jueves, 21 de agosto de 2014

SOMBRA GRANDE



                                                             SOMBRA GRANDE




Siempre me asombro cuando llega la tarde. Es cuando todo, comienza a ocultarse de la vista humana, es el momento de amarse, de ser indecorosos, inconscientes, descarados, hasta si me apuras malos, malos buenos, grandes gigantes.

No hay momento que perder, antes de que se oculte el sol, debo inspirarme en sus sombras, porque las sobras de la tarde son grandes, cuando el astro rey enfoca de lado, todas las maravillas, que al mediodía no estaban presentes, ahora se manifiestan, los ríos brillan de modo diferente, los árboles extienden sus ramas sobre la tierra, hasta la más ínfima planta que está saliendo de entre las piedras, demuestra que no es tan pequeña   ¡Mira que grande soy bajo el sol de poniente! Los guijarros que la protegen, casi sin moverse, aprueban su exclamación con su silencio, la ven y aplauden sin manos, solo con un ligerísimo movimiento, que no somos capaces de percibir siquiera.

Quiero disfrutar de esta noche, así que miro las sombras, sombras grandes, sombras diluidas con esa gran luz, que se desvanece, me introduce en un estado letárgico, de aturdimiento sin miedo, llega la hora del disfrute de la noche.

Y con esa amada noche, llega el sueño. Esta noche pasada, el monte entero ha cobrado vida, un par de grandes árboles jugaban conmigo, desarraigaron las raíces de la tierra y comenzaron a andar conmigo, me llevaban de la mano, luego, allá en el valle, me han alzado del suelo, y me lanzaban al cielo, para dejarme caer en los brazos del otro, y así hasta que cansados, nos sentamos los tres junto al rio, bebía del rio con la cabeza sumergida en el agua, cuando la he sacado, saciada ya mi sed, ellos dos, reían echando hacia atrás sus melenudas cabezas llenas de hojas verdes, algunas se desprendían de las ramas.

De pronto, sin aviso alguno por su parte, han desaparecido, me he quedado sola, he querido seguir su rastro en la hierba del prado, no he encontrado ninguna huella. Vuelvo al rio disgustada, el sueño se acaba, algunas veces, los sueños son muy breves, y lo peor es que, cuando quieres recordar detalles de lo soñado, no puedes recordarlo todo. El sueño se queda en el limbo del cerebro, una parte desconocida de nuestra mente.

Ese sueño que he tenido lo escribo para poder recordarlo, lo he llamado Sombra Grande, así es como yo lo veo, hoy cuando llegue el ocaso, me pararé en el mismo lugar, observando las mismas sombras, quién sabe si a base de insistencia, algún día lo continuo, puedo llegar un poco más allá de lo que he soñado esta noche.




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