ZAPATERO A TUS ZAPATOS
Este chico acabará mal, te lo digo yo.
Mira que su padre, que es un santo siempre desde joven le
viene diciendo… Vicentico, no te metas
en oficios que desconoces, aunque parezcan fáciles, solo es eso, lo parecen,
pero luego, cuando ya estás metido en ello, no creas que te puedes desenvolver
como los demás que ya llevan años en este tema.
Pues nada oye, no le ha hecho caso nunca, voy a verlo al
hospital ¿vienes?, pues que le va a pasar, que se ha metido en un asunto de
drogas, se despistó a la hora de devolver un dinero que debía y le han dado una
paliza que lo han dejado cuadrado. No, si el dinero lo tenía, además no se
droga ni nada, para eso es serio, formal, como dios manda, pero… según sé por
su padre, los patrones no tuvieron paciencia, si le dicen un día y una hora,
allí tiene que estar, como un clavo.
Como no se presentó, fueron a buscarlo, y lo encontraron
invitando a una ronda de quintos a unos amigos, en el bar del Faro. No, no, lo
llamaron fuera, y detrás del bar lo adobaron bien, coño, ¡le han tenido que
extirpar el bazo! El brazo no bestia, el bazo. ¿Y yo que sé dónde tenemos eso…?
el padre me ha dicho algo del hígado, debe de andar cerca.
Han llegado al hospital los dos, preguntan en recepción y
les dan el número de habitación. ¿Se puede…? está su novia con él, no le
faltaba más que eso, gimoteando, con el poco espíritu que tiene Vicentico, y la novia mojándole las
manos con lágrimas.
Oye, no me jodas y te pongas tú a llorar que te hecho a
patadas de aquí, estamos de visita, si tienes ganas de llorar vete a misa, aquí
no por favor hombre. A mí también me da pena ¡no te jode…! pero me aguanto, que
con una que llore, ya tiene bastante.
Juanra piensa… ¡qué
cara te han dejado dios mío, parece el mapamundi!, ¿Qué hay machote cómo
estás?, te veo muy bien tío, te estás recuperando por momentos. Cuando salgas
de aquí no se te va a ver ninguna cicatriz, te han arreglado muy bien, de
verdad te lo digo. Esto no me lo creo ni
yo, pero ¿qué le voy a decir, que parecerá Frankenstein?, pues no, ya cuando se
mire en el espejo, sacará la conclusión que quiera. Toñi, ¿y esa pierna que tiene
toda tapada? Le fracturaron la
rodilla, le tienen que poner una prótesis de plástico, pero como la tiene
todavía tan hinchada, pues la tiene así, con una especie de rejilla para que no
le toque la ropa.
¡Hay que ver como hacen de bien hoy las cosas los médicos,
he?!
Tengo que ir a casa a cambiarme de ropa y descansar un poco,
¿os quedáis con él? Huy yo no, tengo
alergia a los hospitales, se quedará Manu, yo te acompaño a casa, y cuando tú
quieras te traigo de vuelta. Ha, vale,
te lo agradezco. Manu, déjame las
llaves de tú coche, volvemos dentro de un rato. Hombre, si dice Toñi que tienen que
descansar unas horas… ya me dirás. Pues
vas al quiosco de abajo y te compras unos comics, toma, diez euros.
Hay que ayudar a los amigos en cualquier circunstancia que
se encuentren, sobre todo si es una como esta. Toñi ha sido desde jovencita la
chica de todos, su madre también lo era, aún casada y todo, el hombre, pescador,
a veces se embarcaba en algún barco congelador, tres o cuatro meses y cuando
volvía, ni conocía a los hijos, el mar trastorna mucho, y no lo parece. El
hombre hacía lo que sabía hacer, navegar y pescar, en fin, trabajo típico de
estos barcos factorías. La madre salió a la hija, aquella casa, en cuanto el
marido embocaba la bocana de salida del puerto, se convertía en un ir y venir
constante de hombres, la locura vamos.
Toñi, si no tiene a nadie cerca, en una circunstancia complicada,
y con lo que le gusta que le rasquen el cogote, al primero que se le acerca la
tiene metida en el bote. Esta vez me tocaba a mí, a Juanra, es lo mío, soy un
conquistador nato, arriesgado muchas veces, no es la primera ni la segunda vez
que he tenido que salir echando leches de una casa, por la llegada del marido
por sorpresa, pero mira tú, luego, a los pocos días me volvían a llamar las
señoronas esas.
Toñi me mira con una mirada rara cuando vamos en el coche,
habrá tema seguro. Llegamos a su casa, está vacía, se desnuda con la puerta
abierta del baño, abierta porque no hay puerta vamos. Se pega una ducha, me
pide que le ponga crema hidratante en la espalda, y cuando se da la vuelta me
dice, señalándome las tetas… Ponme aquí
también por favor, y por los lados ya levantaré los brazos…
Joder Juanra, cuanto habéis tardado, me he quedado dormido y
todo, tengo un dolor de cuello que lo flipas. Pues mira, yo me he quedado
dormido, sentado en una silla del comedor de Toñi mientras ella dormía, así que
no te quejes tanto. ¿Tú sabes el favor que les hemos hecho a los dos con
nuestra visita al hospital, o no Toñi?
Por supuesto, favores así no se olvidan fácilmente.
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