como las máscaras de la comedia y
la tragedia, ambas están juntas, pegadas la una a la otra, una sonriendo francamente,
la otra con cara de tristeza.
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