¡QUE YA LO SÉ…!
Lo sabe todo antes de que le digas nada, pero hace lo que le
sale de las bolas. Va por la calle con un porte de prepotencia… que flipan
hasta los ratones de alcantarilla cuando oyen sus pasos, salen que se las
pelan. Con decirte, que cuando pasa al lado de las rejillas de desagüe por la
acera, se suicidan dos o trescientas ratas, dejándose ir cañería abajo hasta el
mar. ¿Qué exagero dices?, lo verás tú mismo si un día de estos te lo encuentras
conduciendo el taxi de su primo; porque Jaime es taxista. He, pero no creas que
es un taxista cualquiera, es uno de estos sabelotodo, que cuando te subes al
taxi, adivina donde vas.
-Buenas noches, nos lleva usted…
-Ya lo sé, al teatro Apolo, van ustedes a ver el concierto
de los negritos esos, los músicos étnicos quiero decir.
-¿Y usted como lo sabe…?
-Oficio señor, oficio, los taxistas lo sabemos casi todo,
bueno no muchos la verdad, lo que pasa, es que yo, tengo digamos, un sexto
sentido para determinadas cosas.
Como que le asomaban por el bolsillo de la camisa al menda,
las entradas del Apolo, ¡vaya sexto sentido! El tío aquel, se quedó tan
sorprendido, que ni se dio cuenta de que iba enseñando el plumero, por el
bolsillo de la camisa. Del Apolo, enciende de nuevo el piloto verde y poco a
poco va paseando por el paralelo, a lo mejor cae otro viaje, y no tiene que
volver de vacío a la estación de Sants.
Turistas a la vista, tres japoneses, dos mujeres y un hombre
a la vista.
-Buenos, il a la fonte de colol de Balcelona.
-Suban, está cerca.
Los sube por la calle Lérida, hasta llegar a la carretera de
Monjuich, los sube por la Font del Gat, a veinte por hora.
-Aquí no se puede correr más, cámaras de vigilancia que
hacen ¡clic!, ¿entiende?, fotos y multas
-se hace entender a base de gestos-.
Les pega un paseo, hasta que el taxímetro llega a los veinticinco
euros, pasa por el Pueblo Español y les hace indicaciones.
-Muy bonito… Pueblo-Español
-casi deletreando- cada letra.
Al final, engañados y contentos, ya desde el interior del
taxi, mientras el hombre mayor paga la carrera, las tres mujeres se ponen a
hacer fotos.
Mira tú… que con lo listos que son los japos estos, y les he
sacado los cuartos, como he querido, ¡Hay señor… cuanto pringao hay en este
mundo!, lo que yo digo, nos quedaremos solo los lumbreras, la gente que ve
venir las cosas, que conoce el interior de la gente. A la parada de Sants que se va, aparca, baja
y se sube los pantalones hasta los sobacos.
-¡Eh Jaime, ven un momento que tengo que hablar contigo.
-¿Qué te pasa Curro?
-A mí nada, pero en el café he oído, que mientras estás
dejándote las almorranas en el asiento del taxi, Lleó se lo monta con tú mujer.
-¡Me cago en mi padre…! si tiene huevos, que venga a
decírmelo a la cara esto. ¿Pero este que se ha creído, que todo el monte es
orégano?
-No sé tío, yo te lo digo para que no te pille por sorpresa,
ya sabes cómo se las gastan algunos de
estos. Te saludan tan panchos, y luego se ríen a tus espaldas, son unos hijos
de su madre. Yo no soy así tú lo sabes, por eso quiero advertirte.
-Gracias hombre, se agradece. Ahora me entero yo en un
instante, verás tú que pronto cantan esos gallitos.
Se equivoca, nadie die nada, al contrario, todos se
sorprenden, cuando se enteran de lo que se cuenta por ahí de Amanda. Al otro
día, aparta un rato después de limpiar el taxi en la gasolinera y se acerca a
ver a Lleó.
-¿Qué pasa noi, com estás avuí?
-Contento oye, me hice el jornal sobradamente, gracias al
turismo claro, los paseas por donde quieres, y les sacas el jugo como a una
naranja.
-¡Que suerte tienes…! Yo estuve toda la tarde en el taller,
giré muy justo por una calle del barrio gótico, y me rasqué el bajo del lado
derecho, con un puto pilón de esos de bronce que ponen, para que la gente no
aparque. Mira, lo llevo todo empastado hasta que llegue la pieza.
-Ven dentro de un par de horas. -dice el chapista-
-Nada, tú a lo tuyo, que me espero, el taxi lo vigilo desde
aquí. No me fio de nadie, tú.
-¿Y estuviste allí todo el tiempo, en el taller?
-Pues claro…
-Va venga, no me vengas con estas, que ya lo sé…
-¿A sí…?
-Pues claro hombre, ¿con quién te crees que estás tratando,
con un idiota?
-No hombre que va. Entonces ya sabes que solo tengo este mes
de trabajo, el banco se queda con la casa y el taxi, ¡me cago en todo…! tanto
esfuerzo para nada.
-¿Cómo…? yo creía que…
-Sí, ya sé lo que creíais todos los compañeros, que las
cosas me iban muy bien, vaya pedazo de casa tengo, que la familia es una
delicia, un ejemplo para todos…, pues ya
ves que no.
Rompe a llorar en el taxi de Jaime, se golpea la cabeza con
los puños. Jaime está descolocado, ¿a qué puñetas obedece lo que le ha dicho Curro?
Investiga un poco, y se da cuenta que es él y no Lleó, el que se la está
pegando con su mujer.
-Cuando lo vea lo mato.
-¿A quién a Curro?
-Si ¿cómo lo sabes?
-Me dijo anteayer, que las cosas entre vosotros dos, entre
Amanda y tú quiero decir, no andaban bien. Que habían decidido irse hoy a
Málaga, ya ha vendido la licencia y el coche. Un primo suyo que ha entrado a
trabajar en el ayuntamiento, le ha cedido el taxi, dice que allí, hay más
trabajo que el que pueda abarcar.
-¡Joder…! anda bájate tío, que voy a acercarme a casa.
La casa está vacía, pero vacía del todo, no queda ni un puto
cuadro colgado, solo el de la boda, saliendo de la iglesia del Carmen.
Menos mal que es un hombre que lo sabe todo, que si no fuera
así… quién sabe.
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