domingo, 17 de agosto de 2014

¡QUE YA LO SÉ...!



                                                           ¡QUE YA LO SÉ…!



Lo sabe todo antes de que le digas nada, pero hace lo que le sale de las bolas. Va por la calle con un porte de prepotencia… que flipan hasta los ratones de alcantarilla cuando oyen sus pasos, salen que se las pelan. Con decirte, que cuando pasa al lado de las rejillas de desagüe por la acera, se suicidan dos o trescientas ratas, dejándose ir cañería abajo hasta el mar. ¿Qué exagero dices?, lo verás tú mismo si un día de estos te lo encuentras conduciendo el taxi de su primo; porque Jaime es taxista. He, pero no creas que es un taxista cualquiera, es uno de estos sabelotodo, que cuando te subes al taxi, adivina donde vas.

-Buenas noches, nos lleva usted…
-Ya lo sé, al teatro Apolo, van ustedes a ver el concierto de los negritos esos, los músicos étnicos quiero decir.
-¿Y usted como lo sabe…?
-Oficio señor, oficio, los taxistas lo sabemos casi todo, bueno no muchos la verdad, lo que pasa, es que yo, tengo digamos, un sexto sentido para determinadas cosas.

Como que le asomaban por el bolsillo de la camisa al menda, las entradas del Apolo, ¡vaya sexto sentido! El tío aquel, se quedó tan sorprendido, que ni se dio cuenta de que iba enseñando el plumero, por el bolsillo de la camisa. Del Apolo, enciende de nuevo el piloto verde y poco a poco va paseando por el paralelo, a lo mejor cae otro viaje, y no tiene que volver de vacío a la estación de Sants.
Turistas a la vista, tres japoneses, dos mujeres y un hombre a la vista.

-Buenos, il a la fonte de colol de Balcelona.
-Suban, está cerca.
Los sube por la calle Lérida, hasta llegar a la carretera de Monjuich, los sube por la Font del Gat, a veinte por hora.
-Aquí no se puede correr más, cámaras de vigilancia que hacen ¡clic!, ¿entiende?, fotos y multas  -se hace entender a base de gestos-.
Les pega un paseo, hasta que el taxímetro llega a los veinticinco euros, pasa por el Pueblo Español y les hace indicaciones.
-Muy bonito… Pueblo-Español  -casi deletreando- cada letra.
Al final, engañados y contentos, ya desde el interior del taxi, mientras el hombre mayor paga la carrera, las tres mujeres se ponen a hacer fotos.

Mira tú… que con lo listos que son los japos estos, y les he sacado los cuartos, como he querido, ¡Hay señor… cuanto pringao hay en este mundo!, lo que yo digo, nos quedaremos solo los lumbreras, la gente que ve venir las cosas, que conoce el interior de la gente.  A la parada de Sants que se va, aparca, baja y se sube los pantalones hasta los sobacos.

-¡Eh Jaime, ven un momento que tengo que hablar contigo.
-¿Qué te pasa Curro?
-A mí nada, pero en el café he oído, que mientras estás dejándote las almorranas en el asiento del taxi, Lleó se lo monta con tú mujer.
-¡Me cago en mi padre…! si tiene huevos, que venga a decírmelo a la cara esto. ¿Pero este que se ha creído, que todo el monte es orégano?
-No sé tío, yo te lo digo para que no te pille por sorpresa, ya sabes cómo se las  gastan algunos de estos. Te saludan tan panchos, y luego se ríen a tus espaldas, son unos hijos de su madre. Yo no soy así tú lo sabes, por eso quiero advertirte.
-Gracias hombre, se agradece. Ahora me entero yo en un instante, verás tú que pronto cantan esos gallitos.

Se equivoca, nadie die nada, al contrario, todos se sorprenden, cuando se enteran de lo que se cuenta por ahí de Amanda. Al otro día, aparta un rato después de limpiar el taxi en la gasolinera y se acerca a ver a Lleó.

-¿Qué pasa noi, com estás avuí?
-Contento oye, me hice el jornal sobradamente, gracias al turismo claro, los paseas por donde quieres, y les sacas el jugo como a una naranja.
-¡Que suerte tienes…! Yo estuve toda la tarde en el taller, giré muy justo por una calle del barrio gótico, y me rasqué el bajo del lado derecho, con un puto pilón de esos de bronce que ponen, para que la gente no aparque. Mira, lo llevo todo empastado hasta que llegue la pieza.
-Ven dentro de un par de horas.  -dice el chapista-
-Nada, tú a lo tuyo, que me espero, el taxi lo vigilo desde aquí. No me fio de nadie, tú.
-¿Y estuviste allí todo el tiempo, en el taller?
-Pues claro…
-Va venga, no me vengas con estas, que ya lo sé…
-¿A sí…?
-Pues claro hombre, ¿con quién te crees que estás tratando, con un idiota?
-No hombre que va. Entonces ya sabes que solo tengo este mes de trabajo, el banco se queda con la casa y el taxi, ¡me cago en todo…! tanto esfuerzo para nada.
-¿Cómo…? yo creía que…
-Sí, ya sé lo que creíais todos los compañeros, que las cosas me iban muy bien, vaya pedazo de casa tengo, que la familia es una delicia, un ejemplo para  todos…, pues ya ves que no.
Rompe a llorar en el taxi de Jaime, se golpea la cabeza con los puños. Jaime está descolocado, ¿a qué puñetas obedece lo que le ha dicho Curro? Investiga un poco, y se da cuenta que es él y no Lleó, el que se la está pegando con su mujer.

-Cuando lo vea lo mato.
-¿A quién a Curro?
-Si ¿cómo lo sabes?
-Me dijo anteayer, que las cosas entre vosotros dos, entre Amanda y tú quiero decir, no andaban bien. Que habían decidido irse hoy a Málaga, ya ha vendido la licencia y el coche. Un primo suyo que ha entrado a trabajar en el ayuntamiento, le ha cedido el taxi, dice que allí, hay más trabajo que el que pueda abarcar.
-¡Joder…! anda bájate tío, que voy a acercarme a casa.

La casa está vacía, pero vacía del todo, no queda ni un puto cuadro colgado, solo el de la boda, saliendo de la iglesia del Carmen.
Menos mal que es un hombre que lo sabe todo, que si no fuera así… quién sabe.



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